sábado, 19 de diciembre de 2015

A la carga ordenó!



«A la carga ordenó»


Eduardo de la Serna




Hace unos pocos años un grupo de egregios prohombres (¡nunca mejor usado el prefijo!) de la pluma y la palabra ocupaban las cabeceras de nuestras mesas desde el televisor, y con caras compungidas y martiriales nos explicaban, y le explicaban al siempre dinámico arco opositor del congreso, donde se encontraban, que en cualquier momento podía haber un periodista muerto. Hasta que eso ocurra, no van a parar, estaba diciendo uno que no parece haberse preocupado de otros muertos. No pasó demasiado tiempo cuando un grupo de ocho de los mismos, siempre preocupados por la defensa indisimulable de tan loable profesión – más allá de la mala fama que algunos han ganado entre sus colegas dineros de por medio – se dirigieron a la Corte Interamericana de Derechos humanos la cual los recibió con cara atenta y sonrisa indisimulada vendiéndoles un almanaque y despidiéndolos con cordialidad. El siempre tan preocupado ambiente se ocupó, entonces, de que otro de su grupo recibiera el codiciado premio Martín Fierro, que – como el Nobel de la Paz – siempre es ambicionado por la evidente ‘indiscutibilidad’ del mismo. Allí, el ganador luego de burlarse de todos haciendo gala de su buen humor – salvo cuando se burlan de él – nos ilustró sobre la grieta preocupante que hay en la sociedad. Grieta que, más tarde, fue escenificada por las pantallas de un canal con evidente posición política tigrense en su institucional de fin de año. 


Pero resulta que no hubo muertos, no hubo atentados ni agresiones. Hubo 6 7 8, sí, donde se desnudaba (metafóricamente hablando, por cierto) ciertas inconsistencias o ciertos pasados de los que mejor no hablar. O mejor no recordar.


Y un día hubo amenazas, patoteadas y hubo auto. Hubo un Periodista (así, con mayúscula) agredido. Pero resulta que los agresores parecían provenir de la usina de la libertad de prensa y expresión. ¿Cómo así? Y los precupadísimos agentes de la pluma y mercenarios de la palabra nada dijeron – al menos nada en público – como otrora habían hecho. Y los lacayos, perdón, los candidatos cívico militares (perdón otra vez, estoy distraído) los candidatos que suelen frecuentar los canales y medios hegemónicos parece sólo preocupados con los colegas agredidos de su lado de la grieta. Y – FOPEA dixit – esto es indicio del ambiente de intolerancia; es decir, es culpa del Gobierno nacional que un barrabrava de 2 mts se baje de un auto gris patente FXV 202 y junto con otros ¿vecinos? del lugar insistieran vehemente y violentamente que el equipo de producción debía retirarse del lugar. Lugar que por cierto es público (aunque un muro indique lo contrario).


Curiosa doble vara, o curioso posicionamiento de un lado de la grieta. Y curiosa procedencia agresora. Pero cuando descubrimos que la jueza ordena derribar el muro porque se encuentra en una calle pública, por tanto de libre circulación, y el que apela la medida no es el que hizo el muro (Clarín) sino el perjudicado (Gobierno de la ciudad de Buenos Aires) la cosa se complica… ¿O no? ¿O es indicio de alianza PRO electoral (otra vez el prefijo)? Sólo faltaría que pudiera mostrarse que los violentos PRO-venían (¡y dale con el prefijo!) de un conocido club de fútbol no muy distante del lugar y en ese caso, el círculo (¡círculo rojo, por cierto!) cierra perfecto. ¿O no?




Diseño tomado de lostinbergen.wordpress.com

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