domingo, 20 de diciembre de 2015

Derechas

Derecha

 Eduardo de la Serna



La categorización de “izquierdas” y “derechas” parece tener su origen en Europa según se colocaran en una mesa parlamentaria unos grupos y otros con lo que “los de la derecha / izquierda” solían tener posiciones más “conservadoras” o más “progresistas”. Parece. Claro que “progresista” viene de progresar, y es dudoso que alguien diga que no lo quiere. Y conservar, pues depende qué; ¿quién no quiere “conservar” lo que cree bueno, aunque progrese; y quién no querría cambiar lo malo, aunque conservando otras cosas. Así dicho, sin embargo, resulta que decir izquierdas y derechas, conservadores, momios, carcas, o progresistas, zurdos, revolús se comprende más o menos qué significa.

Lo cierto es que todos comprenden que hay izquierdas y hay derechas aunque quieran decir que “no hay que ideologizar” como dijo Mauricio y repite Susana Malcorra, ministra electa de Relaciones Exteriores. Claro que también cabe preguntarse qué es “ideología”, por qué estaría mal que la hubiera, y si quien eso dice no lo hace desde otra ideología. Lo cual es evidente. Pero es otro tema…

Podríamos también señalar que como una suerte de flujos y reflujos, o marea y contramarea  el mundo parece oscilar entre izquierdas y derechas (claro que con sus límites, porque decir que Obama es de izquierda es casi una burla, a menos que reconozcamos que está “a la izquierda de Bush” lo que no es muy difícil; y también podríamos decir que Tabaré Vásquez está a la derecha de Pepe Mujica)… Lo evidente es que decir “derechas e izquierdas” es a su vez una categoría de relación. A la derecha o a la izquierda de qué o de quién puede ser un buen parámetro. Aunque con frecuencia – como “yo” soy el centro – sea a “mi” izquierda o derecha”, lo cual es un problema, porque yo estoy a la izquierda y a la derecha de otros. 

Pero – dicho esto – parece posible afirmar que “hay un corrimiento a la derecha”. Y las recientes elecciones en Francia con el triunfo de Marine Le Pen son un indicio más que evidente. Pero vayamos a América Latina:

  • las elecciones en Venezuela dieron un triunfo a la derecha frente al gobierno de Maduro en las elecciones legislativas del 6 de diciembre;
  • en Brasil avanza el pedido de juicio político a Dilma Rouseff;
  • en Perú el que llamaban ayer “chavista”, Ollanta Humala continuó sin matices el liberalismo del ex populista hoy liberal Alan García, pero la alcaldesa de Lima Susana Villarán fue derrotada;
  • en Colombia donde el gobierno derechista de Juan Manuel Santos sólo tiene adversario en el másderechistaaún Álvaro Uribe y en la alcaldía de Bogotá Gustavo Petro fue reemplazado por Enrique Peñalosa;
  • en Ecuador Rafael Correa tuvo que dar marcha atrás en dos proyectos de ley (de plusvalía y de herencias) que tocaban el bolsillo de unos pocos pero contra los cuales se manifestó un número importante de la ciudadanía;
  • en Argentina por primera vez en su historia la derecha es gobierno no mediante un golpe cívico-militar sino en las urnas…

Sin duda que esto no es todo… en Paraguay en las recientes elecciones en Asunción triunfó la “izquierda” derrotando al partido de Cartés; en Bolivia Evo Morales sigue triunfando, y en Chile y Uruguay hay gobiernos sedicentes de izquierda (aunque, permítaseme el titubeo). 

Sin duda que podríamos atribuir este momento a una suerte de péndulo histórico, y quizás no sea del todo falso. Pero también surge una pregunta, como se ve claramente en las manifestaciones ecuatorianas que acabo de señalar y en las elecciones de Argentina: ¿cómo puede entenderse que el pueblo pobre vote contra sí mismo? Y me resulta difícil dar una respuesta cabal. Pero algo sí tengo claro (no creo que sea “el todo” pero creo que sí es “una parte sustancial”) y es el poder omnímodo de los Medios de Comunicación. Estoy convencido que estos son “creadores de realidad”. Es notable ver y oír que constantemente desde sectores populares afirman cosas que su misma vida contradice, pero igualmente afirman que “es así”. Se repiten slogans, certezas que son incuestionables. Nadie las pone en duda y son una suerte de “Credo” que negarlo te transforma en una especie de extraterrestre recién llegado de otra galaxia: la Cámpora está armada; 6-7-8 es un programa agresivo, el síndrome de hybris, etc… Es algo que “todos sabemos” y ponerlo en duda te hace acreedor de insultos o al menos, de burlas. De todos modos creo que esa creación de realidades es universal, no local, y que nos pone en un mundo nuevo. Por eso no me refiero solamente a los medios hegemónicos del país (que también, por supuesto) sino a todo el mundo de la comunicación. La necesidad de “comprar” para ser “ciudadano del mundo” no es sólo local, aunque en esta parte del planeta tiene un nombre: Macri. Me refiero al mundo global, al mercado… a que los “pibes chorros” para poder pertenecer, para no sentirse fuera del mundo, robarán un celular o un par de zapatillas. Porque eso les da signos de pertenencia. No se puede ser si no se “tiene”. Y eso todos lo vemos en cada serie, cada película nacional o internacional. Eso lo mamamos en el minuto a minuto… sin mercado no hay vida. No somos.

Claro que uno puede decir que con ciertos modelos políticos no vamos a poder comprar, el poder adquisitivo, el salario van a caer porque lo que caracteriza a la derecha es la concentración. Si, si… muy lindo, pero “estos” te ofrecen insertarte al mundo, y no seguir aislados.

El tema – me parece – requiere mucho más para rumiar, pero creo que por acá debe ir un pensamiento nuclear para entender qué pasa, a dónde vamos (y a dónde nos llevan). Es evidente que el Dios Mercado y su fenomenal oficina de propaganda pretenderán “conservar” su poder (y acrecentarlo). La derecha es “su casa”. Y – como se ve, no me refiero a “presidentes” (que en realidad parecen más C.E.O. de empresas que gobernantes. Y el caso argentino es evidente: Macri parece un CEO de Magnetto que es quien puede decidir que un juez mediocre, obsecuente y genuflexo vaya allá, allane aquí y cajonee acá), me refiero al “poderoso caballero”, me refiero a que los medios han creado enemigos monstruosos de molinos de viento mientras ellos se refriegan las manos. Curiosamente, dos manos derechas.



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