sábado, 19 de diciembre de 2015

La mujer en la Iglesia



 Una nota sobre la mujer y la Iglesia de hoy

Eduardo de la Serna



No soy un experto en el tema, pero eso no impide que tenga cierta sensibilidad, además de oídos abiertos para aprender.

Creo que hace falta una gran apertura mental, porque somos hijos de milenios de machismo, para aprender a mirar el justo y necesario lugar que la mujer ha de tener en la sociedad y la Iglesia. Y esto va mucho más allá de los cupos femeninos en las listas (una especie de mal menor), o del increíble desequilibrio de salarios entre varones y mujeres por realizar el mismo trabajo. Y aunque quisiera mirar más de cerca el tema de la mujer en la Iglesia, no deja de repercutir en el tema de “la mujer en la sociedad / cultura / familia…” Precisamente por no ser experto, reconozco que debo educar el oído y el corazón, y espero seguir haciéndolo. Esto son algunos pasos.

Creo que Jesús de Nazaret fue absolutamente osado (como en tantos otros ambientes) en el reconocimiento de la mujer. Que tuviera discípulas no era algo asumido por su medio ambiente; que hablara con mujeres, o incluso ellas comieran en sus mesas no resultaba habitual. Pablo continuó esta dinámica en sus comunidades (aunque no parece haber sido motivo de escándalo en un mundo gobernados por los Julio-Claudios – los descendientes de Julio Cesar – en el primer imperio). La progresiva asimilación del esquema sociocultural de “la casa” llevó a relegar a la mujer (como se ve en los escritos deuteropaulinos, y otros de la segunda generación cristiana como Mateo y – en menor medida – Lucas). La llegada de los Flavios al gobierno imperial (Vespasiano, Tito, Domiciano) – ocurrida en torno al mismo tiempo – relegó a la mujer de la vida pública. A esto ha de sumarse, más adelante, la paulatina simbiosis entre el pensamiento cristiano y la filosofía griega. Así, aunque muchos de los teólogos de los ss. II y III fueron particularmente “bíblicos”, no fueron pocos, y lo fueron en aumento, los teólogos influidos por la filosofía griega, particularmente “androcéntrica”. La cada vez más evidente invisibilización de la mujer siguió su marcha acompañada especialmente del platonismo. Siempre hubo (como en tantos otros temas) grandes personajes (entre los padres y madres de la Iglesia, por ejemplo) que buscaron dar a la mujer su justo lugar, pero la “ola preponderante” fue particularmente machista.

No es el caso – ni mi posibilidad – hacer una larga y exhaustiva “historia de la Iglesia” y el lugar de la mujer en ella. Pero tampoco se ha de olvidar que la sociedad entera “andaba por esos caminos”. Basta recordar que al renunciar Husserl a su cátedra en Alemania (1928), lamentó que Edith Stein fuese mujer y no pudiere por ello ser su lógico reemplazo.

Pero mientras por muchos – y diversos – carriles la teología (y tantas otras ciencias) avanzan en estos años en estudios feministas, la estructura de la Iglesia católica romana no parece actuar ni hablar de modo acorde. Cuando desde sectores curiales se adulteró el documento de Aparecida, el ya escaso reconocimiento al lugar de la mujer fue recortado más aún (además de la incorporación entre la segunda y la tercera redacción de la “ideología de género” [#40]):

Texto original
Texto adulterado
109. Lamentamos (…) nuestras débiles vivencias de la opción preferencial por los pobres, no pocas recaídas secularizantes en la vida consagrada, la discriminación de la mujer y su ausencia frecuente en los organismos pastorales. Tal como lo manifestó el Santo Padre ...
100 b. Lamentamos, (…) nuestras débiles vivencias de la opción preferencial por los pobres, no pocas recaídas secularizantes en la vida consagrada influida por una antropología meramente sociológica y no evangélica. Tal como lo manifestó el Santo Padre.

Pero a modo meramente indicativo, sigue siendo llamativo que desde las curias el tema no se haya asumido en plenitud. 



  •  Se ha casi impuesto – entiendo que originada en Juan Pablo II – la extraña frase “genio femenino”. 
  •  El Papa Francisco, cuando le preguntaron sobre el lugar de la mujer afirmó que es un tema que debe estudiarse atentamente. A lo que más de una teóloga le acotó que el tema viene sido estudiado seria y detenidamente desde hace muchas décadas.
  • Frases como “cereza del postre”, “solteronas” y otras muchas son, con justicia, muy mal miradas y leídas cuando se lo hace desde una óptica feminista.


No ha de entenderse que por el hecho de ser mujer necesariamente su mirada sea feminista. Análogamente puedo señalar que conozco cientos de teólogos que viven en América Latina y que no piensan “desde” América Latina (y más de un teólogo europeo que sí lo hace, o al menos se esfuerza en hacerlo); del mismo modo hay decenas de laicos que miran desde una perspectiva clerical, muchos africanos y asiáticos al estudiar en facultades europeas vuelven “europeos” a sus casas… En este sentido rescato el uso del término “kyriarcal” acuñado por Elisabet Schüssler Fiorenza señalando que muchos y muchas tienen introyectado al dominador (kyrios, señor), y es esa mentalidad la que perjudica una mirada integral y liberadora.

A modo de conclusión (mi intención es simplemente alertar la mirada) lamento profundamente las recientes declaraciones del nuevo presidente del CELAM, el cardenal Rubén Salazar:

Este [la Mujer en la Iglesia] es otro tema clave, que tiene que ser trabajado transversalmente en todos los Departamentos del CELAM. Como lo ha dicho el papa Francisco, no se trata tanto de buscarle empleo a las mujeres al interior de la Iglesia, sino que ellas nos aporten el genio femenino, dado que a veces la Iglesia es demasiado mirada desde el punto de vista del varón. Ellas nos aportan toda la finura, la ternura, el cuidado, la maternidad que significa la mujer, y la Iglesia como madre se enriquece con su aporte en su vida y misión” (reportaje en Periodista Digital).

¿Qué es eso de que “ellas nos aportan…”? ¿Qué concepción sobre “la mujer” encierran?, ¿“finura, la ternura, el cuidado, la maternidad”? ¿Y cuál sería el aporte del varón, desde esta perspectiva? Los varones, ¿no pueden tener cuidado, ternura, finura?, ¿todas las mujeres aportan “maternidad”? Las mujeres, ¿no pueden aportar capacidad, teología, decisión, compromiso, pastoral, iniciativa, capacidad de liderazgo o conducción…? 

En lo personal, mirando estas pobres declaraciones – que son las que motivan este desordenado escrito – pienso que lamentablemente las mujeres en la Iglesia de América Latina todavía deberán seguir esperando muchos años más para ser reconocidas, a menos que sean ellas quienes capturen espacios (con el acompañamiento de aquellos que creemos que les pertenece). No parece que desde “arriba” puedan esperar demasiado, por ahora. No parece - por ejemplo - que los fenomenales aportes de tantas mujeres a la teología hayan sido "recibidos" por la jerarquía.


Dibujo tomado de lasmemis.com

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