sábado, 19 de diciembre de 2015

Una parada del Papa en Bolivia. Otro mártir reconocido.

Una parada del Papa en Bolivia. Otro mártir reconocido.

Eduardo de la Serna



La información que llega por los diferentes medios nos dice que en el camino entre el Aeropuerto internacional de El Alto y la ciudad de La Paz el Papa se detuvo para rezar unos minutos en el lugar donde fue encontrado el cuerpo asesinado y torturado de Luis Espinal.

Luis, “Lucho, pueblo” Espinal era un cura jesuita español radicado desde ya hacía mucho tiempo en Bolivia. En su Cataluña natal (vecino a Manresa) tuvo una interesante y convulsionada vida durante el franquismo. Fue uno de los fundadores de la importante revista “Selecciones de Teología”, pero desde 1964 se dedicó al periodismo trabajando incluso en la TVE. En 1968 fue contratado por la Universidad Católica de Bolivia para hacerse cargo de una cátedra. Con una importante actividad social, durante los gobiernos dictatoriales bolivianos empezó a ser sospechado de izquierdista. A pesar de obtener la ciudadanía boliviana en 1970, fue expulsado de la TV boliviana en 1971 año en el que subía fraudulentamente al poder la dictadura del general Banzer. Mientras tanto escribía columnas de cine en el matutino “Presencia” y notas de reflexión en el vespertino “Última Hora” y coordinó la radio “Fides”; las censuras fueron frecuentes. Fue varias veces detenido, e incluso participó en una resonante huelga de hambre que provoca finalmente la caída de Banzer. Es interesante que cuando le ofrecen la cátedra de Sociología él afirma no tener tiempo (artículos, otras clases, filmaciones…) y les dice “no tengo otra hora que las 6 de la mañana”, ¡y los alumnos aceptaron ese horario! Desde su fundación participa en la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (1975). El 21 de marzo de 1980 de noche, al volver hacia su casa luego de asistir al cine fue interceptado por cuatro desconocidos que lo subieron a un jeep. Al amanecer del 22 un campesino encontró el cadáver con evidentes signos de haber sido brutalmente torturado. Estamos en tiempos de García Meza y Arce Gómez hacia donde apuntan las miradas, responsabilizándolos de la gestación del crimen.

La trascendencia de su asesinato quedó opacada por dos motivos: la dictadura boliviana tuvo gran cercanía y apoyo de la dictadura cívico-eclesiástico-periodístico-militar argentina con lo que la noticia no se difundió. Para más, en América Latina y su Iglesia, a escasos dos días de esto, fue asesinado el Arzobispo Monseñor Óscar Romero con lo que todo quedó tapado por la gravedad y trascendencia de esto.

No hace falta señalar (lo hemos hecho en otras ocasiones) el silencio eclesial ante estos crímenes a los que se les negaba el nombre de “mártires” (y no deja de ser ironía que sobre el escritorio de Lucho Espinal se encontró un borrador inconcluso - ¡excelente! - de un artículo titulado: “No queremos mártires”). 

Es doloroso ver la complicidad de miembros de la dictadura Argentina tanto en la formación de escuadrones de la muerte salvadoreña como en la represión boliviana. Como pueblo deberíamos pedir perdón por ser parte – involuntaria sí, pero concreta – de tanta muerte y sangre derramada entre nuestros hermanos. 

Con motivo de la visita a la Argentina en 1982 del Papa Juan Pablo II, el gran obispo Jorge Novak propuso en soledad que el Papa se detuviera para hacer oración ante alguno de los Centros Clandestinos de Detención. Su propuesta no fue tenida en cuenta a pesar que el papa pasó a escasas cuadras del CCD “El Olimpo” en su visita a la catedral de la Eparquía Ucrania en el barrio de Flores.

Hoy, el Papa Francisco se detuvo a rezar ante el sitio del martirio de Lucho Espinal. “Me detuve acá para saludarlos y sobre todo para recordar, recordar a un hermano, a un hermano nuestro víctima de intereses que no querían que se luchará por la libertad de Bolivia. El padre Espinal predicó el evangelio y ese evangelio molestó y por eso le eliminaron. Hagamos un minuto de silencio en oración y después recemos todos juntos”, dijo. 

Cuando el Evangelio no se predica domesticado, ¡molesta!; Romero y Lucho son prueba de ello. Y más tarde o más temprano la voz de los profetas y mártires sigue resonando viva en nuestra América Latina.


Foto tomada de www.frombolivia.com

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