domingo, 15 de mayo de 2016

El escándalo de una palabrita

El escándalo de una palabrita


Eduardo de la Serna



Parece que hay cosas que no se pueden o deben decir…

Cuando en una entrevista radial me preguntaron qué le diría al presidente Macri si estuviera 5 minutos con él dije que le pediría que renuncie. Y expresamente me refería a los llamados “Panama papers”. No hice – en ese pedido – ninguna alusión a su gobierno. Podría decir muchas cosas de esto, y de hecho las digo, pero eso no implica que se pueda andar libremente pidiendo renuncias a un gobernante porque no nos gusta. Pero los datos de Panamá son otra cosa, y dignas renuncias han provocado en otras regiones.
Pero bastó que yo dijera eso para que ladraran los perros, usando la metáfora del refrán popular español.

Guillermo Lobo me entrevistó por radio (y aclaro: Pilar, la productora española de su programa, me dijo que íbamos a hablar de lo que yo había escrito el día anterior sobre la fe y la política, Dios y el César, no que toda la entrevista giraría en torno a mi pedido ficticio. Ficticio porque no estuve con Macri, como se sabe). Toda la entrevista giró en torno a si yo le había pedido antes la renuncia a Cristina, que no figura en los Panama papers. Es difícil hablar con alguien que cree las mentiras que sus patrones difunden por doquier y que además se adjudican una suerte de papel de fiscales de la república. Pero a lo mejor necesita mostrar que es un buen alumno.

Más adelante Alfredo Leuco – diario Clarín de hoy – afirma que Macri les planteó a los obispos, en su reciente reunión, lo que yo había dicho, y que sus excelencias dijeron que yo era un cura marginal. Cosa que es cierta, sin dudas. No sé si el diálogo es verdadero o forma parte de las ficciones a las que el mentimedios nos tiene acostumbrados, pero es evidente que si yo dije algo fue a título personal. No hablé en nombre del grupo de curas, del que soy parte, ni mucho menos en nombre de la Iglesia argentina. No hace falta que nadie lo ande aclarando.

Debo confesar, también, que mucha gente – incluso de los medios de comunicación – se solidarizó conmigo, o afirmó compartir mis opiniones. Obviamente no diré sus nombres.
Ahora bien, me queda una pequeña reflexión:

No voy a entrar en lo que sucede en mis hermanos vecinos, desde los insultos a Evo hasta los “fora Dilma” en Brasil. Me limitaré a la república Argentina.

Los medios escandalizados por mi ficción (repito, “si estuviera con Macri” es una ficción, ya que no estuve)  son los mismos que convocaron durante años a cacerolear contra la presidenta Cristina. La llamaron con todos los epítetos imaginables, y mostraban en cadena nacional a manifestantes que no sólo pretendían echarla, sino también deseaban su muerte. Pareciera que se puede decir desde “sus” medios lo que quieran, calumniar, mentir, provocar pero no se puede estar en otra vereda (no hablo de “grieta” para no hacerles el juego ya que son los creadores… de la palabra, y de la grieta misma). Parece que el pedido ficticio de renuncia (es decir algo que una persona decide, por circunstancias varias, hacer por propia decisión) es más grave, muchísimo más grave, que ser lisa y llanamente golpista. Hubiera jurado que era al revés.



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