jueves, 29 de septiembre de 2016

El Papa Francisco representante de la "Teología del Pueblo"


El Papa Francisco representante de la "Teología del Pueblo"



Eduardo de la Serna



La presente fue una ponencia dada el lunes 19 de septiembre de 2016 en el Congreso Internacional de Teología “Interpelaciones del Papa Francisco a la Teología Hoy” en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia; del 18 al 21 de septiembre 2016). Publico mi ponencia con la autorización del P. Hermann Rodríguez sj, organizador del evento a quien agradezco.


El desconcierto provocado por Francisco-Bergoglio en algunos sectores de América Latina, puesto que – por lo que se sabía de él – se esperaba un papado en continuidad con los anteriores, quedó aparentemente zanjado por Leonardo Boff al afirmar que Francisco es representante de la “teología del pueblo”. 


“… antes de ser elegido papa, el cardenal Jorge Bergoglio “era adepto de una de las vertientes de la Teología de la Liberación, que era propia de Argentina, y que es la teología del pueblo, la teología de la cultura popular”. “La Teología de la Liberación tenía muchas tendencias. En Argentina predominó ésa, que viene del justicialismo”, expresó Boff. “Francisco siempre se entendió a sí mismo como un peronista, un justicialista. El defendía traer a los pobres como participantes, y que no hay solución para los pobres sin su participación”. (Página 12, 24 de julio de 2013)


I.              La Teología del Pueblo

El nombre de “teología del pueblo” es tardío. Proviene de la excelente tesis de licenciatura eclesiástica de Sebastián Politi, [1] dirigida por Lucio Gera, en la que hace un detallado análisis de los diferentes momentos y colectivos que confluyen en dicha teología.

Lucio Gera. Es – sin duda – el referente ineludible de dicha corriente teológica. Ya desde temprano Gera hablaba de “teología de la liberación”. [2]  Sin dudas la categoría “pueblo” resultaba difícil de entender en algunos ambientes, y esto motivó que Diego Irarrazabal, [3] y con él Víctor Codina, [4] propusiera la existencia de 3 modelos teológicos en torno a la cultura y la inculturación; uno de ellos, el de “neo-cristiandad” [de grupos como el Opus Dei, Neo-Catecumenales, Focolari, Comunión y Liberación, Renovación carismática…] y sobre ellos afirma Codina: “Aunque algunos no admitan la formulación de ‘neo-cristiandad’, sí proponen una cultura modelada por la religión católica, una civilización cristiana y popular” y expresamente menciona entre ellos a L. Gera. [5] En torno a la asamblea de Puebla (1979) hubo una serie de conflictos (no ajenos a los que desde Roma algunos – como Alfonso López Trujillo – desataron contra la Teología de la Liberación. Esto motivó que esta corriente teológica dudara entonces en ser incluida dentro de la “teología de la liberación” como se puede leer en escritos de Juan Carlos Scannone [6] y, más claramente de Antonio Quarraccino. [7]

Rafael Tello. Como era habitual entonces, tampoco Tello fue conocido por sus escritos. De una enorme intuición pastoral y sólida formación teológica supo entrever meses antes de la Dictadura cívico-militar que se avecinaban tiempos difíciles y propuso en la religiosidad popular, concretamente en la peregrinación al santuario mariano de Luján, presentar un espacio de vida en medio de la opresión y la muerte. Su cercanía a los pobres le llevó también a proponer un seminario para que se prepararan al ministerio ordenado personas de ambientes populares, lejos de un espacio ilustrado que les es ajeno. Esto le motivó una sanción por parte del cardenal Aramburu. Tello se llamó a silencio público desde entonces hasta su muerte. Semanalmente un grupo de curas se encontraban con él en lo que se llamó “la escuelita”. Después de su fallecimiento el grupo, llamado “la Cofradía”, comenzó a desgrabar y publicar sus escritos y reflexiones. 

La COEPAL. Es de señalar, al menos brevemente, la formación, dependiente de la Conferencia Episcopal Argentina, de lo que se llamó la COEPAL (Comisión Episcopal de Pastoral). Muchos grandes pensadores y pastores de lo que más tarde se llamó la “teología del Pueblo” participaron en la misma y grandes pastores argentinos como Enrique Angelelli y Eduardo Pironio no fueron ajenos a este momento.

Juan Carlos Scanonne. Más cercano a la filosofía que a la teología (aunque incursionando con profundidad en ella) Scannone es hoy el gran referente de la “teología del pueblo”. Después de los trabajos iniciales a los que hicimos referencia, especialmente a partir de la elección del Papa Francisco, Juan Carlos Scannone ha profundizado en diferentes momentos y contextos esta corriente teológica de la Argentina. [8]
 
A partir de la muerte de Gera y Tello y luego de la mencionada obra de Sebastián Politi empezaron a proliferar autores y escritos en cierto modo “herederos” de la Teología del Pueblo. Entre ellos pueden tenerse en cuenta a Marcelo González, Víctor M. Fernández, Enrique Bianchi, Omar C. Abado y Carlos M. Galli. [9]

Jorge M. Bergoglio y Gera y Tello. Se podría señalar que Jorge M. Bergoglio no es propiamente un teólogo. Comenzó su tesis doctoral sobre Romano Guardini (en Alemania), la cual no finalizó, lo que ciertamente no lo ubica en el contexto de la “teología del pueblo”. Sin embargo, ya arzobispo de Buenos Aires no sólo ofreció la catedral porteña para que allí fuera enterrado Lucio Gera (luego de que – años antes – en la mitad de las diócesis argentinas no tenía licencias ministeriales a pesar de haber sido miembro de la Comisión Teológica internacional) y prologó el primero de los libros de Rafael Tello en publicación. El rescate de estos dos grandes personajes del presente teológico fue evidente, e influyeron indiscutiblemente en su pastoral como arzobispo de Buenos Aires. 

Sin embargo, al hablar de Jorge M. Bergoglio hay elementos que no pueden dejar de tenerse en cuenta. [10] En su juventud, y coherentemente con una época de enorme militancia política, Jorge Bergoglio estuvo siempre cerca de la agrupación “Guardia de Hierro”, la que se podría calificar de un peronismo de centro-derecha. Por estar cerca del peronismo [11] es que a su vez se lo ha calificado de populista.

En el caso concreto de la realidad argentina, muchos celebraron el nombramiento de Jorge Bergoglio como sucesor de Pedro ya que esperaban que fuera el gran opositor al gobierno de Cristina Fernández. Pero curiosamente no sólo no fue así y ambos manifestaron una cierta cercanía, sino que el Papa manifestó abierta distancia con el gobierno neo-liberal de Mauricio Macri. Así, escritores y periodistas cercanos al capitalismo (como periodistas de los medios hegemónicos La Nación o Clarín) cuestionaron el “populismo” del Papa. El historiador italiano Loris Zanata afirmó recientemente: “El universo terminológico del Papa: en sus grandes viajes del año pasado –Ecuador, Bolivia, Paraguay; Cuba y los Estados Unidos; Kenia, Uganda, República Centroafricana– Francisco pronunció 356 veces la palabra pueblo. El populismo del Papa está ya en sus palabras. Menos familiaridad tiene en cambio Bergoglio con otros términos: democracia la mencionó apenas 10 veces, individuo 14 veces, y generalmente en su acepción negativa. La palabra libertad la repitió más a menudo, 73 veces, y en la mitad de los casos en los Estados Unidos. En Cuba la pronunció sólo dos veces”. [12] El escritor Jorge Fernández Díaz se sumó a Zanata (utilizando sus estadísticas) y criticó a Francisco por “populista” en sus programas radiales y en frecuentes notas periodísticas en el diario Clarín. [13]

Es sabido que el término “pueblo (de Dios)” fue muy importante en el Concilio Vaticano II. La curia Vaticana, que ya había redactado los grandes textos del concilio fue derrotada en la Constitución Lumen Gentium cuando al esquema verticalista (Papa – Episcopados – Presbíteros – Laicado) se le antepuso la categoría “Pueblo de Dios”. Esto se vio notablemente reflejado en el primer número (enero 1965) de la luego prestigiosa revista Concilium en la que Ives Congar escribe sobre “La Iglesia como pueblo de Dios” (pp.9-33) desde una perspectiva teológica y también Rudolf Schnackenburg y Jacques Dupont sobre “La Iglesia como pueblo de Dios” (pp.105-113) desde una perspectiva bíblica.

Sin embargo, es también sabido que muchos de los teólogos “derrotados” en el Vaticano II luego fueron triunfantes en los pontificados de Juan Pablo II y Benito XVI. Un momento significativo fue la publicación por parte de la Congregación para la doctrina de la fe el 6 de agosto de 2000 de la declaración Dominus Iesus. La interpretación restrictiva del “subsistit in” (LG 8, en DI 16) afirmando que “Las Iglesias que no están en perfecta comunión con la Iglesia católica pero se mantienen unidas a ella por medio de vínculos estrechísimos como la sucesión apostólica y la Eucaristía válidamente consagrada, son verdaderas iglesias particulares” destaca la centralidad de la “eclesialidad” en el orden sagrado más que en el Bautismo. Valga esto a modo de ejemplo como lo fue también la publicación del “Informe sobre la fe” (1985) del cardenal Josef Ratzinger justo antes de comenzar el sínodo extraordinario para conmemorar el XX aniversario de la solemne conclusión del concilio Vaticano II. Así afirmaba Ratzinger:


«En realidad, "pueblo de Dios" es, para la Escritura, Israel en sus relaciones de oración y de fidelidad con el Señor.  Pero limitarse únicamente a esta expresión para definir a la Iglesia significa dejar un tanto en la sombra la concepción que de ella nos ofrece el Nuevo Testamento.  En éste, la expresión "pueblo de Dios" remite siempre al elemento veterotestamentario de la Iglesia, a su continuidad con Israel. Pero la Iglesia recibe su connotación neotestamentaria más evidente en el concepto de "cuerpo de Cristo".  Se es Iglesia y se entra en ella no a través de pertenencias sociológicas, sino a través de la inserción en el cuerpo mismo del Señor, por medio del bautismo y de la eucaristía.  Detrás del concepto, hoy tan en boga, de Iglesia como sólo “pueblo de Dios" perviven sugestiones de eclesiologías que vuelven, de hecho, al Antiguo Testamento; y perviven también, posiblemente, sugestiones políticas, partidistas y colectivistas». [14]

En este contexto, la “vuelta” con Francisco a la centralidad de la categoría “Pueblo de Dios” parece un cambio sustancial. Pero además, parece un regreso central a una categoría bíblica fundamental. En las diferentes “eclesiologías” del Nuevo Testamento, o de escritos particulares, varios elementos resaltan. Me permito señalar casi a vuelo de pájaro los distintos escritos del Nuevo Testamento. La intención es mostrar que reflejar a “la Iglesia” como “pueblo de Dios” constituye un tema central en la eclesiología del Nuevo Testamento, nada circunstancial por cierto, y difícilmente debiera volver a desaparecer. [15]

II.             La Iglesia Pueblo de Dios en el Nuevo Testamento

Pablo. Es sabido que para incorporarse al pueblo judío (los prosélitos) luego de un bautismo ritual de purificación debían ser circuncidados. Sin embargo, a partir de una decisión tomada por la comunidad de Antioquía se consideró que el “bautismo en nombre de Cristo” era suficiente para acceder a las bendiciones de Dios. Pablo acepta este planteo. La centralidad del bautismo es fundamental en el Apóstol, es el bautismo el que nos pone “como en un” cuerpo (cuerpo es aquí metáfora) [1 Cor 12,13]. Los adversarios intra “cristianos” de Pablo exigen la circuncisión porque no aceptan que pueda ser judío quien no se hubiere sometido a dicho ritual [Gal 5,2; Fil 3,2], y contra esto Pablo reacciona insistentemente [Gal 1,6; Fil 3,3]. Pablo hace suyos los textos proféticos que afirmaban que los pueblos “vendrán” a Israel aceptando su Dios [Fil 2,10-11 // Is 45,23]. Ese compartir los bienes de Dios que Israel posee es lo que da sentido a la colecta para los pobres de Jerusalén en un poner en común los bienes para alcanzar la “igualdad” de hermanos [2 Cor 8.9; Rom 15,27]. Por eso afirmará Pablo que el bautismo es la “verdadera” circuncisión [Rom 2,29; Fil 3,3; cf. Dt 10,16; 30,6; Jer 4,4]. Pablo entiende que los seguidores de Jesús son plenos miembros del pueblo de Israel del cual Pablo jamás se siente fuera. La referencia a Abraham [Gálatas y Romanos], Jerusalén [Gal 4,25.26] y la alianza [Rom 9,4; 11,27; Gal 4,24; y 1 Cor 11,25; 2 Cor 3,6 (en estos casos “nueva alianza”)] refuerza más aún esta temática. [16]

Deutero paulinas. Con una escatología más realizada por la llegada a la plenitud de la “cabeza”, Cristo, los que “están en Cristo” son su “cuerpo” [Col 1,18; 2,19]. Sin embargo, el himno introductorio de la carta a los Efesios (1,3-14) resalta claramente las bendiciones que “en Cristo” han alcanzado los judeo-cristianos (vv.3-12), pero que tras haber oído la palabra y haberla aceptado por la fe “también ustedes” (los pagano cristianos, vv.13-14) están en Cristo que ha hecho de los dos pueblos – derribando el muro de enemistad – “un solo hombre nuevo, Cristo” [Ef 2,14-15]. 

1 Pedro. El esquema socio-cultural de “la casa” es, en Primera de Pedro, un tema central. El bautismo (3,21) ha hecho de los paganos un pueblo, un pueblo de extranjeros (1,1; 2,11) ante un imperio que los niega y discrimina. La comunidad (o comunidades) de Asia Menor están llamadas a ser “una plaza para los desplazados” del imperio; un pueblo (2,10) de hermanos. [17]

Apocalipsis. Entre las numerosas visiones del libro del Apocalipsis es importante la de la mujer y el desierto. La mujer que dará a luz (12,2) se refiere, claramente al Pueblo de Dios (reflejada también en la recurrencia insistente del número Doce en el libro: 12,1; 21,12.14.21; 22,2). Ese pueblo que da a luz es, ciertamente Israel, de donde nace el Mesías, pero pasa a ser la Iglesia en el desierto, el tiempo que dura la persecución (12,6). El contraste entre las dos mujeres-ciudades finales, la prostituta-Babilonia [17,1-19,5] y la novia-Jerusalén (19,11-22,5; la de las “Doce puertas”) evidentemente ha de entenderse en el marco de una Iglesia pueblo de Dios que es perseguida pero a su vez cuidada por Dios que interviene decididamente en su favor. [18]

Hebreos.  La carta a los Hebreos precisamente se ubica en un marco de nostalgia ante la pérdida del templo y el sacerdocio antiguo a causa de la destrucción de Jerusalén. La centralidad de Cristo, sumo sacerdote – templo - ofrenda remarca la llegada de la Nueva Alianza (8,8-12) anunciada por Jeremías. Pero no se trata de una Alianza nueva con un “nuevo pueblo” sino de una “nueva alianza” con el mismo pueblo. Alianza de un modo nuevo, con características nuevas, y un nuevo culto. [19]

Santiago. Este escrito está expresamente dirigido a las “Doce Tribus de la Dispersión” (1,1), tanto que ha habido quien negara que se tratara de una obra originalmente cristiana. Sin embargo, la gran cantidad de paralelos o semejanzas con textos del Sermón de la Montaña (Mateo parece remitir a un mismo marco teológico que la carta) nos permiten cualificarla de una carta de “un cristianismo práctico”. Estas son las “Doce tribus”. [20]

Jesús histórico. Resulta muy probable que Jesús se haya visto como quien vino a reunir a las ovejas perdidas del pueblo de Israel [Mt 10,6; 15,24]. Es así cuando Dios reina, cuando los que debieran ser “hermanos” porque ese es el proyecto de Dios para su pueblo, empiezan a serlo, a verse como “hijos de Abraham” [Lc 13,16; 16,25]. Ese es el marco y sentido de la elección de los Doce, es el marco del Padre-Abbá y los hermanos. No puede entenderse el ministerio de Jesús sin verlo como el del hijo que quiere que las autoridades den el fruto que pertenece al Padre y por lo cual es ejecutado [Mc 12,1-12]. [21]

Marcos Es sabido que el Evangelio de Marcos pone su acento principal en la persona de Jesús como Buena Noticia. Aunque hay una importante teología sobre el discipulado, el cristocentrismo hace que el discipulado se mida en función del seguimiento.

Mateo. Desde W. Trilling (1959) se afirma que el tema central del Evangelio es destacar que la Iglesia es el “verdadero Israel”. [22] El conflicto con el rabinismo de la ciudad, probablemente Antioquía, lleva precisamente al Evangelio a insistir en el cumplimiento de los anuncios bíblicos, a la realización de expectativas e incluso a revivir grandes personajes del A.T. Los fariseos (y el pueblo) rechazan a Jesús [27,25] con lo que la continuidad histórica se dirige ahora a los “pequeños” [11,25] de la región, son ellos son auténticos “herederos” del pueblo de Dios, son el “nuevo pueblo” que ha de dar frutos [21,43]. [23]

Lucas-Hechos. En la doble obra lucana ya empieza a vislumbrarse la separación de los judíos y los cristianos. Sin embargo, el gran protagonista del AT y de los tiempos nuevos es el Espíritu Santo que establece la continuidad en el cumplimiento de la palabra [Lc 24,46] y el crecimiento de la palabra [Hch 6,7; 12,24; 19,20] hasta “los confines de la tierra” [Hch 1,8]. [24]

Juan. Muchos elementos que los Evangelios sinópticos señalaban de los discípulos de Jesús en Juan se concentra todo en la persona de Jesús: él es, por ejemplo, la vid verdadera [15,1]. [25] La ausencia de un “juicio religioso” en el Evangelio nos permite una lectura “existencial”, todo el evangelio es un gran juicio en el que los lectores somos juzgados según aceptemos (= creer) en Jesús o no [20,30-31]. Para eso el Evangelio abunda en testigos [5,31-47]. Los judíos, rechazan a Jesús, expulsando de la sinagoga a los que confiesen a Jesús [9,22; 12,42; 16,2].

Se puede afirmar que un tema característico de los diferentes libros del NT es la búsqueda histórica de la propia identidad, precisamente para entender (y lo harán los diferentes textos y autores con sus matices propios) cuánto de Israel mantenemos y cuando de novedad. Ambos extremos: nada de Israel, (como sostuvo Marción) nada de novedad (como sostenían los Ebionitas) resultaba intolerable. Entre ambos extremos encontramos algunos escritos para los cuales la novedad es escasa (Santiago, Judas, Mateo), otros para los que hay una importante novedad (las tradiciones petrinas: Marcos, Hebreos y las “cartas de Pedro”), otros para los que hay fundamentalmente novedad (las tradiciones paulinas: cartas paulinas y literatura lucana) y otros para los que la novedad es absoluta no habiendo casi continuidad (tradición joánica: “pascua de los judíos”), sin embargo, con los matices propios lo cierto es que la relación entre la Iglesia e Israel, el Pueblo de Dios, es constitutiva de la búsqueda y profundización de la propia identidad. Se podrían notar algunos elementos propios, por ejemplo las referencias a Jerusalén (especialmente en sentido teológico más que geográfico, como es el caso de la Jerusalén del cielo) o las referencias a la “elección”, pero el elemento más significativo es que en todo el Nuevo Testamento, con la exclusiva excepción de 2 Pedro 3,16 siempre que se habla de “escrituras” se refieren a los textos del AT. Los discípulos de Jesús se saben en continuidad con Israel, el pueblo de Dios y alimentados por la misma palabra que Dios le ha dirigido. [26]

A partir de las palabras (y gestos) del Papa Francisco hemos recuperado la centralidad del tema del “Pueblo de Dios”. La Iglesia se ve a sí misma como tal. Y mal haría la teología, especialmente la que se elabora en América Latina, en descuidar semejante locus theologicus. Permítaseme a modo de conclusión resaltar un tema que es propio de la “teología del Pueblo” y al cual Francisco ha dado gran importancia.

Ya habíamos escuchado los males que aquejan a la Iglesia contemporánea en más de una ocasión en palabras del Papa, al estilo de aquellas llagas de la Iglesia a las que aludía Rosmini. Uno de esos grandes males que ha señalado Francisco es el clericalismo. Especialmente en América Latina es frecuente notar que el clero “engendra” menores de edad que “dependen” del poder clerical. El cura tiene la última palabra en la comunidad, es “el que sabe” y en parroquias o diócesis se ha de hacer según su voluntad (o capricho); a esa actitud la llama “mala vivencia de la eclesiología planteada por el Vaticano II. Sin embargo, en su sabiduría, el pueblo fiel de Dios en América Latina ha encontrado un remedio al clericalismo, y es la “religiosidad popular”. [27]Ha sido de los pocos espacios donde el pueblo (incluyendo a sus pastores) y el Espíritu Santo se han podido encontrar sin el clericalismo que busca controlar y frenar la unción de Dios sobre los suyos. En esta expresión de verdadera fe el pueblo mismo sabe qué debe hacer y cómo, y no precisa de la autoridad clerical para vivir y manifestar esa fe. “Confiemos en nuestro Pueblo, en su memoria y en su “olfato”, confiemos que el Espíritu Santo actúa en y con ellos, y que este Espíritu no es solo “propiedad” de la jerarquía eclesial”. [28]

Notas:
1 Politi, Sebastián. Teología del pueblo. Una propuesta Argentina para Latinoamérica. Buenos Aires: Castañeda, 1992. En realidad lo había utilizado de modo negativo Juan Luis Segundo, Liberación de la teología, Buenos Aires, Lohlé, 1974, 264 y Politi lo “rescata”.


2 Gera, Lucio, “Teología de la Liberación”, MIEC-JECI, Lima 1972.


3 Irarrazabal, Diego, “Práctica y teología de la inculturación” Páginas 18/122 (agosto 1993) 32-48.


4 Codina, Víctor Creo en el Espíritu Santo. Pneumatología Narrativa, Santander 1994, 210.


5 En conversación personal con ambos manifestaron no haber entendido que en el caso de Lucio Gera la categoría “pueblo” no ha de separarse del peronismo.


6 Scannone Juan Carlos, «La teología de la liberación. Características, corrientes, etapas», Stromata 48 (1982), 3-40.


7 A. Quarracino [tomado de J. C. Scannone, “Perspectivas eclesiológicas de la "teología del pueblo" en la Argentina”, en: Chica, F.; Panizzolo, S. y Wagner, H. (eds.), Ecclesia Tertii Millennii Advenientis. Omaggio al P. Angel Antón, Casale Monferrato, 1997, pp. 686-704 y en: Christus 707 (1997) pp. 38-46]: «Algunos aspectos de la "Teología de la liberación". Líneas doctrinales y pastorales del documento: L'Osservatore Romano (ed. semanal en español) Nro. 819 (9 de setiembre 1984), p. 11, donde dice: "algunos todavía hablarían de una teología de la liberación, que en lugar del análisis marxista, utiliza un método histórico-cultural en el que cobran mucho relieve las categorías de 'pueblo', 'cultura' y 'religiosidad popular". Ver también: id., CELAM. Diálogos fraternos, CELAM, Bogotá, 1984, p. 54 ss. Allí añade la acotación: "pero ignoro si esos autores aceptarían ser ubicados dentro de la denominada 'teología de la liberación'"».


8 Por ejemplo: “Papa Francesco e la teología del popolo”, La Civiltà Cattolica 165 (2014) 571-590; “El Papa Francisco y la teología del pueblo”, Razón y Fe, 2014, t. 271, nº 1395, pp. 31-50.


9 Puede verse bibliografía en http://revistas.usbbog.edu.co/index.php/Franciscanum/article/view/443.


10 No me refiero a los momentos “oscuros” cuando provincial de la Compañía de Jesús (1976) y la relación con la desaparición de los jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics sino a su relación con “el pueblo”.


11 Sus afirmaciones sobre el tiempo y el espacio, la realidad y la idea, la unidad y el conflicto son características de agrupaciones como Guardia de Hierro; como arzobispo de Buenos Aires ya las repitió en sendas conferencias en 2005 (VIII Jornada de Pastoral Social, 25 de junio) y 2010, (“Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016. Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo”).


12 Zanata Loris, Criterio 2424 (abril 2016), http://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2016/04/01/un-papa-populista-2/.


13 La prensa hegemónica manifiesta en el presente una clara molestia con los hechos y discursos del Papa Francisco. A modo de ejemplo, es frecuente que el obrar del grupo de curas en opción por los pobres – claramente críticos al gobierno de Mauricio Macri – se vea acompañado del dicho “curas cercanos al papa Francisco”. Recientemente esto fue patético al afirmar el principal diario (con la consecuente repetición en todos los medios orales, escritos y audiovisuales que “al frente del acampe y huelga de hambre se encuentran los sacerdotes Eduardo de la Serna y Francisco "Paco" Oliveira de la corriente Sacerdotes en Opción por los Pobres, cercanos al Papa Francisco e identificados con el kirchnerismo” (Clarín, 16 de agosto de 2016). En esos días me encontraba dando clases en Bogotá, más podía estar en un acampe en Buenos Aires.


14 Card. Joseph Ratzinger – Vittorio Messori, Informe sobre la Fe, cap. III: La raíz de la crisis: la idea de Iglesia, Madrid 1985, 55.


15 No podemos menos que recordar la lamentable intervención del cardenal Juan Luis Cipriani, de Lima, Perú pidiendo que en la Asamblea de Aparecida no se hable tanto de “reino de Dios” porque es “una categoría sociológica”. En lo personal desconozco los motivos por los que se hizo caso a semejante desatino. No parece muy diferente de lo afirmado por J. Ratzinger en el texto recientemente citado.


16 Cf. G. Fee, Pablo, el Espíritu y el Pueblo de Dios, Miami 2007, 67-69-

 

17 Cf. J. H. Elliott, Un Hogar para los que no tienen Patria ni Hogar, Navarra 1995.



18 S. Pattemore, The People of God in the Apocalypse (SNTS Monogr. 128) Cambridge 2004.


19 A. C. Mitchell, Hebrews (SP 13), Minnesota 2007, 25-28.


20 P. J. Hartin, James (SP 14), Minnesota 2003, 53-55.


21 G. Lohfink, La Iglesia que Jesús quería, Bilbao 1986; e ib. ¿Necesita Dios la Iglesia?, Madrid 1999.


22 W. Trilling, Das Wahre Israel. Studien zur Theologie des Matthäusevangeliums, Leipzig 1959.


23 A. J. Saldarini, Matthew’s Christian-Jewish Community, Chicago-London 1994.


24 E. de la Serna, Hechos de los Apóstoles, Buenos Aires 2003.


25 “La verdadera dificultad que encontramos para suponer que estas imágenes constituyan el trasfondo de Juan está en el hecho de que la vid o la viña representan a Israel, mientras que Juan identifica a la vid con Jesús y no con el pueblo o las personas. Pero, como ya hemos indicado (…) es rasgo peculiar de Juan el que Jesús se aplique a sí mismo términos que en el AT se aplican a Israel y en otros lugares del NT a la comunidad cristiana”: R. E. Brown, El Evangelio según Juan, Madrid 1979, 1006.


26 Cf. R. Aguirre (ed.), Así empezó el cristianismo, Navarras 2010; E. de la Serna, De Jesús a la “Gran Iglesia”. El nacimiento del cristianismo, Buenos Aires 2012.


27 "Se dio, sin embargo, otro tipo de inculturación de la fe cristiana por vía del catolicismo popular.  Este no es una decadencia del catolicismo oficial; por el contrario, posee su propio perfil. Se basa principalmente en la devoción de los santos y en las fiestas religiosas. Este tipo de catolicismo no tiene como sujeto de su construcción, al clero y al aparato eclesiástico, sino al pueblo, a los laicos, a los devotos. Asumió la cultura popular; sin el control de la Iglesia oficial, pudo inculturarse en el universo de las representaciones populares; por eso es auténtico; representa una creación original del pueblo cristiano de nuestro continente; quizás sea la única inculturación singular del mensaje cristiano en América Latina. Esa inculturación, llamada catolicismo popular, fue factor de resistencia y hoy es, ampliamente, el motor de la liberación política del pueblo", Leonardo Boff, La Nueva Evangelización, Buenos Aires 1990, 35.


28. Carta del Papa Francisco al Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, 19 de marzo de 2016.



¿Estás con paz?

Ma shlomeaj? (saludo hebreo, ¿estás con paz?)


Eduardo de la Serna



Es bastante sabido que el saludo judío habitual es “shalom”. Y, como es habitual en el hebreo, el término no puede traducirse fácilmente. Decir que “shalom” es “paz” es muy simplista, hasta el punto que en 2 Samuel 11,7 David pregunta por el “shalom” de la guerra, el “estado”, la plenitud, la felicidad (es decir, David pregunta “¿vamos ganando?”; también Jueces 8:9). Se puede afirmar que shalom es un estado de plenitud, que podría entenderse también como “felicidad” (no superficial, por cierto).

Ir en paz con los padres es una referencia a la muerte, pero entendida como morir feliz (Génesis 15,15) y la pregunta sobre si alguien “¿está bien?” es una pregunta por su shalom (Génesis 37:14; 43:18). El shalom de un pueblo, entonces, es un estado de plenitud, sin violencia interna ni externa, con cosechas, y felicidad de sus hijos (1 Reyes 5,5).

Sin dudas la experiencia cotidiana dice que habitualmente no hay shalom; sea porque hay pueblos que oprimen y hacen violencia, sea porque hay injusticia, o porque hay muerte (especialmente la muerte del joven, que resulta desconcertante). Esto lleva a que cada vez más el shalom sea visto como “el” gran don futuro esperado. Cuando Dios intervenga en la historia (por ejemplo enviando un mesías) habrá shalom para todos (o para todos los justos). Shalom y tzedaqá (justicia) van de la mano (Salmo 35:27; 72:3.7; 85:11; Is 39:8; 60:17; Bar 5:4): “el efecto de la justicia será la paz, el producto de la justicia, calma y tranquilidad perpetuas” (Is 32:17). Para evitar malentendidos es importante tener bien claro que ambos términos: paz y justicia, no deben entenderse como términos ‘civiles’ sino como términos ‘religiosos’, aunque – por cierto y como no podría ser de otra manera – con enormes connotaciones civiles. Por ejemplo, la justicia es vivir conforme a la voluntad de Dios, ese tal es un justo, pero ese tal, por ser justo no oprime a sus hermanos, se ocupa del pobre, del huérfano y la viuda, no presta su dinero a usura ni ejerce soborno contra el inocente, etc… Y por ser justo está en shalom.

Si entramos en el Nuevo Testamento (o la parte cristiana de la Biblia) notaremos que el término eirênê (que traduce el hebreo shalom) es algo frecuente, aunque no tanto en algunos evangelios (sólo una vez en Marcos y sólo en dos versículos en Mateo), se encuentra 14 veces en Lucas y 6 en Juan (3 como “saludo” del resucitado) y 7 veces en Hechos. En cambio en los escritos paulinos lo encontramos 43 veces, 11 veces en las cartas católicas, 4 en Hebreos y 2 en Apocalipsis. En las cartas paulinas es el encabezado inicial de cada carta (las 13 cartas paulinas) como saludo a los destinatarios (“gracia y paz”, járis kaì eirênê). De estas 92 veces, 24 veces están en los saludos (sin contar las 4 veces que el resucitado lo usa como saludo); también se usa como “ir” (a un lado o a morir) o “volver” o “vete” en paz. De aquí podemos concluir que no son muchas las veces que el término tiene un sentido importante teológicamente. Notemos algunas:

  • Los ángeles en coro cantan a los pastores «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace». (Lc 2:14; parecido en 19:38)
  • La paz les dejo, les doy mi paz, y no como la da el mundo. No se inquieten ni se acobarden. (Jn 14:27)
  • ...las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz (Rm 8:6)
  • ...el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. (Rm 14:17)
  • ...en caso de conflicto por motivos religiosos Pablo recomienda separarse porque “El Señor nos ha llamado para vivir en paz”. (1Co 7:15)
  • ...el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. (Gal 5:22-23)
  • Porque Cristo es nuestra paz, el que de dos pueblos hizo uno solo, derribando con su cuerpo el muro divisorio, la hostilidad. (Ef 2:14)
  • Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz. (Sgo 3:18)
  • ...hagan todo lo posible para que Dios los encuentre en paz, sin mancha ni culpa. (2Pe 3:14)


En ocasiones Pablo o su discípulo hablan de la Paz de Dios o de Cristo (Fil 4,7; Col 3,15) o de Dios como “Dios de la paz” (Rom 15,33; 16,20; 1 Cor 14,33; 2 Cor 13,11; Fil 4,9 (ver 4,7) 1 Tes 5,23; ver Heb 13,20).

Por el contrario, Pablo cuestiona el sentido imperial del slogan “paz y seguridad” (1 Tes 5,3) porque no es la “pax romana” – la de vencedores y vencidos – la que Dios desea en medio de su pueblo.

La paz es, claramente un don de Dios, pero algo que debemos vivir, o como se dice habitualmente: es “don y tarea”. Don y tarea que tienen directa relación con la voluntad de Dios. Una paz que no estuviera fundada en la realización de la voluntad de Dios no es ciertamente el don de la paz que Dios anuncia a los que viven en la justicia. De allí la relación que – particularmente Pablo – establece entre la paz y el espíritu. Casualmente el espíritu es también “el don” escatológico por excelencia. Así los tiempos finales (que para Pablo se han inaugurado con la resurrección de Jesús) son tiempos de plenitud del espíritu y plenitud de la paz (no es por otro motivo que el resucitado, en Juan, otorga la paz y sopla dando el espíritu en Jn 20,21-22; han llegado los tiempos finales y la comunidad recibe los dones de Dios).

La comunidad cristiana, llamada a dejarse conducir por el Espíritu, a vivir conforme a la voluntad de Dios está llamada a vivir según el reino (otro gran don de Dios). Así Reino, espíritu, paz son la vida misma de los hijos de Dios, son el signo visible del presente con ojos de futuro. Pero, para ir redondeando, es importante señalar que estas categorías pueden ser malentendidas…

El espíritu, por ejemplo puede entenderse de un modo que nada tiene que ver con lo bíblico como el espiritualismo zen, o una fe desencarnada, por ejemplo. Se habla – en estos casos – de “espiritualidad” (y lo es, ya que es “espiritualidad oriental”, pero no lo es en el sentido bíblico, por cierto); en cristiano, la espiritualidad no es un ámbito interior o un elevarse, sino “vivir según el espíritu”. La “paz”, también puede ser malinterpretada, como ocurre con la “pax romana”, o la “paz de los cementerios”, o la paz de la no-agresión, y no es eso – como vimos – lo que es el don y tarea de vivir conforme a la voluntad de Dios que la paz significa. Usando palabras del Papa Francisco, la paz es tender puentes, no edificar muros.

Se trata, entonces, de discernimiento. ¿Por dónde sopla el espíritu? ¿Por dónde encontramos la paz siguiendo la voluntad de Dios? ¿Dónde es que Dios reina? Sin duda hay momentos en que encontrar caminos es más claro que en otros. Pensar una espiritualidad de la paz en Colombia, por ejemplo, resulta sensato mirando la letra de los acuerdos de Paz, cargados de categorías de reino y de puentes tendidos. En otros casos no es tan evidente, como es el terreno político donde cosas positivas y negativas se mezclan en otra y otra “vereda” haciendo difícil la elección, como es el caso, por ejemplo de la promesa macrista de “pobreza cero” (¿alguien podría estar en desacuerdo con eso? ¿No es evidente que si esa pobreza cero se alcanzara, la paz flamearía en el país? Pero es evidente que era ilusorio imaginar que las políticas macristas irían en esa dirección. Los resultados están a la vista. Como otro tema difícil es la famosa “grieta”, en la que se atentaría contra la paz dividiendo lo que debería estar unido… Pero ¿debería estar unido? Es sabido que la voluntad de Dios, su búsqueda y realización provoca conflicto en muchas oportunidades, y la cruz de Jesús es un buen ejemplo de ello. La paz, en este caso, está dada por estar del lado “correcto”, del lado “de Dios”, de su “reino”, conducidos por el espíritu de la verdad. No es paz cerrar la supuesta grieta, es precisamente todo lo contrario, o – para decirlo con categorías del reino – paz y justicia es quedar del lado de los pobres, del lado de las víctimas. Es complicado alcanzar la paz, es complicado dirigirse hacia ella, buscar la paz y correr tras ella (Salmo 34:15). Pero se trata de caminar con el espíritu para dejar que Dios reine y haga brotar “¡como un rio, la paz!” (Isaías 66:12).

Foto tomada de javieragra.blogspot.com


martes, 27 de septiembre de 2016

Comentario domingo 27C

La fidelidad en el servicio no espera recompensa

DOMINGO VIGESIMOSÉPTIMO - "C"

Eduardo de la Serna




Lectura de la profecía de Habacuc     1, 2-3; 2, 2-4

Resumen: La situación del pueblo es dramática. La opresión imperial lo angustia y Dios parece en silencio. Pero Dios le afirma que más tarde o más temprano Dios tomará partido por el justo, y aniquilará al injusto. Y  Dios es fiel y llevará al justo a la vida plena.

No es fácil leer el profeta Habacuc. Especialmente porque su obra aparece como ambigua en lo cronológico, y lo literario. Con frecuencia se habla de los justos y los impíos, sin que haya indicios para saber a quiénes se refiere en particular. Es probable que la reflexión del mismo profeta a lo largo del tiempo lo haya invitado a ser más genérico porque lo que plantea no es sólo para un momento concreto sino abierto a otros. Pareciera que la primera parte –siempre presentado como un diálogo entre el profeta y Dios (cap. 1-2; el profeta se queja: 1,2-4 y 1,12-17; y Dios responde 1,5-11 y 2,1-5) Habacuc se queja del silencio de Dios ante la opresión de los egipcios a Israel con el rey títere que estos pusieron luego de la muerte de Josías (v.2). Pero se levanta Babilonia como nuevo imperio que destronará a los asirios y acabará con la opresión de los egipcios (que eran aliados de éstos) [vv.5-8]. Sin embargo, Babilonia será más terrible todavía (vv.12-17) y Dios le afirma que muy pronto llegará el tiempo de la venganza (2,2-5). La desaparición literaria de los personajes (Egipto, Babilonia) permite leer el texto como una crítica aguda a todos los imperialismos. Incluso va más allá de Judá y se preocupa por todos los saqueados (2,8), humillados (2,10), destruidos (2,15) por la potencia imperial. Este es el contexto de la lectura de hoy.

El clima desde el que el profeta clama a Dios –que no parece intervenir- es de “violencia”, término usual en el texto [1,2.3.9; 2,8.17 (x2)] con la que se refiere a las violaciones a la dignidad humana propias del imperialismo. Esa anarquía se manifiesta en el triunfo del injusto frente al justo (v.4), el “justo / inocente” oprimido por el culpable, sin que nos quede claro quiénes son estos sujetos, a los que se aludirá nuevamente en la segunda pregunta-respuesta. Como es frecuente en los Salmos, el profeta clama “hasta cuándo” ocurrirá esto? (Sal 13,2-3)

El diálogo entre el profeta y Dios sigue, pero es omitido por la liturgia que salta al cap. 2 que retoma con una nueva respuesta de Yahvé (2,2) [de este modo, la primera pregunta del profeta aparece como respondida con la segunda respuesta, particularmente porque el motivo por el que se ha incorporado esta lectura litúrgica parece radicar en 2,4; “el justo, por su fidelidad vivirá”]. 

Dios presenta lo que va a decir de un modo solemne (vv.2-3) afirmando que eso ocurrirá, aunque se demore un poco; el profeta debe escribir la respuesta de Dios (es aquí donde probablemente se quiera destacar que esto, válido para un momento concreto de la situación dramática del pueblo, es válido para todos los momentos, y por eso debe dejarse por escrito). Y el contraste está entre la suerte final del justo y el injusto: la vida y la muerte (v.4). Aquí se presenta la sentencia, aunque en los versículos siguientes se detendrá en la suerte del impío, que será acompañado de 5 lamentaciones (“¡Ay de…!”, 2,6b. 9. 12. 15 y 19). La construcción del anuncio sobre el injusto no es sencilla. Literalmente dice “He aquí, el inflado no se mantendrá en su alma”. El término hebreo nepes permite diferentes lecturas (alma, vida, garganta, respiración, tragar) que le servirá para jugar con los sentidos en los versos siguientes aludiendo a que la muerte “tragará” al injusto así como es insaciable el apetito del imperio (babilonio, en este caso) por saquear y “devorar”.

El contraste viene dado, obviamente con la suerte del fiel. Éste justo se confía en Dios y no en sus riquezas y poder (v.5) y por eso “vivirá” (de la suerte del justo hablará en el cap.3). Su vida es consecuencia de su (“su” ¿de quién? ¿De Dios o del justo?) ‘emunah (que en hebreo es fidelidad, confianza) traducida al griego por písteôs (fe) señalando un pequeño cambio que influirá en el NT. La fidelidad, algo que afecta toda la vida del justo, repercutirá en su vida (“vivirá”). Puede decir que el justo vivirá por la fidelidad de Dios a su pueblo y la Ley (que el injusto viola sistemáticamente), y esto queda escrito para la posteridad. No es que el justo viva (en el texto hebreo, porque -como se dijo- el griego modifica esto) por sus actitudes, sino porque Dios es “creíble”, “fiel” y eso lo ha “escrito” para la posteridad. 


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     1, 6-8. 13-14

Resumen: el discípulo de Pablo se dirige a Timoteo señalándolo como heredero auténtico de la predicación del Apóstol. Predicación ya presentada como algo “fijo” que se debe cuidar y conservar, y transmitir “fielmente” movido por el Espíritu, a diferencia de lo que los “falsos maestros” hacen en la comunidad.

La organización y estructuración avanza en el cristianismo de la segunda y tercera generación. Y un discípulo de Pablo, en su nombre, intenta ayudar en este sentido. Es posible que para la redacción de esta carta se haya ayudado de viejos fragmentos de cartas auténticas de Pablo (de hecho parece bastante más personal que las otras dos “Pastorales”). Sin embargo, la redacción tardía nos permite reconocer un elemento clásico en ellas: conservar lo recibido (vv.12.14). 

La primera referencia es a la “imposición de las manos” con la que hay expresada una delegación. Timoteo tiene la responsabilidad de transmitir y conservar fielmente el “depósito” que Pablo le ha comunicado. Para ello Timoteo cuenta con el espíritu que le fue dado que es espíritu de fortaleza, amor y autocontrol (moderación), entendidos como don de Dios; con el evangelio que nos salva y llama, y del cual Pablo es buen testigo del que Timoteo puede aprender. Es posible que “Pablo” tenga en mente Dt 34,9 donde “imposición de manos” y “espíritu” vuelven a encontrarse para referir a una sucesión: Josué es señalado como sucesor del ministerio de Moisés. El marco conflictivo de la carta puede indicar que Timoteo -y no los adversarios- es el verdadero heredero de Pablo.

Pablo ya ha muerto (4,6) y Timoteo aparece como un buen continuador de su ministerio, por eso debe “reavivar el carisma” de Pablo (v.6); en 1 Tim 4,14 ese carisma fue comunicado por la imposición de las manos de los presbíteros, pero con el acento –aquí- en la delegación misionera personal de parte de Pablo (de hecho hay textos con reminiscencias paulinas expresamente escogidos: cf. Rom 1,16; 8,12-17; Ef 2,4-8).

Los vv.13-14 anuncian dos aspectos que luego desarrollará negativamente en v.15 y positivamente en vv.16-18. Lo importante es que –a diferencia de Pablo- aquí el Evangelio es algo fijo, estable que se debe “conservar” y transmitir “fielmente”, ya se trata de un depósito.


Evangelio según san Lucas     17, 3b-10


Resumen: Una serie de textos señalan algunas características del discipulado: el perdón, la importancia de la fe y la disponibilidad en el servicio que no espera recompensa. Los primeros parecen más universales que el segundo, que parece dirigido a los que tienen alguna responsabilidad en la comunidad.

Una serie de textos diversos componen un nuevo discurso de Jesús en su viaje a Jerusalén. Uno sobre los escándalos (17,1-3a), sobre las ofensas entre hermanos (3b-4), sobre la fe (vv.5-6), sobre el servicio (vv.7-10). Los tres últimos constituyen el texto del día. El primero [1] (3b-4) tiene alguna semejanza con Mt (18,15.21-22), el segundo [2] tiene su paralelo en Mt y Mc (Mc 11,20-24 / Mt 17,20; 21,20-22) y el tercero [3] es propio de Lucas. Veamos brevemente ambos paralelos para notar sus diferencias:

[1] 
Mt 18
Lc 17.3b-4
15 «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, 
a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. (Mt 18:15)
¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?»  22 Le dice Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». (Mt 18:21-22)
«Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.



4 Y si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», le perdonarás».

Y el otro: 
[2]

Mt 17,20
Mt 21:20-22
Mc 11:21-24
Lc 17:5-6







 Él les contestó: –
Porque ustedes tienen poca fe. Les aseguro que, 

si tuvieran la fe del tamaño de una semilla de mostaza,

dirían a aquel monte que se trasladara allá, y se trasladaría.




Y nada sería imposible para ustedes.


20 Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: «¿Cómo al momento quedó seca la higuera?»
 21 Jesús les respondió:   
«Yo les aseguro: si tienen fe y no vacilan, no sólo harán lo de la higuera, 



sino que si aún dicen a este monte: «Quítate y arrójate al mar», así se hará.





22 Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis».


21 Pedro, recordándolo, le dice:
«¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca».
 22 Jesús les respondió: «Tengan fe en Dios.





 23 Yo os aseguro que quien diga a este monte: «Quítate y arrójate al mar»

y no vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.
 24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis.
5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe».





6 El Señor dijo:



«Si tuvieran fe como un grano de mostaza,


habrían dicho a este sicómoro: «Arráncate y plántate en el mar», y les habría obedecido».

El texto propio de Lucas, en cambio, parece el contraste de lo señalado en Lc 12. Notar, por ejemplo este contraste:
 [3]

12,37
17,7-8
37 Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo les aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
7 «¿Quién de ustedes tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: «Pasa al momento y ponte a la mesa?»  8 ¿No le dirá más bien: «Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?»


El primer texto [1], sobre la ofensa y el perdón presenta, por un lado la primera actitud, la reprensión. Esto supone corregir al errado. Es posible que a causa de eso el ofensor se arrepienta, y allí se propone la segunda actitud: el perdón. Quien espera ser perdonado por Dios, debe ser capaz de perdonar, él a su vez, a los que lo han ofendido. Pero esta capacidad de perdón, debe ser ilimitada (el número 7 tiene aquí ese sentido –ver Sal 119,164-; en Mateo alude a Lámek, Gen 4,24); pero es “7 veces al día”, como cada día debe cargarse la cruz (9,23) porque la exigencia del discipulado es cotidiana. Pero siempre debe presuponerse el paso previo de la conversión, como condición necesaria. En esta segunda parte, se refiere al pecado interpersonal (“contra ti”), no a una violación de la Ley, en este caso. Los verbos “pecar” y “arrepentimiento” junto al término “hermano” pueden remitir fácilmente a la parábola del padre y los dos hijos.

En el apócrifo judío Testamento de Gad se encuentra una sentencia semejante:

“Ámense de corazón unos a otros, y si alguno comete una falta contra ti, díselo con paz, apartando el veneno del odio sin mantener el engaño en tu alma- Y si tras confesar su culpa se arrepintiere, perdónale…” (6,3)


El segundo texto [2], sobre la fe, como se ha visto es diferente en Lc (quizás más fiel a Q) que en Mc, donde hace referencia a un monte. Un dicho semejante encontramos en 1 Cor 13,2. Es posible que la referencia al “monte” fuera un dicho o proverbio tradicional. El sicómoro (sikáminos) sólo se encuentra aquí en todo el NT (y su semejante sikomoréa solamente en Lc 19,4 en todo el NT) y es probable relectura de Lucas al texto.

El pedido de aumento en la fe (¿o de seguridad en la fe?) es rechazado. El más o menos no cuenta, si la fe existe. Si la hay, es capaz de obrar milagros. 

Finalmente [3] se presenta una parábola de un hombre que tiene un siervo (esclavo) en el campo. La idea de “¿quién de ustedes?” que tiene un esclavo no parece siempre coherente con las multitudes que escuchan y siguen a Jesús. Es posible que el texto sea originalmente parte del debate con las élites (como los fariseos) a los que reclama que sean capaces de servir sin reclamar su recompensa. 

La parábola está presentada como una doble pregunta, una que requiere una respuesta negativa, seguida por una que reclama una afirmación de parte del auditorio. El auditorio comprende fácilmente que el siervo no ha de esperar nada por haber hecho lo mandado (la analogía patrón / esclavo es habitual en Lucas: 12,35-40.42-48; 13,25-27; 14,16-24; 16,12-13). Obviamente, Lucas lo está refiriendo a la relación de los discípulos con respecto a Dios. El siervo reconoce su inutilidad (no se trata de “simple servidor” sino de “servidor inútil”, arjeirós). El contraste con aquellos que esperan la recompensa de parte de Dios refuerza el sentido de este reconocimiento. No es improbable que en la comunidad de Lucas ya hubiera quienes tenían cierto sentimiento de “casta”, de “clero” y el autor quiere invitarlos a la humildad.

Foto tomada de cvclavoz.com