martes, 31 de enero de 2017

Comentario domingo 5A


Una vida en función de “los demás” es una vida donde Dios se hace presente
TIEMPO DURANTE EL AÑO – 5 "A"

Eduardo de la Serna 




Lectura del libro del profeta Isaías     58, 7-10

Resumen: en coherencia con los antiguos profetas, el discípulo de Isaías afirma que el encuentro con Dios no se produce donde nuestra religiosidad espera que se produzca sino allí donde Dios quiere: en el hermano. En la práctica del derecho y la justicia se produce ese encuentro. Encuentro con el hermano, encuentro con Dios.

Todo el capítulo 58 de Isaías constituye una unidad literaria. “Isaías” es enviado a hablar a su pueblo (v.1) a causa de su rebeldía y sus pecados. Este pueblo “busca” a Yahvé, quieren conocer su camino, preguntan por las leyes justas (v.2). En 59,1 se continúa con la idea semejante del pecado del pueblo aunque el acento está puesto en la alianza con Dios (v.21). En este caso el tema radica en que el pueblo se manifiesta aparentemente “religioso”, pero en su praxis está lejos de Dios. El tema principal en este caso es el ayuno.

“¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves? / ¿Para qué nos mortificamos si tú no lo sabes?” (v.3). En Israel el ayuno puede tener diversas motivaciones, y ser individual, o colectivo. Ciertamente –en este caso- se refiere al pueblo. Y se encuentra en paralelo con la humillación, mortificación. Obviamente se dirige a Dios, de allí la preocupación de que Él no lo vea o no lo sepa. Todo el resto del capítulo (vv.3b-14) se trata de la respuesta de Dios a su pueblo. Allí señala las características habituales del ayuno de Israel, y propone una alternativa (“si…”) con su consecuencia (“entonces…”). No se trata de que Yahvé no vea o sepa sino de que Israel no está haciendo las cosas bien.

Como es habitual en los profetas anteriores al exilio (Amós, Oseas, Miqueas, Isaías, Jeremías…) este discípulo de Isaías cuestiona el culto tal como Israel lo vive. Veamos brevemente: es habitual en las diferentes religiones que las personas creen que realizando tales o cuales actos “religiosos” se relacionarán con la divinidad: sacrificios, oraciones, culto, ofrendas… Sin embargo, esto termina “haciendo un Dios a nuestra imagen y semejanza”. El Dios bíblico insiste con frecuencia que a Él se lo encuentra, que entramos en relación con Él, en la medida de la realización de su voluntad, no en la medida de los actos de piedad y religión. Podríamos decir que a Dios lo encontramos allí donde Él está, no donde nosotros creemos que está. Y constantemente nos afirma que lo encontramos cuando realizamos y practicamos “el derecho y la justicia”. No es en el culto donde lo encontramos. Estos términos, derecho y justicia (mispat we tzedaqá), son los términos clave de la religiosidad israelita (cf. Gen 18,19; Job 8,3; 29,14; 37,23; Sal 32,5; 37,6; 89,15; 97,2; 98,4; 106,3; 119,121; Pr 1,3; 2,9; 8,20; Qo 5,7; Is 1,21.27; 5,7; 9,6; 16,5; 28,17; 32,1.16; 33,5; 56,1; 59,9.14; Jer 4,2; 22,3.15; 23,5; 33,15; Ez 18,5.19.21.27; 33,14.16.19; 45,9; Os 2,19; Am 5,7.24; 6,12; cf. 1 Mac 2,29). Veamos esto claramente en dos textos más:
"Practicar el derecho y la justicia agrada a Dios más que los sacrificios". (Pr 21,3)
“…quien quiera gloriarse, que se gloríe de esto: de conocer y comprender que soy el Señor, que en la tierra establece la lealtad, el derecho y la justicia y se complace en ellos –oráculo del Señor–“. (Jer 9,24).

Esto es lo principal, y es el criterio del que parte el discípulo de Isaías. En un pueblo que no practica el derecho y la justicia, pretender relacionarse con Dios a partir del ayuno es necedad. Allí no se encontrará a Dios (v.2: “leyes justas”, tiene la misma raíz de mispat y tzedeq). Si se realiza la voluntad de Dios, y no “ritos vacíos”, entonces: “brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria de Yahvé te seguirá” (v.8).

A Dios se lo encuentra en la práctica del derecho y la justicia, es decir, en el trato al miembro del mismo pueblo como verdadero “hermano” (y debemos añadir, “hermana”, aunque la idea no se encuentra en los textos bíblicos). Si no hay un “encuentro” con el otro/a, no hay encuentro con Dios. Esto queda expresamente señalado en el texto: “El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; compartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no despreocuparte de tu hermano”. (vv. 6-7; ver vv.9-10). La imagen de la “mortificación” sirve para ilustrar el tema, lo mismo que el hambre:
  • No se trata de que te mortifiques (v.2), sino que no mortifiques al hermano (v.10)
  • Si sacias el hambre de tu hermano (v.7.10), Dios te alimentará (v.14).

Recién después de vivir conforme a la voluntad de Dios (cf. “¿no será…”, vv.6.7), recién después de vivir el “derecho y la justicia” (“si…”, vv.9.13) es que se produce el encuentro con Dios y “entonces” (vv.8.9.14) esa sensación frustrante de vv.1-2 alcanza su plenitud. Plenitud del encuentro con Dios en la medida del encuentro con el hermano.



Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     2, 1-5
 
Resumen: la cruz es presentada como el centro de toda la predicación paulina; pero esta predicación es a su vez “encarnada”. Pablo mismo se presenta como crucificado de modo que ante los ojos de los destinatarios no “aparezca” el predicador sino la fuerza de lo predicado. La cruz en su debilidad y necedad manifestando así la fuerza del espíritu de Dios.

En la primera parte de la carta a los Corintios, Pablo enfrenta decididamente que haya partidos en el seno de la comunidad: partido de Pablo, de Apolo, de Cefas (= Pedro), de Cristo… La misma división en sí carece de todo sentido. Pero luego de haber enfrentado esta ruptura, quiere dejar claro que lo único que cuenta es la cruz. Pero no solamente la cruz como “contenido” de la predicación, sino también la cruz como “configuradora” de la predicación. Este tema lo repetirá con insistencia también en la 2ª carta a los Corintios. Una predicación que se caracterizara por sabias palabras, por una retórica sólida corre el riesgo de que los oyentes se “queden” en esa estructura más que en el mismo contenido. El contraste entre fuerza y debilidad, sabiduría y necedad que tiene su sentido en la cruz (1,22-25) se manifiesta también en la vida misma de los seguidores del crucificado. La comunidad de Corinto, por ejemplo;
Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es”. (1Cor 1,27-28)

Es que la vida misma de la comunidad ha de ser evangelizadora, lo que los demás ven en ella ha de ser “palabra”, y por eso, que sean “necios” y “débiles” se constituye en un reflejo de la cruz (1,30-31). Ellos son –podríamos decirlo- una “comunidad crucificada”.

Pues bien, en continuidad con esto, Pablo se presenta a sí mismo también como un “predicador crucificado”. Una vez más la “debilidad” es puesta en primer lugar. «No me presenté con el prestigio de la palabra o la sabiduría» (quizás en contraste con la reacción que algunos tuvieron ante la excelente predicación de Apolo); y la razón de esto es que “no quise saber sino a Jesús el Cristo, y este crucificado”. De allí las características de la cruz que se encarnan en él: debilidad (nuevamente la “debilidad”: 1,25.27; 2,3; 4,10; 8,7.9.10.11.12; 9,22; 11,30; 12,22; 15,43), temor, temblor. Su palabra no tuvo “nada” de los persuasivos discursos sapienciales, sino que fueron “demostración del espíritu y el poder”. Precisamente, los frutos (las conversiones provocadas por la predicación de Pablo, sin duda) son manifestación que allí está el Espíritu actuando en la predicación paulina. Allí es que está el poder de Dios actuando, y no en la mayor o menor capacidad retórica o de predicación de Pablo (o de Apolo).

Pablo continuará este tema profundizando esta sabiduría débil y crucificada enfrentándola a la sabiduría “de este mundo”, pero esto será la lectura del próximo domingo.

Lo cierto es que Pablo mismo se presenta como un ejemplo vivo de aquello mismo que él predica, la cruz no es sólo contenido, es también la vida del apóstol.

 
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     5, 13-16

Resumen: con dos metáforas de la sal y la luz, el sermón de la montaña se refiere a los destinatarios como aquellos que –siempre en función de los destinatarios (“los hombres”)- dejan que Dios trasluzca en sus vidas y “los hombres” puedan reconocerlo.

Después de las bienaventuranzas, con las que comienza el llamado “sermón de la montaña” (vv.3-12), y antes de comenzar su largo discurso sobre la “justicia mayor” y “la Ley y los Profetas” (5,17-7,12) Mateo presenta brevemente un doble dicho dirigido a los oyentes del sermón (“ustedes son”, vv.13 y 14) utilizando las metáforas de la sal y la luz.

La imagen de la sal es tomada de un texto del evangelio de Marcos con ligeros cambios:

Mateo 5,13
Marcos 9,50
Lucas 14,34
Ustedes son la sal de la tierra.

Mas si la sal se desvirtúa (lit. se “vuelve necia”),

¿con qué se la salará?
Ya no sirve (lit. “no tiene fuerza”) para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.


Buena es la sal;
mas si la sal se vuelve insípida (lit. “des-salada”),

¿con qué la sazonarán?





Tengan sal en ustedes y tengan paz unos con otros».


«Buena es la sal;
mas si también la sal se desvirtúa (lit. se “vuelve necia”),
¿con qué se la sazonará?

Como se ve en el cuadro, Mateo repite la idea de Marcos, destacando en este caso –como es propio del Sermón del monte- que los destinatarios están llamados a un modo de ser y vivir. “Ustedes son”. La “necedad” de la sal propia de Lucas se ubica aquí, mientras Marcos utiliza “des-salar”. 

Pero como puede verse, la imagen se presta claramente a un sentido metafórico: en Lev 2,13 las ofrendas que se presentan a Dios han de ser saladas, y la sal es imagen de la alianza (ver Num 18,19; 2 Cr 13,5). La sal también es imagen de “sabor” (Job 6,6), como se ve en la metáfora usada por el discípulo de Pablo (Col 4,6): la conversación ha de ser amena. Pero la sal es también imagen de purificación (2Re 2,20-21), se utiliza en los nacimientos (Ez 16,4). Es algo de primera necesidad (Sir 39,26), y se suele utilizar para las paredes y pisos de los hornos (cf. Mc 9,49). 

La idea de la “necedad”, que no se espera normalmente de la sal, parece aludir –especialmente por el contraste con la “fuerza” a un servicio para “los hombres”. La “tierra” se refiere a la vida cotidiana (6,19; 9,6; 17,25; 23,9; 24,30; aunque en ocasiones puede ser distinto del mar [14,24], o el cielo [16,19; 18,18.19]). Los oyentes del sermón de Jesús están llamados a sazonar la vida de la humanidad, a llenarla de sabor.

La segunda metáfora es la de la luz. Y en seguida lo ejemplifica con dos elementos, una ciudad en la cima de un monte y una lámpara. La primera, obviamente no alude a la luz, pero si a “ser vista”: “no puede ocultarse”. Los oyentes del sermón deben ser vistos, y los testigos deben –se dirá- ver algo más en sus actitudes.

La lámpara encendida, obviamente se pone en un lugar que ilumine a “todos los que están en la casa”. En este caso, el contraste está en un "candelero” y un “celemín”. Nuevamente esta frase está tomada del Evangelio de Marcos. 

Mateo 5,15
Marcos 4,21
Lucas 8,16
Lucas 11,33
Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero?
«Nadie enciende una lámpara y la cubre con una vasija, o la pone debajo de un lecho, sino que la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.
«Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el candelero, para que los que entren vean el resplandor.

No es evidente de qué se trata un “celemín” (módios) pero lo cierto es que se hace referencia a algo que tapa la luz que se ha encendido (como la vasija o debajo del lecho, Lc 8,16). El contraste con el candelero es, precisamente algo que eleva la lámpara para que la luz llegue a todos. Y –nuevamente- ese “todos”, “los hombres” son los destinatarios de la metáfora, como la de la sal.  

El sentido del ser de los destinatarios del sermón de la montaña no es en función de sí mismos sino de “los demás”. Por eso son “de la tierra” o “del mundo”. 

De allí la conclusión de esta última metáfora pero que da a su vez sentido a la anterior: “brille su luz delante de los hombres” (v.16).

Pero –y he aquí la clave de todo- así “los hombres” verán las “buenas obras” (la sal, la luz); pero estas “buenas obras” no son para que los que las practican se jacten de su “religiosidad”, de su “bondad” o –peor aun- de su superioridad con respecto a “los hombres”, sino para que “los hombres” descubran a Dios detrás de ellas y le den gloria (“Padre [que está] en los cielos” es característico de Mateo: 5,15; 6,9; 7,11.21; 10,32.33; 16,17; 18,10.19). Los hipócritas pretenden ser “glorificados” ellos mismos por “los hombres” cuando estos ven sus “buenas obras” (6,2). Del mismo modo que las obras de Jesús manifiestan a Dios, y a Dios que reina (9,8; 15,31) las “buenas obras” de los destinatarios del Sermón de la Montaña deben dejar traslucir a Dios y en ellas “los hombres” podrán reconocerlo. 


Foto tomada de Jujuy 360 noticias 

martes, 24 de enero de 2017

Comentario domingo 4A

Jesús propone una vida nueva para los suyos
4º domingo durante el año “A”
Eduardo de la Serna



Lectura del profeta Sofonías     2,3; 3,12-13

Resumen: en un contexto crítico donde prolifera haberse alejado de Dios, el profeta anuncia la inminencia del “día de cólera de Dios” pero que contrastará con la presencia de los pobres y los humildes como fieles a Dios.

Sofonías anuncia la proximidad de la “cólera de Dios”. En medio de estos anuncios críticos encontramos un versículo invitando a los “humildes” (‘anawîm) a “buscar a Yahvé” (ver Am 5,4.6). Lo que caracteriza a estos “humildes” es que cumplen las normas de Dios (como en castellano, el término hebreo tiene la doble dimensión de humilde, opuesto a soberbio y humilde opuesto a rico). Esta búsqueda, además, está en paralelo con buscar la justicia y la humildad (“buscar” a Yahvé es buscar la justicia y la humildad; ver Am 5,14-15; Sal 22,7; 69,33). Quienes lo hagan “quizás” (pueden entenderse como que quizás se decidan a hacerlo) encontrarán abrigo, cobijo (seguridad) el “Día de la cólera de Yahvé”. Este “día de la cólera de Yahvé es muy anunciado en este profeta (1,14-18). Solo la justicia y la humildad permitirán escapar de este castigo, como ocurrió con Noé Gen 6,8-9).

A continuación se presentan una larga lista de pueblos vecinos (2,4-15) sobre los que Dios descargará su cólera. Sin embargo, todo indica que el gran enojo de Dios es contra Jerusalén por no ser diferente de estos pueblos. En realidad se ha de señalar que en Jerusalén está comenzando a reinar un nuevo monarca, Josías, que sí escuchará la predicación del profeta y hará las reformas necesarias bajo su inspiración. Sin embargo, todo indica que Sofonías ha muerto antes de ver sus frutos.

El castigo dejará lugar (“en aquel día”) a la salvación (otro “día”, que también será universal aunque especialmente beneficiará a Judá). Los idólatras, injustos y soberbios (ver 1,4-6.8-13.16.18; 2,10.15; 3,1.2-4.5) dejan lugar a un “pueblo pobre (‘aniyyîm) y humilde”, un “resto” (ver Is 1,9). El gobierno estará en manos del “rey Yahvé” y los dispersos y desterrados volverán a su tierra. Ese día ya no habrá que “avergonzarse” por haber confiado en lo que parecía confiable y no lo era (ver Is 1,29; 20,15; 45,16; Jer 2,36…; por el contrario, ver Sal 22,6; 25,2; Jb 6,20). Los alegres y arrogantes que cometen fechorías (3,7; cf. 2,15; 1,4-13). Exterminando estos males, Jerusalén (en realidad, “el resto”) tiene motivos para celebrar precisamente con lo opuesto de los “alegres y arrogantes”, que ahora serán los “humildes y pobres”. Mientras el “altanero” se basta a sí mismo (cf. 2,15) el humilde “se cobija en el nombre de Yahvé”.

Como es sabido, la primera lectura suele escogerse en relación al Evangelio del día, en este caso el relato de las Bienaventuranzas de Mateo. Este texto indica que para la liturgia la bienaventuranza de “los pobres de espíritu” no es solamente la primera del discurso, sino la que da sentido a toda la unidad.


Lectura de la 1ª carta de san Pablo a los Corintios            1,26-31

Resumen: en un marco conflictivo frente a algunos que se creen más importantes que otros, Pablo presenta la predicación de la cruz como clave de interpretación. Por eso muestra como eso mismo se vive en el seno de una comunidad “crucificada”.

Pablo está mostrando a los corintios que el sentido de la predicación empieza y se nutre de la cruz. La predicación de la cruz contrasta con las hermosas predicaciones de algunos que tanto seducen a un grupo pequeño de la comunidad (pequeño pero con “poder”). Todo indica que éstos están fascinados con lo “sabias” que son las predicaciones con hermosas palabras y preciosas estructuras de personajes como Apolo. Pablo no es un buen predicador, él mismo lo reconoce (2,1-5; 2Cor 10,10), pero no puede estar puesto allí el centro. Lo que cuenta es la cruz. Y la cruz se manifiesta incluso en el modo de predicar del apóstol.
Para ilustrar esto Pablo pondrá dos ejemplos: una comunidad “crucificada” y un “apóstol crucificado” (cada uno de ellos comenzado por el vocativo “hermanos”, 1,26; 2,1). El primero de éstos es el texto litúrgico de hoy. 
El centro de la elección de Dios está puesto en el contraste: sabios / necios y poderosos / débiles. Lo que abunda en la comunidad es, precisamente el segundo grupo: no hay muchos sabios, no hay muchos poderosos. Obviamente esto indica que algunos sí lo son, y es precisamente este grupo el que causa el conflicto contra el que Pablo interviene. A diferencia de lo que el ambiente cultural valora, los elegidos por Dios son lo opuesto de lo esperado. Y la razón de esta elección divina es “para avergonzar”. El marco es ciertamente conflictivo.
Mientras el ambiente imperial valora la sabiduría y el poder, Dios mira con otros ojos. Y al elegir contraculturalmente “confunde” a los sabios y a los poderosos. Es significativo – en ese sentido – que al doble contraste ya señalado agregue que en la comunidad tampoco hay muchos “biennacidos” (eugeneis). No está de más recordar que el medio ambiente valoraba a estas personas, mientras que consideraba “vergonzoso” a los necios, a los malnacidos. Dios se guía con otros valores a los tenidos en cuenta por el “establecimiento” (“el mundo”) greco-romano y expresamente quiere “avergonzarlos”.
Y para reforzar la idea insiste que Dios ha elegido a los “malnacidos” (ageneis) para “el mundo” y a los insignificantes, o despreciados (exouthenêmena), a los que “no son” para “desempoderar” (katargeô) a los “que son”. El marco es evidentemente conflictivo y mal se haría en disimularlo.
El texto dice literalmente: “para que nadie se jacte en la carne ante Dios” (v.29). “Jactarse” (kaujaomai) es un verbo muy importante en Pablo. Es absurdo jactarse de algo, sólo tiene sentido jactarse cuando Dios hace algo en nosotros (v.31), pero “jactarse” de nuestras capacidades (en este caso se refiere a la sabiduría, al poder o a ser “biennacidos”) es ciertamente necio y absurdo ante Dios y es a esos a los que Dios avergüenza.
Lo que tenemos nos viene de estar “en Cristo”, es decir plenamente unidos a él (seguramente por el bautismo). Y todo aquello por lo que podríamos jactarnos es precisamente por su obra en nosotros: sabiduría, justicia, santificación y redención. En esto sí tiene sentido “jactarse” porque se trata no de valorar nuestras fuerzas o capacidades sino, por el contrario, la obra de Dios en nosotros.

+ Evangelio según san Mateo     5, 1-12a

Resumen: Jesús empieza su predicación reconociendo como felices a los que vivan de una manera coherente con el Reino que él anuncia. Dios se manifiesta del lado de sus amigos.

La referencia a las multitudes que siguen a Jesús forma, en realidad la conclusión de la sección narrativa (“Jesús recorría toda Galilea… lo siguió una gran multitud de Galilea…”, 4,23-25) pero está colocada con la finalidad de entender la actitud de Jesús en 5,1 al “ver la multitud”.

Nos encontramos con el primer discurso de Jesús lo cual, sin duda tiene una particular connotación (lo mismo ha de decirse de las primeras palabras de Jesús en los restantes evangelios). Jesús "sube al monte” (5,1) del cual recién descenderá en 8,1 constituyendo una larga sección discursiva conocida como “el Sermón del monte, 5,1-7,28 enmarcado, además con la palabra clave “enseñar” (5,2; 7,29).

El texto da por supuesto que se sabe a qué monte se refiere (al monte, tó oros) aunque la localización precisa no sea importante. En Ex 19,3.20; 24,12.15.18; 34,1.2.4; Dt 9,9; 10,1.3 se señala que Moisés “sube al monte”. La actitud de “sentarse” es propia del maestro (Mt 13,1.2; 23,3; 26,55; Lc 2,26; 4,20). En este caso la montaña quizás simplemente sea presentada como un lugar en el que es posible dirigirse a una multitud (que no cabría, por ejemplo, en una sinagoga). 

Lo primero que el Maestro dirá son una serie de reconocimiento de que determinadas personas han de reconocerse como “bienaventuradas”, makarioi.

Makarioi”, felices, dichosos es un reconocimiento a las personas que están en una situación determinada, cf. 1 Re 10,8; 2 Cro 9,7; Tob 13,14; Sal 1,1; 2,12; 32,1; 84,5; 106,3; 119,1.2; 128,1; Sir 25,8-9; 48,11; Is 30,18; 32,20; Bar 4,4. Se trata de una felicitación por vivir de esa manera (y es lo contrario de los “ay”, también frecuentes). 

Para comprender bien las bienaventuranzas de Mateo es importante mirar las bienaventuranzas de Lucas que parecen más fieles a la fuente, el texto Q. Esto nos permite descubrir lo que Mateo quiere destacar.

Para empezar, las bienaventuranzas de Lucas son dirigidas a los que están presentes (“ustedes”) mientras que las de Mato se dirigen a un público impreciso, “aquellos que” eligen vivir de determinada manera.

En segundo lugar la característica de Lucas es que la situación cambiará, entonces no que se celebra no es tal o cual situación sino la nueva situación que sobrevendrá en un futuro (los que lloran serán consolados; pero se refiere a un futuro histórico, no “celestial”). Es que la situación es negativa, mientras que la futura es beneficiosa. Mateo, en cambio, presenta situaciones beneficiosas. Para ello, espiritualiza lo que encontró en Q. Veamos un ejemplo: es malo tener hambre, lo positivo es que en el futuro “serán saciados” (= Lucas); Mateo, en cambio destaca que esta hambre y sed es “de justicia” (con lo que esa hambre pasa a ser positiva) y la saciedad ocurre en la consecución de la justicia. Otro elemento que no hace a nuestra lectura es que las cuatro bienaventuranzas de Lucas se corresponden con cuatro ayes contrapuestos. Como también la situación se invertirá la antigua situación beneficiosa será tenida por negativa en el tiempo futuro. Lo que interesa es que se constata una situación y se reconoce felices a los que la viven. En Mateo se trata, entonces, de virtudes.

Hay indicios que nos permiten concluir que Mateo debió incluir una nueva bienaventuranza (la novena) a su cuadro original, seguramente a raíz de la situación concreta de su comunidad. En primer lugar, la primera y la octava se justifican en presente, y no en futuro y finalizan idénticamente: “a ellos les pertenece el reino de los cielos”. En segundo lugar, porque la temática no parece muy diferente de la octava (“los perseguidos”) lo que lleva a pensar que Mateo quiso reforzarla. En tercer lugar, la novena, a diferencia de las restantes – y a semejanza de Lucas – se dirige a “ustedes” y no a “aquellos que…”.

Se podría destacar mucho de cada bienaventuranza. Veamos brevemente:

Felices los pobres de espíritu: Como se dijo, Mateo espiritualiza a fin de que lo que es en sí malo, pero cambiará en el futuro sea ahora positivo. La primera bienaventuranza, “felices los pobres” la transforma en “pobres de espíritu”. Mateo dirá que Jesús viene a evangelizar a los pobres” (11,5), pero – como en los restantes textos – se refiere a que su situación cambiará, como los ciegos, los lisiados o los cojos, que serán sanados. Ahora se refiere a algo que se da “en el espíritu”. Por ser la primera es la que marca el sentido de las restantes. Los términos que hacen referencia a los económicamente pobres en la Biblia hebrea van adquiriendo paulatinamente un sentido religioso, por ejemplo en el Salmo 69 (notar que el salmista se siente ubicado entre los pobres):

El nombre de Dios celebraré en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias… Lo han visto los humildes y se alegran; ¡viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios! Porque Yahveh escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos. (Sal 69:31-34).

En una misma línea, Sofonías (primera lectura) toma la idea de la pobreza e invita a buscarla.

Busquen al Señor, los humildes (anû, pobres) que cumplen sus mandatos: busquen la justicia, busquen la humildad, tal vez así encontrarán un refugio el día de la ira del Señor. (2:3)

Y claramente se afirma en Qumrán:

Bendito sea el Dios de Israel… Él ha llamado… ha reunido… A rodillas que tiemblan da fuerza para estar en pie. Y ciñe los riñones de los lomos quebrados. En los pobres de espíritu [anû rûah]… al corazón duro. Por los perfectos del camino serán destruidas las naciones impías” (Regla de la guerra, 1QM 14,7).

Se trata del que no pretende nada ante Dios, no argumenta méritos [por esto algunos autores lo han asemejado a la “infancia espiritual”] no se considera autosuficiente sino necesitado de Dios (en su espíritu), reconoce su pobreza y la elige. Ser pobres por elección es el camino necesario para que de ese modo “Dios reine” (en presente). 

Felices los afligidos: las causas de la aflicción ciertamente son muy variadas, desde un duelo a una situación nacional de desgracia, y también la aflicción por haber ofendido a Dios. La causa de esta aflicción no queda especificada, pero es probable pensar en los sufrimientos a causa de la fidelidad. La felicidad radica en que aunque la situación sea negativa el destinatario tiene la oportunidad de ser testigo visible y público de su fe. 

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios; para consolar a los afligidos (Isa 61:1-2).


Como en otras bienaventuranzas la razón de la alegría está puesta en un verbo en voz pasiva; es lo que se llama un “pasivo divino”, es decir – en este caso “serán consolados” – es Dios el que dará el consuelo. El tiempo de la prueba terminará definitivamente.

Felices los pacientes: [en algunos manuscritos y ediciones bíblicas – por ejemplo la biblia de Jerusalén – esta bienaventuranza antecede a la anterior. El tema no es seguro, y seguimos, entonces, el orden propuesto en la liturgia]. El término praeîs puede traducirse por mansos, humildes, incluso pobres (cf. Job 24,4; 36,15). Las restantes veces que se encuentran en Mateo parecen recomendar la traducción por mansos (11,29; 21,5). Pero se trata de una “mansedumbre” activa, resistencia no violenta. El texto parece inspirado en el Salmo 37:

Vive en calma ante Yahveh, espera en él, no te acalores contra el que prospera, contra el hombre que urde intrigas. Desiste de la cólera y abandona el enojo, no te acalores, que es peor; pues serán extirpados los malvados, mas los que esperan en Yahveh poseerán la tierra. (Sal 37:7-9).


La sociedad está habituada a que los violentos sean los poseedores de la tierra. Mateo les asegura que Dios intervendrá y dará, regalará la tierra a los no violentos. La verdadera fortaleza está del lado de la no violencia porque tiene a Dios de su parte.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia: La espiritualización a la que hicimos referencia en este caso se manifiesta en relación a la justicia, es decir a la búsqueda de la voluntad de Dios (5,10.20; 6,1; 21,32). Es decir, se declara felices a los que tienen deseo (= hambre, sed; cf. Am 8,11; Sal 63,2) de buscar la realización de la voluntad de Dios (= el Reino de Dios). Pero el hambre y la sed también son imagen de una carencia. La justicia falta en el mundo, y las víctimas de la injusticia cuentan con que serán saciados por Dios quien los sentará en el banquete del Reino (cf. 26,29). El don de Dios es a su vez tarea humana.

Felices los misericordiosos: La relación don y tarea vuelve a manifestarse en esta bienaventuranza ya que hay una relación entre la búsqueda, la práctica de la misericordia y la obtención de la misericordia. Misericordia no se trata de un sentimiento sino de una praxis, una actitud hacia el prójimo, en especial al “mísero”, por ejemplo en el perdón (cf. 18,23-35): “¿no debías tú también haber tenido compasión de tu compañero como yo la tuve de ti?” (v.33).

Felices los limpios de corazón: el añadido “de corazón” refuerza la espiritualización. La pureza era un gesto ritual que Jesús cuestiona (23,36) ya que pretende que esta ser “del interior”. Es importante tener presente que a diferencia de nuestras lenguas, en la Biblia el corazón es el ámbito de las decisiones y los pensamientos, es el que permite discernir el bien del mal (1 Re 3,9; Dn 2,30; cf. Mt 15,18.20). Ya los profetas señalaban que la pureza no ha de ser primeramente ritual sino una actitud de vida (practicar el derecho y la justicia; cf. Is 1,16). “Crea en mí, Dios mío, un corazón puro”, dice el Salmo 51,12 (ver Joel 2,12-13). Se trata, en suma, de ser leales con Dios y con el prójimo. Y lo que se dice es que “verán a Dios” que se hará presente en el camino de la vida.

Felices los artesanos de la paz: El trabajo por la paz (eirenopoioi) no es un término frecuente. Pr 10,10 considera trabajador por la paz a aquel que critica con franqueza (contrariamente al que cierra los ojos); y Sgo 3,18: los que trabajan por la paz consiguen justicia. Nada semejante a una actitud pasiva ya que es claramente activa (poieo). La paz es la plenitud, el bienestar, la felicidad personal o social. Esos serán tenidos por Dios como hijos, algo que ya ocurre en la comunidad de discípulos (cf. 6,9).

Felices los perseguidos por la justicia: Se refiere, como se ha dicho a aquellos que buscan ser fieles a la voluntad de Dios (= justicia), y por tanto entre ellos “Dios reina” (= 5,3).

Felices serán  ustedes cuando…: como se dijo, esta parece repetición de la anterior, aunque se ha ampliado, además que aquella se refiere a una situación concreta mientras ésta a una situación probable de futuro. Esta situación es “a causa de mi” (de fidelidad a Cristo). Probablemente la situación que afecta a la comunidad de Mateo por parte de los grupos judíos de la ciudad (Antioquía, probablemente) haya provocado la ampliación de esta bienaventuranza. 

La persecución pasada de los profetas es un honor para los contemporáneos perseguidos a causa de Cristo. La recompensa será grande en el cielo. Las bienaventuranzas anteriores hablaban de la intervención de Dios expresada en la voz pasiva. Aquí el anuncio futuro alude al cielo en retribución por la situación padecida.

Foto tomada de https://filosofiahubertorohden.wordpress.com/2013/01/30/bienaventurados-los-pobres-por-el-espiritu/


miércoles, 18 de enero de 2017

Comunicado de prensa

Comunicado de prensa
Curas OPP


Mientras gran parte del gobierno está de vacaciones, enormes extensiones de tierra se incendian, otras se inundan… La gobernadora María Eugenia Vidal sigue descansando en el Caribe con protección de los Medios que hablan de las inundaciones en Santa Fe (o mostrando a La Emilia como parte de esa provincia, cuando pertenece a Buenos Aires). El presidente – como ya lo hizo un año atrás – gobierna por decreto saltando el Congreso y contando con la complicidad judicial que desvía la atención homenajeando al ex fiscal Nisman, sospechado de corrupción e ineptitud, de cuya muerte no se ha reunido una sola prueba que confirme un asesinato. La política económica sigue tambaleando y solo se cambian piezas. Y en conferencia de prensa, con las habituales banalidades a las que nos tiene acostumbrados, el presidente sigue definiendo, muy suelto de cuerpo: que una mujer debe estar presa porque a una buena parte de la ciudadanía le parece bien, mientras por otro lado, él mismo, sus parientes y amigos involucrados en serias acusaciones de lavado, coimas, apropiación ilegal de territorios públicos y el lago, haciéndose el distraído con sus cuentas offshore con definiciones tales como "no entiendo de que hablan" o "esa te la debo"... 

Pero el hambre no se toma vacaciones, la desocupación tampoco… y la represión menos aún, sea en Chubut, San Nicolás o a los despedidos del Gran beneficiado argentino.

Como curas no podemos permanecer indiferentes ante todo esto. Y no queremos serlo. La impunidad sigue, la injusticia también. Y nosotros queremos seguir del lado de las víctimas de este modelo genocida y señalando la injusticia y los injustos, que tienen nombre y apellido.

Grupo de Curas en Opción por los Pobres
18 de enero de 2017

foto tomada de http://www.eldestapeweb.com/el-grosero-error-geografico-tn-un-zocalo-las-inundaciones-n24694

martes, 17 de enero de 2017

Comentario domingo 3A

El escenario está preparado para que el reino irrumpa en la historia
DOMINGO TERCERO - "A"

Eduardo de la Serna

 


Lectura del libro del profeta Isaías     8, 23b-9, 3

Resumen: en claro contraste con los momentos de opresión que han vivido los judíos por parte de los asirios, el profeta destaca la alegría plena que tendrá su origen en el fin de la opresión, el fin de la guerra y el nacimiento (o coronación) de un rey que establecerá la siempre esperada justicia y el derecho.

Un gran canto comienza en Isaías. Es un canto de acción de gracias al comienzo (8,23b-9,4) para pasar luego a cantar el nacimiento del príncipe que traerá la paz y la justicia. Yahvé aparece como el que ha conducido los momentos de sufrimiento a los que el rey asirio ha sometido a su pueblo, pero ahora avanza –siempre conducido por Yahvé- un cambio de situación. No es evidente si por “camino del mar”, “del otro lado del Jordán” y “región de los Gentiles” se refiere a la misma región o a tres zonas diferentes, pero lo cierto es que desde el norte de Israel viene la novedad. El contraste está presentado entre un andar “a oscuras” (cf. 22.23) y ver una “gran luz”. El verso siguiente, explicitando esta “luz” irrumpe con la imagen de la alegría (¡5 veces en el párrafo!), la comparación visible es la alegría del campesino por la cosecha, o la del botín al haber vencido una guerra.

La razón de la alegría son tres motivos comenzado cada uno por (= porque): el fin de la opresión (v.3), el fin de la guerra (v.4) y el nacimiento de un rey de paz (v.5). El motivo de la alegría tiene que ver precisamente con la desaparición del yugo asirio (Jue 7,15-25), pero también alude a los opresores internos que oprimen a los pobres del pueblo. La imagen es la de la bota opresora y el manto lleno de sangre los cuales serán quemados (cf. Jos 7,21-23). Acabada la opresión y acabada la guerra, la radón de la alegría es obvia. Pero falta un paso (omitido en la liturgia) que es el nacimiento de alguien que se ocupará de que se instauren el “derecho y la justicia” (mispat, tsedaqa, v.6), los mismos oprimidos cantan y celebran su nacimiento (“nos ha nacido”). En el contexto de Isaías es probable que se refiera al nacimiento del rey Ezequías (cf. Is 7,14, el Emmanuel, o quizás, un siglo más tarde, al rey Josías). De todos modos, esta parte está omitida por la liturgia. Sin embargo es importante notar que el centro de esta alegría y de toda la escena no está puesto en el niño, sino en Dios.



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto     1, 10-14. 16-17

Resumen: Pablo se ha enterado por información oral que en la comunidad de Corinto se han dividido en “partidos” a causa del entusiasmo que algunos predicadores causan en los miembros de la comunidad. Pablo los remite a las causas mismas de la unidad: la cruz y el bautismo invitándolos a tomar en serio estos elementos.


Pablo empieza –cosa extraña en las cartas- con una exhortación (v.10). Y lo hace “en el nombre de nuestro señor Jesús Cristo” para que: (1) tengan todos un (mismo) hablar, que (2) no haya entre ustedes rupturas, divisiones (sjísmata), y que (3) sean juntos una (misma) mente e intención. Evidentemente esto es indicio de la preocupación que la división que se ha provocado en la comunidad de Corinto causa a Pablo. A continuación menciona la fuente oral de la información –nuevo indicio de su preocupación-: “los de Cloe”. Esta mujer debe ser importante para la comunidad. “Los de” pueden ser familiares o trabajadores dependientes de ella, y le han contado que hay “discordias” (éris). La discordia viene dada porque “cada uno de ustedes” anda diciendo por su parte “yo soy de…” La comunidad se ha quebrado en “partidos”. Y se mencionan expresamente cuatro partidos: de Pablo, de Apolo, de Cefas y de Cristo. De Apolo sabemos algo por Hechos de los Apóstoles. Pablo sólo lo menciona una vez más fuera de este contexto en 16,12. Sabemos que era un “judío elocuente, versado en las Escrituras” (Hch 18,24). Fue instruido para completar su conocimiento por Priscila y Aquila y viajó a corinto desde Éfeso (Hch 18,24-28). Es muy probable que los sectores más “cultos” de la comunidad hayan quedado encandilados con su predicación. Cefas es el nombre arameo de Pedro. A éste ya lo conocemos (Pablo siempre lo llama Cefas salvo en Ga 2,7-8 que puede ser una cita), era el responsable de la predicación a los judíos (sea a las personas judías o a los territorios mayoritariamente judíos; Ga 2,9) es posible que su grupo fuera el grupo de origen semita de la comunidad. El grupo de Cristo nos es desconocido. Algunos pretenden negar su existencia, lo que no parece sensato. Quizás se trate de aquellos que niegan “las mediaciones”, en este caso niegan la intermediación de los apóstoles para el anuncio del Evangelio (en otras partes de la carta se ve que hay quienes rechazan otras mediaciones). Lo cierto es que se han formado cuatro grupos y eso para Pablo es intolerable.

La obra de Cristo en nosotros no da cabida a estas divisiones: la cruz de Cristo nos reconcilia a “todos” con Dios, y “todos” estamos con-crucificados juntamente con él (Ga 2,19); el “bautismo” nos incorpora en Cristo a “todos”. El bautismo (que es generador de unidad por “sumergirnos” en Cristo) nos hace tener un nombre nuevo, “invocar” ese nombre (1,2), nombre bajo el cual nos “exhorta” (1,10). La comunidad se reúne “en el nombre” de Jesús (5,4) que nos “justifica” (6,11). La fe, fruto de la predicación dice referencia a este “nombre” (Rom 1,5), el nombre muestra a Dios mismo (Rom 2,24; 9,17) y el que “invoque el nombre del Señor se salvará” (Rom 10,13).

Pablo –de hecho- bautiza muy poco. Y así nadie puede invocar su nombre en referencia al bautismo (vv.14.16) porque él reconoce que su ministerio es el de la evangelización” (v.17). él está llamado a anunciar “buenas noticias” en las comunidades.

Una nota sobre los partidos: es posible que la causa originante de la división haya sido provocada por los fascinados por la predicación de Apolo, y el contraste con la de Pablo que parece no haber sobresalido por su predicación (cf. 2 Cor 10,10; ver 1 Cor 2,1.4). Esto motivó que otros destacaran las cualidades o preferencias por otros. De todos modos hay que señalar que Pablo no critica este o aquel partido ni defiende al suyo; Pablo cuestiona que en la comunidad haya partidos, eso le resulta intolerante.

Una nota sobre el Evangelio: el término “evangelio”, comunicar “buenas noticias” es un término que tiene una cierta presencia en la Biblia griega (cf. Is 52,7) pero también es un término muy frecuente en el ambiente imperial romano y se utiliza para celebrar el nacimiento o la coronación del emperador, o sus triunfos militares. Pablo lo utiliza sin dudas en ambos sentidos, y en este último es fuertemente contracultural, más aún ligado a la “cruz”, otro aspecto claramente romano. Pablo les anuncia a los suyos que la buena noticia no viene dada por un triunfo militar o es celebrada en el culto imperial sino que un crucificado (por los romanos) es el origen de esta buena noticia que predica.

Pablo finalmente destaca que no predica con “palabras sabias” para no “aniquilar” (transformar en nada, kenôthê) la cruz de Cristo. La característica de la cruz es la paradoja de la nada más absoluta de una persona en la cual se comunica a la humanidad la plenitud del poder divino de vida. La elocuencia, las apariencias de sabiduría corren el riesgo de entusiasmarse con el predicador y hacer “desaparecer” la fuerza infinita de la nada de la cruz.


+ Evangelio según san Mateo    4, 12-23

Resumen: Mateo presenta el ministerio de Jesús ubicándolo geográficamente, llamando junto a sí a los primeros discípulos y en un breve sumario mostrando su predicación del reino de los cielos. Sigue a Marcos con interesantes añadidos. El terreno para empezar su ministerio está preparado.



Jesús está comenzando lo que llamamos su “vida pública”, su ministerio y Mateo señala tres elementos: el traslado de Jesús a Galilea, un sumario de su predicación y el llamado de los dos primeros pares de hermanos. Los tres elementos están tomados de Marcos, aunque –especialmente en el primero- Mateo añade elementos propios.

Jesús se encontraba en la región del Jordán, pero ante la captura de Juan por parte de Herodes Antipas, Jesús se muda hacia el norte (vv.12-16). A una región muy cercana a la frontera. Se trata de una huida a la región fronteriza para escapar si el peligro acecha. Se muda a Cafarnaúm, una muy pequeña ciudad del lago de Galilea (para darnos una idea, mientras Nazaret parece haber tenido unos 400 habitantes, ahora Jesús se traslada a una “ciudad” que tenía entre 600 y 1500 habitantes por lo que la arqueología nos muestra).

Como es habitual en Mateo, este movimiento de Jesús es justificado con un “cumplimiento” de lo dicho por el profeta. Con algunas diferencias que son interesantes de ver:

Isaías 8,23-9,1
Mateo 4,15-17
Como el tiempo primero ultrajó a la
tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí,
así el postrero honró el
camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los Gentiles.

¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,

camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles!
El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras de muerte, una luz brilló sobre ellos.
El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.


El texto tomado por Mateo del A.T. sigue la Biblia griega (la Biblia hebrea dice “región de los gentiles” mientras LXX afirma “Galilea de los gentiles”) y acota que las sombras son “de muerte”. La salvación que en Isaías empezaba desde el norte (ver comentario a la primera lectura) es comenzada ahora que se “cumple” el oráculo del profeta, por la presencia de Jesús en la región. Omitiendo el marco político de Isaías Mateo señala que quién llena de luz las regiones del norte es la actividad de Jesús.

Una nota sobre el “cumplimiento” del Antiguo Testamento: Particularmente en Mateo los escritores del N.T. insisten en el “cumplimiento de las Escrituras / los oráculos” de los profetas. Sería falso entender que Dios ha pensado y planeado la historia dejando “tiempos vacíos” esperando que se llenen en el futuro. Eso significaría que la historia está “digitada” por Dios, “planeada”. Y sería sumamente difícil, entonces, explicar el mal en el mundo y la historia. Los profetas hablaron a su tiempo, y esperaban que sus palabras se concretaran en su presente o en un futuro cercano. Sin embargo, pasado el tiempo, muchos cristianos vieron o interpretaron que esos dichos volvieron a realizarse de una o de otra manera. Como si se “llenaran” de nuevo contenido (“llenar” y “cumplir” es el mismo verbo). De ese modo, el cumplimiento de las escrituras ha de entenderse como una “re-lectura” y no como una “predestinación” de futuro.

El mensaje de Jesús (v.17) es el mismo que en 3,2 había pronunciado Juan, el Bautista. La diferencia vendrá dada por qué entiende cada uno que es este “Reino de los cielos” que se avecina. Todo el Evangelio se dedicará a mostrarlo. Ciertamente el reino predicado por Juan es un reino de castigo y fuego muy distinto del predicado por Jesús. De allí que Juan se pregunte si Jesús es “el que ha de venir”. De paso es importante notar que debido a sus destinatarios provenientes del judaísmo, Mateo prefiere señalar que el reino es “de los cielos” y no “de Dios”. Lo usa como sinónimo (ver 21,25 donde es evidente que “cielos” alude a Dios) y no debe entenderse que Jesús se refiere al “cielo” como lo entendemos contemporáneamente, la morada de Dios.

El llamado de los dos pares de hermanos (vv.18-22) está tomado de Marcos y salvo pequeños detalles es idéntico. Son relatos construidos de un modo semejante: El primero mencionado es Simón, de quien se aclara que es el llamado “Pedro”, cambio de nombre que se realizará en 16,18, pero se lo menciona desde el comienzo por la importancia que ocupa en la comunidad y en este Evangelio. La primera comunidad empieza a gestarse.

Recorrer, enseñar, predicar y sanar pasan a ser en el sumario conclusivo una suerte de síntesis del ministerio de Jesús (v.23).


 Foto personal