miércoles, 20 de septiembre de 2017

Resucitar (a Nisman)

Resucitar…


Eduardo de la Serna



Para los cristianos, la resurrección de Jesús es el punto de partida de nuestra fe. Si no resucitó “somos los más imbéciles delos hombres”, “vana es nuestra fe”, dice san Pablo. Es que la resurrección revela el sentido de la muerte (muerte entendida como “palabra” y “resurrección” entendida del mismo modo): Dios dice… ante la violencia imperial, ante el silencio impuesto por “el poder de Poncio Pilato”, Dios se reserva una palabra distinta, palabra de vida.

Resurrección no es volver a “esta” vida (eso sería la “revivificación”, como la de Lázaro, para usar un ejemplo); Jesús suspende la muerte “hasta nuevo aviso”. La resurrección para los judíos y cristianos, marca la llegada del “fin de los tiempos”, de una “nueva era” en la que la vida vence definitivamente a la muerte. La resurrección de Jesús es la primera de una lista que nos incluye. Por eso, simbólicamente, estamos llamados a vivir como resucitados, por ejemplo. La resurrección tampoco es una “vida en la memoria” (vive en el alma de su pueblo). Sin duda que la memoria es clave, pero lo es en cuanto revela, hace vivo.

Como era de esperar en estos tiempos caóticos y electorales, Nisman “ha resucitado”. No porque alguien intentara revivir un personaje (dejo de lado lo que quizás sientan algunos de sus cercanos y amigos, si los tuviera); no importa su vida (deplorable por cierto), lo que importa – eso es lo que se resucita, simbólicamente, aunque la resurrección durara unos pocos días – es la imagen de su oposición con el gobierno anterior. Importa la imagen de que pueden haberlo matado (comandos kurdos-iraníes, entrenados en Venezuela con financiamiento mapuche y con tecnología en teletransportación aportada por Corea del norte, quizás). Y si pudieron haberlo matado, los medios ya tienen claro cómo direccionar la imagen hacia una sola persona, la conocemos.

Resulta curioso que antes que empezara la nueva y sospechosa (y sospechada) pericia, la prensa hegemónica ya hubiera informado cuál sería el resultado. Tanta impunidad implica que ni siquiera importa un mínimo de credibilidad. Lo que importa es la posverdad.

En estos tiempos, donde el juez civil Andrés Guillermo Fraga desvinculó a Mauricio Macri de los Papamá Papers, donde un ministro (el que se elija, vale para prácticamente todos) hace lo que quiere, ilegalidades al por mayor, sin que ni un fiscal amague con investigarlo y donde hay un desaparecido y presos políticos, en estos tiempos creerle a un peritaje de Gendarmería es una elección. Alguien puede elegir creerle, “mentime que me gusta”. Pero en mi caso, que se me perdone, pero creer en la resurrección de Nisman me resulta tan creíble como el ahogo de Santiago Maldonado, la independencia del poder judicial de Jujuy, la "dulzura" de Vidal o que Macri es ingeniero.


Foto tomada de https://es.123rf.com/photo_31452617_la-luz-al-final-del-tunel-tumba-la-salvacion.html


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