lunes, 7 de mayo de 2018

Dos notas ocasionales

Dos notas ocasionales

Eduardo de la Serna




  • 1. Ante el nuevo allanamiento a Victor Hugo Morales
  • 2. Por un nuevo cumpleaños de Evita Perón


1. Un allanamiento y unos cuadros






Descolgar unos cuadros a la orden de “proceda” es memoria. Es saber que esos personajes avergüenzan el pasado, al cual no se lo niega, pero sí se pretende que no se ostente su recuerdo. Descolgar otros cuadros a la orden de “proceda” es también memoria; pero, especialmente, memoria disciplinadora que pretende que otros aprendan y vean lo que no se hace si no se quiere molestar al que manda. A la voz del Jefe, un general descolgó los cuadros que enlutaban nuestra vida con sangre de hermanos. A la voz de otro Jefe, sus súbditos jueces ordenaron descolgar otros cuadros. Unos, cuadros descolgados por atentar contra la libertad y la vida, otros, cuadros descolgados por mostrar libertad. El servilismo judicial, cuando el clarín estridente sonó, ordenó a la carga a la voz del gran jefe. La libertad estaba en juego, y si algunos aprenden los malos ejemplos pudiera ser que cunda. Proceda, repitió mientras su CEO fungía de presidente y la justicia de independiente. Y hay dos paredes vacías. Atentar contra la libertad u ostentarla marcan la diferencia. Porque si de diplomas y reconocimientos se tratara, la pared vacía sería una sola.


Foto tomada de www.perfil.com



2. Cumpleaños de "esa mujer"






Hoy es (¿era?) el cumpleaños de “esa mujer”. Esa que supo consagrarse con pasión por los pobres, los humildes, los “descamisados”. Esa que vivió con toda su energía (¡y era tanta!) por las víctimas. Sabía que había pobres, ¡claro que lo sabía!, y por eso decía que, si no los hubiera, ser peronista sería un derecho, pero habiéndolos, ser peronista es un deber. Por su dedicación a los pobres no le perdonaron su vida. Ni tampoco le perdonaron su muerte. Mancillaron, profanaron, su cuerpo embalsamado. El mismo que por horas y días el pueblo pobre había llorado bajo la lluvia, porque Dios lloraba. No la odiaban por sus errores, la odiaban por sus amores. “Viva el cáncer”, pintaron en paredes los odiadores. Mientras el pueblo la tenía y tiene viva en sus altarcitos domésticos con sus santos. “Sus” santos. Alguien que había venido “desde ellos”, no había olvidado sus raíces cuando llegó a la cima. ¿Cómo no amarla? O, también, ¿cómo no odiarla? Las señoras “bien” no pudieron entender cómo “esa”, llegada ahora a la cumbre, que podía vestirse de las mejores galas, codearse con la “gente como uno” no hubiera olvidado a sus “grasitas”, a los negros. “Sus” grasitas. Y ese pueblo lo supo, supo que seguía siendo nuestra. Y por eso ese puente entre ellos y las políticas, y la Fundación, y una mujer “a la que los pobres cariñosamente llaman Evita”. Hoy cumple años una que cumplió. Una que era y es nuestra. Una que sigue transmitiendo su pasión y sus enojos, que sabe señalar a los traidores (¡que los hay!) y abrazar a los caídos (¡que los hay!), una que sabe hablar claro ante tanto humo o tantos globos (¡que los hay!). Hoy cumple años y después de soplar las velas, que es el reposo que nos permite, esa mujer nos grita que allá afuera está lleno de grasitas y descamisados, está repleto de caídos y pobres, está lleno de “sus” hermanos, a los que amó y ama y espera que sepamos “recoger su nombre y llevarlo como bandera a la victoria”.

Foto tomada de www.agenciapacourondo.com.ar/eva-peron-mi-mensaje

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