martes, 30 de octubre de 2018

Comentario Domingo 31B


El amor para Jesús es militancia

Domingo trigésimo primero - “B”

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Deuteronomio    6,2-6

Resumen: En una especie de “credo” el autor del Deuteronomio le señala al pueblo que está a punto de (volver) llegar a la tierra prometida, la garantía de la bendición de Dios en la medida en que rechace la idolatría y se comprometa en el amor obediente a Dios.

La redacción del libro del Deuteronomio es tema de debate entre los estudiosos. En este caso estamos en el marco de la fidelidad a la alianza que se ha establecido y que dice relación a la tierra. Si bien hasta ahora los judíos habían “escuchado” a Moisés (1,3; 4,12-13), ahora (desde 4,1) se insiste con “Escucha, Israel” (šema’ Israel; 5,1; 6,3.4; 9,1; 20,4; 27,9). El marco es litúrgico. Es decir, el Israel al que se dirige el libro, asamblea litúrgica, debe escuchar como lo hizo el pueblo en el desierto. Lo que debe escuchar son los preceptos y mandamientos (ḥuqqîm wemišpatim; el par se encuentra 14 veces en Deuteronomio, en 6,1 se añade “normas”, mēșāba, término típico de Deuteronomio, x43). Estos deben ser cumplidos en la tierra que van a poseer por los que leen y su descendencia para así “prolongar sus días”. La fórmula repite 4,40: ser feliz (x19 en Dt) y multiplicarse (término habitual para expresar la bendición de Dios, ver 7,13). Esto ocurrirá en la tierra “que mana leche y miel”.

El tema es frecuente en la literatura cananea: “los cielos llovieron abundancia, los ríos manan miel” (ANET 140).

La fecundidad de la tierra fue un tema siempre conflictivo, especialmente entre los profetas del reino Norte (= Israel). El contraste con el desierto es evidente, pero una vez asentados olvidaron a Yahvé “siguiendo a los baales”, dioses de la fecundidad. Por eso, en Deuteronomio, hay una particular insistencia (varios autores notan una relación ideológica entre Deuteronomio y el profeta Oseas) en la tierra por un lado y en la unicidad de Dios por el otro (y la unicidad de santuario), cosa que se reitera en el nuevo “escucha, Israel” de v.4.
La cercanía con Oseas se refuerza en la insistencia de que Dios ha de ser “amado” (x13 en Dt; ya no “temido” como en los tratados de vasallaje, algo que puede estar en el sustrato primitivo del Deuteronomio). La relación está dada, como se repite en el libro, entre el amor a Dios que se expresa en el cumplimiento de los preceptos y mandamientos (“los que lo aman y cumplen sus mandamientos”, 7,9; ampliado en 11,1 a prescripciones, normas, preceptos y mandamientos”). Este amor ha de ser con todo el corazón, el alma y las fuerzas (típico de Dt: 4,29; 10,12; 11,13; 13,4; 26,16; 30,2.6.10; Jos 22,5; 23,14; del maravilloso rey Josías dice:

Ni antes ni después hubo un rey como él, que se convirtiera al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con todas sus fuerzas, conforme en todo con la ley de Moisés” (2 Re 23:25).
Estas palabras, que el autor “dicta” han de quedar en el “corazón” (la sede de los pensamientos) para poder repetirla a los hijos (volviendo así a lo expresado en el v.2).

La teología deuteronomista presenta entonces, en estrecha relación la posesión de la tierra, la felicidad y multiplicación del pueblo, con el cumplimiento frecuente de las normas dadas por el único Dios y que han de repetirse de generación en generación. Cuando esto se escribe, nada de eso se había cumplido, convirtiendo el texto, entonces, en una suerte de kerygma para el pueblo que retornará del cautiverio en Babilonia y tiene ante sí la posibilidad de empezar de nuevo. El autor le señala casi a modo de un “Credo” (¡escucha!) los criterios a cumplir si quiere ser feliz.



Lectura de la carta a los Hebreos              7,23-28

Resumen: la carta a los Hebreos sigue señalando el contraste entre dos sacerdocios: el antiguo sacerdocio levítico y el único y de una vez para siempre de Jesús.

La carta a los Hebreos sigue profundizando el Sumo Sacerdocio de Cristo a semejanza de Melquisedec como es expresado en el Salmo 110. En este caso el acento está puesto en la perdurabilidad.

Es sabido que todo sumo sacerdote debe ser reemplazado por otro a su muerte. Pero puesto que Jesús es sumo sacerdote a partir de la resurrección ya no muere más y por lo tanto no tiene necesidad alguna de ser reemplazado, de aquí que sea “sacerdote para siempre” (ver 7,3.8.16).

Un tema frecuente en toda la “carta” es el contraste entre el sacerdocio antiguo (el levítico, temporal, sacerdocio producto de separaciones rituales) y el sacerdocio nuevo de Cristo. Este es plenamente eficaz, puede interceder perfectamente por estar siempre vivo.

El sacerdote ideal [“nos convenía: santo, inocente, incontaminado, apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos, (v.26)”] podemos contemplarlo ahora en Cristo. Por eso introduce un nuevo elemento de superioridad de este sacerdocio con respecto al antiguo: las ofrendas. Los viejos sacerdotes debían ofrecen un sacrificio por los pecados del pueblo (se refiere, como en toda la obra, a la fiesta judía del Yom Kippur), pero para que esa ofrenda sea eficaz, debe ofrecer antes una víctima por sus propios pecados, ya que de otro modo sería infructuosa. Nada de eso es necesario con Cristo. Su “don de sí” también es “para siempre” y es plenamente eficaz (no necesita repetirse año a año, revelando de ese modo su ineficacia).

El texto culmina con una nueva insistencia en el contraste entre ambos sacerdocios: la debilidad de los sacerdotes contrasta con la “perfección” de aquel que es Hijo.

Una nota sobre la “perfección”. El verbo “perfeccionar” es especialmente sacerdotal (el texto griego de Lev 4,5; 8,33;16,32 hace referencia a la “perfección de las manos” de los sacerdotes). El uso del verbo (teleióô) en Hebreos es muy frecuente (2,10; 5,9; 7,19.28; 9,9; 10,1.14; 11,40; 12,23) y ha de entenderse en este sentido.


+ Evangelio según san Marcos          12,28b-34

Resumen: un escriba pregunta a Jesús por la jerarquía de mandamientos. Jesús remite al mandamiento del amor, cosa que el escriba felicita por estar por encima del criterio sacerdotal de los sacrificios. Por ese camino se entra al reino de Dios.

Como es frecuente en Marcos nos encontramos con unidades de a tres. Luego del diálogo con fariseos y herodianos primero y luego con saduceos, el Evangelio nos presenta hoy un diálogo con un escriba.

Es curioso el texto ya que en general el segundo evangelio presenta una imagen negativa de los “escribas”, mientras que de este Jesús afirma que “no está lejos del reino de Dios”. Aunque a continuación nos mostrará que en este caso parece tratarse de “la excepción que justifica la regla” ya que los escribas suelen enseñar cosas incorrectas (v.35) y “devorar” la hacienda de las viudas (v.40).

En este texto, a diferencia de los dos anteriores, no se dice que sea una pregunta para “atraparlo” (v.13) o partiendo de un error (vv.24.27), cosa que sí dice el paralelo de Mateo (22,25) y Lucas (10,25). La pregunta por el “primer” mandamiento es una pregunta muy importante. Los judíos reconocían 613 mandamientos. ¿cuál es el primero (no se refiere al orden sino a la importancia)? Aquel que de ninguna manera puedo dejar de cumplir si hubiera “conflicto de intereses”. En los diferentes grupos judíos no había unanimidad en qué era lo principal y tenían diferentes criterios. Al escriba le interesa saber qué tiene Jesús para decir ya que ha respondido bien a los saduceos.

Es interesante que la respuesta de Jesús destaca dos mandamientos y ninguno de ellos está en los llamados “Diez Mandamientos”. Comienza citando literalmente Deuteronomio 6,4-5, el šema, sólo que añadiendo “con toda tu mente” al trío corazón, alma y fuerzas (reemplaza dynameôs de LXX por isjyos). Pero agrega un segundo mandamiento: el “amor al prójimo” (Lev 19,18); ambos se integran por la repetición del verbo “amarás”. El amor no se trata de un sentimiento sino algo que se ha de tenerlo presente en la sede de las decisiones (corazón), en lo cotidiano (la vida, “alma”, psyjê), con todas las capacidades (fuerzas); sin duda, la intención es destacar la totalidad con diferentes enfoques o acentos.

Para los judíos, el “prójimo” es siempre otro judío. El texto no lo aclara (de hecho en Marcos el término “prójimo” solo se encuentra en esta unidad, y el verbo “amar” también, además de 10,21). Podemos pensar que en un primer momento Jesús – que se dirige a judíos – lo ha entendido de este modo, pero las fronteras comienzan a abrirse tempranamente: “amar al enemigo” (Mt 5,43-44) y como un “samaritano” (Lc 10,29), aunque el Jesús de Marcos reconoce a los “que no están con nosotros” (9,40) ya que Jesús da la vida por una multitud (10,45; 14,24).

El escriba reconoce que Jesús tiene razón y sintetiza la respuesta que le dio omitiendo ‘alma’ y ‘mente’ reemplazándolas por ‘inteligencia’, comprensión (synesis) destacando – aunque Jesús no lo había dicho – precisamente el conflicto de intereses: es más importante el amor que los sacrificios y holocaustos (recordar que esto está dicho en el Templo, donde – además – se recita frecuentemente el šema‘). Si Jesús había respondido bien al escriba, ahora es este el que interpreta correctamente a Jesús, de allí que ‘el le reconozca que “no estás lejos del reino de Dios”. Jesús no se ubica en la corriente sacerdotal que pone el Templo, el culto y los sacrificios por encima de todo, sino en coherencia con los profetas que ponen su centro en el “amor” expresado en el cumplimiento del “derecho y la justicia” (Am 5,21; Sal 40,7-9; 1Sam 15,22; Is 1,11; Os 6,6). El reino de Dios que Jesús predica desde el comienzo es inseparable de los hermanos y hermanas, hijos del Dios abbá.


Foto de Martin Luther King, Jr. siendo detenido en Montgomery (Alabama) por «vagancia» en septiembre de 1958 tomada de Wikipedia

sábado, 27 de octubre de 2018

Pensando la violencia


Pensando la violencia


Eduardo de la Serna



Nuevamente nos enfrentamos a un clima de violencia. Se habla de represión, de violentos en las calles, de clima violento, de encapuchados, etc.

Sin duda alguna el tema no es nuevo, y no pretendo ahondarlo. Sólo, quizás, recordarlo.

Es famoso, por ejemplo, el planteo histórico del “tiranicidio” (Tomás de Aquino [“Del gobierno de los príncipes”, 1266], Juan de Mariana [“De rege et regis institutione”, 1599]), y la posibilidad de dar muerte a un poderoso enquistado en el poder. Fue conocido el caso del gran teólogo luterano y mártir Dietrich Bonhöffer (+ 9 de abril 1945) que apoyaba la necesidad de asesinar a Hitler. Pero es un tema que nos excede, este no es nuestro caso.

También es importante recordar la cantidad de cristianos, clérigos y laicos que participaron en las luchas independentistas de nuestros países latinoamericanos. No está de más la pregunta, ¿esa violencia era buena y válida? ¿Por qué? O, ¿por qué no sería buena y válida hoy otra violencia? Una vez un alumno me señaló: “el Che Guevara mató gente”, a lo que le pregunté “¿y San Martín no?”. Sin duda se trata de tener criterios, pero que sean justos y razonables, para no terminar apoyando la violencia de “los amigos” y detestando la violencia de “los otros”.

En junio de 1968, preparándose la asamblea episcopal de Medellín, un número muy importante de curas latinoamericanos, se dirigió a los obispos y al Papa pidiéndoles que pensaran bien el tema de la violencia. En el boletín Enlace #1 se publican los nombres de los 786 firmantes a los que más tarde se añadieron 121 más (los peruanos y unos pocos más). En ella se pedía

que se evite por todos los medios equiparar o confundir la violencia injusta de los opresores que sostienen este ‘nefasto sistema’ con la justa violencia de los oprimidos”; “que se denuncie con toda claridad y sin ambigüedades el estado de violencia en que los poderosos – sean estos personas, grupos o naciones – han sumido durante signos a los pueblos de nuestro continente”; “que se exhorte con claridad y firmeza a los cristianos del continente a optar por todo aquello que contribuya a una liberación real del hombre latinoamericano y a la instauración de una sociedad más justa y fraternal”; “que se asegure a esos cristianos un amplio margen de libertad en la elección de los medios que ellos crean más aptos” (en D. Bresci, Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Documentos”, Buenos Aires 1994, documento 6, pp.48-52).
Como afirma C. de Lora, perito en Medellín (y quizás uno de los mejores conocedores de la historia de estos documentos):

Hubo tensiones, sin duda, pero tranquilas, creativas. Por ejemplo, cuando se aborda el tema de la Paz con profundidad evangélica y pastoral y se denuncia la presencia en América Latina de una “violencia institucionalizada” (No. 16). Y se señala con vigor, y con sorpresa para muchos, que “la insurrección revolucionaria puede ser legítima en el caso de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificase peligrosamente el bien común del país (Populorum progressio, 31), ya provenga de una persona, ya de estructuras evidentemente injustas...” (No. 19).
 Este documento sobre la Paz es uno de los más ricos de la Conferencia y se inscribe ya en un nuevo esquema interpretativo de América Latina que tiene que ver con la realidad sentida de la dependencia injusta y la consiguiente exigencia de liberación”. (C. de Lora, “Del Concilio a Medellín, hoy” en Congreso Continental de Teología, Sao Leopoldo (Brasil) 7-11 de octubre de 2012).

Sin dudas cada país tiene y tuvo sus propias características. En El Salvador, por ejemplo, Oscar Romero y Arturo Rivera Damas publicaron una Tercera Carta pastoral sobre “La Iglesia y las Organizaciones políticas populares” (agosto 1978) y allí distinguen diferentes tipos de violencia: la violencia institucionalizada, la violencia represiva del estado, la violencia sediciosa o terrorista, la violencia espontánea, la violencia en legítima defensa y la violencia de la no violencia (III, 1). Esta “violencia de la no violencia” también fue rescatada por el Movimiento de los curas para el Tercer Mundo (MSTM) que en el citado boletín Enlace publican, en el Nº 2, un texto al respecto de Helder Cámara ("Acción no-violenta en América Latina, pp.1-6). En los días previos a Medellín lo mismo repite Enrique Angelelli:

Personalmente no estoy de acuerdo con la violencia de las armas, pero no tenemos que estar de tal manera pasivos y seguir declamando mientras se suceden los hechos de injusticia (…) Helder Cámara está organizando un movimiento que es una respuesta a esta realidad de cambio (…) un movimiento que es la violencia por el amor y no la violencia por las armas” (reportaje en El Independiente, 29 de agosto 1968, en Tiempo Latinoamericano, Reportajes a Mons. Angelelli, Córdoba 1988, 5.8).
El tema podría seguir ampliándose. Curiosamente a personas como los curas del MSTM, Angelelli, Helder Cámara y Romero fueron acusados de violentos o de avalar la violencia por negarse a callar ante la “violencia primera”.

¿Acaso no es violento el hambre? ¿Acaso no es violenta la desocupación? ¿Acaso no es violenta la mentira de los Medios hegemónicos? ¿Acaso no es violento el cinismo oficial? ¿Acaso no es violento el endeudamiento y el sometimiento al FMI? ¿Acaso no es violento el discurso de algunos voceros oficiales o para-oficiales? ¿Acaso no es violenta la existencia de presos políticos? ¿Acaso no es violenta la detención de jóvenes pobres por “portación de cara”? y podríamos seguir. No me alegra, ¡de ninguna manera!, la reacción violenta ante estos hechos de “violencia primera”, pero no me atrevo a juzgarlos. Sí tengo claro que deseo una patria (y una América Latina) de paz. Pero, creo fervientemente, que poco o nada contribuyen a la paz las políticas oficiales, las decisiones de jueces con “credibilidad-cero”, las represiones generalizadas y las detenciones indiscriminadas. La represión que hemos vivido en estos días (y a la que ya nos tiene habituados, dolorosamente, este gobierno) sin duda alguna:

Paralela a la ‘violencia institucionalizada’ suele surgir la violencia represiva, es decir, la empleada por los cuerpos de seguridad del Estado en la medida en que el Estado trate de contener los anhelos de aquellas mayorías, sofocando violentamente cualquier manifestación de protesta ante la injusticia que acabamos de mencionar” (Romero-Rivera Damas III,1B).

Foto tomada de la Agencia Paco Urondo

martes, 23 de octubre de 2018

Comentario domingo 30B

En medio de las sombras de la cruz 

un mendigo se pone en camino

DOMINGO TRIGÉSIMO - "B"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Jeremías     31, 7-9


Resumen: Israel está cautivo, pocos han sobrevivido, pero Dios les asegura que se ocupa de ellos haciéndoles llegar la salvación, y una salvación que es para todos, inclusiva, no solo para los fuertes de la asamblea.
    

Jeremías canta e invita a cantar la alegría por el regreso de los desterrados. Es un canto de alegría por “Jacob”, el primero (lit. “la cabeza”, rosh) de los pueblos (cf. Is 12,6; 40,9-10; 44,23; 55,11; Sal 47,2.9-10; 68,33-36). Con tres verbos insiste: háganlo oír, alaben, digan la obra de Dios por los suyos: la salvación.

El pueblo, oprimido en el exilio escucha el anuncio de su regreso, la situación de angustia y muerte se transforma en vida y salvación, Dios ha socorrido a “su pueblo” (’am), a los sobrevivientes (“el resto”, sa’ryt). Por el “resto” se trata en un primer momento de los sobrevivientes de una batalla (cf. Gen 45,7; 2 Re 19,4.30-31; 1 Cro 4,43; 2 Cro 36,20…) pero – especialmente luego del exilio – es imagen del pueblo de Dios desterrado al cual Dios reúne (Jer 23,3; 42,2; Ez 9,8; 11,13; Am 5,15; Mi 2,12; 4,7; 5,6-7; Sof 2,9; Ag 1,12.14; Zac 8,11-12). El “resto”, salvado por Dios es visto como el pequeño grupo que permanece fiel a Dios y sus caminos. Pablo, al plantear en Romanos la respuesta de Israel frente a Jesús (Rom 9-11) utiliza la imagen del “resto” citando Is 10,22-23 para aludir a aquellos israelitas que reconocieron a Jesús como mesías (Rom 9,27; 11,5).

Este “resto” será “reunido” por Dios de todas las regiones donde está “disperso”. Y los convocados no son solamente los varones fuertes o aptos para la batalla sino también los incapacitados (ciegos y lisiados), impuros para participar del culto (Lev 21,18; 2 Sam 5,8 cf. Dt 15,21; Mal 1,8) y también para las mujeres en situación de debilidad (embarazadas y parturientas). A eso el autor lo llamará “gran asamblea” (qahal gadol; la Biblia griega lo traduce “mucha multitud”). La asamblea de Dios resulta inclusiva, lo que refuerza el grito de alegría.

El contraste entre el pasado y el presente queda expresado en las lágrimas de ayer y el consuelo de hoy manifestado en el camino llano y las corrientes de agua (esto recuerda el anuncio del Deutero Isaías del regreso del exilio, cf. Is 40,3-4;  es posible que alguno haya influido en el otro sin que sea fácil precisar cuál).

Cuando Jeremías profetiza, el reino norte (Israel, “Efraín”; “primogénito”) hacía tiempo que estaba destruido. Asiria (“el norte”) había llevado exiliados a gran parte del pueblo, pocos (“un resto”; cf. Is 43,5-6) habían sobrevivido a un pueblo tan sanguinario. Pero como un nuevo éxodo (camino llano, agua) el Dios de la alianza se presenta como un “padre” (cf. Ex 4,22; Dt 32,6) que se ocupa de su hijo primogénito salvándolo.



Lectura de la carta a los Hebreos     5, 1-6

Resumen: la carta a los Hebreos empieza a preparar el terreno y dar un paso más en su afirmación teológica de que Jesús es sacerdote. Para ello mira los elementos del sacerdocio antiguo que le son útiles para aplicarlos luego a Cristo.


La carta a los Hebreos había mostrado la novedad sacerdotal de Cristo: es creíble (destacado la semana pasada) y compasivo, misericordioso, lo que destacará la lectura de hoy. Pero el texto, para poder afirmar esto (sabiendo que Jesús era laico, no sacerdote) presenta unos elementos característicos del sacerdocio antiguo que le sirven para relacionarlos con Cristo. Pero dentro de las muchas cosas que podría destacar del sacerdocio antiguo destaca sólo aquellas (5,1-4) que le sirven para mostrar la debilidad (“los pecados”) omitiendo otras (como rituales, baños, vestidos, pertenecer a la tribu de Leví, unciones, sacrificios…). Como el sacerdote debía ofrecer un sacrificio por sus propios pecados (Lev 9,7-8; 16,6) antes de ofrecerlo por los pecados del pueblo (9,15; 16,15) queda de manifiesto su propia debilidad. Pero además, el sacerdocio no se trata de una “carrera” o un “escalafón” sino de algo que sólo Dios puede conferir y es un camino que está cerrado a los ambiciosos (cf. Núm 16). Es decir, el autor toma los elementos del sacerdocio antiguo que le sirven para aludir a la semejanza con Cristo al que pretende mostrar como sacerdote también él.

A partir del v.5 comienza a hablar del sacerdocio de Cristo empezando por la humildad: Cristo “no se glorificó a sí mismo” sino que es Dios el que lo ha nombrado Sumo Sacerdote. Pero este sacerdocio, y aquí solamente lo introduce ya que lo desarrollará más adelante (cap. 7), es sacerdocio de un modo nuevo, “al modo de Melquisedec”. La referencia a Melquisedec la recibe del Salmo 110,4 donde había encontrado (v.1) un punto de partida propio de la cristología tradicional (“siéntate a mi derecha”, Heb 1,13). De hecho, para dar el salto teológico de presentar una cristología sacerdotal, antes el autor consideró necesario partir de la cristología tradicional (Sal 2; 110), como se repite aquí: Jesús es “Hijo” (v.5; cf  Heb 1,5; Sal 2,7) y está sentado a la derecha de Dios.



Evangelio según san Marcos     10, 46-52

Resumen: Jesús está llegando a Jerusalén en un clima de incomprensión por parte de los suyos. Un mendigo ciego grita pidiendo “compasión”, en este caso, recuperar la vista. Pero súbitamente, al recuperarla Marcos nos presenta al ciego como modelo de discípulo, justo cuando se aproxima el momento dramático del ministerio de Jesús y el escándalo de su soledad.


La unidad conformada por los tres anuncios de la pasión con sus correspondientes malentendidos y enseñanzas de Jesús llega a su fin. Jesús está llegando a Jerusalén y previamente pasa por Jericó (menos de 30 kms). Al salir de la ciudad con los discípulos y una multitud considerable en el camino  encuentran un mendigo. Para la sociedad antigua el mendigo está más bajo que el esclavo en la escala social ya que al menos, este tiene el sustento asegurado. Mendigar es la última posibilidad que tiene en cuenta como solución el administrador deshonesto (Lc 16,3), y eso lo avergüenza. En este caso, se trata de un ciego (término preferido por Mateo, x17) que lo que hace es “mendigar” (Lc 18,35), “pedir limosna” (eleêmosynê, término preferido de Lucas-Hechos, x12).


Sin embargo, al escuchar que el que pasaba era “Jesús el Nazareno”, “se puso a gritar y decía”, pedía “compasión” (eleêson). La raíz verbal es la misma ya que la “limosna” se entiende como  un acto de compasión. Pero no es dinero lo que en este caso el mendigo pide como se dirá enseguida (“¿qué quieres que te haga?”). El ciego lo llama dos veces “hijo de David”, algo que Jesús no parece ver con buen agrado, al menos puesto en boca de los escribas (12,35-37).


Jesús, que está “en camino” (a Jerusalén, queda dicho) se detiene ante el ciego que está junto al camino”. Y lo “llama” (notar que el verbo “llamar”, fôneô se repite tres veces en el mismo versículo), se trata de “pronunciar / emitir un sonido” y puede ser desde un susurro (Sal 115,7; Is 29,4) a un grito (Dn 4,14; 5,7; Mc 1,26), el canto de un ave (Sof 2,14; el canto del gallo, Mc 14,30), de un instrumento musical (1 Cr 15,16; 1 Mac 9,12; Am 3,6) o una consulta (Is 8,19; 19,3) o invitación (Lc 14,12).


La reacción del ciego es súbita: arroja el manto. El verbo arrojar (apobállô) no es muy frecuente (x5 en LXX y x2 en NT), e indica desprenderse (cf. Tob 11,8), dejar caer (cf. Is 1,30). Ex 22,25-26 afirma claramente que el manto (himatíon) es lo único que el pobre tiene y Dios se ocupa de él porque es “compasivo” (eleêmôn). A lo ya señalado agrega que dio un salto (anapêdêsas, única vez en el NT, x6 [o 7] en LXX) y fue hacia Jesús. Allí él le pregunta al ciego: ¿qué quieres tú que haga? ¿Cuál es la “compasión” que pretende?


Con un nuevo título dirigido a Jesús (rabbouní) le pide la vista. Literalmente “rabb” es “fuerte”, por lo que rabbí es “mi fuerte” y rabbouní es un aumentativo, “mi fortísimo” en el sentido de “mi maestro”. Lo que el ciego pretende es “ver” (anablepsô). La frase “tu fe te ha salvado” es repetida en los evangelios en diferentes contextos: una mujer con hemorragias (Mc 5,34), una prostituta (Lc 7,50), un leproso samaritano (Lc 17,19), un mendigo ciego… siempre se dirige a personas marginales. Obviamente la palabra “salvación” significa diferentes cosas según el destinatario: curación o perdón, por ejemplo. Como ocurre en muchos otros casos luego de obrado el milagro Jesús dice al beneficiario que se vaya: “vete” (cf. 1,44; 2,11; 5,19.34; 7,29), sin embargo, el relato concluye de otro modo: por una parte que “al instante” / entonces (euthús; término preferido de Marcos: x6 en Mt, x3 en Lc, x3 en Jn y ¡x42 en Mc!) recobra la vista (anablépsen). Pero en lugar de irse, el que había sido ciego “lo seguía (akoloutheô) por el camino” (hodós). En 10,32 Marcos había dicho que iban “de camino” a Jerusalén, y “los que lo seguían” tenían miedo. En Lc 9,57 Jesús va en camino (a Jerusalén, 9,51) y uno de entre la gente le afirma que lo “seguirá”. “Seguir” es ciertamente un verbo propio del discipulado (x25 en Mt; x18 en Mc; x17 en Lc; x19 en Jn): ver 1,18; 2,14; 6,1; 8,34; 9,38; 10,21.28; 15,41.


El contexto y algunos elementos del relato invitan a descubrir que no estamos ante un mero relato de milagro. Éste ciertamente existe, pero una serie de aspectos invitan a ver algo más. Marcos había presentado otra curación de ciego (8,22-26) pero que en un primer intento no parece exitosa: “veo los hombres como árboles que caminan”, (v.24) lo cual es propio del marco de incredulidad que rodea la unidad. Pero ahora Jesús ha explicado ante los malos entendidos de los que lo siguen cuál es el verdadero camino del discipulado (“el que quiera”, 8,35; 9,35; 10,44). Llegando a Jerusalén, donde Jesús ha anunciado su muerte, el relato nos presenta a uno que ve el camino en el que estaba antes detenido, y al “ver” a Jesús (cf. 4,12; 8,18) deja todo lo (poco / casi nada) que tiene (el manto; cf. 1 Re 19,19) y lo sigue. Justo llegando a Jerusalén, en un marco donde los más cercanos a Jesús (Pedro, Santiago y Juan y los Doce) no lo comprenden, Marcos nos presenta un modelo de discípulo (quizás por eso la insistencia en su nombre).



Foto tomada de www.rie.cl

lunes, 22 de octubre de 2018

Misa de Moyano


“La misa de Moyano”


Eduardo de la Serna



Desde hacia ya bastante tiempo se venía preparando la celebración de una misa en el Santuario de Nuestra Señora de Luján pidiendo por “Paz, Pan y Trabajo”. Como es sabido, el evento rememoraba una vieja celebración propuesta, en este caso en San Cayetano, en Liniers, por el entonces secretario de la CGT Saúl Ubaldini.

Es habitual que alguien por algún motivo pida en cierto lugar una celebración, y si los motivos son sensatos y la fecha y el lugar están disponibles, no se ve motivo por el cual debiera negarse. Incluso en dictadura era habitual las misas por Evita, por ejemplo, al cumplirse un nuevo aniversario de “su paso a la inmortalidad”.

Un grupo importante de sindicatos pidió, en esta ocasión, una misa en Luján. ¿La consigna? La misma: ¡Paz, Pan y Trabajo! Incluso es costumbre en los últimos años que el 7 de agosto, día de san Cayetano (el santo del Pan y del Trabajo) se insista en los mismos tópicos con marchas, ollas populares o – incluso, algunos Movimientos Sociales, insistiendo en partir en procesión desde el Santuario hacia la Plaza de Mayo. Dada la magnitud que esta misa suponía fue el mismo obispo de Mercedes-Luján el que la celebró, sin duda con idas y vueltas, dudas y certezas, consultas y demás, prudencia episcopal mediante.

Pero como cierta prensa (ex periodismo… “prensa” porque prensan cerebros) por un lado hace malabares para defender un gobierno genocida que combate con todos sus medios – poderosos medios, por cierto – la paz, el pan y el trabajo; por otro lado, un gobierno molesto con cualquier voz (y la de ciertos ambientes eclesiásticos contadas veces lo es) que revele la magnitud del desastre; por otro lado, un poder (per)judicial que busca desviar el tema para que se hable de cualquier cosa menos de economía, y detiene, encarcela por supuestos cuadernos fotocopiados, o por dimes y diretes, o busca tesoros escondidos con mapas de piratas y retroexcavadoras, o señalando con el dedo a aquellos que antes la prensa canalla (o “mentimedios”) le indica… lo cierto es que hubo una misa que debía ser desvirtuada. Una misa pidiendo por la paz, el pan y el trabajo, una misa que tuvo una oración interreligiosa (cristianos católicos, cristianos protestantes, islámicos, judíos), una misa en la que participó mucha, ¡muchísima gente! (y algunos curas, lo cual es obvio), había dirigentes sindicales, dirigentes políticos, dirigentes de derechos humanos, pero ¿qué dijo la prensa? “¡la misa de Moyano!” ¿qué fotos mostraron? ¡a Moyano! ¿de qué hablaron? ¡de Moyano! A todo esto, ya había habido una buena campaña previa pidiendo desde la tribuna prensada el encarcelamiento de Pablo Moyano, y – por supuesto – cuando el juez desestimó razonablemente el pedido, los buitres ex periodistas mostraron sus garras y picos ensangrentados para denostar al juez… La cosa está en cambiar el tema, obviamente.

Hubo una misa. Muchos dirigentes (muchos, entre los que estaba Moyano, pero también Pignanelli, Palazzo, Yasky, Segovia, Plaini, Baradel… para no nombrar sino a los sindicales, ya que debieran nombrarse también a los políticos, por ejemplo); pero para los medios – y los que no piensan sino por ellos – fue “la misa de Moyano”. No una misa para pedir por la Paz, tan amenazada, desde la violencia institucionalizada, desde la represión (los golpes a un menor ya detenido en la IAPI, por ejemplo), desde la injusticia sistemáticamente armada por el poder per-judicial. No fue una misa para pedir por el Pan, ese que falta en las casas, en las escuelas, los comedores, ese que aumentó de precio de un modo exorbitante e inaccesible (ese que, seguramente de un modo subversivo y moyanista el obispo ha de haber dicho: “danos hoy nuestro pan de cada día”, como les enseñó ese dirigente kirchnerista llamado Jesús, de Nazaret). No fue una misa para pedir por Trabajo, ya que de modo resignado debieran todos bajar la cabeza y aceptar sumisamente sus despidos porque “el salario es un costo más”, porque hay ñoquis, porque “nos hicieron creer” que teníamos derecho a trabajar para ganarnos el pan con el sudor de la frente, y porque se avecina una reforma laboral para seguir deteriorando la calidad de vida de todos menos unos pocos (casualmente, sólo casualmente, los que gobiernan) …

En fin: parece que no es sensato en estos momentos de la patria pedir por esas cosas. Y para que quede clara semejante insensatez, pues fotos, reportajes, palabras y zócalos nos repitan que la misa es “de Moyano”. ¡Y listo! Sólo les faltó mostrarlo con ornamentos episcopales o distribuyendo la comunión. ¿A quién se le ocurre pedir y participar de una misa pidiendo semejantes “subversividades”?


Foto tomada de https://www.pagina12.com.ar/150138-por-paz-pan-y-trabajo

martes, 16 de octubre de 2018

Comentario domingo 29B

La comunidad contraculturalmente sigue el ejemplo de Jesús

DOMINGO VIGESIMONOVENO - "B"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías    53, 10-11

Resumen: un personaje desconocido, pero siervo de Dios, padece sufrimientos que, en un primer momento no son comprendidos por los demás. Pero luego entienden que sus sufrimientos son vicarios en favor de la humanidad a la que le alcanza el perdón y la paz.

El texto litúrgico es un fragmento del conocido como “cuarto canto del Siervo Sufriente de Yahvé” (Is 52,13-53,12); texto razonablemente elegido ya que el contexto del Evangelio es el tercer y último anuncio de la pasión y muerte de Jesús y el debate consecutivo. En él, como veremos, este texto – especialmente en su versión griega – es utilizado o trasfondo del dialogo de Jesús con los suyos.

El texto presenta una serie de reacciones o (in)comprensiones frente al sufrimiento del Siervo de Dios de modo de parecer una suerte de diálogo. Pero finalmente logran comprender que el Siervo sabe ver sus dolores como parte del plan de Dios. No que Dios quiera el sufrimiento, sino que la actitud vicaria del siervo – esta sí querida – lo lleva a cargar con nuestros propios dolores. Esto permite al rebaño disperso alcanzar la plenitud de los bienes expresada como “shalom” (paz, pero también felicidad, plenitud). Es visto al modo de los sacrificios que se ofrecen para la salvación del pueblo sirviendo así para otros, y alcanzando él la plena felicidad (manifestada como descendencia numerosa). Así, mientras el Siervo es visto a los ojos de los demás como rehabilitado (y no como que padece sufrimientos a causa de sus propios pecados, como indica la teología tradicional de la retribución) y quien hace llegar a todos el perdón y la paz, y también él mismo puede verse “entre los grandes” (v.12) por haber entregado su vida.



Lectura de la carta a los Hebreos     4, 14-16

Resumen: Jesús es sacerdote de un modo nuevo, lo que lo caracteriza y distingue de los sacerdotes antiguos es su credibilidad y su misericordia. Para que esto sea manifiesto, se caracteriza por ser “semejante en todo” a la humanidad.


Con una serie de palabras clave que se toman de 3,1 el texto concluye la entera unidad. Todo el texto queda aquí resumido invitando a “mantenerse firmes en la fe profesada”. Si Jesús es un Sumo sacerdote creíble nuestra respuesta ha de ser la fe. Pero esta actitud de Jesús, ¿no lo separa de nosotros? Su solidaridad con el género humano es total como lo manifiesta haber estado sometido a la debilidad y la tentación (cf. 2,9.17-18). Esta solidaridad lo transforma además en sumo sacerdote misericordioso. Así el autor destaca y desarrolla los dos elementos que para él son centrales del sacerdocio de Jesús (credibilidad y misericordia). El encuentro con Dios deja, entonces, de ser un lugar distante y terrible (ver Is 6,1-5), un trono de temor, para convertirse en “trono de gracia” al que todos pueden acceder confiadamente.

Un elemento que es central en la carta a los Hebreos es que el sacerdote único que es Jesús, en la novedad que él incorpora en la historia, no es un sacerdocio caracterizado por constantes separaciones. El sacerdocio santo de Israel requería constantes “separaciones” de los demás pueblos, de las demás tribus, de los demás clanes… Es un sacerdocio que se caracteriza, precisamente, por la sucesión de separaciones el que distinguen al sumo sacerdote de los demás. Jesús, en cambio, se caracteriza – su sacerdocio se caracteriza – por su semejanza “en todo” con la humanidad. La solidaridad de Jesús con la humanidad se manifiesta en esa semejanza y cercanía. Que esto sea “en todo menos en el pecado” confirma más aún esta solidaridad ya que nada hay más in-humano que el pecado, además de que tampoco hay nada más in-solidario que el pecado. La característica del nuevo sacerdocio y único, de Jesús, es precisamente esta semejanza. Es esta la que permite la credibilidad y la misericordia que constituyen lo propio del nuevo sacerdocio.


Evangelio según san Marcos     10, 35-45

Resumen: en el contexto del malentendido provocado por el anuncio de la Pasión, Jesús confronta con Santiago y Juan que pretenden una mirada gloriosa de la muerte que se avecina. Los discípulos de Jesús deben tener una actitud que invierte los valores característicos de la sociedad poniendo el servicio en el primer lugar.

Ya sabemos que Marcos estructura el primer bloque de la segunda parte de su Evangelio en torno a los tres anuncios -por parte de Jesús- de su pasión y muerte. Cada uno de ellos es seguido por una incomprensión por parte de los discípulos que Jesús debe corregir o profundizar. La liturgia hoy omite el anuncio pero sí presenta el malentendido y la precisión de Jesús. 

El texto está conformado por la intervención de Santiago y Juan que está armado de un modo concéntrico, y luego el debate que se suscita a partir de la indignación de los restantes diez y la correspondiente precisión de Jesús expresada por “el que quiera”. Esta segunda parte presenta una serie de paralelismos sinonímicos bien característicos. El esquema queda entonces así:

I.- Planteo de Santiago y Juan

a.- concedas
   b.- sentarse a la derecha e izquierda
      c.- copa que voy a beber / bautismo con que seré bautizado
         X.- “¡sí, podemos!”
      c’.- copa que voy a beber / bautismo con que seré bautizado
   b’.- sentarse a mi derecha o mi izquierda
a’.- concederlo

II.- Indignación de los diez y enseñanza de Jesús

a.-       los jefes los dominan
           los grandes los oprimen
b.- No será así entre ustedes
           el grande será servidor
           el primero será esclavo
c.- el Hijo del hombre no vino a ser servido – vino a servir – dar la vida


I.- Santiago y Juan

El pedido de Santiago y Juan [es interesante notar que en Marcos Santiago siempre es mencionado antes que Juan] es “sentarse en la gloria”. Con toda probabilidad debe entenderse en el sentido de “sentarse en el trono de gloria” (cf. Mt 19,28; 25,31; cf. 1 Re 22,19; Sal 110,1). Es interesante que Mateo cambia el texto (además de que quien lo pide es “la madre de los hijos de Zebedeo, lo cual refuerza la mirada androcéntrica de este evangelio, aunque – a su vez – esta mujer estará al pie de la cruz, Mt 27,56; Lucas omite esta escena) lo que piden en el Primer Evangelio es que se sienten “en tu reino”. 

Los anuncios de la pasión tienen un crecimiento dramático señalado en el mismo comienzo… Mientras en el primero, Jesús “comenzó a enseñarles” (8,31), en el segundo lo hace mientras “iban caminando por Galilea” (9,30) mientras que en el tercero “iban de camino subiendo a Jerusalén” (10,32) y Jesús precisa “subimos a Jerusalén y el hijo del hombre será entregado” (v.33). En este contexto, el pedido de Santiago y Juan refuerza claramente que no lo han comprendido. Pero Jesús lo profundiza con la doble metáfora de la “copa” y el “bautismo”.

  •          copa”: Is 51,17; Jer 25,28; 49,12; Ez 23,32-34 y especialmente Mc 14,36: “Abbá, Padre,… aparta de mi esta copa”; también la alusión a la “copa-sangre derramada” en la Cena (14,23-24). 
  •         bautismo”: Sal 69,2-3; 42,8; cf. Lc 12,50.
Jesús vuelve, entonces, a introducirlos en el discurso de la pasión del que la referencia a la “gloria” los ha apartado. En el centro del relato encontramos que ellos afirman que “sí” pueden. No deja de ser sumamente importante que cuando Jesús llegue a su bautismo y su copa, a su derecha e izquierda no estarán Santiago y Juan, por más que lo proclamen, sino “dos salteadores” (Mc 15,27).

Una nota sobre Santiago y Juan: la frase de Jesús de que ellos serán bautizados y beberán la copa (v.39) es indicio de que al componerse el Evangelio de Marcos ambos discípulos ya habían muerto mártires. Sabemos – por Hechos, que en esto resulta creíble – que Santiago (presentado por Lucas como “hermano de Juan” ya que él suele priorizar a Juan por sobre Santiago) muere matado por Agripa, 12,2. La muerte “por espada” es pena romana por causales políticos, lo que es indicio de que el grupo de seguidores de Jesús fue visto no sólo desde una perspectiva religiosa sino política. Nada sabemos, en cambio, de la muerte de Juan. No tenemos indicios o fuentes seguras, y si bien hay tradiciones legendarias que hablan de su muerte tardía y no violenta, también hay tradiciones – que se remiten a Papías (primera mitad del s.II) – que hablan de su muerte martirial. Por otra parte no se ha de dejar de lado que el primero y los terceros malentendidos a causa de los anuncios de la Pasión estén provocados – en Marcos – por los mismos que Jesús lleva consigo en momentos privilegiados: Pedro, Santiago y Juan. Ser los primeros llamados y participar íntimamente de la enseñanza y hechos de Jesús no es garantía de fidelidad o comprensión plena. Marcos destaca estos hechos de un modo importante y parece una de las temáticas centrales de su Evangelio.

La frase de los discípulos a Jesús es semejante a la de Herodes a su hija al pedirle que baile en la fiesta (6,22) quizás para presentar este dicho en un semejante contexto de insensatez.

Sentarse a la derecha del rey es expresión de honor (cf. 1 Re 2,19; Sir 12,12; Zac 6,13): 
“¿No confían en mí? ¿No es grande el rey con su poder? ¿No se cuidan todas las tierras de no tocarlo? Pues lo han visto con Apame, su concubina, la hija del admirable Bartaco, sentada a su derecha, quitándole la diadema de su cabeza y poniéndosela a sí misma…?” (3 Esdras IV,28-30).
Jesús les manifiesta su incomprensión y superficialidad (“no saben”). No pueden entender la muerte de Jesús que se avecina. Sin embargo, esta muerte, vislumbrada como “copa” o “bautismo” es una muerte que tendrá un sentido vicario, como se dirá expresamente en v.45.


II.- Indignación de los otros diez y enseñanza de Jesús

La segunda unidad comienza refrescando a los destinatarios algo que “saben”. El contraste es evidente entre dos actitudes de “los jefes” (los que están a la derecha) y otras dos de “ustedes”: dominan-oprimen / servidor-esclavo. Ejercer dominio, “enseñorearse” (katakyrieuô; cf. 1 Pe 5,3) y “tiranizan” (katexousiazô) remite en ambos casos a una acción de dominio (kyrios) y autoridad (exousía) ejercido “sobre” (katà) las naciones por parte de los que son “jefes” (arjô) y “grandes” (mégas; recordar 9,34).

Por el contrario, “entre ustedes” no ha de ser así: obviamente contrastan dos modos de ejercicio de la autoridad y del poder. El contraste viene dado entre lo que la sociedad considera que está por encima de la escala social: grande y primero que ha de ubicarse contraculturalmente en el último lugar: servidor y esclavo (diákonos, doulos) algo ya señalado en 9,35. Los que animan, o dirigen la comunidad han de estar a su servicio, no centrados en su propia voluntad sino en las necesidades de todos. 

Cuando el rey Roboam pide consejo acerca de cómo obrar con su pueblo, le responden:
«Si tú te haces hoy servidor de este pueblo y les sirves y les das buenas palabras, ellos serán siervos tuyos para siempre». (1 Re 12:7).
Es de esperar que el rey, en Israel, esté al servicio (doulos) de su pueblo. Pero no ocurre eso con “los reyes de las naciones (ethnôn)”; los emperadores y sus delegados no se caracterizan, precisamente por su servicio.

El ejemplo del Hijo del hombre sirve de “garantía” de que así ha de suceder en la comunidad: el contraste viene dado por ser servido y servir (diakonéô) pero ese servicio se expresa como “dar la vida (psyjê)” y un darla “por”…

La referencia es al “Hijo del hombre” que, en los anuncios de la pasión (como es el contexto del relato), refiere a la muerte. Pero en este caso, alude a un modelo de liderazgo contrastante al de los “jefes de las naciones”. La vida dada “en rescate” ejemplifica el sentido de la copa y el bautismo que encontramos en los versículos precedentes, y que es “por muchos”.

Es interesante notar la versión griego de Is 53:

Isaías (hebreo)
Isaías (LXX)
Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano.
Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará.
Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes.
Así que el Señor se complace en tomar distancia de la aflicción de su alma (psyjê), para manifestar su luz, y para formar con el entendimientopara reconocer al justo que sirve (douleuô) bien a muchosy él llevará su pecado.
Por lo tanto él heredará a muchos, y repartirá el botín de los poderosos; debido a que entregó su alma (psyjêa la muerte, fue contado entre los transgresoresy llevó los pecados de muchos, y 
fue entregado a causa de sus iniquidades.

Ambos tienen una actitud de “servicio”, el hijo del hombre “da” su psyjê mientras al Siervo le es “arrebatada”; el siervo encabeza a quien lleva los pecados “de muchos”, y el hijo del hombre da su vida en “rescate de muchos”. 

El término “rescate” (lytron) en Lev 27,31 traduce el go’el, que redime los diezmos, o el que por un precio rescata (Pr 6,35; 13,8). Es el precio de la manumisión del esclavo (Lev 19,20), del rescate de la tierra (Lev 25,24; cf. 25,51) o de los prisioneros de guerra (Is 45,13). En Ex 21,29-30 se trata de un “rescate” económico que reemplaza la condena a muerte de una persona culpable. En Núm 3,12 los levitas son elegidos por Dios en reemplazo de los primogénitos del pueblo, y LXX añade: “en rescate (lytra) para ellos”. A la luz de esto, la “vida en rescate por muchos” parece razonable comprenderla como “en lugar de muchos”, un rescate que se da (paga) en lugar de… De ese modo, el rescate es sinónimo de “expiación”, en este caso expía las ofensas de “muchos” (como la “copa” de la cena es “mi sangre de la alianza derramada por muchos”, 14,24). ¿Quiénes son esos “muchos”? Los estudiosos no coinciden: para algunos, por “muchos” ha de entenderse los miembros de la comunidad en contraste con “los jefes de las naciones”, los “todos” de los que se ha de ser esclavos (v.44). Otros entienden que “muchos” sería sinónimo de “todos” (como ocurre con bastante frecuencia) y el contraste está entre el uno que da la vida y los muchos que son rescatados. Ambas lecturas son posibles, lo cierto es que lo que Jesús dirige a los suyos (“ustedes”) no dice referencia al sentido de la muerte de Jesús, sino a la actitud de servicio que deben tener los suyos con todos.


Dibujo tomado de amigoscatolicos.org

sábado, 13 de octubre de 2018

Memoria, amnesia y mentiras

Memoria, amnesia y mentiras

Eduardo de la Serna





Los preocupantes triunfos de la derecha en América Latina sin duda hay que pensarlos y significan, por lo tanto, un desafío para quienes soñamos una patria grande de paz, de justicia y de vida para todos, todas y todes.

Entre esos triunfos, además del ya comentado de Bolsonaro en la hermana república federativa de Brasil no quiero olvidar el triunfo de ARENA en el Salvador. La tierra de Romero no lo merece, sin duda, pero ocurre, y es indispensable ser “honrados con lo real”. En la plaza de Ciudad Delgado el alcalde Elmer Ulises Cardoza Calderón, del partido ARENA, fundado por el mayor D’Abbuisson, responsable del asesinato martirial del arzobispo, hizo sacar de la plaza de la ciudad la estatua del mártir. Romero sigue molestando, lo siguen matando.

Esto no es diferente a lo que ya hemos comentado, tanto del cardenal de Bogotá hablando de “mártires” en Medellín al presentar un libro compilado por Ana María Bidegaín, “Obispos de la Patria Grande: pastores, profetas y mártires” en la que se presentan 21 obispos de los cuales sólo uno es mártir (Angelelli) y habló de los “21 mártires” con lo que se oculta el verdadero martirio (si "todos" son mártires, "ninguno" lo es realmente). O del arzobispo emérito de la Plata escribiendo en carta de lectores del diario La Nación (obvio destinatario) y negando el martirio de Enrique Angelelli. La importante sentencia judicial del homicidio del obispo Angelelli (Córdoba 2015, 228 páginas) nos recuerda – como dice en el prólogo Marcelo Colombo, entonces obispo de La Rioja – que “no ansiamos venganza ni cultivamos el odio o el rencor (…) sabemos que siempre fracasan los intentos de los prepotentes que ‘matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma’…” (p.13).

Pero el poder que ostentan hoy, como ayer, pretenden sumir en el olvido y la desmemoria a nuestros mártires y testigos. La canonización de Romero (14 de octubre 2018) y la pronta beatificación de Angelelli y sus compañeros Carlos, Gabriel y Wenceslao (abril de 2019) nos invita a no ceder en el tozudo ejercicio de la memoria para reclamar justicia que nace de la verdad ocultada por los poderosos de ayer y de hoy.


Los medios de comunicación ocultan la verdad, los poderes judiciales engañan la justicia y las voces gubernamentales desde su mentira constante, llamada a veces posverdad, atentan – todos ellos – contra la búsqueda militante de memoria, verdad y justicia. Nos toca a los militantes de la vida no ceder al desánimo, no ser cómplices del engaño y levantar a los nuestros como bandera de esperanza.


foto enviada por las CEBs de El Salvador