martes, 4 de diciembre de 2018

Comentario adviento 2C

Un profeta anuncia en la historia la salvación universal

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO "C"
Eduardo de la Serna




Lectura del libro del profeta Baruc     5, 1-9

Resumen: comenzando con la clásica imagen del cambio de ropas de dolor por las de fiesta, el texto canta la intervención de Dios en favor de su pueblo permitiendo la reunificación festiva y participación de la “gloria de Dios” movidos por su palabra.


Como es frecuente en la antropología cultural, la imagen de los vestidos refleja un estado de ánimo, un marco histórico. Los “vestidos de duelo” (Gen 37,34) son expresión visible del dolor familiar, el “vestido de fiesta” es expresión de alegría y paz (cf. 2 Re 5,22-23; Zac 3,4-5), y el cambio de ropas es manifestación del cambio de situación (Is 61,3; Sal 30,12). El “vestido nuevo” es indicio de bendición, de fiesta (Is 52,1; 61,10; Ap 19,7-9; 21,2) Israel en el exilio está “vestida de sayal” (Bar 4,20) pero su situación cambiará (5,1-3) su vestido es un “manto de justicia”, las “galas de la gloria de Dios”. 

La referencia a este momento de fiesta tiene su sentido: ya se ha anunciado (4,36-37) y se repetirá (5,5-6): “mira al oriente… contempla la alegría” (4,36); “mira, ya llegan tus hijos… desde oriente y occidente” (4,37); “mira hacia oriente y contempla a tus hijos… desde oriente a occidente” (5,5). El contraste – ya manifestado en los vestidos – es expresado en el modo del camino: fueron a pie, vuelven en literas reales (v.6). El contexto nos remite a Isaías 49,18-21; 60,4), y como en 40,3-5 y 42,16; 49,11 una suerte de “nuevo éxodo” manifiesta en el camino la intervención de Dios para que “Israel camine seguro bajo la gloria de Dios”; pero un camino que no es solamente desde Oriente (= Babilonia) sino de Oriente a Occidente (es un merismo, que indica que todo está incluido). El camino es entre perfumes (cf. Is 41,19; 55,12-13) y con Dios que se ha vuelto cercano (cf. Is 49,10; 52,12). Lo que convoca es “la palabra del Santo” (4,37; 5,5) lo que da al acontecimiento un sentido de promesa – cumplimiento, es la voluntad de Dios. Las imágenes festivas son recurrentes en la unidad: “justicia” (vv.2.4.9), “gloria” (vv.1.2.4.6.7.9), en un clima de “alegría” (vv.5.9 pero reflejado en toda la unidad). Esta “gloria” no es la gloria de un pueblo sino la gloria “de Dios” (4,37) a cuya luz camina el pueblo de Dios (5,9).


Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     1, 4-11

Resumen: Pablo sintetiza los grandes temas de la carta en la acción de gracias. La alegría, la solidaridad, el Evangelio – que Pablo predica contraculturalmente – son manifestaciones presentes que serán plenas en el “día de Cristo”.


El texto litúrgico del día constituye la clásica “acción de gracias” de la carta. Esta suele introducir el texto presentando brevemente los temas más importantes que desarrollará en el escrito. El marco viene dado por la expectativa en “el Día” (vv.6.10); el tema prepara lo que dirá en 2,16. La alegría expresada en las oraciones se expresa en la fe de la comunidad (1,25), y del anuncio del Evangelio (1,18). La vida de unidad de los filipenses hará plena la alegría de Pablo (2,2), porque ellos son su alegría (4,1; cf. 2,28.29; 4,10), sea que Pablo viva o muera (2,17.18). La invitación a alegrarse marca toda la carta (3,1; 4,4). Los filipenses prestaron “comunión” (koinônía) con el Evangelio. Comunión que los filipenses tienen (2,1) y que Pablo (y los cristianos) tienen con la cruz de Cristo (3,10). El “Evangelio” es un término muy frecuente en Pablo, y también en esta carta (1,5.7.12.16.27[x2]; 2,22; 4,3.15). Los destinatarios son “partícipes” (syg-koinônous) de la defensa y confirmación del Evangelio. El Evangelio es la causa de la situación actual de Pablo (la prisión) y los filipenses han de ser “ciudadanos del evangelio” (1,27), como lo es Timoteo (2,22), Evodia y Síntique (dos mujeres de la comunidad) y los mismos filipenses siempre generosos con Pablo (4,15). La solidaridad de los filipenses se manifiesta en las “cadenas” de Pablo (1,13.14.17) y también en el Evangelio. 

Pablo pone a Dios como testigo de su “entrañable” (splagjnois) pasión por los filipenses. Y lo que pide en esa oración es que el “amor” – que tienen, 2,1.2 – crezca “más y más” en “conocimiento y discernimiento”. Así podrán probar, testear lo mejor para llegar “puros y sin tacha” al “Día”. Esta pureza y sin mancha se manifiesta en los frutos de la justicia que son para “gloria y alabanza de Dios” (cf. 1 Cr 16,27). 

Una nota importante: Filipos era una “colonia romana”, es decir, un lugar donde vivían ex soldados romanos, y – por supuesto – con mentalidad imperial. En este sentido, una serie de términos frecuentes en el imperio con connotación imperial son utilizados por Pablo de un modo contracultural y, por lo tanto, subversivo. No solamente el uso del término “ciudadano” (1,27; 3,20 y sólo aquí en el NT), el término “fe” (= fidelidad, al Emperador), la cruz y las cadenas, y “Evangelio” (término utilizado para el culto imperial). Pablo les resalta a los filipenses que es la humildad y no el poder, el Cristo y no el César el que resplandecerá en el “día” definitivo – como el anunciado por los profetas, aunque en Filipenses es “Día de Cristo” – de la historia.


Evangelio según san Lucas     3, 1-6

Resumen: Como uno de los grandes profetas Juan predica en la historia concreta de su pueblo. Anuncia en el desierto que Dios está interviniendo y haciendo llegar a todos, haciendo visible a “todos” la salvación.


Como es habitual al comenzar el tiempo del Adviento, la liturgia mira la figura de Juan, el Bautista. En este caso, presentada por Lucas en tres partes:

  • Cronología de la predicación (3,1-2)
  • Hecho de la predicación (3,3)
  • Cumplimiento del dicho de Isaías (3,4-6)

1.    La presentación cronológica recuerda el comienzo de la gran mayoría de los profetas (cf. Is 1,1; Jer 1,2; Os 1,1; Am 1,1; Mi 1,1; Sof 1,1). Es frecuente que cada libro señale los monarcas o gobiernos en el curso de los cuales la palabra de los profetas se hizo pública. Los profetas no son “palabras intemporales”. Al señalar esto, Lucas quiere claramente indicarnos que Juan ha de ubicarse en el contexto de los profetas, de allí la frase “fue dirigida la palabra de Dios a…” (cf. 1 Sam 15,10; 1 Re 12,22; 13,20; Jer 1,1; Jl 1,1; Mal 1,1). En este caso se reitera que es hijo de Zacarías (cf. 1,5-25.59-80) y que le fue dirigida “en el desierto” cosa ya anunciada en 1,80. Hay que tener en cuenta que – al igual que el castellano – “desierto” no solamente es una zona árida y seca, sino también lugares despoblados (siendo que ocurre en el Jordán, obviamente hay que entenderlo en este sentido).

2.    A modo sumario se nos señala que fue “por la región del Jordán proclamando un bautismo para el perdón de los pecados”. El tema del perdón de los pecados es propio de Lucas (x1 en Mt y Mc, x3 en Lc y x5 en Hch). El “bautismo de conversión” sólo se encuentra en los textos referentes al Bautista (Mt 3,11; Mc 1,4 y Lc 3,3; cf. Hch 13,24; 19,4; pero Hch 2,38). 

3.    El texto de Isaías merece ser comparado tanto en el texto hebreo como el griego y en Marcos (Mateo 3,3 – como Marcos – sólo refiere al primer párrafo aunque éste añade una referencia al “mensajero”):


Isaías (hebreo)
Isaías (griego)
Marcos 1,2-3
Lucas 3,4-6
Una voz clama: «En el desierto abran camino a Yahvé, tracen en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que los valles se levanten, que montes y colinas se aplanen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se nivele; y se revelará la gloria del Señor y la verá toda carne – la boca del Señor ha hablado–.
Una voz grita en el desierto preparen un camino del Señor, hagan pronto un sendero de nuestro Dios. Todo valle se llene y toda montaña y cerro se abaje y todo lo escabroso y torcido sea nivelado y verán la gloria del Señor y toda carne verá la salvación de Dios pues el Señor ha hablado.
Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.
Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y toda carne verá la salvación de Dios.


Lucas, que remarca mucho el tema de la “salvación” lleva hasta aquí el texto de Isaías para resaltar este aspecto, que además es universal (“toda carne”). El término no se encuentra ni en Mateo ni en Marcos, mientras que en Lucas lo encontramos x8 en Lc más x9 en Hch. La voz de Juan y el bautismo de perdón harán patente ante todos los seres humanos la “salvación”. Cristo es “salvador” (2,11) lo cual ya había sido anunciado (1,69; cf. 1,47.71.77), y un profeta lo anuncia (2,30). La salvación llega allí donde Jesús es recibido (19,9). De todo esto se trata el anuncio de Juan y lo que vendrá en los próximos domingos de Adviento.


Foto tomada de radialistas.net

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