martes, 29 de enero de 2019

Comentario domingo 4C

El profeta Jesús para todas y todos
DOMINGO CUARTO – “C”


Eduardo de la Serna



Lectura del libro de Jeremías                1, 4-5. 17-19


Resumen: Jeremías es llamado a predicar, pero el contenido de su palabra generará rechazo por parte de las autoridades y del mismo pueblo. Dios le asegura al profeta que estará a su lado en esos momentos. 

El texto de Jeremías es, en realidad una selección de fragmentos de los primeros oráculos del profeta. Cada uno de ellos comienza con la misma fórmula: “me dirigió Yahvé la palabra en estos términos” (v.4.11.13; 2,1). Es decir, el texto conjuga la primera parte del primer texto y la segunda parte del tercero.

La primera parte constituye lo que se ha llamado la “vocación de Jeremías”. Como es sabido este texto está estructurado de un modo frecuente para designar una misión difícil (como la de Moisés, la del Bautista o la de Jesús): presentación divina, diálogo entre el personaje divino y el elegido (con fórmulas como “no temas”, “yo estoy contigo” y encargo de la “misión difícil: liberar al pueblo, volver los corazones y preparar al Señor un pueblo dispuesto, y salvar al pueblo), el destinatario plantea una objeción y recibe un signo por parte de Dios. Veamos:


Moisés (Ex 3-4)
Jeremías 1
Juan Bautista (Lc 1)
Jesús (Lc 1)
“yo soy el Dios de tu padre…” (3,6)
“me dirigió Yahvé la palabra” (v.4)
“se le apareció el ángel del Señor” (v.11)
“envió Dios al ángel Gabriel” (v.26)
“te envío al faraón para que saques a mi pueblo de Egipto” (3,11)
“profeta de las naciones te constituí (v.5)
“será grande ante el Señor… preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (v.15.17)
“será grande… Hijo del Altísimo” (v.32)
“no me creerán ni me harán caso… nunca he sido de palabra fácil” (4,1.10)
No sé expresarme, soy un muchacho (v.6)
“soy viejo y mi mujer de avanzada edad” (v.18)
“no conozco varón” (v.34)
Tiró el cayado al suelo y se convirtió en una serpiente” (4,3)
Alargó su mano y tocó mi boca (v.9a)
Mira… Vas a quedar mudo (v.20a)
“Mira… tu parienta Isabel… en su sexto mes” (v.36)
“Vete que yo estaré en tu boca” (4,12)
He puesto mis palabras en tu boca (v.9b)
“Hasta el día que sucedan estas cosas” (v.20b)
“Hágase en mi según tu palabra” (v.38)


Como se ve, el texto litúrgico constituye solamente la primera parte, es decir el encuentro y el encargo. Luego, omitiendo la segunda escena (visión de la rama de  almendro) y la presentación de la tercera (visión del puchero derramado). 

La escena del puchero derramado sirve para hablar de que “vendrán” “familias” en especial “del norte” y empezará el “desastre”. Pero en v.17 el texto se dirige al profeta (ya no a lo visto en la visión). La visión “cíñete el lomo” puede querer decir “prepárate a lo que venga”, pero en algunos casos (como la Pascua) es una clara nota de esperanza (Ex 12,11). Lo que viene, en este caso, es la resistencia del pueblo a escuchar al profeta – algo que sabremos en la lectura, será una constante en la vida de Jeremías – diciéndole que resista y no tema. Decir lo que el Señor le mande es lo propio de los profetas de Israel, pero es el gran problema de Jeremías porque lo que debe decir no es agradable a los oídos del pueblo. Por eso no debe “desmayar” ya que cuenta con la ayuda de Dios para ello (el verbo desmayar, espantarse [hatat] es muy frecuente en Jeremías (x19). En este caso, Dios mismo fortalecerá a Jeremías (plaza fuerte, pilar de hierro, muralla de bronce). Aquí encontramos sintetizado todo el ministerio de Jeremías: la oposición – en muchos casos dramática y hasta mortal a su predicación (“te harán la guerra”) sea por parte de reyes o jefes, sacerdotes o pueblo. Pero Jeremías prevalecerá porque “Dios está a su lado” (reconozcamos que es tan cruel el rechazo que en algunos momentos no es la presencia de Dios lo que Jeremías experimenta, cf. 20,14-18).


Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios             12, 31-13, 13

Resumen: Pablo quiere remarcar la centralidad del amor por sobre todos los carismas y destaca que sin el amor aun estos vividos en plenitud no sirven de nada. Sólo el amor, que con la fe y la esperanza son centrales en toda la vida, perdura de un modo definitivo. 

Los capítulos 12 al 14 de 1 corintios constituyen una unidad con sub-unidades de las cuales el texto litúrgico conforma una. Los corintios han consultado a Pablo acerca de “los espirituales”, probablemente porque algunos – los que tenían manifestaciones carismáticas muy espectaculares, como los que hablaban lenguas – pretendían ser legitimados por el Apóstol como más importantes en la comunidad. Así, Pablo dedica el cap. 12 a destacar la importancia de la unidad y la diversidad recurriendo a la metáfora del cuerpo y los miembros para recién después decir que los más importantes son los que edifican la comunidad con la palabra como los apóstoles o profetas. Pero antes de comparar insistentemente la profecía y las lenguas (cap. 14) insistirá en que sea como fuere ningún carisma cuenta si no hay amor. Es posible que Pablo mismo añada este capítulo cuando ve que la situación en la comunidad se agrava seriamente y quiere poner claro el pilar fundamental del amor. En ese caso, sería añadido (por el mismo Pablo) luego de redactar los capítulos 12 y 14. La ambición de un camino más excelente quizás en un primer momento se refiera a la profecía (ver 12,31 y luego 14,1) pero al ser introducido el cap.1 3 ciertamente ese camino más excelente es el amor.

El texto tiene tres partes muy claras fácilmente visibles:

1.    Aunque… si no tengo amor (vv.1-3)
2.    El amor… (vv.4-7) 
3.    El amor… (vv.8-13)

La segunda y la tercera unidad finaliza cada una con referencias a la fe y la esperanza (vv.7.13).

La primera parte afirma que “aunque” tuviera cada carisma “en grado sumo”: lenguas ya no “de hombres” sino hasta “de ángeles”, “conociera todos los misterios”, fe hasta para trasladar montañas, aunque repartiera todos los bienes… nada sirve si no hay amor.

Una pequeña nota que sirve para entender la crítica textual… en el v.3 hay un “empate” entre los manuscritos. Algunos dicen “aunque” kauthêsômai y otros dicen “kaujêsômai), sólo hay una letra de diferencia “th” o “j”. En el primero de los casos se refiere a una “cauterización”, dar la vida a las llamas; en otro a la “jactancia”. Por eso algunas traducciones contemporáneas elijen una u otra. No hay motivos seguros para una u otra (muchas traducciones que optan por una, en nota dan la otra como variante). De todos modos, y a la hora de lo interesante es que sólo el amor da sentido a todo obrar.

La segunda parte destaca características que el amor tiene o que no tiene: es paciente, amable, decorosa, se alegra con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. Y, por el contrario, no es envidiosa, ni jactanciosa, ni se engríe, ni busca su interés, ni se irrita, ni busca el mal, ni se alegra con la injusticia. Evidentemente Pablo destaca una serie de valores que son “compañeros” del amor, y “vicios” que le son ajenos.

La tercera parte tiene a su vez dos partes, la primera señala que los carismas (precisamente los que pueden tenerse pero nada sin amor, de la parte 1) desaparecerán “cuando venga lo perfecto”. Desaparecerán las profecías, las lenguas, la ciencia porque son parciales. El criterio es escatológico: al venir lo “perfecto” (téleios) lo “parcial” (méros) desaparecerá (el término es abrumadoramente paulino en la Biblia, x4 en Esdras, x1 en Lc, x1 en Heb, x3 en los discípulos de Pablo y x22 en Pablo). La metáfora que ilumina esto es el paso de la niñez a la madurez, donde la infancia se deja absolutamente. 

Es importante recordar que la niñez es vista como incompletez en el mundo bíblico. En la misma 1 Corintios Pablo les dice que debió tratarlos como niños porque no eran maduros (3,1) y les sugiere ser “niños en maldad” pero no ser “niños en juicio”, es decir, sean capaces de buen juicio, e incapaces para la maldad (14,20). En este caso, la madurez es haber abandonado la etapa incompleta (lo parcial) y entrado en la madurez.

La imagen del espejo no resulta evidente, quizás se refiera a ver de un modo “mediado” mientras que luego la visión será “cara a cara”. Conocer “como soy conocido” es “como Dios me conoce” lo que indica una visión perfecta.

La conclusión también puede prestarse a diferentes lecturas. Notar que no dice que la fe y la esperanza desaparecerán. Dice que “ahora subsisten” y que “la mayor” (como el carisma mayor que va a mostrar, 12,31) es el amor. Obviamente si por “fe” se entiende “lo que no se ve y se cree” en el “cara a cara” este desparecerá; si por “esperar” se refiere “aguardar” lo que aún no ha llegado, ciertamente en el “cara a cara” ya no se aguarda porque se ha alcanzado. Pero si por fe se entiende – como también es frecuente en Pablo, afirmar la vida en Cristo, ciertamente en el “cara a cara” la vida estará plenamente afirmada en Cristo. Si por “esperar” se refiere a “confiar plenamente” es obvio que en el “cara a cara” la confianza será plena. De todos modos no cabe duda que el amor es la mayor de todas. Y de eso se trata.


Lectura del evangelio según san Lucas                    4, 21-30

Resumen: Jesús en la sinagoga de Nazaret continúa el comienzo de su ministerio. Lucas nos destaca el carácter profético de Jesús, el sentido inclusivo de la mujer en su comunidad y la dimensión misionera más allá de las fronteras de Israel.

El texto litúrgico es la segunda parte del comenzado la semana pasada (puede verse allí el esquema y la estructura de toda la unidad). 

Además de comenzar como había allí finalizado hay un breve diálogo con Jesús (o más precisamente “decían” no “a” sino “sobre” Jesús, es decir “se decían” entre ellos). El dicho tiene tres partes que parecen aisladas:

  1. ¿no es el hijo de José?
  2. Me dirán “médico cúrate a ti mismo”
  3. “ningún profeta es bien recibido en su tierra”
Para ver bien el texto es importante contrastarlo con el texto de Marcos, lo que nos permitirá notar la diferencia y aportes:


Marcos 6,3-4
Lucas 4,22-24
¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, Joset, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él.
Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»

Él les dijo: «Seguramente me van a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria».
Jesús les dijo: «Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio».
 Y añadió: «En verdad les digo que ningún profeta es bien recibido en su patria».


Es posible que el acento en el “hijo de José” tenga que ver que en el ambiente helénico de Lucas cueste aceptar que Jesús trabaje. Así dicho no se hace referencia a eso, ni a  los parientes de Jesús, lo que es coherente con el mayor lugar que Lucas da a la madre de Jesús. 

La referencia a lo sucedido en Cafarnaúm es coherente con el desplazamiento que ha hecho Lucas y al que hicimos mención el domingo pasado. Lucas sabe que Jesús no comenzó su ministerio en Nazaret, pero allí empieza con lógica evangélica su predicación. El refrán (parabolê) “médico cúrate a ti mismo” se encuentra también en los escritos rabínicos (de modo casi idéntico en Genesis Rabba 23,4).

Lucas omite la referencia a patria, parientes y casa de Marcos (que es importante en la teología de Marcos). El profeta no es “aceptado” (recordar el “año aceptable del Señor” en 4,19) en su “patria” (patrís) que es donde le piden que realice lo realizado en Cafarnaúm.

El texto continúa con un doble ejemplo bíblico que propone Jesús. El caso de Elías y Eliseo que realizaron un milagro a extranjeros es el punto de partida del discurso y de la reacción de los oyentes:


Muchas viudas
había en Israel
en los días de Elías,
cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país;
a ninguna de ellas fue enviado Elías,
sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón.
Y muchos leprosos
había en Israel
en tiempos del profeta Eliseo,

ninguno de ellos fue purificado
sino Naamán, el sirio».

Hay tres elementos interesantes para resaltar:

1.    Como es frecuente en Lucas, se ponen en paralelo un varón y una mujer, en este caso una viuda y un leproso. Lucas muy habitualmente – al insistir en el paralelo – pone en un mismo nivel de igualdad a la mujer y al varón (la oveja / moneda perdida; la mostaza / levadura que crece “hasta”; el amigo / la viuda que insisten en la oración… etc.). 

2.   Lucas insiste en destacar de un modo notable a Jesús como “profeta". Es algo en lo que insiste de comienzo a fin de su obra (y que insistirá en la vocación profética de la Iglesia). En este caso es a semejanza de Elias y Eliseo, dos profetas que se caracterizan por sus milagros, a diferencia de los restantes profetas. Elías es un personaje importante y Marcos y Mateo lo comparan con el Bautista que anuncia la llegada de los tiempos mesiánicos (como lo había anunciado Malaquías 3).  Lucas, que sí lo hace en la infancia, en el cuerpo de su evangelio destaca que es Jesús el que se compara con Elías (por ejemplo, cf. 7,11-17 [1 Re 17,23]; 9,54-55 [cf. 2 Re 1,10]; 9,61-62 [cf. 1 Re 19,19-21]); y también con Eliseo (cf. 9,10-17 [cf. 2 Re 4,42-44]).

3.    La referencia a Sarepta y al sirio Naamán refiere al “envío” a extranjeros, es decir “no judíos”. Aquí radica, seguramente, la reacción negativa, pero también un tema central de la teología misionera de Lucas (cf. 24,47).

La reacción negativa es esperada, pero  - obviamente – todavía no pueden concretar la muerte de Jesús que ya está anticipada (v.29). Lucas ya puede comenzar el ministerio del profeta Jesús que, ahora sí, se dirige a Cafarnaúm.




Foto tomada de http://obrerofiel.com/jesus-es-rechazado-en-nazaret/

1 comentario:

  1. Gracias Eduardo por compartir con nosotros tu ezperiencia de Dios. Un abrazo

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