jueves, 28 de febrero de 2019

El poder detrás del poder, y sus macrionetas


El poder detrás del poder, y sus macrionetas

Eduardo de la Serna


¿Hace falta decir que hay un “poder detrás del poder”? ¿Decir que quienes aparecen no son los que manejan los hilos?

Y ponerle nombre al poder no es fácil. Hay nombres, sobrenombres, seudónimos que “algo dicen”, pero que siempre es más lo que esconden. Y más allá de los rostros, tantas veces no expuestos (“no se olviden de Cabezas”) siempre es fácil decir “el diablo”, “el padrino”, “la mafia” … y serán verdad en parte, pero solo en parte.

Y, para peor, hay mucho poder que tiene por encima más poder. Sabemos historias de quienes se han “creído vivos” y están “nadando con los peces”, otros conocen sus límites y ejercen poder sobre impotentes, sabiéndose micropotentes a su vez ante otros. ¿Y cómo hacer ante el poder que maneja nuestros propios hilos? Podemos resignarnos y cerrar los ojos musitando un “¡si bwuana!”, por ejemplo. Hay varios autores que han expresado las diferentes lógicas de la resistencia. Se suele hablar, esquematizando bastante, de cuatro posiciones en referencia al discurso político ante el poder:

  • el discurso público externamente conformista
  • el discurso oculto resistente
  • el discurso público resistente, pero camuflado
  • el discurso público abiertamente resistente


Todos conocemos ejemplos de todos estos. Y sus consecuencias, ventajas, desventajas, conveniencias. Todos podemos pensar hasta dónde llega la dignidad y hasta donde ceder, o hasta donde el instinto de supervivencia o subsistencia. Y muchas veces creeremos que con slogans podremos enfrentar el poder: “no pasarán”, “el pueblo unido, jamás será vencido”, “todos unidos triunfaremos” (dichos que encierran algo de cierto pero que no bastan… y la historia miles de veces lo ha demostrado).

Los que creemos que la resistencia nos constituye en la fidelidad al Evangelio y al pueblo, allí donde deben estar puestos nuestros oídos, podemos saber prudencial u osadamente hasta donde hablar, decir, callar, pensar. Pero, y acá el punto, al menos es importante visibilizar, racionalizar, conceptualizar, poner nombres, palabras, rostros al poder que nos oprime. Al menos para saber de dónde viene la vida y de dónde no. De dónde solo cabe esperar abuso, violencia e injusticia.

El poder no necesariamente es negativo. Evangélicamente el poder puede ser visto como servicio. Pero no está mal mirar a quienes tienen poder, para estar seguros que sirvan y no “se sirvan” de los que les son confiados. La vida, el bienestar, la felicidad, la paz de los pobres son el test de los poderosos. Test en el cual, debemos reconocerlo, muchísimas veces son reprobados.

Claro que, y no lo ignoramos, muchos con poder y que quieren servir a sus pueblos, deben también hacer frente a quienes son más poderosos aún que ellos (y que, si le son desagradables o rebeldes, procurarán cuestionarlos, degradarlos, atacarlos con todos los estamentos de poder a su alcance, como el mediático y el judicial y el económico, por ejemplo). Sean estos instituciones, corporaciones, estados... Casi todo “patrón” tiene a su vez patrones y quienes le son “clientes”. Sólo los patrones-de-todos-los-patrones (cuyos nombres desconocemos, cuyos rostros ignoramos, aunque algunos vislumbremos) no han de rendir cuentas a nadie, salvo a su conciencia (que suele ser muda, ciega y sorda). Pero, en ese caso, quienes ejerzan poder, podrán también ellos ser resistentes ante los que son más poderosos, o ser sus marionetas. Hay quien “maneja los piolines de la marioneta universal” y “ha marcado las barajas y recibe siempre la mejor”. Pero del otro lado, puede haber resistentes rebeldes, en favor de su pueblo, quienes mucho, o poco pelean o luchan en favor de “los suyos”, o podrán ser simplemente “Macrionetas” de los más-poderosos. Y nos toca reconocerlos, para que nuestra vida no dependa en todo de ellos, y podamos nosotros manejar algunos hilos (el voto, por ejemplo).

martes, 26 de febrero de 2019

Comentario domingo 8C


Los dirigentes de la comunidad deben pasar por el filtro de la fidelidad

Domingo 8º durante el año – ciclo “C”

Eduardo de la Serna




Lectura del libro del Eclesiástico                    27,4-7

Resumen: con imágenes de la vida cotidiana el sabio ilustra la sensatez (o no) de confiar en las personas según lo manifiesten en su palabra.

Una serie de imágenes de la vida cotidiana ilustran el modo sensato de actuar, razonar o evaluar lo que ocurre. Especialmente ilustra en diferentes imágenes el actuar en el comercio. Las imágenes ayudan a evaluar por la palabra el interior de las personas.

El pecado puede ser característico del comerciante (ver 42,5), especialmente cuando el afán de lucro lo ciega (27,1; ver Lev 19,35-36; Am 8,4-5; Prov 11,1; 20,10). La falta de honestidad es posible y se afirma como una estaca. Y lo mismo puede ocurrir con el lenguaje, el medio que existe para confirmar o no las apariencias. Con imágenes de la vida cotidiana (criba, horno, cultivo) revela a las personas, con densidad, resistentes, maduras. Hasta que el lenguaje no los revele no es sensato “evaluarlos”.


Lectura de la 1ª carta de san Pablo a los Corintios           15,54-58

Resumen: llegado el momento definitivo de la resurrección, los efectos de la muerte revelan su impotencia en los seres humanos al haber sido derrotados definitivamente por la vida.

Culmina el capítulo 15 con una conclusión. Sigue el contraste entre dos tiempos marcado por el límite entre la corrupción e incorrupción y lo mortal e inmortal.

Ya sabíamos que la resurrección de Cristo es “primicia”, y al llegar el tiempo final todo lo esperado se concretará. La muerte ha perdido su poder de definitividad puesto que la vida tiene la última palabra. Esa es la “victoria” (vv.54.55.57) que ya había sido anunciada ante el enemigo final (v.26). Así estaba anunciado por “lo que está escrito”


“palabra escrita”
1 Cor 15
Devorará [katépien] a la Muerte definitivamente. (Is 25:8)


se cumplirá la palabra que está escrita: La muerte ha sido devorada [katepóthê] en la victoria. (v.54)
¿Voy a librarlos de la garra del Seol, voy a rescatarlos de la muerte? ¿Dónde están, muerte, tus pestes, dónde tu contagio [kéntron], Seol? La compasión se esconde a mis ojos. (Os 13:14)
¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón [kéntron]? (v.55)

Como se ve (y ocurre en otras ocasiones de la carta) Pablo cita libremente la Biblia.

La “transformación” (v.51) operada en la resurrección fue expresada con diferentes imágenes: siembra-cosecha (vv.36-37.42-44), primer-segundo/último Adán (vv.45.47), herencia (v.50). Ahora recurre a una imagen (que en otras ocasiones es bautismal): el revestimiento (v.53). La corrupción y la muerte se “revestirán” de sus opuestos, incorrupción e inmortalidad y llegará el momento anunciado en las escrituras.

Pero a modo de ejemplo, Pablo ilustra cuál es el aguijón: el pecado, y la “fuerza del pecado” es “la ley” (algo que Pablo desarrollará extensamente en Romanos 5-7, aquí sólo insinuado). Pero por Jesús “hemos” alcanzado la victoria.

Con un “hermanos” conclusivo Pablo termina la unidad (y dará comienzo a la parte conclusiva de la carta en c.16). Al comienzo de la discusión con quienes niegan la resurrección Pablo les había dicho que “eso es lo que creyeron”, sino “habrían creído en vano” (v.2) y sin resurrección “vacía” (kenós) es nuestra predicación y nuestra fe y concluye señalando que “su trabajo no es vacío (kenós) en el Señor”.



+ Lectura del Evangelio según san Lucas    6,39-45

Resumen: tres pequeñas parábolas manifiestan sencillamente cómo se espera que se viva en el seno de la comunidad, especialmente quienes tienen responsabilidades en la misma.

Una serie de breves parábolas cierra la unidad donde Jesús habla sobre el Reino de Dios. Las parábolas también están en Mateo, pero no en este mismo orden.

Mateo
Lucas
Déjenlos: son ciegos y guían a otros ciegos. Y, si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en un pozo. (15:14)
39 Y añadió una comparación: –¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?
 40 El discípulo no es más que el maestro; cuando haya sido instruido, será como su maestro.
No está el discípulo por encima del maestro ni el sirviente por encima de su señor. Al discípulo le basta ser como su maestro y al sirviente como su señor. Si al dueño de casa lo han llamado Belcebú, ¡cuánto más a los miembros de su casa! (10:24-25)
¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo?
 4 ¿Cómo te atreves a decir a tu hermano: Déjame sacarte la pelusa del ojo, mientras llevas una viga en el tuyo?
 5 ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para sacar la pelusa del ojo de tu hermano. (7:3-5)
41 ¿Por qué te fijas en la pelusa que está en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo?
 42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: hermano, déjame sacarte la pelusa de tu ojo, cuando no ves la viga del tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver claramente para sacar la pelusa del ojo de tu hermano
Por sus frutos los reconocerán. ¿Se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos?
 17 Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos. 18 Un árbol sano no puede dar frutos malos ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos. 19 El árbol que no dé frutos buenos será cortado y echado al fuego. 20 Así pues, por sus frutos los reconocerán. (7:16-20)
43 No hay árbol sano que dé fruto podrido, ni árbol podrido que dé fruto sano.
 44 Cada árbol se reconoce por sus frutos. No se cosechan higos de los cardos ni se vendimian uvas de los espinos.
 45 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro bueno del corazón; el malo saca lo malo de la maldad. Porque de la abundancia del corazón habla la boca.
Planten un árbol bueno y tendrán un fruto bueno; planten un árbol enfermo y tendrán un fruto dañado. Pues por el fruto conocerán al árbol. (12:33)

El acento en Lucas está puesto en la comunidad y sus dirigentes.

La primera parábola (vv.39-40) alude a la importancia de que el discípulo no se ponga por encima del maestro, sino que continúe su etapa formativa. Caso contrario sería como un “guía ciego” destinado a caer en un pozo. Sin duda en la comunidad de Lucas hay quienes tienen esta actitud desatinada sin haber terminado su formación (“cuando haya sido instruido”).

La segunda parábola (vv.41-42) nuevamente se expresa en el contexto de la comunidad como el término “hermano/s” (3x) lo confirma. El hermano que pretende ser “guía” deberá tener la mirada limpia.

Ambas parábolas en Lucas (a diferencia de Mateo, en contexto de debate con los fariseos) se dirigen a la comunidad.

La tercera parábola (vv.43-45) revela que las acciones de una persona revelan su interioridad. La coherencia o incoherencia entre el decir y el obrar en la comunidad revela la fidelidad al reino.


Foto tomada de http://www.akardec.com/?p=47918

UNA LEGÍTIMA Y NECESARIA JUSTICIA


UNA LEGÍTIMA Y NECESARIA JUSTICIA



El Poder Judicial es un poder absolutamente indispensable para cualquier democracia. Sin justicia las bases de la sociedad y la convivencia se deshacen y desmorona todo. Pero el poder judicial, siempre y en todo momento y lugar puede ser injusto, puede ser cooptado o corrompido, puede ser cómplice de los poderosos y victimario de los débiles.

"La ley es tela de araña,
y en mi ignorancia lo explico,
no la tema el hombre rico,
no la tema el que mande,
pues la rompe el bicho grande
y sólo enrieda a los chicos”. (Martín Fierro)

Una justicia que no cuida especial y celosamente a los pobres no merece el nombre de tal.

No es bueno para nuestra sociedad que haya una profunda desconfianza del poder judicial y que se sospeche que hubo y hay jueces que más que por la ley se guían por motivaciones políticas, por amores u odios o por sobornos, y que nunca hay justicia para los pobres. Las recientes denuncias, aparentemente probadas, de sobornos y su relación con el poder judicial y también del ejecutivo, no hacen sino corroer desde los cimientos la convivencia y la paz social.

Por eso nos atrevemos a exigir, a quienes tienen la responsabilidad de hacerlo, que extremen las medidas para transparentar el ejercicio de la justicia, que se suspenda o – si es el caso – expulse del poder judicial a jueces, fiscales, abogados que no garanticen ese bien necesario y fundamental de la convivencia que es “la justicia”. Con el salmo queremos repetir:

Señor, ¿quién se hospedará en tu carpa?, ¿quién habitará en tu monte santo?
–El que procede honradamente y practica la rectitud; el que dice de corazón la verdad y no calumnia con su lengua; no hace mal al prójimo ni difama a su vecino; el que mira con desprecio al réprobo y honra a los que respetan al Señor; el que no se retracta aun jurando en su perjuicio; no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará. (Salmo 15)


Grupo de Curas en la Opción por los Pobres
25 de febrero de 2019


Dibujo tomado de http://tocheria.blogspot.com/2015/02/el-corruto-poder-judicial-del-peru.html

domingo, 24 de febrero de 2019

La muerte del profeta


La muerte del profeta


Eduardo de la Serna



En estos tiempos, apropiados para reflexionar el martirio, quiero partir de un interesante artículo de hace unos años, de Brian J. Tabb: “Is the Lucan Jesus a ‘Martyr’? A Critical Assessment of a Scholary Consensus”, Catholic Biblical Quarterly 77 (2015) 280-301.

Lo presento brevemente: el autor parte del presupuesto habitual: “Jesús es un mártir” y se pregunta si el Jesús de Lucas verdaderamente lo es.

Empieza mostrando, por ejemplo, las evidentes diferencias en los relatos de la pasión de Marcos y de Lucas. En la escena de Getsemaní y en la Cruz la diferencia es indiscutible. Y – como lo dice su intención – quiere mirar el Jesús de Lucas.

A continuación, empieza mostrando diferentes muertes antiguas en contextos de violencia y sus sentidos: la muerte “honorable” de quienes la prefieren antes que padecer la infamia o el deshonor (por ejemplo, la de aquellos que honorablemente se arrojan sobre su espada, y otros casos semejantes), la muerte de los mártires judíos (narradas especialmente en 2 y 4 Macabeos), la muerte ejemplar de Sócrates, que sirve de modelo a otras muertes (y, según algunos, inspira a 2 Macabeos para hablar de Eleazar y a Lucas para presentar a Jesús). El autor muestra bastantes elementos en favor de las semejanzas en estos dos últimos casos, pero señala también notables diferencias (los mártires judíos, por ejemplo, son matados por extranjeros, y mueren por mantenerse fieles a la ley judía; Jesús no pareciera que se pueda ubicar en este criterio tradicional), y finalmente llega a una conclusión bastante sensata: afirmar que “Jesús es presentado como un ‘mártir’ en Lucas depende, en gran parte, de la definición de martirio que se asuma” (p. 290).

Es entonces que intenta una definición de martirio. Ciertamente el término nace en el ambiente judicial (“testigo” / “testimonio”) pero luego se traspasa a la mención del testimonio dado en la muerte de la fe confesada. Destaca algunos elementos como la muerte de Esteban, y la de Antipas (Hechos 22,20; Apocalipsis 2,13) para concretarla especialmente en el “martirio de Policarpo” en el que el término adquiere “ciudadanía”.

Luego se detiene a analizar la muerte del “sabio” (en Sabiduría 2-3) y la muerte de los profetas tal como era vista en tiempos de Jesús (libro La Vida de los Profetas, que habla de las muertes violentas de Isaías, Jeremías, Ezequiel, etc…). Las referencias frecuentes al cuarto canto del Siervo sufriente de Isaías (Isaías 53) refuerzan la idea. Es sabido que Lucas destaca mucho en su cristología la imagen de Jesús como profeta, e incluso es importante señalar que así lee Lucas la muerte de Jesús (aun si no hubiera que tener como auténticos algunos dichos como “mi cuerpo entregado por ustedes”, la agonía y las gotas de sangre o “perdónalos porque no saben lo que hacen” y debieran ser excluidos por estar ausentes en muchos manuscritos, cosa que el autor discute). Su muerte es, definitivamente, la muerte violenta de un profeta.

Este trabajo, desafiante, nos invita a pensar. Es verdad que al cuestionar la idea de “Jesús mártir” lo hace mirando los mártires judíos, cuyas muertes, causas, artífices, sentidos y teologías son bastante diferentes a la de Jesús. Es verdad que, para los cristianos, por el contrario, “el mártir” es Jesús, y los demás “se le asemejan”, por lo que no tiene sentido cuestionarlo. Pero – y es importante tenerlo presente – el autor está mirando a Lucas y lo que él conoce y tiene en cuenta. Y nadie puede negar que Jesús va a Jerusalén “porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén” (13,33) y cuando está llegando a la ciudad afirma que “en Jerusalén se cumplirá todo lo que los profetas anunciaron acerca del hijo del hombre” (18,31).

Hoy, la Iglesia tiene criterios para afirmar que alguien es o no “mártir”. En lo personal no coincido con el planteo del “odio a la fe”, y prefiero pensarlo desde “el amor extremo”, del “amor hasta” las fronteras del odio. Pues creo que mirar el odio es poner el acento en el martirizador antes que en el mártir (o, ilustrando, mirar más a Pilato que a Jesús). Pero, sin duda, hoy se aplicaría el concepto de “martirio” a la muerte violenta de los profetas. Y de esto sabemos bastante en nuestra América Latina.

Mirando a Ellacuría y Romero, mirando a decenas de mujeres y varones, laicos y laicas, religiosas y religiosos, curas y obispos, católicos o protestantes, mirando a Angelelli y sus compañeros no tengo duda que debemos hablar de la muerte violenta de los profetas. Hablamos de aquellos y aquellas que se atrevieron a levantar su voz como voz de Dios en tiempos de violencia y de “noche oscura”. Hablamos, por tanto, de una voz que para algunos era necesario acallar. Hablamos de una voz de Dios que pudimos escuchar y hablamos de una voz de Dios que podemos escuchar. Ellos y ellas “hablaron” y sus voces fueron silenciadas (también por muchos dentro de la Iglesia), pero el silenciamiento peor (peor aún) fue no saber reconocer que en sus muertes Dios también sigue hablando. Hoy podemos escuchar sus voces, las que pronunciaron ayer y las que en el reconocimiento eclesial pronuncian hoy. Quizás por eso se entienda mejor por qué todavía algunos quieran seguir silenciándolas:

… ésta fue la orden que les di: Obedézcanme, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo; caminen por el camino que les señalo, y les irá bien. Pero no escucharon ni prestaron oído, seguían sus planes, la maldad de su corazón endurecido, dándome la espalda y no la cara.  Desde que sus padres salieron de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos los profetas un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído, se pusieron tercos y fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este sermón, que no te escucharán; ya puedes gritarles, que no te responderán. (Jer 7,23-27)

Por decir cosas como esta, se ejerció violencia contra Jeremías. Por no predicar la resignación y tener un oído en evangelio y otro en el pueblo, se silenció al profeta Angelelli. “Ojalá escuchen hoy la voz del Señor” (Salmo 95,7).


Foto tomada de https://tombraider.fandom.com/es/wiki/La_muerte_del_profeta

sábado, 23 de febrero de 2019

La Iglesia en crisis… ¡Gracias a Dios!


La Iglesia en crisis… ¡Gracias a Dios!

Eduardo de la Serna



Hay una serie de noticias, y hechos que ponen a la Iglesia católico-romana en crisis. Noticias verdaderas algunas, exageradas otras, parciales algunas, malentendidas quizás… y hasta falsas. Pero, debo decirlo, en cierta manera esto me alegra.

Y, para empezar, quiero dejar bien claro, no digo que me alegra lo malo o perverso o torpe que “la Iglesia” haya dicho y/o hecho. Me refiero a la repercusión “en la Iglesia”.

Ciertamente no podría, ni quiero, de ninguna manera, ni remotamente, alegrarme por los casos de abusos de menores o no, de conciencia, de poder, por ejemplo. No podría ni quiero… Ni debo.

Los casos de abusos (de todo tipo), son, quizás, los más resonantes, y son gravísimos. El encuentro del Papa con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, es reflejo evidente de la gravedad y su repercusión. Y no quisiera creer que dentro de la Iglesia se dimensiona la gravedad por los costos económicos de los juicios o la pérdida de fieles por el escándalo. Ojalá se dimensionara por poner la mirada y el corazón en las víctimas. Aunque no estoy convencido o seguro que así sea en todos los casos.

Pero hay otras situaciones, sin dudas. La repercusión que tienen enfoques públicos de “la Iglesia”, las posiciones frente al matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, el feminismo (y la “perversa” [sic] ideología de género) revelan – o parecen mostrar (en algunos casos bien resaltados por algunos cristianos doloridos o también por personas que no quieren a “la Iglesia”, o que son de “afuera” de ella, o que encuentran una veta económica, o por lo que fuere) una Iglesia incapaz de estar en el mundo, de saber reconocer que hace ya mucho tiempo ha dejado de ser “la voz” indispensable para ser escuchada. Me permito dos pequeños ejemplos bíblicos:

En la primera carta a los Corintios Pablo enfrenta un problema que se da dentro de la comunidad: un caso de inmoralidad sexual (del que los de la élite sociocultural de la comunidad de jacta ante todos). Pablo enfrenta el tema y pide que la comunidad sea, “adentro”, un testimonio ejemplar para la sociedad. Y, aclara, él no está hablando de los de “afuera” ya que de ellos se ocupa Dios, no le toca a él hacerlo, él se ocupa de los de “dentro” (1 Cor 5,1-13).

En el mundo judío, la levadura es símbolo de la corrupción y el pecado. La imagen es que “un poco de levadura fermenta (= corrompe) toda la masa”, y por eso el Evangelio habla de “la levadura de Herodes” o de “los fariseos”, por ejemplo, es decir, su maldad. Sin embargo, Jesús, que es un provocador en más de una ocasión, dice que el reino de Dios se parece a “la levadura” (Lucas 13,21). Para entenderlo podemos imaginar la “manzana podrida”; así como una manzana podrida pudre todo el cajón, así ha de ser el Reino de Dios que ha que afectar a toda la sociedad. Jesús modificó provocativamente la imagen para hacernos pensar: nosotros, como sus seguidores, debemos transformar por “contagio”.

Una “Iglesia” que pretende que su mensaje llegue por coacción o imposición, y no por contagio, no por mostrar a quien quiera ver, oír, sentir que los cristianos tenemos “algo para decir”, que deseamos poder decirlo, ser escuchados, pero no desde “el poder”, no desde “arriba” sino desde “adentro”, como la levadura, desde “adentro”, como la comunidad corintia.

Tener la actitud de “vengo a decirles la verdad” (es decir, ustedes no la tienen) provoca ciertamente rechazo y desconfianza. En suma, creo que buena parte de la crisis que hoy palpamos en “la Iglesia” se debe a nuestra actitud hacia “los de afuera”. Y esa crisis puede ser muy positiva. “Crisis” es una palabra griega que alude a un “juicio”. Otra palabra griega que remite a un “juicio” es discernimiento. Si la actual “crisis” nos permite “discernir” nuestro lugar, nuestras palabras, nuestras acciones, pues entonces de esta crisis, como comunidad, podremos salir fortalecidos. Seremos señalados (por eso de que todos caen en la misma bolsa, más de una vez somos acusados de pederastas, de decimonónicos, de inquisidores, de machistas), y es sensato tener la actitud humilde de bajar la cabeza, sentirnos parte de un colectivo en crisis, e intentar mostrar a la sociedad que de la crisis hemos salido (o queremos salir) renovados, mostrar que hay “otra Iglesia” (no mejor, no “la verdadera”, pero sí “otra” que también es “Iglesia de verdad). Y poder, en nuestro lugar, sembrar o esperar que la levadura fermente la masa entera. Del resto, que se ocupe Dios.



Foto tomada de https://www.mundopastel.com.ar/8-consejos-para-que-tus-masas-con-levadura-salgan-perfectas/

martes, 19 de febrero de 2019

Comentario domingo 7B


La actitud frente a la víctima nos asemeja a Dios mismo

Domingo 7 “durante el año” ciclo «C» 

Eduardo de la Serna





Lectura del 1er libro de Samuel             26:2, 7-9, 12-13, 22-23

Resumen: David, perseguido por Saúl con intenciones de matarlo, tiene la oportunidad de librarse de su enemigo, pero no lo hace mostrando así a la vista de todos que “Yahvé devolverá a cada uno según su justicia y fidelidad”.

En diferentes momentos del libro de Samuel encontramos la persecución que Saul provoca a David, e incluso la ocasión de David de liberarse de su enemigo sin ceder a la tentación de hacerlo (cf. 1 Sam 24). El texto litúrgico (bastante cortado) presenta el contexto (v.2) la oportunidad de David y Abisay de eliminar a Saúl (vv.7-9), la prueba de selecciona David para mostrar la ocasión que ha desechado (vv.12-13) y la demostración de David a su enemigo de que no hizo uso del momento de beneficio (vv.22-23).

Sin dudas el texto fue escogido para ilustrar el dicho de Jesús de “amar al enemigo”, del que hablaremos.

No es importante, en este caso, el hecho histórico. Los textos bíblicos son bastante “anti-Saúl” (y muy pro-davídicos) por lo que no es fácil reconocer el verdadero acontecimiento. El hecho de que se repitan invita a pensar en una serie de tradiciones que circulan mostrando la magnificencia de David ante la injusta persecución de la que es objeto. Teniendo la oportunidad evidente de eliminar a Saúl David no lo hace, pero se ocupa de mostrar, a la vista de todos, esa oportunidad desaprovechada (con lo cual, obviamente, queda claro, en un mismo momento, la perversión de uno y la grandeza de otro). Saúl reconoce su “pecado” (v.21) lo que, narrativamente, profundiza la idea de que “el tiempo de Saúl” ya ha terminado para dar comienzo al tiempo de David, el rey modelo para esta historia iluminada por la teología deuteronómica. Como persona religiosa que es, David se ha negado a poner mano, a derramar sangre “del ungido del Señor” (v.9.23; algo que él mismo será). De hecho, la unidad finaliza con David afirmando que, por lo que ha hecho, perdonando a su enemigo, “mi vida será de gran precio a los ojos de Yahvé” (v.24) y Saúl mismo reconocerá que “triunfarás en todas tus empresas” (v.25).


Lectura de la 1ª carta de san Pablo a los Corintios            15:45-49

Resumen: Pablo continúa mostrando que los muertos realmente resucitan, para lo que recurre a la Escritura y a Adán mostrando, luego, a Jesús en relación al primer hombre destacando la relación entre lo vital humano y lo espiritual.

Como se ha señalado, todo el capítulo 15 de 1 Corintios está dedicado a destacar el tema de la resurrección de los muertos.

El tema central – como se señaló la semana pasada – es la estrecha relación entre la resurrección de Cristo y la de los cristianos. El contraste – como también se señaló – está dado entre Adán y Cristo. En contraste con él, Jesús es llamado “último Adán” (v.45), el “segundo (hombre)” (v.47), “hombre celestial” (vv.48.49), y el contraste se acentúa con “cuerpo vital” (psíquico) y “cuerpo espiritual” (v.44), “psiquis que vive” y “espíritu que da vida”, “primero lo vital (psíquico) luego lo espiritual” (v.46) hombre terrestre, hombre celestial (vv.47-49).

Hacía poco tiempo, Filón de Alejandría (ca. 15 a.C. – ca. 45 d.C.) había destacado que el primer hombre era el espiritual (imagen de Dios) mientras que el segundo (haciendo referencia a los dos relatos de la creación humana), del barro, pecador, era “humano”; Pablo invierte el esquema del alejandrino, lo que no significa que lo haya leído, por supuesto, sino simplemente conocer la imagen. De todos modos, también, es una correlación entre el “cuerpo psíquico” y el “cuerpo espiritual” (v.44) a la luz del texto bíblico (v.45).

Lo cierto es que el dinamismo comenzado con Adán continúa, pero hay un dinamismo superador en Cristo. Es el dinamismo de la vida que “vitaliza” la muerte. Es la expresión evidente de que – aunque algunos en Corinto lo nieguen – hay resurrección de los muertos.


+ Lectura del Evangelio según san Lucas    6,27-38

Resumen: Lucas muestra con una serie de ejemplos cómo es el modo de vida en fidelidad al Reino que espera de los discípulos de Jesús, de sus “oyentes” siguiendo el mismo modo de ser misericordioso de Dios.

Sabemos que Lucas y Mateo comparten textos en común que no han recibido de Marcos; esa fuente común es conocida como “Q” (del alemán: Quelle = fuente). El Evangelio de hoy nos presenta una serie de textos que podemos fácilmente atribuir a Q y encontramos también en Mt en el “Sermón de la Montaña”. El orden es semejante y algunas intenciones también.

En realidad, la unidad es mucho más extensa y la liturgia ha seleccionado sólo una parte:

Para ver bien las semejanzas y diferencias pondremos en paralelo ambos textos

Mateo
Lucas
«Han oído que se dijo:
Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo les digo: Amen a sus enemigos y

rueguen por los que los persigan (5:43-44)
Pues yo le digo: no resistan al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra:
al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda. (5:39-42)
«Por tanto, todo cuanto quieran que les hagan los hombres, háganselo también ustedes a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. (7:12)
Porque si aman a los que los aman, ¿qué recompensa van a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
Y si no saludan más que a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?




(= 5,44, más arriba)




Ustedes, pues, sean perfectos como es perfecto su Padre celestial. (5:46-48)
«No juzguen, para que no sean juzgados.



Porque con el juicio con que juzguen serán juzgados, y con la medida con que midan se los medirá. (7:1-2)
27 «Pero yo les digo a los que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan bien a los que los odien,
 28 bendigan a los que los maldigan, rueguen por los que los difamen.

 29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra;
y al que te quite el manto, no le niegues la túnica.


 30 A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
 31 Y lo que quieran que les hagan los hombres, háganselo ustedes igualmente.

 32 Si aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Pues también los pecadores aman a los que les aman.
 33 Si hacen bien a los que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡También los pecadores hacen otro tanto!
 34 Si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente.
 35 Más bien, amen a sus enemigos; hagan el bien, y presten sin esperar nada a cambio; y su recompensa será grande, y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos.
 36 «Sean compasivos, como su Padre es compasivo.
 37 No juzguen y no serán juzgados, no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.
 38 Den y se les dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el borde de sus vestidos. Porque con la medida con que midan se los medirá».

Dejemos – aquí – de lado a Mateo. Como se ve, “amar” y “hacer el bien” están en paralelo. Son sinónimos, y Lucas pone el acento en que no se trata solamente de amar a los amigos, sino a todos. Incluso a aquellos a quienes era de esperar que se buscara su castigo. El modelo a imitar es Dios mismo, como se insistirá en v.36. Esto no se dirige solamente a los suyos, sino a los que “me escuchan” (cosa que queda reforzada por los verbos en plural: “ustedes”, salvo en vv.29-30 quizás para reforzar la decisión personal ante la exigencia).

Es interesante notar la antítesis constante entre una parte y lo que se espera (amar / odiar, bendecir / maldecir…). El marco y contexto es ciertamente dramático para el “auditorio” e invita a ubicarnos en el contexto de la vida de los cristianos en el imperio romano, de opresión y empobrecimiento. Es allí donde Lucas invita a vivir el modelo de Jesús a los suyos. Pero sea en el ambiente social y político como en el seno de la comunidad (y sus conflictos) el esquema con el que se debe vivir es la llamada “regla de oro”: “traten a los hombres como quieren que ellos los traten”.

A continuación, presenta tres escenas hipotéticas (“si…” aman/hacen bien/prestan) y un modo de comparación: también “los pecadores” hacen eso (vv.32.33.34), entonces ¿qué mérito tienen? El criterio debe ser la gratuidad. Los “pecadores” (quizás los que no son miembros de la comunidad) también hacen lo mismo, pero los motivos son otros. La gratuidad es la de la relación padre/hijo.

v.36 es la conclusión de lo que viene diciendo hasta aquí y la preparación a lo que viene (un texto bisagra), y vv.37-38 algunas conclusiones de esto en la vida.
Veamos estas dos partes detalladamente:

Sean misericordiosos”: el término oiktirmôn es exclusivo de este párrafo en los evangelios (sólo se repite en Sgo 5,11). Como se ha visto, Mateo prefiere “sean perfectos” haciendo referencia a la “justicia mayor” que la de los escribas y fariseos. Lo interesante es que el esquema de la frase es semejante al texto de Lev 19,2: “sean santos como Yahvé es santo”, pero aquí y en Mateo modificado. En el AT se afirma con frecuencia que Dios es “misericordioso” (señalamos solamente los textos de la Biblia griega de LXX que utiliza oiktimôn: 2 Sam 24,14; 1 Cr 21,13; Sal 24,6; 39,12; 50,3; 68,17; 76,10; 78,8; 102,4; 118,77.156; 144,8.9; Is 63,15; Dan 9,18; Os 2,21; Zac 1,16; Sir 5,6; Bar 2,27; es interesante que el griego de Zac 12,10, allí donde el texto hebreo dice “espíritu de gracia y oración” prefiere “de gracia y misericordia”). Por lo tanto, vemos que el texto no contradice en nada la tradición bíblica. Frecuentemente oiktimôn traduce el hebreo raham que es ternura (preferentemente materna, de su seno), o también hnn que es gracia, piedad, aunque ambas palabras hebreas también se traducen con frecuencia por éleeô. En síntesis, de Dios también se predica su ternura y misericordia, no solamente su santidad. Sin embargo, en tiempos de Jesús, la santidad tenía una lectura más negativa: puesto que el santo es el separado (Dios se separó para sí un pueblo, dentro de ese pueblo se separó una tribu, dentro de la tribu un clan y dentro del clan una persona), la fe se va viviendo como un sistema de exclusiones donde cuanto más “separado” se es, más cercano a Dios se está. Así, son cada vez más los grupos que van siendo excluidos de la cercanía de Dios: los paganos, los impuros (por ejemplo, los leprosos), las mujeres, los niños, la “gente de la tierra”. Es conocida la tradicional acción de gracias rabínica: “te doy gracias, Señor, por haberme hecho judío y no pagano, libre y no esclavo, varón y no mujer” (que no pretendía tanto manifestar la exclusión de los otros sectores sino manifestar que estando con los beneficiados [judío, libre, varón] se podía estar más cerca de Dios). El sistema de “santidad” termina siendo un sistema de exclusiones; al poner el acento en la ternura, la misericordia, en cambio, el acento se pone en las inclusiones. El término éleeô/os lo encontramos más frecuentemente en Lucas: de entrada, se afirma que la misericordia de Dios alcanza a todos los que le temen (1,50), porque “Dios se acordó de la misericordia” (1,54). Recordando su alianza “hizo misericordia” (1,72) manifestando “entrañas de misericordia” (1,78), Lázaro le pide a Abraham misericordia por su sed (16,24) y los leprosos le piden a Jesús que tenga misericordia de su exclusión (17,13), cosa que también pide el ciego (18,38.39); esto debe ser imitado reconociendo como prójimo a todo caído y sufriente (10,37). También es cercano a este término lo “entrañable” (splagjnízomai; recordar 1,78; además 7,13; 10,33; 15,20). La misericordia es lo que mueve a Dios a actuar en la historia, y lo que mueve a Jesús hacia el que sufre, y es también lo que debe mover a sus seguidores. Es muy probable que Jesús haya cuestionado el sistema de exclusiones judías como lo demuestra su constante cercanía a los excluidos del régimen de la pureza, y seguramente en otra característica de Dios, la misericordia, ha encontrado un rostro divino más coherente con su abbá. Podemos afirmar, entonces, que la misericordia aparece como un predicado de Dios con el que Jesús enfrenta a cierto judaísmo de su tiempo. No es cosa de imitar a Dios alejándonos de los demás, sino aproximándonos a ellos.

A continuación, siguen dos ejemplos, dos negativos y dos positivos donde se muestra cómo Dios mira nuestras actitudes. A nuestras acciones -positivas o negativas- le siguen sendas acciones divinas expresadas en voz pasiva (“serán juzgados”, “serán absueltos”, que suponen a Dios como sujeto). La idea de “juzgar” supone especialmente “condenar”, guiarse sin misericordia con respecto a los demás. Absolver es liberar, dejar ir, o incluso perdonar. Dios parece guiarse con un criterio “mercantil” con quien no tiene misericordia con su hermano: usará el mismo criterio. En cambio, su generosidad será desbordante con quien se guíe con criterios de misericordia (ver también 8,18; 19,25-26). Y esto incluye nuestra actitud con respecto a los bienes terrenos, como queda claro en el cuarto de los ejemplos, el de dar y la medida. La disponibilidad a la misericordia, al perdón, a la generosidad (¿limosna?) deben marcar la vida cotidiana del seguidor de Jesús.

Una nota sobre el “como Dios”: El amor no es un producto más de mercancía, de compra-venta, sujeto a la oferta y la demanda, no es "doy para que me des". Al menos el amor que quiere ser como el de Dios, a quien estamos llamados a imitar. El amor es generoso, es entrega de sí, es vida y produce vida; el amor no se tiene en cuenta a sí mismo sino al ser amado (aún a costa de sí mismo; aún hasta dar la vida). El amor no es algo palpable y científicamente analizable; tampoco es algo que se puede reducir a un "sentimiento" que hoy está y mañana puede desaparecer... El amor es siembra de vida, entrega de comunión, es imitación del mismísimo Dios. Las actitudes del amor son: misericordia, perdón, generosidad, no condenar... son actitudes como las que tiene el mismo Dios y deben tener sus hijos. Dios derrama su amor sin esperar nada a cambio, eso es la misericordia, eso es la fidelidad de Dios a su mismo ser y su compromiso con los amados; a eso nos llama: a dar sin esperar respuesta, e incluso dispuestos a recibir a cambio desprecio, incomprensión y violencia.


Foto tomada de http://nuevotiempo.org/radio/la-misericordia-de-dios/