sábado, 31 de agosto de 2019

Por qué no voté ni votaré a Alberto Fernández


Por qué no voté ni votaré a Alberto Fernández


Eduardo de la Serna



Me dicen que “hay que” votar a Alberto porque es el único garante para que “se vayan” estos. Mirando los resultados de las PASO no cabe duda que es cierto; no hubo polarización como quería el gobierno que hubiera, pero sí bastante concentración entre dos candidatos. Tengo claro, ¡clarísimo!, que quiero que se vayan. Festejaré cuando se vayan. Pero me parece insuficiente votar a “A” para que se vaya “M”. En ese sentido no sería garantía de nada. Salvo que “M” no es “A”, pero no me basta.

Me dicen que “hay que” votar a Alberto porque “lo manda la «Jefa» …” Es evidente que Cristina decidió correrse a un segundo puesto (no borrarse, no desaparecer, no invisibilizarse, como propagandiza Macri) en aras a buscar la unidad. Y la unidad es más que una “orden de la jefa”, es un bien en sí mismo siempre y cuando el proyecto lo sea. Tenga yo la opinión que tenga de Cristina no me suelo guiar por “verticalismo” más allá de que entienda que hay criterios, tácticas y estrategias, conveniencias y tiempos políticos. Pero que “lo diga Cristina” me resulta valioso, me parece algo digno de tener en cuenta, pero no me resulta motivo suficiente.

Me dicen que “hay que” votar a Alberto porque fue “soldado de Néstor”, cosa que no discuto. Pero tengo claro que no estamos en los tiempos de Néstor, que él ya no está, y que en este ínterin “pasaron cosas”. Gente valiosa o amiga de ayer no necesariamente lo sea hoy… o mañana (estamos llenos en nuestros tiempos de personas que ayer estuvieron donde no están hoy y donde no estarán mañana sandwichitos mediante).

Y debo decir que no voté ni votaré a Alberto por ninguno de estos ni otros motivos semejantes. Voté y votaré a Alberto porque creo que hay, fundamentalmente, dos proyectos: el del individualismo del sálvese quien pueda, de la falsa meritocracia emprendedora, y el de la “comunidad organizada”. Creo que el macrismo aplicó eficazmente un modelo donde nadie hace nada por nadie, ¡ni siquiera el Estado! y creo que – con sus más y sus menos, con distintos instrumentos según los instrumentistas, creo que el peronismo pone en funcionamiento un estado de solidaridad, una comunidad. Me dirán que “fulano” o que “mengana” esto o aquello, y diré claramente: ¡me importa muy, pero muy poco! Si hay injusticia, corrupción, robo, espero que haya un poder judicial independiente que tome las riendas de la situación y “haga justicia” (es decir, algo en las antípodas de los actuales habitantes de Comodoro Pro a los que les deseo una pronta y eficaz jubilación), pero tengo claro que una cosa es uno, dos o mil corruptos y otra muy distinta es un sistema que es corrupto en su ADN, como es el neoliberalismo. Es porque quiero otro país, otro proyecto, que voto otra dirección. Es porque miro a lxs pobres y lxs niños, lxs jubilados y lxs desocupadxs, lxs enfermxs y lxs docentes, lxs que viven al borde de los arroyos o en las “cómodas calles” de Larreta, lxs que tienen frio o se mojan con la lluvia, los y las que se inundan porque Martiniano no sabe hacer ni una empanada de verdad. Mirando a todas y todos ellxs y mirándolxs como hermanxs es que voté y voto con esperanza. Por eso sí voto. Después sí, espero celebrar y cantar que se van y brindar por un mañana que incluya a todas y todos en la fiesta de la vida.


Foto tomada de www.eltucumano.com/noticia/actualidad/256220/nogales-intentaron-realizar-voto-cadena

martes, 27 de agosto de 2019

Comentario domingo 22C

El desafío de medir con la medida del reino

DOMINGO VIGESIMOSEGUNDO - "C"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Eclesiástico     3, 17-18. 20. 28-29

Resumen: Dos actitudes diferentes ante el conocimiento marcan dos conclusiones distintas. La humildad que nos pone en el encuentro con Dios, y la falta de conocimiento de las propias fuerzas, el orgullo que nos extravía y nos conduce al pecado.

Una serie de proverbios que aluden al padre y la madre (3,2-16) preceden una nueva unidad en la que la humildad (tapeinôs) y su opuesto, son protagonistas (3,17-29). En 3,30 comienza una nueva unidad centrada en la actitud frente a los pobres (3,30-4,10).

El que obra con humildad será amado (v.17), hallará gracia (v.18) y “glorificará a Dios” (v.20). Por el contrario, a los que no reconocen sus propias fuerzas, les espera el descarrío y el extravío (v.24). Teniendo en cuenta que las fuentes de la sabiduría son lo que nos es “encomendado” (v.22), la escucha atenta de las “parábolas” (v.29) se muestra un evidente contraste entre el corazón endurecido (kardía sklêrà) (v.26) y el corazón sabio (kardía sinetou) (v.29).

Es muy probable que el autor esté escribiendo en conflicto con los pensadores griegos, y a ellos se refiera al aludir a quienes tienen un corazón endurecido, son orgullosos, el pensamiento los excede. En ese caso se estaría refiriendo a ellos en contraste con la sabiduría de Israel. Como se ve, en estos casos el autor no está aludiendo a la humildad como actitud frente a la vida, sino en cuanto al conocimiento, de allí su contraste ante los que los sobre pasa. Esta humildad ya era frecuente en Sir (1,27; 4,8; 7,16-17; 10,26-28), Proverbios (11,2; 15,33; 18,12; 22,4) e incluso en la regla de Qumrán (1QS 2,23-25; 3,8-9; 4,3; 5,3.24-26). La diferencia viene dada por un lado por la humildad del ser humano ante Dios y por otra la actitud soberbia de no reconocer los límites.


Lectura de la carta a los Hebreos     12, 18-19. 22-24

Resumen: dos posibilidades se le presentan a los cristianos, seguir los caminos de la idolatría, o seguir el camino del encuentro, de la gracia, de la fiesta que es el camino de la fidelidad –santidad- a las cosas de Dios. Este encuentro festivo nos hace desde ya participar desde el bautismo –aunque podríamos rechazarlo- de las cosas de Dios.


La carta a los Hebreos está concluyendo, y el autor quiere exhortar a una vida coherente con todo lo que ha señalado en la carta, muchos de los temas que aquí retomará brevemente a modo conclusivo. Destaca aquí la urgencia de una vida “santa” y en paz (12,14), y presentará en 12,14-29 la santidad y en 13,1-19 la vida en paz con el prójimo.

Señalando la santidad, destacará que la infidelidad es una posibilidad; tal es el caso de Esaú (v.16). En este caso, destaca que hay 3 elementos fundamentales que se deben evitar: verse privados de la gracia, evitar toda “raíz amarga” y que no haya “fornicarios”. Particularmente estos dos últimos casos, aluden claramente a la idolatría (la “raíz amarga” es cita de Dt 29,17 donde habla de la idolatría; y la “fornicación” es habitual metáfora de la idolatría, cf. Jer 2,20; Os 1,2; Ez 16,15-19). El amor a los propios intereses, a lo material (como la venta de la bendición de la primogenitura de Esaú) puede hacer olvidar a Dios mismo. Por eso contrasta dos actitudes en “el monte” (vv. 18-24). Por un lado la experiencia trágica en el monte Sinaí (vv. 19-20, omitida en la liturgia; con alusiones a Dt 4,11-12; 5,22-27; Ex 19,16-19; 20,18 destacando la dimensión terrorífica del acontecimiento cosa que logra sin mencionar a Dios en toda la unidad); y –por otro lado- la experiencia salvífica en el monte Sión (vv.22-24) donde alude a la “Jerusalén del cielo” (cf. 11,10.16). Ciertamente el contraste viene dado en el Sinaí, como “emblema” de Israel, y la “Jerusalén celestial” como imagen de la Iglesia; es la ciudad esperada por los patriarcas (11,10), la ciudad de descanso del pueblo definitivo (10,16.19). El clima del Sinaí es de angustia, negativo (e impersonal, ni el pueblo ni Dios aparecen), no hay relaciones humanas, no hubo alianza, de aquí que no hay nada que lamentar en que esa etapa haya sido superada. En la otra experiencia, en cambio, todo es encuentro, hay personas, hay Dios, hay fiesta. Dios no es el terrible, sino el cercano, hay reunión pacífica y fraterna (y sororal, acotemos). El clima de fiesta (v.22; cf. Dt 7,10) es de alabanza, asamblea, adoración, de “nueva alianza”. Alianza de una sangre que habla mejor que la del justo Abel (cuya sangre es un clamor que Dios escucha, Gen 4,10).

Teniendo en cuenta las maravillas del AT el autor las toma para destacar la superioridad excelente de las cosas nuevas; una liturgia donde miles de ángeles participan (v.22), un reino indestructible (v.28). Mientras al monte Sinaí no podían acercarse y tocarlo (v.20) al monte Sión se acercan, como el Hijo de hombre se acercó al trono del Altísimo a recibir el reino universal y eterno (Dn 7,14.18). Se participa ya de lo que se anuncia como futuro (10,25) y ocurrirá cuando Cristo venga (9,28).El bautismo nos hace participar desde “ya” de lo que “todavía” esperamos. La vida en la “asamblea” (ekklesía) de los “primogénitos” (lo contrario de Esaú, que “vendió su primogenitura”) compromete desde “ya” a una vida concreta –aquí y ahora, encarnada, en el “mundo”- a los bautizados (10,24-25), a ser hospitalarios (13,1; algo fundamental en el cristianismo de la segunda generación en adelante).

Ahora bien, si los que escucharon y no siguieron la voz del Sinaí, perecieron, ¡Cuánto más! Ocurrirá a los que rechacen hoy la voz del cielo (ya hemos visto este procedimiento típico judío llamado kal wahomer) (v.25), algo que –siguiendo al profeta Ageo 2,7 ocurrirá en los días finales (vv.26-27 citando una parte solamente de Ageo en su versión griega para destacar el temblor, cf. Jue 5,4; Sal 68,8). Pero esta parte ya se encuentra omitida por la liturgia.



+ Evangelio según san Lucas     14, 1. 7-14


Resumen: Dos escenas en torno a una mesa se suscitan a partir de la comida a la que Jesús es invitado. En ambas Jesús propone el desafío contracultural del reino en la que los valores tradicionales son subvertidos, sea el valor del reconocimiento público del propio honor, o la retribución que se espera luego de que se ha dado un banquete. La mirada desde los últimos vuelve a ser propia de Jesús y su lógica.

En una nueva de las frecuentes comidas de Jesús, propias de Lucas, se desencadenan una serie de acontecimientos y debates. La liturgia, luego de presentar el marco narrativo (la comida en casa de uno de los jefes de los fariseos) omite el primer debate sobre el sábado y empieza una serie de temas sobre las comidas.

En primer lugar una intervención al notar que los invitados eligen los primeros lugares (v.7) que finaliza con un frecuente dicho errante (v.11; cf. 18,14; Mt 23,12; cf. Sgo 4,6.10; 1 Pe 5,6). Luego se señala un nuevo dicho (v.12), esta vez dirigido a quien lo había invitado finalizado con una “bienaventuranza” (v.14). Ante una nueva intervención de un comensal (v.15) Jesús pronuncia una parábola (vv.16-24) que finaliza con un dicho del personaje principal, mientras que en v.25 comienza una nueva escena nuevamente con Jesús “caminando”. La liturgia nos presenta los dos primeros momentos, y omite la parábola ilustrativa de toda esta escena.

Las diferentes actitudes de Jesús en las comidas –particularmente la importancia que Lucas les da- muestran elementos que deben destacarse de modo importante. Tenemos comidas con “publicanos y pecadores”, en las que lo habitual es la “murmuración” de los testigos, y comidas en casas de fariseos que parecen seguir en cierto modo el esquema del género literario de los simposios (Plutarco). Esto es una comida a la que un personaje importante es invitado y –a partir de algo fuera de lo común que este hace- se desencadena un debate entre los asistentes. En este caso, lo que Jesús –el invitado- hace, es curar en sábado. Pero luego de este pequeño diálogo sobre el sábado, encontramos las escenas mencionadas.

Es bueno destacar que en el mundo antiguo habitualmente no se come sino con quien es “como uno”. El esquema visible del “honor” hacía imposible que uno compartiera la mesa con alguien con menor honor ya que eso manifiesta pública y visiblemente que uno se reconoce públicamente como des-honroso. Jesús es invitado porque para los fariseos se trata de alguien de un honor semejante (y por eso escandaliza cuando come con personas de menor honor, como es el caso de los publicanos). Sin embargo, hay algunas ocasiones en las que un banquete incluye gente de los más diversos grados de honor. Es el caso –por ejemplo- de un homenaje a un benefactor, en el que todo el pueblo participa. Sin embargo, los lugares en la mesa son indicio visible y evidente de las diferencias de honor de esos mismos participantes. Junto al agasajado se sientan los principales, y a medida que se van alejando, el honor es menor, terminando con clientes y esclavos. Un indicio de esto es que en la mesa no comen todos lo mismo, y mientras junto al homenajeado se sirven los mejores manjares, en la otra punta la comida es vulgar. Elegir los primeros lugares es –precisamente- una manifestación pública y visible del honor con que una persona se auto-comprende. En este sentido, ir a ubicarse al último lugar es a su vez una manifestación también visible del lugar que uno mismo se asigna. Es estigmatizante, y a su vez es una manifestación pública del honor que uno se asigna ante los demás.

Jesús es invitado a casa de un “jefe” (arjontes) de los fariseos. Los “jefes” suelen ser adversarios de Jesús (23,13.35; 24,20; Hch 3,17; 4,5.8.26; 13,27) pero en este caso parece referir simplemente a un líder del grupo. Pero ya sabemos que estos quieren ponerle una trampa a Jesús en lo que diga (11,53-54) y que se “las dan de justos delante de los hombres” (16,15), por tanto que esta invitación a comer sea un sábado deja abonado el terreno del conflicto. Por tanto, no es razonable leer lo que sigue a continuación como meros dichos neutros, como “notas de mesa”.

En este caso Jesús presenta una parábola (aunque no lo sea precisamente), y se trata de una boda. Precisamente una fiesta a la que el pueblo entero está invitado. Es una característica parábola de actitudes contrapuestas (“no te pongas en el primer lugar” / “ve a sentarte en el último puesto”) que parece inspirarse en textos sapienciales (Pr 25,6-7; Sir 3,17-20), a lo que se añade la valorización cultural del “honor”. Ver que “buscan el primer lugar” (prôtoklisias) es algo que Mt 23,6 había señalado y Lucas en su paralelo de 11,43 había omitido, quizás para reservarlo a este momento. El honor (v.10) y la vergüenza (v.9) muestran esta diferencia contrapuesta. Sin embargo, la escena que parecería una estrategia precisamente para visibilizar el honor ante todo el mundo, finaliza con un dicho de Jesús que invita a otra lectura.

Pues todo el que se ensalce, será humillado y el que se humille, será ensalzado” (v.11). Evidentemente encontramos aquí también una escena contrastante como la de la parábola; sin embargo, lo que llama la atención en este caso es la doble voz pasiva (será humillado / será ensalzado). Como es frecuente en la Biblia –especialmente en el período post-exílico, la voz pasiva es un modo frecuente de aludir a Dios sin nombrarlo (obviamente es algo que se da cuando no es visible quién es el hacedor del verbo). En este caso lo que se afirma es que Dios ensalzará y Dios humillará. Y esto nos cambia el enfoque de la escena. No se trata de ser exaltado / humillado por el que nos ha invitado a la cena, sino por Dios mismo. Esto indica que para Jesús Dios ve nuestra realidad con otros ojos distintos a aquellos con los que la sociedad ve a las personas. Los que son tenidos por valiosos (honor significa “valor” para el mundo antiguo; lo que una persona vale para la sociedad) no necesariamente son valorados por Dios. Mientras la sociedad contemporánea veía a determinadas personas (por su oficio, por su familia, por su trayectoria, por ejemplo) con un honor que los ponía por encima o por debajo de los demás, Jesús nos dice que Dios no lo ve así; la voz pasiva nos indica que Dios lo ve precisamente a la inversa. La sociedad de su tiempo valoraba que una persona se mostrara ante todos como importante, mientras que rechazaba a los que se mostraban humildes; es interesante notar que la “humildad” era habitualmente tenida por defecto, no como virtud por los moralistas griegos;; como algo propio de los esclavos, por ejemplo. El término es propiamente cristiano (recordar que el término, en la primera lectura no se refiere a la humildad como virtud sino en referencia a lo intelectual, al aprendizaje). La inversión de los valores en la dinámica del reino es algo habitual en Lucas: 1,48.52; 3,5; 10,15; 14,11; 18,14; Hch 2,33; 5,31.

En un segundo momento se dirige al que lo había invitado, el jefe de los fariseos. La sociedad antigua era sumamente exteriorizada: el homenaje a un benefactor debe ser bien visible por todos: un banquete fastuoso, una estatua o un templo dedicado a una divinidad en su honor; todo debía hacerse a la vista de todos. Pero precisamente por eso, también a la vista de todos debía manifestarse la gratitud por los beneficios recibidos. Si uno era convidado a un banquete importante, debía dar otro banquete a su vez, y éste debía ser más suntuoso, con más invitados, para manifestar la gratitud con aquel que nos ha convocado. No ser suficientemente agradecido era sumamente grave. Jesús, entonces, propone una nueva actitud, nuevamente contracultural. “Cuando des… no invites” (el mismo esquema que en v.8). Lucas varía indistintamente las palabras [cena (v.12), boda (v.8), comida (v.12), recepción (v.13)], y aquí se refiere a una “recepción” (doxê), como la que Leví ofreció a Jesús (5,29). Los cuatro invitados habituales contrastan ahora con cuatro inesperados: pobres, lisiados, cojos, ciegos (los mismos cuatro –por otra parte- que se repetirán en la parábola que viene a continuación (v.21; cf. 7,22 sin “lisiados”); son grupos excluidos del sacerdocio (Lev 21,17-21, e incluso de la guerra santa para los miembros de Qumrán (1 QM 7,4) y del banquete escatológico:

Que ningún hombre contaminado por alguna de las impurezas de hombre entre en la asamblea de éstos; y todo aquel que está contaminado por ellas que no sea establecido en su función en medio de la congregación. Y todo el que está contaminado en su carne, paralizado en sus pies o en sus manos, cojo, ciego, sordo, mudo, o contaminado en si carne con una mancha visible a los ojos, o el anciano tambaleante que no puede mantenerse firme en medio de la asamblea, éstos no entrarán a ocupar su puesto en medio de la congregación de los hombres famosos, porque los ángeles de santidad están en medio de la congregación” (1 QSa 2,5-6)

La referencia en primer lugar a los pobres parece ser inclusiva, y puede leerse: “invita a los pobres, como por ejemplo, a los lisiados, cojos, ciegos...). El contraste –evidentemente- está dado entre los que pueden y los que no pueden “invitar a su vez”, es el modo de ser “compasivos, como es compasivo el Padre” (6,36), como en la escena anterior, Jesús invita a medir con “la medida del reino”..

Pero esto destaca a su vez otros elementos: por un lado, una renuncia no sólo a lo visible y exterior, sino también un reconocimiento de una igualdad explícita que viene dada por la comunión de mesa. Pero esto incluye una renuncia al honor al que se tiene derecho y en el que se manifiesta –siempre visiblemente- la valía que la sociedad reconoce a determinada persona o colectivo. Invitar a los que no tienen honor no es –solamente- un gesto de “caridad”, es una estigmatización social, un aceptar ser –ante todos- de bajo honor en la mesa compartida. Por otro lado, la gratuidad, que es algo propio de la lógica del reino. Éste no se guía con el “do ut des” (te doy y me das) propio de cierta religiosidad, y la lógica mercantil, sino del simple dar, como donación de sí.

Una nueva “voz pasiva” que refiere a Dios concluye la unidad: “(Dios) te recompensará en la resurrección de los justos”. El “banquete” es expresión escatológica (cf. 13,29) y alude, por lo tanto, a la resurrección, la cual –por otra parte- era particularmente creída por los fariseos (cf. Hch 23,6)..





Foto tomada de http://petryknorberto.blogspot.com.ar/2011/01/la-gastronomia-en-la-roma-antigua-y.html

domingo, 25 de agosto de 2019

Carta abierta al (todavía) presidente Mauricio Macri


Carta abierta al (todavía) presidente Mauricio Macri




Señor presidente:

Debo confesar que por varios motivos me cuesta bastante escribir esta carta.

Primero: porque es justo y cristiano hacerla con respeto, aunque usted nos lo falte a cada instante. Pero, como dice el dicho (creo que sufí) “son nuestros enemigos, no nuestros maestros”. Y realmente me cuesta mucho manifestarlo. Espero lograrlo.

Segundo: porque dudo que usted entienda. Sinceramente, me parece muy preocupante verlo cada vez más alejado de la realidad. No sólo de la realidad que vive y padecen los pobres, sino del tiempo y espacio. Y no me refiero a que un 25 de mayo sea para usted “el día de la bandera” o que un martes sea lunes, sino a que un viernes diga una cosa, el domingo otra, el lunes otra y el martes la contraria. No es su sueño el problema, sino los que les han robado a los argentinos. A lo mejor vivir casado con el márquetin tiene estas consecuencias.

Tercero: dudo que sepa usted leer (me refiero a los miles de tropiezos que ha manifestado cada vez que tiene el difícil y engorroso trabajo de pelear con una hoja y media. Nunca, que yo lo recuerde, lo logró airosamente). Y, por tanto, no tiene sentido escribir una carta que no será leída, ¿no le parece? Pero me parece sensato decirlo, a lo mejor… quién sabe…

Simplemente me quiero referir a que usted dijo, según informaba el kirchnerista diario Clarín el 28/9/2016 que "Estamos pensando en cómo generar trabajo para más argentinos. Este es el punto de partida sobre el cual quiero y acepto ser evaluado como presidente y como Gobierno". La pobreza es – según usted dijo – el criterio de evaluación. Permítame, entonces, que le señale que usted ha fracasado estruendosamente. Su gobierno es un fiasco. Puede juntar unos miles de caceroleros de teflón saludándolo (¿despidiéndolo?), convocados por un actor que no fue a la marcha, sino que la siguió por TV (“haz lo que yo digo, no lo que yo hago”), pero la pobreza crece, la desocupación también. Y el descrédito de su gobierno (el suyo propio) ¡también!

Se me ocurren decenas de cosas para decirle, pero, como dije, no servirán o no serían cristianas decir, sólo quisiera señalar una. Una sola. ¡Sea buen perdedor! Y déjenos que lo recordemos al menos por una buena: se fue con la serenidad de los buenos perdedores. Un nene caprichoso rompe todo antes de irse; un mal perdedor da un portazo, un oligarquita tira del mantel para que todo caiga: “si no es mío, no es de nadie”. Usted puede hacerlo (es más, sospecho que ya lo está haciendo), o – por el contrario – puede decir “no supe”, “no pude” (o “no quise”, aunque no necesitamos tanta sinceridad, de la que lo creo incapaz), “pero no quiero que los pobres sufran más todavía”, así que haga la plancha (que de ese modo puede llegar al otro lado del río, es decir “a Punta del Este”, allí Mirtha y Susana lo esperan), no haga nada (algo que sería más propio de su historia) y deje que todo transcurra con normalidad hasta entregar el poder el 10 de diciembre. Será recordado como el peor presidente de la historia democrática argentina, pero como la historia no es lo suyo no se preocupará; volverán los personajes importantes a los billetes y usted no estará, pero usted prefiere los animalitos; en los barrios se contarán chistes y anécdotas sobre usted, incluso grotescas, pero como no los pisa no las escuchará y seguirá allá, en Úbeda. 

Mire, le estoy dando un consejo, y es gratis, no quiero nada a cambio (claro que esto le costará comprenderlo; no está en el ADN neoliberal la gratuidad y no querer nada a cambio… pero sí en el del Evangelio), sea buen perdedor y le aseguro que – al menos en eso – será recordado positivamente. Si no lo hiciere, además de Dios y la Patria, millones de pobres se lo demandarán… millones (unos 5.000.000 más que cuando usted asumió) y por lo que les y nos pidió evaluarlo. Eso hicieron. Eso hicimos. Y por eso mismo también será evaluado el gobierno que asuma en diciembre, claro que este sí tendrá, de verdad, una “pesada herencia”.


Foto tomada de https://www.eldiariodelarepublica.com/nota/2018-9-9-8-16-0-un-estrepitoso-fracaso-del-gobierno-nacional

martes, 20 de agosto de 2019

Comentario evangelio 21C

Jesús nos invita a un banquete si somos hacedores de justicia


Domingo 21º durante el año – “C”


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Isaías     66, 18-21


Resumen: a pesar de haber sido con frecuencia interpretado como un texto misionero, Isaías parece estar hablando del compromiso de Dios con el rescate de Israel. Rescatará a los que han escapado a las naciones y los hará volver a Jerusalén (los mismos opresores los llevarán cómodamente) donde serán parte de los hijos de Israel, y darán culto enfrentando al poder sacerdotal centralizado.


La liturgia nos propone hoy la última unidad de todo el libro de Isaías. Una unidad (66,18-24) con dos partes entrelazadas, una en prosa (vv.18-21) y otra en verso (vv.22-24) que presenta innumerables problemas para su traducción e interpretación.

Por ejemplo: las naciones (= pueblos o territorios  paganos) que se reunirán: ¿serán un castigo divino a Israel (es decir, lo dominarán [oráculo de castigo]; cf. Sof 3,8; Jer 1,15; Am 3,9)? ¿Serán castigadas por Israel (que se salvará [oráculo de salvación]; cf. Ez 38-39; Jl 4,1-3.8-14; Zac 12,2-9; 14,2-3.12-14)? ¿Debe entenderse de modo “misionero” (= se convertirán)? ¿Se refiere a los judíos que habitan en medio de los pueblos (la diáspora)?  Algunos términos invitan a esta última lectura: el término “reunir” (cf. Is 56,8; Sal 106,47), la “gloria” (Ex 7,5 y 14,4.8; Ezequiel), los “hermanos”. 

No se dice en qué consiste la “señal” que Yahvé pondrá, pero parece ser la bandera con la que reunirá la diáspora (11,10-12; 49,22). Los “escapados a las naciones” parece referir a judíos en la diáspora. La idea parece ser que Yahvé “manda llamar” (no literalmente “envía”; envía por alguien) ya que no “envía” sino que llama hacia Jerusalén a aquellos que se habían “escapado” (cf. Is 45,20a). En ese caso, se trata del “rescate” de Israel entre las naciones (algo habitual en todo el libro de Isaías: 2,2-4; 11,10-16; 25,6-10a; 43,5b; 45,20; 49,12.22; 60,4).

A modo de paréntesis, el texto menciona algunas de las naciones donde habían escapado para refugiarse algunos judíos (cf. Ez 27,10.12.13; Is 41,1.5; 42,4; 51,5). Se trata de diferentes regiones del Mediterráneo (parece abarcar desde España a Turquía, de Grecia a África) con lo que se quiere mostrar la capacidad de “reunir” que tiene Yahvé a su pueblo que había “escapado” a pueblos e islas remotas que “no oyeron noticias de mí, ni vieron mi gloria”. Israel –incluso los de la diáspora- tiene “memoria”. 

Los pueblos que antes los oprimían ahora –cambiando su situación, como 43,5; 60,10.14; 61,5- serán los que transporten a los judíos hacia Jerusalén. El que habla (Yahvé) se dirige a unos personajes concretos (los judíos de Jerusalén) comunicándoles que los escapados (los hermanos de ustedes) se reunirán, y serán transportados por los mismos que los oprimían. Y serán trasladados por diferentes y cómodos medios de transporte. Curiosamente, especialmente por tratarse de lugares mediterráneos, que los medios de transporte no sean marítimos (ver 60,9), lo que quizás sea indicio de que el paréntesis de regiones sea de diferente origen en el relato. 

Estos judíos de la diáspora, como una peregrinación, serán ellos mismos quienes se presenten como “ofrenda” (no que los no-judíos, transportadores, sean los que presenten la ofrenda). 

Es posible que en 20b comience a hablar el profeta (v.20a finaliza con “dice Yahvé”, lo cual puede ser indicio de fin del oráculo). En este caso, con elementos comunes con la primera parte del versículo (“traer”, “ofrenda”) destaca ahora no sólo que se dirigirán a Jerusalén, sino también que tendrán una responsabilidad cultual de presentar las ofrendas.

Una nota sobre los levitas: los descendientes de Levi ocupan un rol sacerdotal desde los orígenes de Israel. Parece que eran –todo a lo largo del territorio- los responsables de los diversos santuarios. Sin embargo, el rey Josías unificó todo el culto centralizándolo en el templo de Jerusalén con lo cual los levitas quedaron como “desocupados” (por culpa de Dios). Desde entonces, los levitas son incorporados al viejo trío “el pobre [o el migrante], el huérfano y la viuda” (Dt 24,17.19.20.21; 26,12; 27,19; Jb 24,3; Sal 146,9; Is 1,17.23; Jer 7,6; 22,3; Ez 22,7; Sir 35,14) como un cuarteto del que todo judío se debe preocupar (Dt 14,29; 26,12.13). Sin embargo, si algunos fueron incorporados en el servicio del Templo (en general como “sacerdotes de segunda categoría”; cf. Dt 18,1-8) luego fueron despreciados, como  descarriados (Ez 44,10). En el texto de Is 66 este rechazo es criticado y se convierte en un texto de resistencia ante el poder de los sacerdotes del Templo de Jerusalén.

Es posible, entonces, que entre los escapados a las naciones también haya levitas que ahora son incorporados al servicio del Templo como era el viejo deseo de Deuteronomio, luego conculcado.  Pensar que el autor está diciendo que entre los extranjeros habrá levitas (de la tribu de Leví, hijo de Israel / Jacob) resultaría extraño e imposible. La referencia a que los “hijos de Israel” traen ofrenda en “vasijas puras” en la “Casa de Yahvé” parece estar confrontando con los que rechazan a los levitas. Si la presentan es que sigue siendo “pura” (y por tanto no la vuelven impura los despreciados levitas). 

La buena noticia de que los viejos escapados podrán volver a Jerusalén y serán plenamente reintegrados al pueblo y al culto marca y resalta la conclusión de todo el libro de Isaías.


Lectura de la carta a los Hebreos     12, 5-7. 11-13

Resumen: siguiendo el ejemplo deportivo de la semana pasada, ahora destaca que –como buen Padre- Dios nos entrena con esfuerzo y sufrimiento para alcanzar los frutos de justicia y de paz en la vida común. El sufrimiento que la comunidad padece en medio de su ambiente es visto como entrenamiento de Dios que pedagógicamente nos prepara para seguir las huellas de su hijo.


El texto litúrgico es continuación del de la semana pasada. Finaliza en v.13 por la inclusión de la idea de la carrera que comenzaba en v.1. Pero si en vv.1.3 el tema central era la fe, de v.5 en adelante, el tema son las pruebas y sufrimiento que padecen los cristianos, entendidos como pedagogía de Dios; como se dijo la semana pasada, no entiende el sufrimiento como castigo por un pecado (ver 2 Mac 5,17; 7,38; 10,4). Los cristianos –como hijos- sufren pedagógicamente para su corrección (vv.7-8). Todo comenzaba con una lectura ilustrativa de Proverbios 3,11-12, y concluye con una cita de Isaías completada con una nueva referencia a Proverbios (que –además- prepara la siguiente unidad, conclusiva). 

Cristo mismo por el sufrimiento “aprendió” lo que significa obedecer (Heb 5,8), esta dimensión pedagógica tiene que ver con la filiación (tanto en 5,8 como12,7 la referencia es al padre que corrige “y azota” a sus hijos). 

Los vv.8-10 (omitidos en la liturgia) aluden a la no corrección de los hijos “bastardos” que no tiene interés en disciplinar. Si los padres disciplinan a los hijos, cuánto más deberíamos dejarnos disciplinar por Dios (vv.9-10). 

Esta disciplina es parte del entrenamiento (gegymnasmenois) que permite alcanzar frutos de paz y de justicia. Esto parece referir a las relaciones pacíficas en el seno de la comunidad y a la relación armoniosa con Dios, los hermanos y los bienes compartidos con los pobres (Am 6,12; Pr 11,30). La paz y la justicia –además- tienen connotaciones mesiánicas (cf. Is9,6-7; 32,17; Sal 72,7; 85,10;  ver Rom 14,17; Sgo 3,18; 2 Pe 3,13): Jesús, Hijo de Dios, es rey de justicia y rey de paz (7,2), y así deben vivir los hijos de Dios entrenados por su Padre en medio de un mundo que les es hostil. Esos son los frutos, el testimonio que da la comunidad mesiánica.

Esta serie de citas bíblicas y el modo en que las mismas son usadas y entrelazadas nos permiten ver el sentido que el autor de Hebreos da a las mismas

            Antiguo Testamento
            Hebreos 12
No desdeñes, hijo mío, la instrucción de Yahveh, no te dé fastidio su reprensión, porque Yahveh reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido. (Pr 3,11-12)
… como a hijos se les dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él. Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge.
Fortalezcan las manos débiles, afiancen las rodillas vacilantes. (Is 35,3)
Por tanto, levanten las manos caídas y las rodillas entumecidas
Tantea bien el sendero de tus pies y sean firmes todos tus caminos. (Pr 4,26)
y enderecen para sus pies los caminos tortuosos, para que el cojo no se descoyunte, sino que más bien se cure.

El texto de Isaías le permite tomar la imagen atlética del v.1. Isaías lo decía a los judíos que debían tener fortaleza que Dios les daba para dirigirse a Jerusalén; ahora los cristianos deben poner los ojos en Jesús, sentado a la derecha de Dios (v.2). Así, entrenados por Dios, se pondrán “en estado” para ganar la carrera de la fe, que Jesús ya logró consumándola.




+ Evangelio según san Lucas     13, 22-30

Resumen: dos momentos –relacionados entre sí con una puerta (estrecha primero, cerrada después)- ponen a los seguidores de Jesús ante el compromiso por la justicia. Todos –judíos y no judíos- están comprometidos con el reino del que están invitados a participar, como un banquete, en la medida en que no solamente escuchen la palabra de Jesús sino que también la pongan en práctica.



Con una de sus frecuentes referencias al largo viaje hacia Jerusalén, que le es propia (9,51; 10,38), Lucas comienza una nueva unidad; el profeta sigue el camino hacia su éxodo. En v.31 hay unos nuevos personajes –los fariseos- que dan comienzo a la siguiente perícopa, con lo que el texto está conformado por los vv. 22-30. El v.30 –por otra parte- es un clásico texto de refrán conclusivo (Mt 19,30; 20,16; Mc 10,31).

El texto que conforma –como decimos- una unidad en Lucas, tiene paralelos en diferentes partes de Mateo. La conformación un tanto desarticulada de Lucas invita a pensar que Mateo ha respetado mejor a su fuente en esta parte; Lucas la ha elaborado e incluso añadido algunos dichos de su fuente propia.

En medio de la multitud se escucha la voz de alguien; esto ha sido común en esta unidad para destacar la palabra profética de Jesús (9,57; 10,25; 11,15.27.45; 12,13.41; 13,1).

Sin embargo, el tema que se le pregunta no es ajeno a lo anterior, y la pregunta que “uno” le formula, dice relación a lo que venía destacando acerca de la vigilancia, la venida del reino… sin embargo, la pregunta es genérica (y probablemente también sea una pregunta “de escuela”):


La literatura apocalíptica, más negativa y pesimista afirmaba:

Entonces me respondió y dijo: «El Altísimo hizo este mundo para muchos; el mundo futuro, en cambio, para pocos. Diré ante ti, Esdras, una comparación. De la misma forma que si interrogas a la tierra, ella te dirá que da mucha más tierra para que se haga la arcilla pero poco polvo del cual se extrae el oro; así es el curso del mundo presente. Son muchos los que fueron creados, pero pocos los que serán salvados»”. (4 Esd 8:1-3)

En cambio el rabinismo decía que “todo Israel participará del mundo futuro” (Tosefta Sanhedrin 10,1).

Pero Jesús–como había ocurrido con aquel que le preguntó “¿y quién es mi prójimo?” (10,29)- se niega a un planteo hipotético y elige implicar al que pregunta en un compromiso personal. 

El verbo “luchar” (agônizomai) sugiere conflicto entre los muchos y los pocos. Lucas ha modificado la “entrada” de Q (cf. Mt 7,13-14); quizás esté aludiendo a la pequeña puerta que se cierra al llegar la noche en el pequeño pueblo, con lo que sería una alusión alegórica a la  noche en sentido del “crepúsculo de los tiempos”, la toma de decisión es inminente.

En v.25, la puerta que estaba abierta, se cierra (el paralelo de Mt 25,10-12 resulta más probablemente histórico en boca de Jesús). El verbo “levantarse” (egerthê) puede entenderse de dos maneras: “ponerse de pie” (5,23.24; 6,8; 11,8), o “resucitar” (7,14.22; 9,7; 20,37; 24,6.34). si bien el marco nos invita a entenderlo en el primer sentido, el contexto escatológico quizás permita también la segunda posibilidad de lectura. 

Lucas añade al dicho de los que quedaron fuera “hemos comido y bebido”. Este tema es muy frecuente en Lucas y merece una breve nota. Jesús viene a “comer y beber con pecadores” (7,34), y es criticado frecuentemente por ello por quienes se tienen por justos (15,2; 19,7). Pero esas comidas no han de entenderse en el sentido de que “todo es igual”. Son llamados a la “conversión” (5,32); a esos mismos pecadores, se les da una y otra vez la oportunidad de un cambio de mentalidad; no es innecesario tener presente que en contexto de comida con pecadores, Jesús repite la idea de la conversión (5,32; 15,7.10). Es a esa lucha a la que se invita a todos (también a quienes se creen justos). El Evangelio de hoy presenta –precisamente- esta última oportunidad, el momento en que la puerta del banquete se cierre. Lo mismo ha de decirse con la enseñanza de Jesús (a la que alude el primer versículo del relato de hoy, v.22). Jesús quiere enseñar a todos en su largo camino, pero eso no implica que todos hayan recibido ese mensaje (8,5-8.11-15).

Algunos rabinos usaban la fórmula “no te conozco” como fórmula de excomunión. El contexto escatológico da otro sentido diferente a 11,9-10 al golpe de la puerta, aquí ya “no se le abrirá”. 

El texto con el que continúa la frase del dueño de casa está tomada del Salmo 6. Es interesante notar ciertos matices:

Sal 6,9 (hebreo)
Sal 6,9 (griego)
Mateo 7,23
Lucas 13,27
Aléjense de mi todos los que hacen el mal
¡Retírense (apóstête) de mí, todos los hacedores (ergazómenoi) de iniquidad (anomían)
apártense (apojôreô) de mí, los hacedores (ergazómenoi) de iniquidad! (anomían)
¡Retírense (apóstête) de mí, todos los que hacen (ergátai) injusticia! (adikías)

Como se ve, Mateo es más parecido al texto griego en la segunda parte (hacedores e iniquidad) y Lucas en la primera (retírense, todos). Lo que cuenta es la realización de la justicia de la que se han alejado los que quedan fuera del banquete; para lograr esto es que les había indicado que “luchen”.

El conjunto “llanto y rechinar de dientes” se encuentra al comienzo de la oración, con lo que la resalta. La frase es común en Mateo (8,12; 13,42.50; 22,13; 24,51; 25,30; en Mc 9,18 una idea semejante alude a un endemoniado) pero sólo se encuentra aquí en Lucas, lo cual es indicio de que la ha recibido de Q. a la mesa con los patriarcas, Lucas (cf. 6,25) añade a los profetas, lo que es un tema importante en su obra y ya no alude solamente a los “comienzos” sino a la “historia” de la salvación. La peregrinación a Jerusalén es tema habitual en los profetas (Is 11,11-16; 60,1-22; cf. 49,12; Mi 4,1) y es algo que empieza a cumplirse en pentecostés (Hch 2,5-13). Para reforzar su universalismo, Lucas añade “del norte y el sur”.

Y empezará el “banquete del reino”. El verbo anaklinô se usa de acostarse (Lc 2,7), y puede indicar “reclinarse”, lo que es propio de los banquetes (12,37; Mt 8,11; 14,19). Se trata del banquete del reino que había sido frecuentemente anunciado (cf. Is 25,6-8). El alimento a la multitud lo anticipa (9,12-17), lo ilustra en parábolas (14,15-24) y vive sacramentalmente (22,14-30), continúa en las comidas con el resucitado (24,28-35.36-43; Hch 10,41). 

Con clara connotación sectaria y escatológica, la comunidad de Qumrán espera algo semejante (aunque para pocos, ciertamente):

“Ésta es la asamblea de los hombres famosos, los convocados a la reunión del consejo de la comunidad, cuando engendre Dios al mesías en ellos… entrará el mesías de Israel y se sentarán ante él los jefes… el sacerdote bendecirá la primicia del pan y el vino… y después el mesías extenderá su mano hacia el pan…” (Regla de la Comunidad, 1QSa 2,11-21).

Literalmente dice: “miren, hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos”. El dicho –como se ha señalado- es un dicho “errante” y lo encontramos en varias partes de los sinópticos. En este caso alude a la no participación en el banquete de aquellos que se suponía eran “parte”, y no alude –en este caso- a la participación de los paganos y la exclusión de los judíos, sino a la participación y/o exclusión de unos y otros, de “todos”.



Dibujo tomado de www.artelista.com

jueves, 15 de agosto de 2019

El gobierno y el dolor


El gobierno y el dolor


Eduardo de la Serna



Golpeado, todavía, por el voto popular, el gobierno se reunió hoy en un acto de campaña. Al fin y al cabo, es lo único que saben hacer, “campaña permanente”. ¿Gobernar? Esa te la debo.

Y en la reunión, donde quedaron claras las medidas tomadas sólo hasta las elecciones, “para mejorar el humor social” (es decir ¡campaña! y ¡más campaña!) Macri dijo “el dolor nos está haciendo crecer”.

Y quisiera entender… ¿El dolor de quién? ¿El dolor de no haber sido votado? Es decir, el dolor de “la gente” (¿te acordás cuando hablaban de “la gente”?) no te importa nada. El dolor de los jubilados (a los que en esta medida no les sumaste nada), el dolor de los docentes (es que son malos, no nos quieren recibir el aumentito), el dolor de los desocupados, el dolor de los enfermos, el dolor de los que tienen hambre, el dolor del frio de los chicos descalzos, el dolor de los papás que mandan a sus hijos a la escuela para que coman, no para que aprendan, el dolor de los que son víctimas de los robos, que aumentan, de los papás que ven a sus hijos en la droga, que aumenta, el dolor de todos… ese ¿no te importa? ¿Sólo es dolor el de la paliza que te dio la gente harta de tanto dolor?

Y, de paso, déjame que te diga algo… del tema del dolor, los curas y la Iglesia sabemos bastante. Durante mucho tiempo exaltamos el dolor, decíamos que el dolor es bueno, que el dolor salva, que el dolor nos acerca a Dios… Y, quizás sin darnos cuenta, quedábamos del lado de los que provocan el dolor ajeno. Porque hay dolores y dolores, ¿no? Si me caigo y me rompo el brazo, me va a doler. Pero no le puedo echar la culpa al piso (bueno, sí… vos se la echarías… hablo de lo habitual, de lo sensato… No, tampoco hablo de Egipto y las metáforas descarriadas). Pero, en cambio, si hay una injusticia, eso duele. Y es un dolor causado; es otro dolor. Y es injusto; y, en cristiano, es pecado. No es sensato aplaudir el dolor, o decir que es bueno… lo que es bueno es luchar contra la injusticia ¿se entiende? (bueno… a lo mejor no, pero alguien te lo puede explicar). Es verdad, que mil refranes aludían al dolor. “La letra con sangre entra” es un ejemplo. Pero no es lo mismo si se refiere a que hay que esforzarse para aprender (me refiero a los “normales”, a “la gente” no a los que el papá le compró un título) que si alude a la vieja imagen del docente golpeando con vara al alumno burro (gracias a Dios todo eso parece en desuso; hoy ¿usarían Taser?). También es cierto que el dolor nos puede hacer aprender; el perro de la calle, después de dos o tres golpes, sabe cruzar una avenida mejor que más de un cristiano. Pero eso no quiere decir que sea bueno, ¿no? En síntesis, y perdóname que insista, el dolor (casi infinito) que ustedes le infringieron a la gente a lo mejor les enseñó (a la gente) que ustedes no van a hacer nada en su favor. A lo sumo les tirarán una limosnita para que los voten. Es decir, y termino, no creo que ustedes aprendan nada, que se dejen enseñar por nada y menos por nadie, ¡tan superiores son! Sorry. Y, sobre todo, nada les importa el dolor del pueblo. Y los que creemos que el dolor no salva, hace mucho que lo aprendimos, los cristianos, que el dolor no es bueno, sabemos que estando junto a los que sufren nos dejaremos “salvar por ellos”, sabemos que eso de la “solidaridad” (que en nada se parece a ser yo un “emprendedor” y que los demás de embromen), que cuando de buscar la felicidad de los otros, de todos, se trata, lo que buscamos es que “el dolor no me sea indiferente”. Pero no “mi dolor” por ser incomprendido porque no me quieren, o no me votan, sino porque queremos aliviar el sufrimiento de las hermanas y hermanos. Eso sería gobernar y no seguir en campaña.


Foto tomada de Taringa

martes, 13 de agosto de 2019

Comentario evangelio 20C

El reino lleva a padecer persecución y martirio

DOMINGO VIGÉSIMO - "C"


Eduardo de la Serna





Lectura del libro del profeta Jeremías     38, 3-6. 8-10


Resumen: La predicación de Jeremías –con profundo sentido político ante la inminente invasión de Babilonia a Israel- provoca el descontento y la enemistad de muchos que deciden hacerlo morir. Un extranjero será quién consiga que sea liberado con lo que el profeta encarna en su propia persona la predicación: de los extranjeros –Babilonia- viene la fidelidad a la voluntad de Dios y por tanto la vida.

Entre dos textos que muestran al profeta Jeremías con el rey Sedecías (37,17-21; 38,14-28a), que en cierto modo trata de defenderlo, encontramos la escena en la que el profeta es puesto en un aljibe (38,1-13). Los dos encuentros con el rey finalizan con la misma fórmula: el profeta permanece en “el patio de la guardia” (37,21; 38,28). El texto tiene dos partes paralelas que comienzan con el verbo “escuchar” (38,1.7) y finalizan con una referencia a las “sogas” con las que el profeta es bajado y subido del aljibe en el “patio de la guardia” (vv.6.13). En el medio encontramos a las autoridades judías que lo acusan ante el rey (v.1.4-5) y un extranjero que lo defiende (vv.7-9). La decisión es hacerlo morir (v.4). Lo llamativo es el clima de carencia: el pueblo “no tiene” ánimo (v.4), el rey “no tiene” poder (v.5), la cisterna “no tiene” agua (v.6), la ciudad “no tiene” pan (v.9). En realidad, la relación con “los extranjeros” (cf. v.17) será un tema central en toda la profecía de Jeremías, la misma por la que deciden arrojarlo a un aljibe hasta que muera.

Es interesante que en Jer 2,13 se compare a Israel con un aljibe rajado que no retiene el agua (que es Dios mismo, “manantial de aguas vivas”). En este caso –irónicamente- Jeremías será arrojado a un aljibe sin agua (v.6). 

En realidad, el texto presenta una suerte de síntesis de las consecuencias que la predicación profética trae sobre la persona de Jeremías. Puesto que Israel no retiene la vida que Dios le trae, no escucha su palabra, no sigue sus caminos, Dios se retirará de su historia, lo dejará abandonado a su suerte. Y esa “suerte” está marcada por el avance militar de Babilonia (25,1-13a). La inminente destrucción de Jerusalén es consecuencia querida por Dios por el abandono de su alianza. Por otra parte, muchos profetas anuncian públicamente que Dios no abandonará a su pueblo y lo librará de las manos de los que lo asedian (cap. 28). Este es otro conflicto frecuente de Jeremías, con los falsos profetas, aquellos que anuncian “paz”, cuando lo que Dios hará será lo contrario (4,9-10; 6,14; 8,11.15; 14,13.19; 23,15-17; 28,8; 30,5). Obviamente, esto hace que Jeremías sea acusado de pasarse al bando enemigo, y por eso toda su vida y ministerio queda marcado por esta estigmatización (15,10-11; 20,7-18). El clima social y político es terrible. Los egipcios los rodean, luego se retiran y Babilonia regresa, Jeremías es acusado de “debilitar los brazos armados” (v.4) con su predicación (y sin duda ¡así era!). Evidentemente decir que “quien se entregue a los caldeos (= babilonios) vivirá y saldrá ganando” (v.2) no se parece a un aliento en la resistencia. Es por eso que la gente de la corte (v.1) al oír lo que dijo ante todo el pueblo le dicen al rey que lo haga morir (v.4). En ese ambiente, el rey se reconoce “impotente” ante ellos (v.5). Quizás para dejarlo morir sin provocar un derramamiento de sangre (ver Gen 37,20-22) lo arrojan al aljibe de uno de los hijos del rey, que era –a su vez- abuelo de uno de los conspiradores (v.1). Irónicamente, un etíopeeunuco del rey pareciera tener más poder (¡un eunuco!) y logra que Jeremías sea rescatado. 

Simbólicamente, Jeremías “vivió y salió ganando” gracias a un extranjero, mostrando así una estrecha relación entre su propia persona y su predicación. Del aljibe seco salió vivo gracias a un extranjero; los judíos –creyendo que hacen lo que Dios quiere sin que él mande su palabra a esos falsos profetas- dejan perder “el agua viva” que es Dios mismo, y creyendo apostar por la vida, terminan caminando hacia la muerte.



Lectura de la carta de los Hebreos     12, 1-4


Resumen: los testigos ejemplares de la lectura del domingo pasado alcanzan en Cristo su plenitud y es para nosotros el ejemplo de la “carrera” que debemos correr, de la “lucha” que debemos enfrentar con perseverancia y fe.

La segunda lectura del domingo pasado presentó un ejemplo, el de Abraham, de los “testigos de la fe”. 12,1 retoma ese conjunto (“tan grande nube de testigos”) y se dirige ahora a los destinatarios del texto –entre los que se incluye: “nosotros”-. La larga unidad anterior concluía –y vimos que aludía, sin mencionarlo, a Cristo- que no alcanzaron el objeto de las promesas (que era el gran tema de la unidad) que –con nosotros- se alcanzaría como “consumación” (11,40). Vimos, también, que el tema central era “la fe”, que inclusive se repetía rítmicamente todo a lo largo del capítulo (“por la fe”). Pues bien, a modo de síntesis, ahora señala que Jesús es ese “consumador” de la “fe” (v.2) que era –entonces- secundaria en comparación al presente. Teniendo esto en cuenta, se invita a “nosotros” a perseverar en la fe en medio de las dificultades frente a Jesús, el único modelo del que los anteriores eran “parábolas”.

En 10,32-34 el autor hace memoria de las dificultades pasadas que tuvo la comunidad; ahora hace referencia al presente (12,4.7) sin que todavía estos padecimientos sean muy intensos. No es la única vez que en el NT se hace un paralelismo entre los sufrimientos y los “juegos gimnásticos”, en este caso se lo compara a una “carrera” (ver 1 Cor 9,24-27; Fil 3,12-14). Pareciera que esta “nube de testigos” está en torno “nuestro” como espectadores de la “carrera” donde se espera que “nosotros” nos despojemos de todo lo que nos impide correr de modo perseverante. Los ojos deben estar en la “meta”, la “consumación” de esa “fe” que es Jesús mismo que ya llegó a la meta –pasando por la muerte- y recibió la corona (2,9) sentado a la derecha del trono de Dios (v.2).

El sustantivo “consumación” remite al verbo “perfeccionar” que es muy frecuente en Hebreos (2,10; 5,9; 7,19.28; 9,9; 10,1.14; 11,40; 12,23) y refiere a la “consagración sacerdotal” de Jesús (el verbo es usado sacerdotalmente en el libro de los Números, cf.3,3 y Levítico, cf. 4,5; 8,33; 16,32; 21,10). Jesús fue proclamado por Dios Sumo Sacerdote eterno (5,10; 6,20) y entró en el Santo de los Santos, en el cielo (9,12; 10,19), así llegó hasta Dios (10,20), así conduce –como precursor, 6,20- a los creyentes (5,9-10; 2,10) hacia Dios (4,16; 7,19.25; 10,22; 12,22-23), hacia la “perfección” (10,14; 12,23). Jesús es “creíble” (pistós, 2,17; 3,2) y conduce por el camino de la cruz (cf. 2,10; 3,14; 5,7-9; 7,25; 13,12). Así, los destinatarios, en medio de las dificultades presentes, son invitados a perseverar en la fe como lo hizo Jesús, Hijo del Padre.

“Por el gozo” (v.2): La opinión de los estudiosos no es uniforme; algunos entienden que el griego anti significa «en vez de» [Biblia de Jerusalén], y no «por» [Biblia de nuestro Pueblo]. Pero la exhortación a que los destinatarios de Hebreos perseveren/emos a la vista del final de la carrera / lucha hace pensar que el autor entiende el ejemplo de Jesús del mismo modo.

A partir de lo dicho, el autor empieza (y el texto litúrgico se interrumpe en el primer versículo, v.4) a mostrar el sentido pedagógico de la vida de sufrimiento –pasa de la fe (vv.1-3) a las pruebas (vv.4-13- que los destinatarios padecen; es decir, a diferencia de ciertas corrientes del AT que ven el sufrimiento como castigo por los pecados (ver Jn 9,1-3), aquí –ver Heb 5,9- se mira el costado pedagógico (recordar el “aguante”, la “perseverancia” del v.1). El sentido lo expresará a continuación- citando el libro de los Proverbios (3,11-12) viendo la situación presente como “corrección”. El texto finaliza en vv.12-13 con una nueva referencia a la vida como camino.

Es interesante que en vv.1 y 4 el autor presenta al pecado como personificado (semejante a lo que había hecho Pablo, por ejemplo; cf. Rom 5,12.13.20-21). Primero, visto como “lastre”, en esta carrera, del que hay que despojarse; luego como un contendiente en la lucha. En el pasado hubo incluso encarcelamiento y confiscación de bienes, ahora la cosa está más relajada, pero eso puede –precisamente- relajar la tensión (el “aguante”) y así poner en riesgo la fe. Nuevamente el ejemplo deportivo, en este caso de lucha (antagônizomenoi) se da contra la “persona” del pecado, de todos modos, todavía no se ha llegado al caso del martirio (“sangre”); la ventaja con la que cuentan los cristianos es el ejemplo del “mártir” Jesús, el testigo por excelencia (v.2). La situación presente que viven los destinatarios de la carta a los Hebreos (posiblemente los miembros de la comunidad de Roma pasados los tiempos de Nerón) es ilustrada, de este modo, con ejemplos deportivos y como aliento –siguiendo el ejemplo de Jesús- a tener aguante en la fe, como los testigos lo hicieron.


+ Evangelio de según san Lucas     12, 49-53

Resumen: Dos pequeñas unidades marcan el conflicto que trae el reino. Conflicto sobre los demás (y sobre Jesús) y conflicto en relación a los demás. Pero ese conflicto es parte integral del mensaje de Jesús, porque ante su anuncio de buenas Noticias, no podemos permanecer indiferentes o neutrales.


La parábola conclusiva del Evangelio de la semana pasada da paso a una nueva unidad. Unidad dirigida a los discípulos y que finaliza en v.53 ya que en v.54 “decía también a la multitud”, da comienzo a un nuevo aspecto. Y comienza con un cierto contraste con 9,54-55 donde Santiago y Juan proponen que baje “fuego del cielo” y Jesús los reprende por ello. Esto recuerda a Elías (1 Re 18,36-40; 2 Re 1,10.12.14) que –como se ha dicho- es una comparación con Jesús frecuente de Lucas (cf. 4,25-26). El contexto, entonces, puede aludir a los tiempos escatológicos (de los que Elías es precursor; cf. Mal 3,23). El Evangelio de Tomás tiene un dicho con una diferencia interesante:

Ev Tom 10
Lc 12,49
Jesús ha dicho: «He arrojado un fuego sobre el mundo (kósmos), y he aquí que lo guardo hasta que se consuma».
«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra () y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!»

Es interesante el uso de “tierra” en Lucas (vv.49 y 51); puede entenderse en sentido de “la tierra” (por ejemplo “tierra prometida”) o “toda la tierra”, en el sentido de “mundo” (como lo interpreta el Evangelio de Tomás que –para muchos estudiosos- ha conocido, al menos en una etapa de su redacción, al Evangelio de Lucas; en este caso parece señalar que se ha cumplido lo allí anunciado). Lo que destaca Jesús es que “ha venido”, algo que denota “envío” y también contexto escatológico: el que “ha de venir” suele decirse del Mesías (5,32; 7,34; 9,56; 12,49; 19,10; ver Mt 5,17; 10,35; 18,1; Mc 10,45).

Lo anunciado por el Bautista sobre el árbol que no dé frutos, ahora se concreta (3,16); el fuego es instrumento del juicio de Dios (17,29) pero también signo del Espíritu de Dios (3,16; Hch 2,3). Es interesante que fuego, en el AT tiene una imagen de destrucción (que –por ejemplo- puede ser purificador, porque destruye lo negativo): Lv 13,52; Num 31,23. A veces allí se manifiesta Dios en una zarza (Ex 3,2-3) o en una columna que guía a su pueblo (13,21-22), pero generalmente evoca el juicio (Jl 2,3; Am 1,4.7; Mal 3,2). En el judaísmo tardío y algunos textos del NT designa un castigo eterno –con influencia persa- Mt 13,42; Ap 8,8; 9,17-18; 20,9 y Henoc, Qumrán…). Los rabinos distinguen diferentes tipos de fuego (el normal, la fiebre, el altar…). Los griegos, en cambio, lo miran de un modo más benéfico: Prometeo lo roba a los dioses para darlo a los humanos, y es uno de los elementos que nos conforma (con el agua, el aire y la tierra) desde Heráclito. Sin duda Jesús ha de haber usado el dicho en un marco semítico. Su misión anuncia que Dios destruirá a los adversarios del reino. El cristianismo originario seguramente debe haberse desconcertado ante este dicho que tanto Marcos como Mateo omiten aunque no ignoran los juicios escatológicos. Lucas, en cambio, si bien conoce la dimensión de juicio (17,31-35; 18,7; 21,25-28) también no ve en su dimensión positiva del Evangelio y el Espíritu Santo. Términos del tipo de “cómo desearía” (v.49) y “desde ahora” (v.52) parece que nos invitan a entenderlo positivamente.  

Del “fuego” se pasa ahora al “agua”. Jesús debe ser “sumergido” (baptisthênai) con una “inmersión” (baptisma) que lo tiene impaciente, angustiado (synéjô; cf. 9,41) a la espera. En Mc 10,38 el bautismo alude a la Pasión, junto con la imagen de la “copa” (que Lucas usará en la pasión, 22,42; Rom 6,4; Col 2,12 relacionan el bautismo con la muerte); la referencia al fuego también puede aludir a la expectativa del Espíritu. La ansiedad expectante es que esto se “cumpla” (telô), término claramente escatológico. Las semejanzas con el relato del Bautista (Elías, fuego) pueden haber atraído el término “bautismo” a esta unidad.

La segunda parte, es tomada del documento Q y presenta algunas diferencias con Mateo (con reminiscencias a Mi 7,6 en Lucas que es expresamente citado en Mateo):

Mt 10,34-36
Lc 12,51-53
34 «No piensen que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada.
51 «¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división.



35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra;
52 Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres;
 53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra».
 36 y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.

Mientras en Mateo lo preocupante es la rebelión de los menores contra los mayores (como en Miqueas), en Lucas el conflicto es total, “todos contra todos”. La división es algo propio de la predicación del profeta (2,35), aunque esto resulta contrastante con el anuncio de que traerá la paz (1,79; 2,14.29); pero se trata de la paz que alcanzarán quienes hagan suya la predicación del profeta (7,50; 8,48; 10,5-6) que ha recorrido “la tierra” y ha sido aceptado pero también rechazado. Lucas ya había señalado la división al referir a Satanás enfrentado –supuestamente- contra sí mismo (11,17-18). El Evangelio de Tomás (16) habla de divisiones, fuego, espada y guerra. Curiosamente, como Elías (Mal 3,24), Juan el Bautista 
irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto” (Lc 1,17); 
el horizonte, en este caso, parece el opuesto. 

Se trata de la división que se provoca en el auditorio de Jesús, “que la luz que hay en ti no sea oscuridad” (11,35), “miren cómo oyen” (8,18), todos deben discernir ante él y sus palabras y hechos y reconocer o rechazar; y a su vez podemos ver la conciencia que Jesús tiene del origen divino de sus palabras. La adhesión a su proyecto que Jesús provoca no puede dejarnos indiferentes, es necesario “elegir” (9,60; 18,28), y esto no es ajeno a los conflictos como desde los orígenes cristianos a nuestros días es evidente ante la predicación del reino. Curiosamente la predicación de la luz confronta con las tinieblas, la predicación del amor confronta con el odio. 

La división en el seno de la familia es algo propio de los “últimos tiempos” para el judaísmo:

“En esos días lucharán padres contra hijos en un mismo lugar, y los hermanos, unos contra otros caerán muertos, hasta correr cual río su sangre” (Henoc [etíope] 100,1)
“Lucharán unos contra otros, el joven contra el viejo, el viejo contra el joven, el humilde contra el poderoso, el vasallo contra el señor, a causa de la ley y la alianza, pues habrán olvidado los mandamientos, la alianza…” (Jubileos 23,19)
“… Los jóvenes dejan lívidos a los ancianos; los ancianos deberán servir a los menores. El hijo deshonrará al padre, la hija se alzará contra la madre, la nuera contra la suegra, los enemigos serán los propios familiares…” (Misna, Sota 9,15)


Esto es coherente con aquello que Jeremías “padeció”, mientras los “falsos profetas” anunciaban la “paz”, la realidad del profeta iba en otra dirección (primera lectura). Y esta “división” se dará en el seno más profundo, en la misma familia. Esto es particularmente importante en el mundo antiguo en el que padres e hijos trabajaban juntos, o vivían en la misma casa ampliada. Ciertamente el mundo antiguo se mostraría todavía más escandalizado de estas previsiones de Jesús “desde ahora”. Obviamente no se trata de que Jesús quiera la división, pero el mensaje del reino no permite neutralidad. Frente a la buena noticia, frente a los destinatarios del Evangelios, la neutralidad no cabe, y ante esto, la división es inminente, “desde ahora”.



Foto tomada de http://blogs.21rs.es/corazones/2010/10/25/jesus-habla-del-fuego-y-de-la-paz/