martes, 31 de marzo de 2020

Comentario domingo de Ramos A

Bendito el que viene en el nombre del Señor

DOMINGO DE RAMOS - "A"

Eduardo de la Serna



Como se dijo al referirnos a la celebración de los Ramos del ciclo “C”, las lecturas en esta celebración hablan por sí mismas. La homilía o los comentarios no suelen ser extensas, cuando los hay. Las dos lecturas previas al Evangelio de la misa son las mismas cada año, mientras cambia el Evangelio (este año se lee san Mateo). Por tal motivo, con respecto a los Evangelios diremos algo breve tomando lo propio de Mateo en cada uno, y sobre las otras lecturas añadiremos brevemente algo a lo dicho el ciclo anterior.


Evangelio según san Mateo     21, 1-11

Resumen: Señalando –como es frecuente en él- el cumplimiento de las Escrituras, Mateo presenta a Jesús realizando antiguas expectativas de Jesús como “rey”, “hijo de David”, “humilde”, que entra en Jerusalén para traer la salvación.



La llegada de Jesús a Jerusalén tiene, en Mateo, algunas características propias muy interesantes. Mateo sigue bastante fielmente a Marcos en esta escena, aunque agrega o quita algunos elementos.

El envío de dos discípulos a buscar un “asna” (hembra) con su cría, contrasta con Marcos (y con él Lucas, y también Juan) que refieren a un asno macho (cf. Mc 10,2; Lc 19,31; Jn 12,14). Esto provoca en el texto una mayor semejanza con el texto de Zacarías 9,9 al que expresamente aludirá a continuación.


La “hija de Sión” es una formulación con semejanza a “hijo de(l) hombre”. Obviamente el hijo de un hombre será un hombre; es una manera semítica de decir “ser humano”. La “hija de Sión” (construcción habitual en la Biblia hebrea, 34x de las que salvo 2 todas ocurren en la literatura profética y de lamentación) es Jerusalén, sus habitantes, su pueblo. Sin embargo, el texto de Zacarías al que Mateo alude no es exacto, ya que añade (modificando la primera parte) una cita de Isaías dando nuevo sentido al texto. Veamos:


Is 62,11
Zac 9,9
Mt 21,5
Miren que Yahvé hace oír hasta los confines de la tierra: «Digan a la hija de Sión:
Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña, y su paga le precede.

¡Exulta sin freno, 
hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén!
He aquí que viene 


a ti tu rey: justo él y victorioso,
humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna.


Digan a la hija de Sión:




He aquí que tu Rey viene a ti,
humilde y montado en un asna y un pollino, hijo de jumento.


Como se ve, la referencia a la “hija de Sión” el texto se asemeja a Isaías, con lo que a quien se debe “mirar” es a aquel que trae la salvación. Luego, recurriendo a Zacarías, alude a la montura. Como puede verse en este último, el texto está construido en claro paralelismo: 


A.    ¡Exulta sin freno, hija de Sión,

A'.    grita de alegría, hija de Jerusalén!

He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y

B.    montado en un asno,

B'.    en un pollino, cría de asna,


Es este paralelismo final que Mateo pareciera tomar para hacer referencia a que Jesús entra en Jerusalén montado en “¡ambos!” animales. Es sabido que Mateo suele duplicar personajes: los endemoniados son dos, los ciegos son dos (mientras que en su fuente, Marcos, se trata de solo uno)… Quizás porque un mínimo de dos son necesarios para ser testigos de un acontecimiento. En este caso, entonces, los dos asnos serían involuntarios testigos del cumplimiento de las Escrituras, algo que –como se sabe- es particularmente frecuente e importante en Mateo. 


Como ocurre con la llegada de Jehú (2 Re 9,13) la gente extiende sus mantos en el suelo mientras exclaman: Hossaná (ver Sal 118,25-26: “por favor, ¡salva!”, dirigido a Yahvé; oración que se pronuncia “desde la casa de Yahvé”, [que es a donde Jesús se está dirigiendo, v.12], algo que ocurre en una “procesión”, con “ramos en (la) mano”, v.27). Jesús, además es llamado “hijo de David” (v.9) con lo que las escrituras se siguen cumpliendo. 


Los habitantes de Jerusalén, ante esta entrada se preguntan formulando el interrogante fundamental de la cristología del Nuevo Testamento: “¿quién es este?”; esto lo hacen con gran conmoción (como la que habrá en toda la tierra cuando Jesús muere, 27,51: “tembló la tierra”; y los guardias “tiemblan” ante el ángel del Señor en la resurrección, 28,4). Las multitudes (ojloi), en cambio lo reconocen como “profeta”. Jesús ya había insinuado que lo es (13,57; cf. 23,37), y ya sabíamos que las multitudes (ojloi) lo tenían como tal (14,5; 21,46). Sin embargo, aunque cierta, la confesión de fe de Jesús como profeta es limitada (en Mateo, en Lucas es tema principal) como se ve en 16,14-16; las escrituras que se están cumpliendo lo revelan como el “salvador”. Al hacer expresa referencia a Zacarías, Jesús –que es visto como rey (2,2; 27,11.37.42; cf. 25,34.40)- se aclara de qué realeza se habla, se trata de un rey “humilde” (praûs, cf. 5,5; 11,29).



Lectura del libro del profeta Isaías     50, 4-7

El tercero de los llamados Cantos del Siervo de Yahvé (aunque la palabra “Siervo” aquí no es usada, por lo cual algunos no lo cuentan entre estos cánticos) ubica al poeta como un sabio (“lengua de discípulo”, v.4, “oído abierto”, v.5), como alguien que debe educar al que “anda en tinieblas” (v.10) y comunicar al cansado una palabra de aliento (v.4). Las agresiones e insultos de “otros” (vv.6-7) no le impiden anunciar aquello que debe comunicar como sabio. 


El texto está armado en cuatro estrofas comenzadas por “el Señor Yahvé” (vv.4.5.7.9). Yahvé es el maestro que genera un discípulo ejemplar, maestro a su vez. Y como Yahvé (40,28-31) debe confortar a los fatigados. La primera estrofa está centrada en el tema del discípulo (enmarcada por los términos lengua  / palabra, oído /escuchar y la repetición de “despertar” (“palabra despierta”, “despierta el oído”, v.4). Retomando la idea, la segunda estrofa da un paso más: los sufrimientos. Esto fue tomado particularmente por Mateo (26,67 y 27,30, las escupidas a Jesús). Vv. 7 y 9 comienzan con “el Señor Yahvé me ayuda” (cf. 41,8-13) lo que contrasta con los verbos “ser confundido” y “quedar avergonzado” (cf. 41,11; 45,16.17; 50,7; 54,4). El lenguaje, a partir del v.8 es judicial, pero aquí finaliza el texto litúrgico.



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Filipos     2, 6-11


El himno, probablemente conocido por Pablo tiene un doble movimiento de descenso y ascenso (como se ve en el esquema). La idea principal para los lectores es “tener los sentimientos de Cristo”, por tanto repetir la escena de “descenso”. Dios, el sujeto del momento de “exaltación” también dará a los suyos. 


Para la liturgia del día, el acento está puesto en la frase “y muerte de cruz”, que los autores que consideran el texto un himno prepaulino, afirman que se trata de un añadido de mano del mismo Pablo. La obediencia y la humildad (la clave del obrar de Cristo que la comunidad debe repetir) llegan hasta el extremo de la cruz.





Pasión según san Mateo     26, 3-5. 14-27, 66


El relato de la Pasión tiene algunos elementos propios de Mateo que destacaremos brevemente:


Un elemento interesante es la presentación de la figura de Judas: éste lo entrega por dinero (26,15; a diferencia de Marcos donde lo entrega sin motivo, 14,10-11) y se suicida (ahorcándose, como lo hace en 2 Sam 17,23 Ajitófel que había traicionado a David); incluso es el único que a Jesús lo llama “rabí” (26,25.49) a pesar que Jesús había dicho a que “a nadie llamen rabí” (23,8); aunque hay que resaltar que Judas devuelve el dinero y dice que Jesús es "inocente", Jesús le dice “compañero” (v.50; hetaîros en realidad se dirige a alguien con quien se tiene una relación –no necesariamente de amistad, puede ser ocasional-, cf. 20,13; 22,12 [las restantes veces que se encuentra el término en el NT]).


El relato de la Eucaristía (= Mc) “sangre de la alianza”, (remite a Ex 24,8 a diferencia de Lucas y Pablo donde se remite a Jer 31,31: “nueva alianza”); probablemente estos remitan a una tradición antioquena, mientras Mateo a una tradición palestinense.


Jesús no envía 12 legiones de ángeles para que se cumplan las escrituras (v.54); cf. 56 (“escrituras de los profetas”).


Jesús en el templo estaba “sentado” (kathézomai, v.55); el gesto puede ser la actitud del maestro (cf. Lc 2,46; cf. Mt 23,2) pero también la del juez (Mt 19,28; 25,31, pero aquí usa kathizô). El responsable del interrogatorio es “Caifás” (vv.3.57; sólo Mateo y Juan lo mencionan por su nombre en las escenas de la Pasión).


Mt omite que los 2 testigos no coincidían (Mc 14,59), ante el dicho de la destrucción del Templo le preguntan. Mt refuerza que Caifás dice que Jesús “blasfema” (2x, v.65). 


Las burlas a Jesús condenado –como también es propio en los relatos de la Pasión en los restantes Evangelios- se asemejan a la actitud de los “enemigos” de los salmistas en los cantos del “justo que sufre” o del Siervo Sufriente de Isaías (primera lectura); ver también “dieron de beber… hiel” (27,34; Sal 69,22); “tuercen los labios, moviendo la cabeza” (27,39; Sal 22,8), “confió en Dios… que lo salve” (27,43; Sal 22,9; Sab 2,13.18). De hecho, el texto del Salmo 22 (“Dios mío, por qué me has abandonado” es más explícitamente citado por Mateo ya que se lo presenta en hebreo (Marcos lo había puesto en arameo): “Elí, elí, ¿lemá sabactaní?” (27,46).


A Pedro lo interrogan 3 diferentes personas. Mt especifica el modo galileo de hablar (v.73; Marcos 14,66-71 presenta dos personas interrogándolo: la criada es la que lo menciona como discípulo la primera y segunda vez; y en la tercera los presentes dicen “eres galileo”, Mateo precisa que lo saben por su “modo de hablar”). 


Barrabás es llamado “Jesús Barrabás” reforzando el contraste (v.16.17) como se ve en la pregunta de Pilato. Sin duda así planteado, el texto pone en más duro contraste la actitud de los espectadores ante dos “Jesús” diferentes. 


La mujer de Pilato “sueña” (v.19; el término “sueño” –ónar- es exclusivo de Mateo en la Biblia: 1,20; 2,12.13.19.22 e indica la comunicación de un mensaje por parte de Dios), y afirma que Jesús es “justo”. El término es habitual en Mateo (x17), José es “justo” (1,19), el término es paralelo a “buenos”, y opuesto a “pecadores” (5,45; 9,13; 13,49; 23,28; 25,37.46) e incluso a veces es paralelo a “profeta” (10,41; 13,17; 23,29). Claramente es sinónimo de “inocente” (23,35).


Las autoridades judías “persuaden” (peíthô es persuadir, convencer, llevar a confiar o creer) a la gente (ojlos, v.20) para que pida por Barrabás. La “gente” (multitud, muchedumbre) en general tiene una actitud positiva ante Jesús (al que tienen por profeta, como se dijo en el comentario más arriba). De allí que necesiten ser convencidos.


Lo probablemente más importante dentro de lo propio de Mateo es el hecho de que aquí Pilato se lava las manos (vv.24-25) y “el pueblo” (laos) acepta la inocencia de Pilato aceptando la sangre “sobre” ellos. El lavado de manos –a diferencia de lo que suele destacarse- no es un desentenderse. La sangre derramada violentamente “cae” sobre el responsable. Y Pilato quiere dejar claro que él no es responsable, sino que lo es el “pueblo”, cosa que este acepta.


Nota sobre Pilato, la sangre y el pueblo. Probablemente no haya texto que sea más evidente de la teología de todo el Evangelio de Mateo que este. En tiempos del Evangelista, dos grupos se disputaban ser los “herederos” del Israel bíblico: los fariseos y los cristianos. Mateo – que se dirige a una comunidad donde hay una comunidad judía muy importante - y los cristianos son evidente minoría (= “pequeños”) destaca por doquier que las Escrituras se han cumplido, que Jesús realiza en sí mismo lo esperado de grandes personajes bíblicos (Moisés, David…). Aquí encontramos al mismo “pueblo” (ciertamente “instigado” por las autoridades) haciéndose cargo de esta muerte. Haciendo suyas las palabras de Isaías sabe que a este “pueblo” se le ha embotado el entendimiento (13,15), conducidos por los “fariseos” (recordar lo dicho sobre los fariseos de tiempos de Mateo) “este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí” (15,8); eso “se les quitará el reino de Dios para dárselo a una nación (ethnê; usado generalmente para referirse a los no judíos) que rinda sus frutos” (21,43). La teología principal de Mateo radica en presentar a la Iglesia como el “nuevo Israel” (o el verdadero, a diferencia de la propuesta del fariseísmo rabínico de su tiempo). Eso es lo que quiere señalar este texto. Lamentablemente este párrafo, descontextualizado, fue usado para alentar un antijudaísmo que llevó a los cristianos a las más graves perversiones contra “nuestros hermanos mayores”, los judíos. Nada de eso (como la acusación de “deicidio”, asesinos de Dios) se justifica en este texto.


Ante la muerte de Jesús, Mateo aclara que la tierra tembló, etc... (vv.51-52) “al ver esto” (v.54) el centurión y los que estaban con él lo reconocen como “el Hijo de Dios” (v.54). Lo que Marcos había presentado como una invitación a creer sin signo alguno, Mateo lo modifica en un “cumplimiento de las escrituras”.


  • «¿No se estremecerá por ello la tierra, y hará duelo todo el que en ella habita, subirá toda entera como el Nilo, se encrespará y bajará como el Nilo de Egipto? Sucederá aquel día– oráculo del Señor Yahveh– que yo haré ponerse el sol a mediodía, y en plena luz del día cubriré la tierra de tinieblas». (Am 8,8-9)
  • «Cuando las estrellas del cielo y la constelación de Orión no alumbren ya, esté oscurecido el sol en su salida y no brille la luz de la luna, pasaré revista al orbe por su malicia y a los malvados por su culpa. Haré cesar la arrogancia de los insolentes, y la soberbia de los desmandados humillaré. Haré que el hombre sea más escaso que el oro fino, y la humanidad más que metal de Ofir. Por eso haré temblar los cielos, y se removerá la tierra de su sitio, en el arrebato de Yahvé Sebaot, en el día de su ira hirviente». (Is 13,10-13)
  • «Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno». (Dn 12,2)

Muchas de las cosas que se aguardaban para “el fin del mundo”, para “el día de Yahvé” ocurren con la muerte (y resurrección, v.53) de Jesús. Ya no se trata de un creer sin signos (Marcos) sino del cumplimiento de las Escrituras (lo que –como se ha dicho- es característico de Mateo).


Mateo destaca algunos elementos más que no señalaremos: es recurrente la presencia de la madre de los de Zebedeo (v.56), se destaca que José de Arimatea es discípulo (v.57) y que el sepulcro donde Jesús es puesto es “nuevo” (v.60). Sólo una anotación conclusiva –propia de Mateo- como es de esperar en este evangelio: los guardias en el sepulcro (vv.62-66). Seguramente algunos “judíos” de tiempos de Mateo insistirían, ante el anuncio de la resurrección por parte de los discípulos, en que si el cuerpo no se encontraba en el “sepulcro nuevo” se debió a que el cuerpo fue robado. En este lugar Mateo presenta a los guardias de los que –más adelante- afirmará que fueron sobornados por los sumos sacerdotes (los mismos que “incentivaron al pueblo” a pedir la liberación de Jesús Barrabás). El conflicto entre los miembros de la comunidad de Mateo y los judíos del fariseísmo rabínico son característicos en este momento dramático de la narración. Y Mateo lo destaca claramente.

Foto tomada de www.elmercurio.com.ec

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