domingo, 31 de mayo de 2020

Del subtrenmetrocleta al eficaz relato de la infectadura

Del subtrenmetrocleta al eficaz relato de la infectadura

o la creatividad al servicio de la nada


Eduardo de la Serna




Los medios hegemónicos de Argentina (como ocurre en otras partes del mundo) están en una campaña feroz contra el Aislamiento Obligatorio que ha impuesto el gobierno. Para ello han difundido como si fuera sabio, o como si fuera científico (o como si fuera inteligente) una carta de unos 300 macristas que se han manifestado en contra del aislamiento, al que han llamado "infectadura", es decir una dictadura de la infección, que en realidad es - para ellos - un "relato". Modelos como el de Bolsonaro o Trump son preferibles para ellos. Total, los que mueren serían los pobres...

 

Debo confesar que siempre me he sentido muy atraído con lo que veo como actos de creatividad. Y dejo de lado el obvio terreno del arte que, me guste o no – que es otro tema – no deja de ser fascinante al observar o experimentar un acto creador. Y no puedo menos que recordar (espero haberla interpretado bien) cuando un Sabbat en una sinagoga le escuché predicar a la rabina: ¿por qué la mujer debe purificarse después del parto? Y luego de contar (como es habitual que hagan los judíos) que rabbi Fulano dice esto y rabbi Mengano dice aquello, acotó que rabbi Perengano (y que se me perdone no recordar los nombres, que lo merecen, pero que no se tome despreciativamente mi ignorancia), en cambio, dice que ella debe purificarse para limpiar la posibilidad de creerse más de lo que cada quién es, ya que nunca nadie está más cerca de Dios como una mujer en el momento de dar a luz; me pareció, además de feminista, lo que aplaudo, maravilloso. Las personas que tienen el don de ser creativos, en lo personal, me resultan fascinantes.


Pero esto no significa, lo cual es obvio, que la creatividad esté puesta al servicio de causas valiosas, o nobles. Un ejemplo, más que evidente, son los creativos publicitarios, que ponen su capacidad creativa a fin de que un producto se compre y dar ganancias a los empleadores. Y – convengamos – no son muchos los productos que se ofrecen que sean de utilidad y servicio a la humanidad. Y acá el tema que me invita a pensar.


El capital solo aspira a multiplicarse, y para tal fin es habitual que recurra a creativos. La publicidad política (de todos los signos) es evidentemente un ejemplo de ello. Pero el problema es cuando esa creatividad está puesta al servicio de la nada. O peor aún, de la muerte.


En la Biblia, en hebreo, la categoría “nada” no existe, porque – obviamente – la nada no existe, y una lengua tan concreta y vital como el hebreo no podría poner nombre a lo que no existe (es lo mismo que ocurrió durante tanto tiempo con el “cero”, que no existe, por lo que no puede “numerarse”). Por eso, la creación divina es a partir de un “caos y confusión” (tohû wa bohû, Gen 1,2). Recién cuando una lengua más abstracta como el griego entró en el horizonte se pudo decir que Dios creó “de la nada” (literalmente “de lo que no es”, 2 Mac 7,28). Pero, por ejemplo, el verbo hebreo bará tiene esa característica: se trata de un obrar que se atribuye sólo a Dios, sin un elemento preexistente, etc.


Pero una cosa es sacar vida de la nada y otra, muy distinta, es conducir la vida hacia la nada. Me parece.


Ver que ayer y hoy, los sectores del poder ponen creativos a inventar, por caso, palabras para que sean efectistas y no digan nada, y, peor aún, sean conductoras de muerte, me resulta una suerte de contradicción en los términos. Porque entiendo que la creación es vida y vital, pero supuestos intelectuales (y de los otros, porque muchos de la lista “de los 300” me cuesta mucho ubicarlos en el ámbito de lo intelectual) y también artistas (muchos admirables en sus artes, lo que no dice más que eso… Convengamos que en la historia de la humanidad cientos de artistas han estado al servicio de las peores causas, lo que no les quita valor a sus artes, aunque sí a sus contenidos). Siempre recuerdo la enorme actriz francesa que decía que no tenía problemas en representar un personaje fascista en una obra antifascista, pero jamás haría un personaje antifascista en una obra fascista. De arte y contenido hablamos.


Intelectuales, artistas y nadas mismas firmaron un texto para no expresar nada. Palabras nulas o remanidas (“relato”) y neologismos vacíos que reflejan la «oquedad de su cabeza» (A. Machado, “Del pasado efímero”). Total, los que morirían son los pobres, que no le importan en nada a los creativos o sus mandantes; total, el Dios de la Biblia, el Creador en serio, es frecuente que parezca callado o que no sea escuchado.

 

Imagen tomada de https://es.dreamstime.com/stock-de-ilustraci%C3%B3n-intercambie-el-dinero-por-la-idea-pagando-la-innovaci%C3%B3n-y-la-creatividad-image81814536


viernes, 29 de mayo de 2020

Un gueto mental

Un gueto mental

Eduardo de la Serna



Hace 2 años (abril 2018) el Llamamiento judío – argentino me honró con una invitación a hablar (¡yo!, ¡un cura!) en una jornada en conmemoración de los 75 años del levantamiento del gueto de Varsovia.


He aquí mi ponencia: https://blogeduopp1.blogspot.com/2018/04/una-teologia-detras-delanti-semitismo.html.


El salón de la legislatura porteña estaba colmado (por el hecho, no por el expositor, sin duda), y allí, además de bastantes jóvenes, o incluso adultos, había un grupo de personas ciertamente muy mayores que habían estado, padecido, sido víctimas de la barbarie de la in-humanidad más perversa. Incluso recuerdo, con algo de espanto, una señora llena de arrugas y dolor que respetuosamente se acercó a preguntarme dónde había estado Dios cuando ella estaba (creo recordar) en Dahau y Auschwitz. Obviamente callé (si Dios calla, es sensato que también lo haga el teólogo).


Lo cierto es que en estos días hube de recordar este momento cuando, con total irresponsabilidad y mucha ignorancia por lo menos, alguien, que no merece siquiera ser mencionado, comparó la situación del aislamiento impuesto en Villa Azul (Avellaneda-Quilmes) con aquel gueto de Varsovia.


No seré yo quien muestre con datos históricos la diferencia abismal e incomparable de ambas situaciones de aislamiento.  Sí quien abomine la comparación. Y recordar con tristeza los rostros que, por lo menos, merecen respeto por su pasado. Por lo menos eso. ¡Lástima que la lavandina, tan necesaria en estos tiempos, no sirva para limpiar y desinfectar lenguas o mentes nimias!


Un gueto desde su origen está marcado por un anti judaísmo espeluznante. En 1516 se confinó en la república de Venecia en el barrio con ese nombre (Ghetto) a los judíos. Luego de esta acepción, ya en un sentido amplio (así lo dice el diccionario de la Real Academia Española) se dice también de: 2. m. Barrio o suburbio en que viven personas marginadas por el resto de la sociedad. 3. m. Situación o condición marginal en que vive un pueblo, una clase social o un grupo de personas. 


Y si así fuera el caso (y sólo de gueto hablo, no del de Varsovia, aclaro) hace muchos, muchos años los villeros viven en una suerte de gueto. Cuando alguien debe mentir su domicilio, porque si “salta” que es de la villa no le dan trabajo, cuando el epíteto “villero” (con otros que se le empardan) es un intento de ofensa y ciertamente discriminación, cuando las villas se intentan desalojar o si no esconder, pues en ese caso hay una actitud de gueto. Sin dudas. Por parte de gente (si cabe llamarlas así), porque “marginadas” están. En los márgenes, precisamente (aunque estén en el centro). Y – una vez más – resulta curioso que quienes marginan, desprecian, quienes miran “desde arriba” a los pobres, se hagan ahora los escandalizados porque se los cuida. Curioso, por lo menos curioso. Quienes tienen a los pobres en un gueto cultural se quejan de que sean tratados como personas. Realmente es muy difícil responder a la estupidez. Creo sensato, también en este caso – aunque con una actitud interior abismalmente distinta a la mencionada anteriormente – callar. En este caso sí que “el silencio es salud”.


Foto tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Levantamiento_del_gueto_de_Varsovia

 


jueves, 28 de mayo de 2020

¡Basta de comunismo!

¡Basta de comunismo!


Eduardo de la Serna




¡Estoy harto del comunismo! No quiero saber más nada. Comunismo acá, comunismo allá. Quiero poder vivir en paz sin más comunismo. ¡Pero no! No lo logro… Y entonces, abro un mail, leo un periódico, recibo un WhatsApp y leo comunismo por doquier. Escucho hablar, protestar y quejarse del comunismo por gente que no tienen la más mínima idea de lo que está hablando. ¿y si en lugar de hablar de comunismo agarraran un libro? Digo, para aportar algo a la paz general.

Pero resulta que, para cuatro bobos, una prohibición constituye comunismo. Liso y llano. Y entonces, no poder hacer algo que quisiera, movilizarme o “hacer lo que quiera” es una evidente manifestación de comunismo. Ya pasó la época en la que los que reclamábamos justicia social éramos comunistas, los que hablábamos de igualdad éramos marxistas leninistas, los que hablábamos del Tercer Mundo éramos guevaristas, los que hablábamos del imperialismo yanqui éramos trotskistas. No, ahora, para ser comunista basta con que el gobierno implemente una cuarentena por un virus que la OMS declaró pandemia, por algo que ocurre en casi todos los países del mundo (¿el comunismo ha triunfado en todas partes salvo los prohombres tipo Trump y Bolsonaro?)… Prohibir las movilizaciones es comunista (no importa la corriente, es comunista a secas). La cosa es simple: no me dejan salir, ergo son comunistas. Y entonces un cura, con un evidente delito de lesa estupidez habla de comunismo, un niño de guardería (18 añitos, que tiene previa “Biberón 2”) habla de comunismo en la Plaza de Mayo, y algunos economistas que quizás sepan de números, porque “humanidad” la tienen reprobada desde salita verde, hablan de comunismo. Porque el comunismo no es una corriente de pensamiento, no es una filosofía, antropología, no es sociología… ¡no!, es una prohibición de salir (y la prohibición de contagiar), ¡y listo!

No importa si en una sociedad normal son más las cosas que están prohibidas que las permitidas por eso de “derechos y deberes”; no importa si hay leyes, las cuales prohíben con frecuencia, desde las leyes de tránsito hasta las leyes religiosas. No, es obvio – y lineal – que si prohíbe es comunismo liso y llano. ¡Y listo! El debate, el pensamiento, el análisis, te lo debo. Si quiero, puedo, y nadie puede prohibírmelo so pena de la etiqueta: ¡comunista! Porque ayer era un bobito que se quejaba de que no podía comprar los dólares que quería; hoy, otro tal, se queja de no poder salir. No importa si contagia a otros; si sólo se contagiara él, es su problema, pero resulta que vive en una sociedad, resulta que hay otros (que para él/ella no son la patria, por cierto). La cosa es simple: cuando el virus lo trajeron los ricos, era prudente cuidarse, pero como ahora se lo contagiaron a los pobres, ¡que se mueran! y listo. Yo quiero ir a Punta del Este y tengo derecho. Si no, seríamos Venezuela (donde, entre paréntesis, la gente está volviendo en enorme cantidad ¿por qué será?). A decir verdad, el comunismo me tiene harto, me tienen cansado los slogans vacíos. Me tienen recontra podrido los que se niegan a pensar y convivir sin que ni Dios ni la patria se lo demanden.

 

Foto tomada de https://rockandball.com.ar/punto-de-vista/insolita-marcha-anticuarentena-cuando-los-medios-juegan-con-fuego-158859/


miércoles, 27 de mayo de 2020

martes, 26 de mayo de 2020

Comentario Pentecostés A

Jesús se va sin dejarnos solos

DOMINGO DE PENTECOSTÉS


Eduardo de la Serna



Lectura de los Hechos de los apóstoles     2, 1-11

Resumen: los apóstoles están juntos en Jerusalén, según Jesús les ha indicado, esperando “la promesa” de Dios, a fin de que, habiéndolo recibido, puedan salir a anunciar a todos el Evangelio, la predicación de Jesús. El espíritu viene sobre ellos y se manifiesta en las lenguas que deben proclamar a todo el mundo y en la palabra única que deben anunciar, “la buena noticia del reino”. Al recibir el espíritu, la Iglesia recibe el impulso desde Dios para el desempeño de su misión evangelizadora “hasta los confines de la tierra”.


Comentando el comienzo de Hechos de los Apóstoles, el domingo pasado, de la Ascensión, mostramos (remitimos allí) las expresas semejanzas que Lucas pone entre el comienzo del ministerio de Jesús y el ministerio de la Iglesia. En este caso, por cierto, la presencia del Espíritu, que impulsó a Jesús, el descenso de ese espíritu de modo físico, o corporal, una voz o ruido del cielo… Si Lucas quiere señalar que comienza el “tiempo de la Iglesia”, va a destacar que el gran protagonista de todo esto es –precisamente- el Espíritu Santo.

Hay que recordar que los apóstoles, para Lucas, están en Jerusalén aguardando “la promesa” que Dios ha hecho con los suyos. Jerusalén, por otra parte, es la meta de las grandes peregrinaciones litúrgicas de los judíos, especialmente en las tres grandes fiestas: las tiendas (otoño), la pascua y ¡pentecostés! (estas en primavera). Es por eso que se mencionan tantos judíos oriundos de tantos lugares (partos, medos, elamitas…).todos han ido, como es habitual, a la ciudad santa. Y allí están los discípulos de Jesús esperando el espíritu.

El texto tiene dos partes que parecen contradictorias aparentemente. Al derramarse el Espíritu, los apóstoles comienzan a hablar “en otras lenguas según el espíritu les concedía expresarse”. Por otro lado, a continuación el enfoque cambia y ya no se trata de que se hablan diferentes lenguas sino que al que habla “cada uno lo escucha en su propia lengua”, lo cual es evidentemente algo opuesto. Probablemente esto señale dos elementos teológicos diferentes que el autor quiere destacar. Ambos signos (y ambos en relación a la palabra) son la consecuencia visible del don del Espíritu Santo sobre la comunidad de discípulos.

Las así llamadas “lenguas” son una consecuencia de la presencia del Espíritu Santo en Hechos (ver también 10,46; 19,6). Del mismo modo que los “signos y prodigios” (2,19.22.43; 5,12; 6,8; 7,36; 14,3; 15,12) estamos ante manifestaciones del espíritu. Evidentemente Lucas quiere hacer patente en estos hechos que se trata de una intervención divina (precisamente la mala interpretación de que se trata de que están borrachos (v.13) requiere mostrar de un modo indudable que se trata del obrar de Dios. De todos modos, por tratarse, como es evidente, de un texto programático que alude al comienzo de la misión de la Iglesia, seguramente no hemos de descuidar que a “toda lengua” debe llegar la predicación de los apóstoles. Deben ir “hasta los confines de la tierra” y allí todos deben escuchar la palabra de Dios.

Pero por otro lado, nos encontramos ante una escena extraña, el texto dice que “cada uno lo escucha hablar en su propia lengua”. Esto es raro ya que por lo general todos entendían el griego. Es decir, no hacía falta ningún milagro para ser comprendidos, sin embargo algo quiere destacar Lucas aquí. Nuevamente el tema es la lengua, pero ahora hay una lengua que todos comprenden cada uno con su propiedad. Se ha pensado que Lucas quiere mostrar los efectos contrarios de la dispersión de lenguas ocurrida en Babel. Es posible (aunque el texto de Babel diga otra cosa, así parece haberse leído en este tiempo), pero si es el caso, no parece que debamos encontrar aquí el eje principal de interpretación del relato. El Evangelio es la palabra que deben anunciar, y debe ser comprensible para todos. Lo que todos entienden son “las maravillas de Dios”. Este término, “maravillas” (megaleia) es la única vez que se encuentra en el NT. En Dt 11,2 se refiere a la manifestación de Dios a los presentes (ver 2 Mac 3,34; 7,17), son manifestaciones que llegan “hasta el cielo” (Sal 70,19). Es un término habitual en el libro del Eclesiástico (17,8.10.13; 18,4; 36,7; 42,21; 43,15; 45,24). El término viene de “megas” (grande, que sí es frecuente). La construcción es semejante a la que María dice en el Magníficat: “ha hecho en mi favor maravillas (megála) el poderoso, Santo es su nombre” (Lc 1,49). Dios actúa en medio de la humanidad, se manifiesta. Y estamos invitados a reconocer esa intervención. Tal es el caso de los milagros (en ambos sentidos) que debemos mostrar a todas las naciones en todas las lenguas. El Evangelio debe ser conocido y aceptado, debe crecer.

Pero esta tarea misionera de llegar a “toda lengua” (cf. Fil 2,11) no es algo que podamos desplegar sin la intervención de Dios. La Iglesia no puede comenzar su ministerio sin el Espíritu que la empuja, la impulsa y la llena de vida. Gente de todos los pueblos puede escuchar la palabra de Dios y –a partir de su fe- recibir el bautismo, y comenzar a su vez ellos a dejar crecer el Evangelio.



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto     12, 3b-7. 12-13


Resumen: El espíritu es el que anima y fortalece a la comunidad. El que hace que los diferentes miembros de la ekklesia estén al servicio los unos de los otros enriqueciendo el “cuerpo” y siendo gestores de unidad en la plena vivencia de la diversidad.


En 12,1 comienza una nueva sección de la carta a los corintios. Como los otros, empieza con “con respecto a…” (7,1.25; 8,1; 12,1; 16,1.12) que parece ser –en cada caso- la respuesta que da Pablo a preguntas que los corintios le han formulado por carta (7,1). En este caso, la pregunta es acerca de “los (los dones o las personas) espirituales” y Pablo desarrolla el tema en tres grandes partes, concluyendo en 14,40. Los vv.1-3 constituyen la introducción a toda la unidad. El capítulo 12, por su parte tiene también tres grandes partes. En este caso, el texto litúrgico mezcla, sin un criterio literario aparente, la última parte de la introducción y la primera parte de cada una de las dos primeras unidades (vv.4-10 y vv.11-12). No es fácil entender el criterio de los cortes, aunque la centralidad en el tema del Espíritu, propio de la celebración de hoy, queda destacada. Veamos brevemente:

En la introducción, Pablo presenta un contraste entre el pasado y el presente de los destinatarios, un tiempo “sin espíritu”  y el tiempo “con espíritu”, tiempo actual “en la fe”. El contraste llega al extremo de enfrentar dos actitudes: la máxima blasfemia con la máxima confesión de fe. Decir que “Jesús es anatema”, es algo imposible de decir si ese tal tiene el espíritu, y la gran confesión de fe, “Jesús es Señor”, es algo sólo posible de decir “en espíritu”. Esto pone la fe como el criterio de pertenencia, una fe movida por el espíritu de Dios. Si uno confiesa a Jesús, ese tal tiene el espíritu de Dios.

Sin embargo esos dones espirituales son “distribuidos” (v.4), y tienen su origen en Dios, en el espíritu. A cada uno Dios le da diversos “carismas” para el provecho de la comunidad (v.7). Pablo enumera algunos de esos carismas (lo cual es omitido en el texto) y más adelante continuará mencionando otros. Es decir, no pretende presentar una lista exhaustiva de los dones, sino mencionar algunos para destacar la pluralidad y variedad, pero en el sentido de la unidad.

El texto está cortado, como dijimos, y comienza solamente la primera parte de la metáfora del cuerpo. La imagen del cuerpo y los miembros destaca la unidad y la diversidad; esto parece haber sido tomada de la filosofía estoica, donde era una metáfora común. Sin duda la unión de los cristianos en Cristo es tal que genera una unidad indisoluble, para Pablo. 

Pero veamos brevemente el tema del espíritu en esta unidad. Para empezar, es sensato suponer que Pablo no está pensando en la “tercera persona de la Santísima Trinidad”. Sería anacrónico. El espíritu es el gran don de Dios para los últimos tiempos; se dona y envía su fuerza para que la comunidad pueda mantenerse fiel a los caminos de Dios. Este es el don que se da a la comunidad y por el cual proclama su fe ("Jesús es Señor"), es la fuerza que unifica el cuerpo y sus miembros, y que manifiesta en cada miembro diferentes “carismas” a fin de que toda la comunidad se enriquezca y crezca. Este don, recibido en el bautismo es gestor de unidad en la comunidad eclesial, del mismo modo que los miembros lo son en el cuerpo del que forman parte.




+ Evangelio según san Juan     20, 19-23

Resumen: Jesús se va, pero el espíritu es derramado para continuar en la comunidad con sus mismas características, y así poder vivir conforme al testamento que Jesús deja en su discurso final.

El segundo domingo de Pascua hemos comentado este Evangelio (aquí se encuentra sólo la primera parte, la escena “sin Tomás”, allí se incluía la segunda parte también). Repito ese texto y añado aquí una nota sobre el Espíritu en Juan. Es evidente que este texto hoy es puesto en la liturgia por la referencia al envío del Espíritu.

El día de la resurrección está concluyendo. De madrugada, María Magdalena fue al sepulcro (20,1); más tarde María se encuentra con Jesús a quien confunde con el “jardinero” (20,15) y lo comunica a los “discípulos” y al atardecer de ese mismo día tiene lugar la aparición a “los discípulos”. No sabemos quiénes eran los que estaban en este relato (por lo cual “los discípulos” como conjunto son los que deben ser tenidos en cuenta en el relato), sólo sabemos quién faltaba: Tomás, que será el protagonista, junto con Jesús, de la próxima y última escena. Esta unidad tiene entonces dos partes separadas por una semana (a fin de que la nueva aparición del resucitado vuelva a ocurrir en domingo). La ausencia y presencia de Tomás marca el elemento -nuevo en la segunda- que las relaciona.

Empecemos señalando que la presencia de Jesús con las puertas cerradas (v.19.26) parece intentar aludir a que Jesús no ha vuelto a la misma vida pasada: su cuerpo es el mismo, pero es a su vez distinto, es glorificado. Como en la escena que sigue, las palabras de Jesús reconocen y otorgan el don de la paz (shalom, algo necesario en medio del “temor”; no es justo decir que la paz ya está entre ellos –a causa de la ausencia de verbo, lit. “la paz con ustedes”- ya que el temor y la alegría posterior parecen desmentirlo) que Jesús les otorga (vv.19.26) y a continuación “les muestra las manos y el costado” reforzando así la idea de que “el resucitado es el crucificado”, continuidad y diferencia. 

La alegría y la paz nuevamente otorgadas, tienen una nueva dimensión. No se trata simplemente de repetir un saludo y que los discípulos se “alegren” por verlo resucitado, la “paz” y la “alegría” son dones escatológicos, como es escatológico todo el ambiente de esta escena. La resurrección de Jesús empieza a derramar sobre los suyos, los discípulos, los dones esperados para el final de los tiempos. Precisamente el gran don, el que engendra los anteriores, es el Espíritu que ahora entrega el resucitado. Nosotros lectores ya sabemos que sobre el pequeño grupo al pie de la cruz –los creyentes representados en la madre y el discípulo amado- se ha dado el espíritu (19,30), como estaba anunciado (7,39). Pero el espíritu –ver los dichos del Paráclito (ver 14,16.26; 15,26; 16,7, siempre en el discurso de despedida)- no se derrama sobre el pequeño grupo, sino sobre todos los creyentes para ser testigos (20,22; ver 15,26-27).

Ahora bien, como se puede ver en una lectura integral de todo el Evangelio, uno de los elementos centrales de la cristología joánica es presentar a Jesús como “enviado” del Padre. El “enviado” (en hebreo “sheliah”) es una institución característica para la cual la persona tiene “la misma autoridad que tiene quien lo envía”, es decir, lo que dice, lo que decide, lo que deja de hacer es el mismo ‘enviador’ quien lo hace. Siendo Jesús “enviado del Padre” evidentemente pronuncia su misma palabra, opera sus mismas obras como todo a lo largo del Evangelio queda claro. “Enviado” en griego se dice con dos términos, pempô y apostellô (de donde viene “apóstol”). Así podemos decir que en el cuerpo del evangelio de Juan sólo hay un “apóstol” que es Jesús. Sin embargo, una vez resucitado, Jesús “envía” a sus discípulos así “como el Padre me envió” (ver 13,16.20; 17,18), y –en coherencia con los textos mencionados- es un envío “al mundo”.

A continuación les da la capacidad de hacer llegar a todos el perdón de Dios (en un texto que tiene cierto contacto con Mt 16,19; 18,18).

La escena queda abruptamente interrumpida –no hay despedida ni partida- con la referencia a la ausencia de Tomás. En un diálogo entre ambas escenas los asistentes confirman que han “visto al Señor” (nuevamente se confirma que la alusión a los que creen sin ver no se refiere a ellos) pero Tomás manifiesta explícitamente su incredulidad yendo más allá de la visión, él quiere tocar.

Centrándonos en el tema del "Espíritu" podríamos señalar la importancia que en Juan tiene el personaje al que llama “paráclito”, o detenernos en el “envío”, que tan importante es el en Cuarto Evangelio. O la relación entre el espíritu y la comunidad joánica. Intentaremos –brevemente- un camino intermedio.

Las Biblias contemporáneas tienden a no traducir la palabra griega “paráclito” que antiguamente se traducía por consolador, abogado, etc. Es que el término “paráclito” es muy amplio y abarca esos elementos y también otros más. Como se sabe, las referencias al paráclito se encuentran en el largo discurso de despedida de Juan (Jn 13-17). Como una suerte de “testamento” de Jesús, él prepara a los suyos para su partida, y reconoce como verdaderos “herederos” a aquellos que vivan como él, en este caso, “el amor, como yo los he amado”. El paráclito aparece como una suerte de personaje que Jesús enviará cuando se vaya. Por eso “conviene” que se vaya ya que si no, no recibirán el paráclito. Si miramos algunos términos que se le aplican: verdad, envío, está con los discípulos, que el mundo no puede recibir ni conoce, que enseñará, son términos que se aplican también a Jesús en Juan. En cierta manera el Paráclito es una nueva manera de presencia de Jesús glorificado en medio de los suyos. Es un enviado a una comunidad, y con una misión concreta, que esta comunidad sienta la presencia en su vida cotidiana, en el conflicto, en conocer la verdad.

Un elemento interesante que concentra “el misterio” en Juan es el momento de la muerte de Jesús. Allí, afirma Juan, Jesús “entregó su espíritu”. El grupo al pie de la cruz resume, en cierto modo, la primera Iglesia: dos personajes con fuerte carga simbólica están allí (al decir “simbólica” por supuesto que no negamos su entidad real): el discípulo amado y la madre de Jesús. Que a partir de este momento serán “madre e hijo”. Hay elementos (no tantos como los que luego desplegarán los Padres de la Iglesia a partir de Justino) para pensar en la madre como una suerte de “Eva”: hay referencia a un jardín, a una mujer-madre, a una costilla. Y hay un discípulo que es amado, que tiene profunda intimidad con Jesús en la pasión, lo acompaña en la cruz, lo reconoce resucitado y cree, sin ver, en Jesús. En cierto modo, la novedad que Jesús trae, la nueva comunidad de discípulos está allí en la cruz, y a ellos “entrega su espíritu”. En un instante Juan concentra pasión y envío del Espíritu, algo que luego desarrollará en el relato que nos toca comentar.

Mirando el término “espíritu”, en Juan no es muy frecuente, como lo es en otros (19x en Mt; 23x en Mc; 36x en Lc [+ 70x en Hch] y 24x en Jn). Luego de una alusión al Bautismo de Jesús –no mencionado en Juan- habla de un “nacimiento” según el espíritu que refiere a los discípulos a partir de nuestro bautismo, a una verdadera adoración “en espíritu”, las palabras de Jesús “son espíritu y vida”. En 7,39 señala expresamente que el Espíritu lo recibirán los seguidores a partir de la glorificación de Jesús, esto es, a partir de la Pascua. Fuera de esta mención expresa, debemos esperar al discurso de despedida para escuchar hablar del Espíritu como un don. Este don, presentado como paráclito, como se ha dicho, es un modo nuevo de presencia de Jesús entre los suyos: espíritu de verdad, enviado y maestro, que no hablará por su cuenta, como ocurre con el enviado. Luego de estos anuncios, quedan los dos textos finales a los que hemos hecho referencia: Jesús, que en la cruz “entrega su espíritu” y que a los discípulos reunidos (¿quiénes?, no se dice) les entrega su espíritu en un soplo.

La comunidad de los discípulos de Jesús continúa, Jesús se va pero no se desentiende de nuestra suerte. El y el Padre envían un paráclito, alguien con las mismas características de Jesús para que los discípulos puedan vivir el testamento que ha dejado, vivir el amor los unos a los otros como él nos ha amado.


Dibujo tomado de http://ismaelojeda.wordpress.com

lunes, 25 de mayo de 2020

Ayudando a mirar

Ayudando a mirar

Eduardo de la Serna


Movidos por malas experiencias, o guiados por estereotipos, o por una mala (y a veces injusta) publicidad, hay una serie de colectivos sociales que no aparecen a la vista de todos en estos días de pandemia. No aparecen salvo para los que pueden ver. Todos sabemos – y aplaudimos – a los servicios de salud, a los vendedores de elementos esenciales, a los servicios públicos, a los camioneros desde recolectores a proveedores. Todos sabemos, o podemos ver, también el lado perverso de la historia, desde comunicadores sociales que alientan e incitan a la muerte, empresarios desentendidos de sus trabajadores, de sus empleos y salarios, y economistas que miran números y - ¡ay, una vez más! – con la gente afuera. Pero hay algunos colectivos, en muchos, y muchísimos casos, mal mirados, con razón o sin ella, que le están “poniendo el pecho” a la pandemia y a la gente. Y no aparecen a la vista de los “mostradores de realidad” (¡!). Se me ocurren tres grupos, y seguramente pueden señalarse más: en la docencia, el poder judicial y el clero. Y me refiero a estos precisamente porque encuentro en ellos algo interesante de pensar: son grupos que permiten una formidable mediocridad, un maravilloso “dejar pasar, dejar hacer”, pero a su vez también permiten una serie de heroísmos, dedicaciones y verdaderas consagraciones que no siempre son reconocidos (o lo son, muchas veces después de muertos).

Hemos sigo testigos y testigas de las decenas de veces que se cuestionó a los docentes, que “tienen 3 meses de vacaciones”, que no trabajan, o de padres y alumnos que los golpean por una mala evaluación. Y en estos momentos, resulta, se ve en cientos de docentes una importante revitalización del eterno rol de padre/madre, de trabajador social, enfermero, y – de paso – también docente. Se ven docentes poniendo toda su capacidad creativa en modos hasta ayer impensados de enseñar y aprender. “Peleando” con los celulares (y a veces con los padres que no dan abasto para recibir las tareas de los 4 hijos en el único celular de la casa, que además también lo utilizan los padres y madres). Se ven maestras madrugando para preparar los bolsones de comida que los chicos llevarán a sus casas con la intención de que dure para todo un mes. Se ven videos con diferentes espacios de creatividad, desde el Himno Nacional, en fecha patria, cantado y en lenguaje de señas hasta el aprovechamiento de plataformas de los ministerios de Educación y de Cultura que tienen “oferta” casi para cualquier cosa. Y los espacios universitarios que, además de las clases, muestran a las claras, y a la vista de los no-ciegos, por qué son buenas, útiles y fundamentales las universidades dispersas por tantas partes de la Patria. Y, además, los aportes desde la super sopa hasta el aprovechamiento doble de los respiradores o la detección temprana del covid-19 (me niego al femenino).

También tenemos, y las noticias nos dan más que motivos para ello, una pésima opinión del poder judicial. Más aun al revelarse el manejo del mismo por parte del anterior desgobierno. Algo que era sabido, pero no probado ni testimoniado. No hace falta pensar en sectores fácilmente detestables empezando por la Corte y llegando a Comodoro Py. Y los especímenes que viven burlándose de la justicia reclamando que funcione, con apariencia de que lo que se pide, en realidad, es poder cobrar. Pero resulta que hay un poder judicial que no aparece en los medios. Y me detengo (y no es el único caso) en la justicia que hasta ayer (hace casi 12 años) se llamaba “de menores”, y quizás por eso para tantos sea una “justicia menor”. Precisamente un espacio que (si lo quiere, claro) tiene todas las posibilidades de incidir positivamente en favor de les niñes, jóvenes y también familias. Jueces y juezas que tienen miedo al contagio, pero están “al pie del cañón” donde hay una necesidad. Que es un derecho. Y hay quienes se ocupan – fiscales, abogados/as, jueces/zas y no sólo en guardias sino acompañando las responsabilidades virtuales, dictando amparos o sentencias, recorriendo kilómetros para estar donde se debe, y – además – preparar una clase, rendir un examen o amamantar un hijo. Y, sobre todo, cuidándose y cuidando a los/as pibes/as. Mientras la tele enfoca el reposo del comodoro.

Es habitual que la relación de la mayoría con los curas sea en celebraciones: misas, bautismos, casamientos, primeras comuniones… responsos. Nada de eso se vive ahora. Los curas parece que hubieran desaparecido. Sumemos, a la imagen habitual, los casos de pederastia, lo que transforma a unos cuantos en verdaderos monstruos (¡y lo son!). Sumemos a esto la presencia y declaraciones episcopales, no siempre felices (pocas veces felices, quizás). La imagen de los curas, entonces, se resume a lo sagrado o a lo terrible. Nada muy grato, por cierto. Y, quizás, haya que sumar a quienes parecieran tener una suerte de compulsión sacramental y celebran misas en los techos o bendicen desde helicópteros. Pero hay, también, otro clero. Y no me refiero solamente (aunque también) a los que tienen y sostienen comedores (¡que tanta falta hacen en estos tiempos!) sino a los que ponen su creatividad al servicio de la gente. Desde los medios de comunicación (radios comunitarias, por ejemplo), hasta los modos más novedosos de comunicar buenas noticias. Al fin y al cabo, para eso existe la Iglesia: para anunciarlas. Pero que sean buenas de verdad, y no ilusiones, ficciones u opio del pueblo. ¿Cómo anunciar buenas noticias, aunque sean pequeñas, pero que sean verdaderas, en estos tiempos donde todo parece oscuro y negativo? También ese desafío requiere creatividad. Y fe. Y lo hay. Mucho.

Estos tres casos que señalé (e insisto que han de haber más) no suelen salir en los Medios. Casos que requieren mucha creatividad, mucho estudio, mucha dedicación. En realidad, los 3 exigen saber que el sentido de estas vidas no está en ellos mismos sino en aquellos a quienes servir. “El que no vive para servir, no sirve para vivir” se decía. De eso se trata.

 

Imagen tomada de https://www.marketingdirecto.com/marketing-general/marketing/4-principios-para-escapar-de-la-mediocridad-en-la-era-de-la-experiencia


sábado, 23 de mayo de 2020

"Parió la abuela"

“Parió la abuela”

Eduardo de la Serna




“Éramos pocos…” titula el ex montonero Ricardo Roa su nota en el “gran” (sic) diario argentino (sic). La nota se refiere a un reciente artículo que circuló por varias redes firmado por el ex dirigente montonero Mario Firmenich (a. Pepe).

Me parece justo decir que pocas cosas me desagradan más que ese personaje. Demasiada sangre corrió por las calles de nuestra patria sin que muchos de los que la regaron hagan una mínima y pública autocrítica. No será este el espacio de un análisis sobre el pasado. Tampoco quiero caer, ni remotamente, en imágenes como que “la sangre negociada no será derramada”. Esa imagen de que los que han sobrevivido lo son porque traicionaron los ideales y sueños de la “juventud maravillosa” me parecen falsos de toda falsedad, aunque pueda haber algún caso en ese sentido. Conozco muchos sobrevivientes de aquellos tiempos. Yo lo soy. Pero eso no hace que mi opinión sobre el Pepe sea buena. ¡No lo es!

Pero, dicho esto, resulta que Firmenich es profesor universitario en España. Resulta que habla. Y resulta que tiene derecho a hacerlo. Pero, ¿qué pasa? sencillamente que la campaña de que el actual gobierno argentino es “comunista” ha fracasado, y a la marcha convocada no fueron ni los organizadores; resulta que la idea de que nos tienen secuestrados – cuarentena mediante – no parece demasiado exitosa, y hasta la idea de que nos “robaron las misas” (porque son marxistas y atentan contra el ser nacional que es católico) tampoco tiene demasiado predicamento. La aparición del sujeto en cuestión, entonces, es un grano de arena más en la campaña que comenzó Clarín y sus lacayos (y los seguidores acríticos, o idiotas útiles) contra el actual gobierno ya desde antes que éste hubiera asumido. Y – obviamente – el sujeto en cuestión se presta a ello, con lo sano que sería para muchos de nuestros oídos ser espectadores de su silencio. Así se entiende, entonces, la información resaltada de la noticia. Es que – eso quiere decir – este es un gobierno montonero. Sin duda alguna. El nombramiento en el ANSES a una evidente montonera como Fernanda Raverta lo demuestra. Por más que Fernanda haya nacido ya en dictadura... esos son detalles menores.

Es cierto que hay otros y otras que también fueron montoneros y son aplaudidos por estos medios, pero lo son después de buenos exorcismos. Si ‘Patito’ Bullrich fue montonera (y “bastante más” que Fernanda, que a los 2 o 3 años militaba en una guardería de niños) un exorcismo a base de Santiagos, Rafitas y Chocobares la reconcilia con lo mejor de la sociedad. Y si Ricardo Roa lo fue, su servilismo, ¡perdón!, sus servicios a las huestes de lo peor que ayer combatía muestran a las claras la traición, ¡perdón!, la tracción poderosa del más poderoso caballero. Y podríamos nombrar otros tantos pascualitos, o montotos tan útiles al macrismo que nos parece innecesario siquiera pensarlo.

En suma… lamento y detesto la presencia o la aparición de Pepe, aunque le reconozca el derecho a hacerlo. Y, reconociendo el mismo derecho, lamento, detesto y repudio la campaña destituyente y repugnante de la hegemonía (y que se me perdone por aludir a Gramsci). Y lamento tanto, pero tanto salame útil que, molesto (como todos) por la actual situación, se deja llevar de las narices (y en muchos casos, rumbo al matadero). Para peor quieren poner impuestos a los más ricos, para peor quieren discutir el pago a los acreedores de la deuda injusta del macrismo, y para peor, otra Fernanda anda insinuando que el gobierno debería recibir acciones de las grandes empresas fugadoras por haber contribuido económicamente al pago de salarios (incluso, en ocasiones, de los que de trabajadores…. ¡poco!). El marxismo avanza, y ¡muchos tan tranquilos! ¡Menos mal que tenemos medios de comunicación y comunicadores que piensan por nosotros!


Foto tomada de https://www.continental.com.ar/escucha/archivo_de_audio/la-apertura-de-la-manana-sobre-el-24-de-marzo-de-1976/20140324/oir/2143163.aspx


jueves, 21 de mayo de 2020

Video comentando el Evangelio del domingo

Videos en youtube comentando los evangelios de los domingos en tiempos de pandemia

Domingo de la Ascensión del Señor


para videos de los domingos anteriores (desde el 4to domingo de Cuaresma) pueden verse en el canal edlserna03:
https://www.youtube.com/channel/UCQoEgIOag4vJmEQWya6xbYA/

martes, 19 de mayo de 2020

Comentario Ascensión A


Jesús permanece en medio de su Iglesia misionera

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR – “A”


Eduardo de la Serna


Lectura de los Hechos de los apóstoles     1, 1-11

Resumen: Como el comienzo del Evangelio, el comienzo de Hechos muestra el despliegue de los preparativos para el fiel cumplimiento de la misión. Los Apóstoles deben continuar la obra de Jesús expandiendo por todas las regiones la Palabra de Dios hasta que Él vuelva. Aunque antes, deben esperar la fortaleza que Dios mismo le garantiza con el envío del Espíritu Santo.

Lo que llamamos “Ascensión” es una creación literaria-teológica de Lucas. Con ella finaliza su Evangelio (como se ve en el día de hoy) y con ella comienza su segundo volumen, Hechos de los Apóstoles. Por un lado, se puede ver que hay un enlace entre el final de uno y el comienzo de otro, y a su vez un paralelo entre ambos comienzos. Lucas quiere mostrar claramente que hay una estrecha relación entre la predicación de Jesús y la predicación de la comunidad cristiana. Veamos esquemáticamente ambos paralelos, y algunos elementos del texto que la liturgia nos propone.


Paralelos entre el final de Lc y el principio de Hch

Lucas
temas
Hechos
24,13-43
Pruebas de que vivía
1,3
24,4
dos hombres vestidos
1,10
24,10
mujeres con los apóstoles
1,14
24,47
predicar a todas las naciones comenzando por Jerusalén
1,8
24,48
ser testigos
1,8
24,49
promesa del Padre
1,4
24,49
no se vayan de Jerusalén
1,4
24,51
elevado al cielo
1,9


Paralelos entre el comienzo de Lucas y el comienzo de Hechos


Lucas
temas
Hechos
1,1-4
introducción a Teófilo
1,1-3
4,2
40 días antes de la misión
1,3
4,1.14.18
comienzo por medio del Espíritu Santo
1,2
4,43 (ver 1,33)
Reino de Dios
1,3
3,16
Juan bautizó con agua
1,5
3,3
proclama de arrepentimiento
2,38
1,21.22.39.41
Cumplimiento de las leyes
1,12
6,12-16
elección de los Doce
1,16-26
3,22
Llenos del Espíritu Santo
2,1-4
3,21
... del cielo
2,2
3,22
un ruido
2,6
4,18-21
después del envío del Espíritu se cumple la Escritura
2,14
4,24 (25-30)
profeta (por el Espíritu)
2,17-18
4,36
milagro, asombrar
(thambô, sólo aquí [y Lc 5,9] en todo el NT)
3,10
5,1-12; 27-28; 6,12-16
la comunidad crece
2,17-18
9,51
tomó la decisión de ir a Jerusalén
19,21
13,33
dispuesto a morir en Jerusalén
21,13
23,18
reclamo de muerte
21,36
23,1
tribuno romano
21,37
20,20; 21,12
procurador
23,24.26; 24,1
23,8-12
ante el “rey”
25,13
24,27.44
cumplimiento de la Ley y los Profetas
24,14; 28,23
24,48
testimonio de Jesús
28,23

De todos modos, detengámonos en algunos elementos que hacen a una mejor comprensión del texto. No sólo son evidentes los paralelos que hemos destacado. Hay aspectos valiosos a considerar. Por ejemplo: si bien el tema del “reino de Dios” es tema fundamental en la predicación de Jesús, no es tema aparentemente importante en Hechos. Sin embargo, no podemos descuidar que el tema se encuentra presente en los momentos clave de este libro, y también en el comienzo y en el final (1,3.6; 8,12; 14,22; 19,8; 20,25; 28,23.31). Del mismo modo que antes de comenzar su ministerio Jesús pasa 40 días en el desierto (Lc 4,2), la Iglesia se encuentra con Jesús 40 días, antes de empezar el suyo (algo especialmente significativo si recordamos que en el Evangelio de Lucas, Jesús asciende el mismo día de su resurrección; es evidente que Lucas quiere destacar aquí el número 40; ver Hch 1,3). El encuentro con Jesús, como es frecuente en el Evangelio se da en el marco de una comida, del mismo modo que se destaca la centralidad de Jerusalén para la misión evangelizadora (v.4) y se prepara la venida del Espíritu Santo para esta misión (del mismo modo que ocurrió con Jesús.  Se pone en paralelo expresamente el bautismo de Juan con el que empieza el ministerio de Jesús con la venida del Espíritu (v.5) y se continúa destacando la centralidad del tiempo –tema característico de toda la obra de Lucas- (v.7). Hay consenso general entre los estudiosos que el v.8 es clave en toda la obra de Hechos: así como Lucas tiene una clara distribución geográfica e histórica, también esto se puede ver en Hechos. Pero no es “meramente” una distribución en orden a lo “narrativo” sino con explícita intencionalidad teológica. Así como Jesús en todo su evangelio se dirige a Jerusalén “porque no debe un profeta morir fuera de Jerusalén” (13,33), aquí se señala que el Evangelio y su testimonio se entenderán “en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (v.8). Es por eso que cuando Pablo llega a Roma (el acceso a “los confines de la tierra, porque “todos los caminos conducen” a ella) Lucas puede terminar su obra sin contarnos que le sucedió a Pablo. Su lema –a lo largo de la obra es que “la palabra (de Dios) crecía” (6,7; 12,24; 19,20) y crece tanto que llega hasta la capital del imperio. Mirando la estructuración de Hechos puede verse que toda la primera parte muestra cómo se predica en Jerusalén, luego en Judea y Samaría, y la palabra crece hasta llegar a Antioquía, Asia Menor, Europa, y finalmente hasta Roma. El “programa” del v.8 se despliega a lo largo de todo el libro.

En este marco, luego de haberle señalado a los apóstoles su misión, es que ocurre la ascensión. Jesús ya puede irse, tiene quienes continúen su tarea. El modo de elevarse es con características propias de las teofanías (manifestaciones de Dios), nube, cielo, hombres vestidos de blanco, y finalmente la confirmación de la visión. La palabra de los hombres marca también el sentido teológico de Hechos: Jesús vendrá del mismo modo que se lo vio partir, ¿qué hacen mirando al cielo? Es decir: “¡a trabajar!” Jesús va a volver y hasta que vuelva, a ustedes les toca anunciar el Evangelio, hacer que la palabra de Dios crezca y se anuncie en todo el mundo. Entendido en este sentido, Hechos no ha terminado, seguimos en el “tiempo de la Iglesia” y debemos continuar la tarea de la Evangelización.

La Ascensión es como un juego de postas: ahora les toca a los sucesores, los apóstoles (que en Lucas son los Doce). Esto también se destaca en Hechos de un modo claro, luego le tocará a otros (los Siete, Bernabé y Pablo) y más tarde a otros, “los presbíteros”. El anuncio del reino debe continuar hasta que Jesús vuelva como se lo vio partir. Pero para que este pueblo profético pueda desempeñar su misión, debe estar acompañado por el Espíritu Santo, que es el gran responsable de la tarea evangelizadora. Pero la venida del Espíritu, el próximo paso antes de comenzar la misión, será en unos pocos días más.


Lectura de la carta a los cristianos de Efeso     1, 17-23


Resumen: La estrecha unión entre Cristo y su Iglesia marca un camino. Allí donde ya está el Señor se dirige su “Cuerpo”. Utilizando los Salmos el autor muestra que Jesús ya está junto a Dios habiendo vencido a las fuerzas del mal y la muerte y hacia donde nos dirigimos.


Después de un interesante Himno eclesial (1,3-14) el autor, un discípulo de Pablo, se dirige a los destinatarios (¿una comunidad? ¿una “carta abierta”?), haciendo expresa referencia a la misión de la Iglesia en medio del mundo (pagano). El autor señala que esto que destacará es lo que él pide a Dios en sus oraciones, por lo que el texto es claramente una “oración”. Si se ve atentamente, estamos ante una oración larguísima, sin punto desde el v.15 hasta el v.21. Los vv.22 y 23 constituyen finalmente la conclusión, o la motivación, que es la estrecha relación entre Cristo y su Iglesia, tan estrecha como la de un cuerpo con la cabeza.

En la oración, fundamentalmente lo que el autor pide para la Iglesia es que “conozca”. Sabemos que “conocer”, en el mundo bíblico es una experiencia profunda del objeto, no se trata de algo expresamente “racional”, o intelectual. Pide que Dios, “el Padre de la gloria”, el “Dios de nuestro Señor Jesucristo” les  conceda “espíritu de sabiduría y revelación” precisamente para “conocerlo perfectamente”. De ese modo, podrán profundizar 3 elementos importantes: la esperanza en la llamada, la riqueza de la gloria y la grandeza del poder desplegado en la Pascua. Es decir, conocer a Dios implica conocer su intervención activa en la historia de la salvación, llegada a su plenitud en el “acontecimiento Cristo”. Pero esto es imposible sin el espíritu (no pensemos aquí que se refiera explícitamente al Espíritu Santo) de sabiduría, esto es la capacidad de comprender, el reconocer el paso de Dios en la vida, y de revelación, es decir la explícita manifestación de Dios que aclara, interpreta la historia. Sin dudas esto es necesario e imprescindible para reconocer el obrar de Dios que a continuación explicitará como llamada, gloria y poder. Pero todo esto es “en relación” a la comunidad, la esperanza es “a la que fuimos llamados”, la gloria es “en herencia a los santos” y el poder manifestado en la resurrección y ascensión es “poder para con nosotros”. La relación de la Iglesia con Cristo es inseparable. Es interesante notar (aunque aquí sólo es insinuado y desarrollará más adelante, esta unión de los creyentes con Cristo es tan plena que así como Cristo está resucitado y sentado junto a Dios, del mismo modo, estando plenamente unidos a Cristo, los creyentes ya están resucitados y sentados conjuntamente a él (2,6) a fin de “mostrar la sobreabundante riqueza de su gracia“.

Esta estrecha interrelación se expresa en la conclusión con la metáfora del cuerpo y la cabeza. No es unánime entre los estudiosos la afirmación de que la imagen esté tomada del ambiente estoico, o quizás también (pre) gnóstico, Lo cierto es que la imagen alude a –por un lado- una estrecha interpenetración, y también a un sentido de superioridad. La cabeza es, aparentemente, la conducción en este caso. No parece que deba entenderse en sentido de precedencia, sino de gobierno. El tema “cabeza de su cuerpo, la Iglesia” es tema recurrente en Colosenses y Efesios (Col 1,18.24; 2,10.17.19; 3,15; Ef 1,22-23; 2,16; 3,6; 4,4.12.15; 5,23.30; ver Ef 1,10). Esta comunión entre cuerpo y cabeza permite la esperanza ya que “precedernos como Cabeza nuestra, para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente esperanza” (Prefacio).

Es interesante señalar que esta “elevación” es “por encima” de todo “principado [arjê], poder [exousía], virtud [dynamis] y señorío [kyriótês]”. Estos extraños personajes (ver 3,10; 6,12; Col 1,16; 2,10.15) parece que deben entender como por poderes “de este mundo”, como personajes diabólicos, fuerzas del mal que son vencidas por Cristo aunque parezcan “todopoderosas”. Todo (panta) está puesto “bajo sus pies” constituido “cabeza del cuerpo” (v.22-23). Y así es “la plenitud del que todo en todo es plenificado” (así parece conveniente leer literalmente el versículo conclusivo). La fórmula “todo bajo sus pies” está tomada del Sal 8,7 y se refiere al “todo” de la creación sometido al señoría del ser humano que es “apenas inferior a un Dios” (v.6). Sin embargo, otro salmo está en el trasfondo de la idea de la ascensión al destacar al resucitado como “sentado a la diestra (de Dios) en los cielos” (Sal 110,1). Aquí volvemos a encontrar la idea de “los pies”, aunque en este caso se refiere explícitamente a los vencidos (cf. Jos 10,24). El rey se sienta a la derecha de Dios que lo guiará para triunfar sobre los enemigos, “quebrará a los reyes” (enemigos, v.5). Este Salmo fue muy utilizado por el primer cristianismo (ver Hch 2,33.35; Mc 12,35-37) para aludir a la resurrección (y el autor de Hebreos encuentra en el v.4 elementos para profundizar el sentido sacerdotal del Mesías). La ausencia de Jesús, el haber sido resucitado por Dios supone que Dios lo ha “llevado” junto a sí, y “sentado a su derecha”. El Salmo, que está en el trasfondo de este y otros textos es claramente usado por el cristianismo primitivo para mostrar que las Escrituras ya aludían a la resurrección de Jesús.



Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     28, 16-20

Resumen: Jesús resucitado se encuentra con los Once en Galilea. Allí pronuncia el último discurso del Evangelio enviándolos de un modo misionero. Pero les garantiza que él estará siempre en medio de los suyos acompañándolos.



El texto evangélico es el final del evangelio de Mateo (Evangelio que se lee en este tiempo litúrgico). El texto no hace referencia a la Ascensión ya que esta es, propiamente hablando, una creación literaria de Lucas. Toda la larga unidad anterior estaba constituida por tres escenas en torno al sepulcro:


1.    Las mujeres (María Magdalena y la otra María; cf. 27,61, seguramente la madre de Santiago y José, cf. 27,56) van al sepulcro [28,1-8]. El ángel les dice: “Y ahora vayan enseguida a decir a sus discípulos: «Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allí le verán.» Ya se los he dicho” (28,7);

2.    Las mujeres se encuentran con Jesús que les dice: «No teman. Vayan, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán». (28,10)

3.    Los sumos sacerdotes sobornan a los soldados (28,11-15)


La escena con la que concluye en Evangelio es precisamente el encuentro de los discípulos (a los que Jesús llama “hermanos”) en Galilea (cf. 26,32). Mateo acota que el encuentro ocurre en un “monte”, que “Jesús les había indicado”. La importancia de los montes en Mateo es fácilmente notable: en un monte ocurre una tentación (4,8), en un monte Jesús comienza sus enseñanzas (5,1), Jesús ora en un monte (14,23), sigue enseñando y sanando desde un monte (15,29), en otro se transfigura (17,1) y finalmente en uno se encuentra resucitado con los “hermanos” (28,16).

La resurrección ha provocado un encuentro, y los que lo ven lo “adoran” (prosekynêsan). En la tentación Satanás le pide ser adorado a cambio de los reinos del mundo y su gloria (4,9) y Jesús les dice que a Dios se ha de “adorar y sólo a él se dará culto” (4,10). Sin embargo, en el Evangelio son varios los que se postran ante Jesús: un leproso (8,2), un magistrado (9,18), los discípulos en la barca (14,33), una mujer cananea (15,25), la madre de los hijos de Zebedeo (20,20) e incluso las mujeres ante el resucitado (28,9). Sin embargo, algunos “dudan” (distázô). Este verbo se encuentra sólo una vez más en el NT, Pedro duda al caminar sobre las aguas manifestando así su “poca fe” (Mt 14,31). Algunos manifiestan su poca fe ante el resucitado. Esto motiva una última intervención de Jesús en el Evangelio:

Jesús reconoce que “me ha sido dado” (la voz pasiva indica que Dios se lo ha dado; el aoristo indica un momento preciso: ¿la resurrección?) “todo poder” (exousía) en el “cielo y en la tierra” (es decir, en todo el mundo). Ese poder se manifiesta en la enseñanza de Jesús (7,29), en su capacidad de perdonar pecados (9,6), en la expulsión de los vendedores en el Templo (21,23). Con la autoridad de su palabra los envía a “hacer discípulos” (el verbo, mathêteúô se encuentra una vez en Hechos -14,21- y luego solamente en Mateo: 13,52; 27,57; 28,19) a “todas las naciones” (ethnê), en el Evangelio se refiere a los paganos (4,15; 6,32; 10,5.18; 12,18.21; 20,19.25; 21,43; 24,7.9.14). Aunque la invitación a “todas las naciones” parece incluir aquí también a los provenientes del judaísmo. La Iglesia –tema importante en Mateo- es una nueva nación (ethnê) que debe dar frutos (21,43), que debe reconocer con fe a Jesús presente en los que tienen hambre, sed, frio… (25,32). 

Este “hacer discípulos” se concretizará en el bautismo. Parece provenir de la comunidad de Mateo la novedad de bautizar “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” ya que el cristianismo de los orígenes bautizaba en el nombre de Jesús (cf. Hch 2,38; 8,12.16; 10,48; 19,5; cf. 1 Cor 1,13.15; lo que no quita que la fórmula trinitaria tenga elementos paulinos, cf. 1 Cor 12,4-6; 2 Cor 13,13). La importancia que este Evangelio tuvo en los comienzos (probablemente por la importancia a la identidad propia de los cristianos, que da el Evangelio de Mateo) influyó en que esta fórmula característica del bautismo se impusiera luego en la Iglesia universal. 

Al hacer discípulos deben “enseñar” (didáskontes) a guardar (ver 19,17; 23,3) lo que ha “mandado” (entéllô, de donde viene entolê, mandamiento; aunque es sólo una cosa la que Jesús “ordena” y es no contar la transfiguración hasta la resurrección, 17,9; sin embargo, el uso es bíblico: Ex 7,2; 29,35; Dt 1,41; 4,2…). Este mandato misionero es la clave de toda esta unidad, la Iglesia no es un grupo cerrado en sí misma sino una comunidad que debe salir de sí hacia los otros. “Enseñar” y “bautizar” se encuentran ambos en participio presente, quizás bautizar y enseñar a hacer lo mandado por Jesús constituye el modo en que los discípulos “harán discípulos” a todos los pueblos.

El Evangelio culmina con una imagen clave de todo el libro. Desde el comienzo sabemos que Jesús es “Dios con nosotros” (1,23). Jesús dirá que “está” en medio de dos o tres que se reúnen en su nombre (18,20), que está en los pobres, hambrientos, sedientos, enfermos, presos… (25,40.45), en los discípulos (10,40), ahora afirma que estará “hasta el fin del mundo” en medio de los suyos (28,20). El Jesús de Mateo no se va (en ese sentido, no “asciende”) sino que está siempre en medio de los suyos.



Dibujo tomado de www.doloresmendieta.com.ar