martes, 28 de julio de 2020

Comentario domingo 18A

La compasión mueve a Jesús a alimentar a las multitudes.
DOMINGO DECIMOCTAVO - "A"


Eduardo de la Serna



Del libro del profeta Isaías     55, 1-3

Resumen: a un grupo del pueblo en situación de angustia y opresión por encontrarse en el exilio el profeta les anuncia la renovación de la alianza en amor y fidelidad comprometiéndose con su vida amenazada.

Si bien es bastante debatido hoy en día la existencia de un gran profeta al que se conocía como “Segundo Isaías” [cuya obra se encuentra en los caps. 40 – 55 del libro del profeta Isaías] y muchos prefieren ver aquí una obra colectiva, se sigue sosteniendo, en general, que el libro presenta palabras pronunciadas durante el exilio y ante la inminencia del final del mismo (o primeros momentos del post-exilio). El mensaje de liberación dirigido a aquellos que se encontraban en la situación de opresión es ciertamente un grito de esperanza. Las personas en ese contexto son obviamente pobres, oprimidos, sin dinero, y con hambre. El contexto económico, entonces, del texto es sin duda esperanzador y no conviene leerlo espiritualmente. 

La sed es una temática frecuente en el ambiente del desierto (Ex 17,3; Neh 9,15.20) y también en el asedio militar (Dt 28,48; Lam 4,4), incluso existen, en algunos poblados, vendedores de agua que vocean por las calles o es frecuente que por la tarde las mujeres fueran a los pozos a buscar agua para el día. Se utiliza también metafóricamente (“tierra sedienta”) para referir a los lugares áridos (Dt 29,18; Is 44,3). En varios textos de este libro se hizo referencia al agua (41,17; 43,20; 44,3; 48,21; 49,10). También se ha encontrado en el libro referencias al banquete. Pero si en 25,6 el acento estaba puesto en la calidad de los manjares, aquí el acento está puesto en la gratuidad. Los verbos lo repiten con insistencia:

Los “que no tienen plata”, “sin plata y sin pagar”, por qué “gastar dinero”, “(gastar) salario”… Si v.1 insiste en lo gratuito, v.2 en el sinsentido de usar el jornal en lo que no alimenta (puede aludir al dinero que no alcanza, a causa de la opresión o la inflación, o al pago usurario o las tasas imperiales), lo cierto es que el acento está puesto en la fiesta y la comida. El fin del versículo podría traducirse “escúchenme escuchando” y lo que Dios quiere es que coman cosa buena (tôb), disfrutar algo sustancioso (con grasa) para la vida (néfes, vida, garganta, alma). 

Inclinar el oído está en continuidad con lo que dijo (“háganme caso”) y es lo principal a continuación (inclinar el oído, acudir a mí, oigan y vivirá su néfes). Esta vida, añorada y amenazada por los exiliados es ahora una nueva promesa de Dios, una alianza reconfirmada (literalmente “cortada”, como se cortan los animales con los que se “sella” la alianza amenazada por los buitres, cf. Gen 15,7-11). Como aquella firmada con David (ciertamente dirigida a un pueblo que ya no tiene rey por lo cual en este caso estamos ante una invitación a la esperanza). Pero es la vieja alianza reformulada, precisamente; alianza cuya característica es el amor (jésed) y la fidelidad (ne’eman) [cf. 2 Sam 7,15-16; Sal 89]. 

Sin embargo, precisamente esta imagen de la alianza, que es calificada de “eterna”, del venir a Dios, del banquete ha de entenderse en el sentido liberador del Dios que da la vida a su pueblo y a los exiliados, a diferencia de los dioses de los otros pueblos – de Babilonia especialmente – que dan la muerte. Esta vida está expresada en el banquete de la gratuidad. 


Carta de san Pablo a los cristianos de Roma     8, 35. 37-39

Resumen: con una serie de preguntas retóricas que esperan respuesta negativa, Pablo señala que nada – y lo hace presentando listas de dificultades – nos puede separar del amor que Jesús nos tiene y que es manifestación visible del amor de Dios. 


Con un himno finaliza el cap. 8 de la carta a los Romanos. Formado por una larga serie de preguntas retóricas que suponen una respuesta negativa: ¿quién estará contra nosotros? ¡Nadie! ¿Quién acusará? ¡Nadie! Entre estas preguntas se encuentra el primer párrafo de la lectura de hoy: ¿quién podrá separarnos? ¡Nadie! Ni siquiera las situaciones conflictivas más duras (tribulaciones, angustias, persecución, hambre, desnudez, peligros o espada). El contexto de violencia de los conflictos recién mencionados invita a notar que hambre y desnudez en este caso parecen entenderse como consecuencia de una invasión y derrota militar. Ni siquiera estas situaciones de violencia extrema – a las que somos sometidos por “la causa” de Dios / Jesús (la cita del salmo 44 está omitida por la liturgia; obviamente el "Señor" del Salmo alude a Dios, mientras que en su contexto la cita alude a Cristo) – nos pueden separar del amor que Cristo tiene por nosotros (amor “de” Cristo es subjetivo).

La lista de dificultades es algo frecuente en la antigüedad. Era frecuente la presencia de “listas” o “catálogos” tanto de vicios / pecados, como virtudes, y – en este caso – dificultades. Veamos a modo de ejemplo en el apócrifo Testamento de los Doce Patriarcas lo que cuenta “José”:


3 Yo vi en mi vida la envidia y la muerte, pero no me desvié por la fidelidad del Señor.
4 Mis hermanos me odiaron, pero el Señor me amó;
ellos quisieron matarme, pero el Dios de mis padres me guardó.
A una cisterna me bajaron, pero el Altísimo me sacó.
5 Fui vendido como esclavo, pero el Señor me liberó.
Fui llevado a la cautividad, pero su mano poderosa me ayudó.
Me sentí agobiado por el hambre, pero el Señor me alimentó.
6 Estuve solo, pero Dios me consoló;
estaba enfermo, pero el Altísimo me visitó.
Yacía encarcelado, pero el Salvador se apiadó de mí.
Entre grilletes estaba, pero él me desató.
7 Me vi rodeado de calumnias, pero él me defendió;
entre terribles palabras de los egipcios, pero él me salvó;
entre las envidias de mis consiervos, pero él me exaltó (Testamento de José 1,3-7)


Como puede verse – y es lo habitual – el primero de los miembros de la lista es el que sintetiza el todo; en nuestro caso, la “tribulación” (thlipsis) que puede entenderse como la característica de las dificultades de los tiempos escatológicos. 

La cita del Salmo – un canto del justo que sufre, en este caso en sentido colectivo – es más bien ilustrativa antes que demostrativa. Los salmos del justo sufriente han sido muy tenidos en cuenta por el cristianismo primitivo relacionados con los cantos del siervo sufriente de Yahvé para ligarlos a la pasión de Cristo y para comprender los momentos críticos de los cristianos.

Estas dificultades finalizan con un canto de triunfo: “vencemos”, pero no gracias a nuestra capacidad o fortaleza sino al mismo amor de Cristo (“aquel que nos amó” [también puede referir a Dios]). La debilidad propia es sostenida por la fuerza de Cristo (2 Cor 12,9: “me jactaré de la debilidad para que habite en mi la fuerza de Cristo … cuando soy débil soy fuerte”). 

A modo de conclusión Pablo señala otra larga lista de cosas que “no podrán separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo”. Nuevamente un elenco de dificultades (como más arriba) pero con elementos contrapuestos: muerte – vida; presente – futuro; altura – profundidad y más abstractos que los anteriores.

Esta nueva lista viene a dar conclusión positiva (“estoy seguro”, v.38) a las preguntas retóricas que hemos visto y comentado. La respuesta negativa que se presuponía es explicitada claramente: ¡nada / nadie! “podrá separarnos”. 

La fórmula “Cristo Jesús Señor nuestro” es una fórmula conclusiva en varias partes de la carta (1,7; 5,1.11.21; 6,23; 7,25) y en este caso concluye así no solamente el cap. 8 sino también toda la primera gran parte de la carta a los Romanos (1 - 8) para dar comienzo a una nueva unidad (9 – 11) donde afrontará un tema totalmente nuevo.



Evangelio según san Mateo     14, 13-21
 

Resumen: movido por su compasión por las multitudes, Jesús multiplicará para ellas los panes como un anticipo de la fracción eucarística del pan que alimenta al pueblo de Dios reunido.

Mateo sigue el esquema de Marcos presentando la multiplicación de los panes después de la muerte del Bautista, aunque, como suele ser su característica, lo abrevia bastante. Así como en 4,12 (“oyendo Jesús que Juan había sido encarcelado se retiró a Galilea”) ahora “oyendo” acerca de la muerte de Juan “se retiró” en una barca a un lugar “desierto”. Jesús ya había dicho que cuando los persigan en una ciudad, escapen a otra” (Mt 10,23), y es eso lo que aparentemente él hace aquí. 

Como en castellano, “desierto” (érêmon) significa tanto un lugar sin agua y estéril como también una región sin gente; obviamente el texto se refiere a esta última acepción ya que los discípulos proponen que compren comida en “los poblados”. 

Las multitudes, “oyéndolo” lo siguieron “a pie” (única vez en el NT junto con su paralelo de Mc) desde las ciudades. El texto puede tener cierta conexión con 2 Re 4,42-44 donde Eliseo multiplica los panes, pero no se ve, en este texto al menos, una relación que pretenda destacarse. De todos modos no conviene detenerse a buscar el acontecimiento histórico subyacente ya que no es eso lo que los Evangelios pretenden en sus narraciones.

La compasión de Jesús (splagjnsthê) es lo que lo mueve a actuar en favor de alguien. Pero es interesante notar que en Mateo esta compasión ocurre en contexto de multitudes (ojloi; 9,36; 14,14; 15,32; 20,34 y en una parábola, 18,27). La curación (therapeúô) de enfermos (arrôstous, de debilitados, única vez en Mt, 3x en Mc y en 1 Cor 11,30) aparece aquí como una suerte de sumario. A diferencia de Marcos, Mateo omite que Jesús “comenzó a enseñarles”; es que, como hemos visto en los textos anteriores, las multitudes (13,36) aunque tienen una actitud generalmente positiva hacia Jesús, no lo comprenden. Estos dos versículos forman como una suerte de marco narrativo para lo que sucederá a continuación: la multiplicación de los panes. 

El diálogo de Jesús con los discípulos – en el que Jesús toma la iniciativa y manifiesta saber qué va a hacer – revela la “poca fe” de los discípulos, algo que es frecuente en Mateo, especialmente en el relato que viene a continuación (Pedro caminando en las aguas). 

Hay algunos términos que son significativos en el relato: esto ocurre “llegada la tarde” (cf. 26,20), la gente se “recuesta” (v.19, anaklíthênai, cf. 8,11; Lc 2,7) sobre la hierba, “bendecir” y “partir el pan” (klasas… tous artous; cf. 15,36; 26,26; Lc 24,30; 1 Cor 10,16; 11,24), lo “dio a los discípulos” (cf. 15,36; 26,26): mirando los textos paralelos que hemos señalado puede verse que el marco lingüístico es evidentemente eucarístico (algo que queda reforzado cuando al repartirse entre la multitud se hace referencia a los panes omitiéndose los peces). 

La bendición a Dios tomando los panes no es diferente de lo que todo padre de familia realiza en su casa en la comida diaria, por lo que no hay que ver aquí otras connotaciones (el texto no dice que bendijo los panes sino que “bendijo”, seguramente a Dios por la comida recibida). Tampoco conviene dar sentido “simbólico” a los números dos y cinco (peces y panes). 

La abundancia sobrante es expresión de los dones escatológicos: Dt 6,11; Is 49,10; 65,10; Sal 132,15. Siendo que en la primera multiplicación (Mateo y Marcos transmiten dos relatos) los canastos sobrantes son 12 y en la segunda son 7, y que el territorio del segundo hecho es extranjero, no ha de descartarse una referencia a los Doce y a los Siete aludiendo a que “Jesús sigue multiplicando los panes en las eucaristías que celebramos” en territorio judío, presidida por los Doce y territorio pagano, presidida por los Siete (aunque en Mateo el territorio extranjero – destacado en Marcos – queda disimulado). 

Mateo añade, que los beneficiarios del hecho son 5.000 “sin contar las mujeres y los niños” (lo repite en 15,38); probablemente un indicio del patriarcalismo incipiente (es interesante que Mateo omite el texto paralelo de la parábola del pastor que busca la oveja, el de la mujer que busca la moneda, que probablemente se encontrara en Q, cf. Mt 18,12-14. Seguramente por ese patriarcalismo al que hacemos referencia). De hecho, en Mateo el lugar de la mujer no es diferente del que ocupaba en el judaísmo contemporáneo y no hay en él mujeres que tengan importancia con la excepción de la sirofenicia (de “gran fe”, 15,28), la mujer anónima que unge a Jesús (26,7) y las mujeres que miran al crucificado desde lejos (27,55). y quizá también la mujer de Pilatos (27,19).


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