jueves, 29 de octubre de 2020

Un aporte al tema de la toma de tierras

 Un aporte al tema de la toma de tierras

Eduardo de la Serna




La toma de tierras es un tema de larga data histórica en América. Las comunidades indígenas suelen manejarse con un criterio comunal: la tierra es “de todos”, y no puede traficarse. “Vender la tierra es como vender a tu madre”, me decía un amigo indígena una vez. De allí que, en algunos lugares, la tierra sea de la comunidad toda. Incluso por derecho constitucional.

El “tema” de la tierra, además, ha marcado a fuego nuestra sangre. Porque cuando un día llegaron a conquistarla, ya había aquí legítimos moradores. Puede afirmarse, a su vez, que estos también guerreaban, saqueaban, mataban y morían; y así ocurrió. Pero los conquistadores fueron ocupando territorios y a su vez matando, o esclavizando, o deportando. Lo cierto es que pocos dichos son tan mentirosos como ese de que “la victoria no da derechos”. Y como la victoria suele estar en las arcas de los poderosos, los que tienen dinero tienen armas, tienen fuerza y desalojan… Así resulta que en toda América (hay algunas excepciones) los antiguos dueños de las tierras hoy son empobrecidos y ocupan espacios marginales cuando no de deshecho.

Así llegamos a nuestros días. Los terratenientes, latifundistas, tienen el dinero, y ya no precisan las armas (aunque pueden recurrir a ellas o a sicarios, por caso); hoy manejan la opinión public[ad]a, el Poder Judicial y – en ocasiones – los poderes públicos. Se hacen leyes en sus beneficios y – por lo tanto – pasa a ser “legal” que posean, incrementen, desalojen…

Y así entramos de lleno en el supuesto “derecho” a la “propiedad privada”. Claro que, como se dice, la biblioteca está dividida con respecto a qué es un “derecho”; y si bien para unos, esto es lo que se puede adquirir: “tengo derecho a lo que he comprado”, para otros, “allí donde hay una necesidad hay un derecho”, en ese caso, la vida está por encima de la propiedad (es evidente que nadie humanamente consideraría delito robar para comer).

Es cierto que el tema de la tierra no es propio de nuestra América. Ya Israel vio como “tierra prometida” el espacio que luego ocupó, desalojando a los habitantes (tema que sigue en conflicto hasta hoy). Pero no es menos cierto, que, dentro de Israel, nadie consideraría “robo” arrancar espigas, comer algún fruto al paso. “No había leyes de propiedad privada en el antiguo Israel”, afirma un estudioso.

El tema de la toma de tierras es un tema de “propiedad privada”, sin duda. Claro que uno podría preguntarse, con razón, si cuando los poderosos proclaman leyes que les permiten apropiarse de humedales, islas, montes, no están violando el derecho a la propiedad privada… Y casos como esos (contemporáneos, para no irnos demasiado lejos en la memoria) están a la vista de todos; otros podrán verse cuando se apaguen los últimos incendios. Pero una vez más, parece que cuando un poderoso se roba un país entero es un “señor”, pero cuando un pobre ocupa un pedacito de tierra para vivir es un “ladrón” y usurpador; el primero es aplaudido (y hasta llega a presidente, en ocasiones) mientras el segundo es desalojado, y hasta encarcelado, o reprimido.

Sin duda la propiedad privada es un derecho, pero ¿es un derecho principal? Alguno dice que “la ley primera” es que “los hermanos sean unidos”; Jesús dice que el amor a Dios y al prójimo lo es. Sólo desde el individualismo, desinteresado del hermano o la hermana, puede verse como más importante lo que yo poseo por encima de la necesidad del otro o la otra. Es por eso que, con toda razón, el Papa Francisco acaba de reiterar que la propiedad privada es un derecho “secundario”.

El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica. (F.T. 120).

Pero, como dice el Papa, “con frecuencia” los poderosos, los medios de comunicación, el poder (per)judicial, logran ¡una vez más! (y van…) que los pobres sean “privados de la propiedad”. Al fin y al cabo, parece que Aristóteles sigue vigente, y la esclavitud es algo “natural”, tener esclavos es necesario, aunque estos sean “una herramienta que habla” y algunos tengan, a lo sumo, que taparse los oídos para no escucharlos. Al fin y al cabo, eso de que somos todos iguales (o todos libres… o todos hermanos/as) es simplemente folclore político, idealismo pontificio o demagogia populista. La realidad es otra: L’État c’est moi (o sommes nous, si se entiende bien el “nosotros”… es decir, si se mira desde nuestra propiedad; la misma desde la que privamos de vida a “los otros”).

 

Foto tomada en Valdivia, Chile (2017)

martes, 27 de octubre de 2020

"Los hermanos (y hermanas) sean unidos"

 “Los hermanos (y hermanas) sean unidos”


Eduardo de la Serna




Parece que en estos días se ha puesto sobre el tapete el tema de la fraternidad/sororidad. Y no es mal tema para pensarlo.

Claro que no podríamos ignorar, antes de comenzar, los 10 años de la desaparición física de Nestor. Simplemente un grande. Tan grande que los traidorzuelos ecuatorianos tuvieron que sacarlo de su territorio, porque les marcaba un camino. Otro camino. Tan grande que quisieron invisibilizarlo un conjunto de pigmeos reinantes. Como si una hormiga hiciera sombra a un elefante. Tan grande que su legado sigue vigente y presente, más allá de tropiezos y límites, que las mismas hormigas ponen en el camino; camino que hace, precisamente un año, hemos decidido seguir transitando después de patear hormigueros. Pero después del homenaje, sentido y necesario, volvamos a los hermanos y las hermanas.

Y recuerdo que mi papá contaba de una viejita humilde en Dock Sud, donde él trabajó muchos años, que cuando le preguntaban “¿Cómo anda la familia?” ella respondía, “Bien… ¡¡¡porque no hay nada que repartir!!!” … porque parece que cuando hay algo que repartir no todas las familias “andan bien”, como la de la abuela.

Y esto nos lleva a pensar, una vez más, en el tema de la propiedad privada (y los privados de propiedad). Es un tema que merecería un buen análisis, ya lo hemos dicho. Y repetido. Y, además, no está fuera de tema, pensar en las miles de ocasiones en las que muchos celebran lo que interpretan como su propiedad que se trata de lo que le fue saqueado a otros. Parece que la propiedad debe defenderse cuando es “mía” y relativizarse cuando es “de otros”. Ver a un patriarca de familia en la foto en la que se inaugura una planta de Papel Prensa que le fue arrebatada a otra familia bajo tortura, por ejemplo, no resiste un análisis de la propiedad privada en serio. Pero parece que ni la hermana tiene derecho a acceder a la propiedad cuando no hace lo que “yo” (el patroncito de estancia) quiero en mis caprichos perecederos. Caprichos alentados después de haber sido patroncito de varias estancias, o ministro de varios hormigueros, si se prefiere.

O también la actitud, que parece despechada, porque el hermano mayor y su cómplice o compinche de juegos familiares, relega a las hermanas y al menor de las ganancias paternas; estas disfrazadas de maravillas geniales de un padre casi ejemplar que solamente estafó a un conjunto de países (con China no se animó, porque vidrio no comía). Y entonces, el victimizado, parece en campaña a favor del sucesor en la alcaldía, como venganza por los beneficios no percibidos. Es que lo privaron… parece.

En lo personal, creo que el conflicto de los hermanos Etchevehere no es el mío, aunque – por las consecuencias que el ex ministro infligió al país entero – celebraría que un Poder Judicial, en el que no confío, reconociera la razón de Dolores. Aunque tampoco me sienta cerca de los que ahora la acompañan. Y en lo personal, también, creo que el librito sobre el hermano de Maurizio, es un intento de cuestionarlo, y me huele a favorable a la campaña de Rodríguez Larreta para desplazarlo del partido del genocidio social y los negociados permanentes.

Y en este contexto, además, el Papa publica una encíclica social sobre la “Fraternidad” (sin sororidad). Sobre las consecuencias sociales, políticas, económicas, etc. que una verdadera fraternidad/sororidad (acoto yo) tiene para la vida humana. E incluso, dedicando un buen apartado al tema de la propiedad privada… Una encíclica con crítica al neoliberalismo, favorable a las luchas de memoria-verdad-justicia, favoreciendo la buena política, relativizando totalmente la propiedad privada… Eso no puede menos que molestar a los hermanos en conflicto (a lo mejor por eso manifiestan claramente un rechazo visceral al Papa, aunque no puedan decirlo públicamente).

En estos momentos, pareciera que la encíclica podría aportar un buen horizonte para pensar los conflictos entre hermanos. Pero pedirles a estos, en particular a estos, que miren una encíclica sería como invitarlos a cenar gamexane o sentarse a la mesa de un oso hormiguero.

 

Foto tomada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Oso_Hormiguero_Myrmecophaga_Tridactyla_(27766333).jpeg

Video con comentario al Evangelio del domingo de Todos los Santos

Video con comentario al Evangelio del domingo de Todos los Santos



 

también se puede ver en 

https://youtu.be/nhUhl2d9ZLY


Eduardo


Comentario Todos los Santos

Jesús invita a sus amigos a participar de su vida
TODOS LOS SANTOS
1° de noviembre

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Apocalipsis     7, 2-4. 9-14

Resumen: en una visión y su dialogo explicativo el vidente observa una multitud incalculable que son los amigos de Dios, los que se han mantenido fieles en medio de las dificultades y gozarán de la vida resucitada.

El libro del Apocalipsis no es con frecuencia tenido en cuenta en la liturgia a pesar que tener un marco litúrgico el libro para mostrar la unión entre cielo y tierra. Los frecuentes himnos y cantos son buen ejemplo de ello. Sin duda la referencia a los “elegidos”, los “siervos de nuestro Dios”, los “sellados” y la “muchedumbre inmensa” son la razón de su incorporación en la liturgia del día. Veamos:

Nos encontramos con un libro cerrado con sellos, siete, como es frecuente en la apocalíptica… Obviamente el libro recién se podrá abrir (recordar que se trata de un rollo), sólo puede desenrollarse cuando los siete sellos sean rotos, por lo que el “séptimo sello” será el definitivo. En el rollo-libro están escritos los nombres de los “elegidos”, o salvados (es el libro de la vida), por lo que los asistentes están expectantes para conocer los nombres. Se destacan los primeros cuatro sellos (con sus correspondientes jinetes y caballos, cf. 6,1-8) y luego los restantes dos (cf. 6,9-17). Antes de la apertura del séptimo sello, y definitivo, el libro hace como un paréntesis a fin de crear clima de suspenso. Es el capítulo 7, correspondiente al texto litúrgico. En 8,1 se abre el séptimo sello.

El texto nos presenta una visión (7,1-12) y un diálogo (7,13-17) entre el vidente (el autor del libro del Apocalipsis) y uno de los ancianos que estaba junto al cordero (7,11; ver 4,4). Como suele ocurrir en los apocalipsis, el diálogo es explicativo de lo que se ha visto. 

El vidente observa cuatro (otro número preferido por la literatura apocalíptica, como se dirá) ángeles a los que se ha encomendado causar daño “a la tierra y el mar” (es decir en todas partes), pero eso todavía no ha de ocurrir (ocurrirá en 8,7); antes se ha de marcar en la frente a los siervos de Dios (la imagen es tomada de Ez 9,4). Todavía – hasta la explicación – no sabemos de quienes se trata, sólo se nos aclara el número: 144.000. Como es habitual en la literatura apocalíptica, el número debe entenderse simbólicamente, es 12x12x1000; 12 es el número característico del pueblo de Dios y 1000 es propio de “una multitud” (ver 2 Pe 3,8). Lo que quiere señalar es que “todo el pueblo de Dios” está marcado por ser “siervos de Dios” (“siervo de Dios” se dice del vidente en 1,1; de los profetas en 10,7, de Moisés en 15,3 y se alude a “los siervos”, los fieles en 19,5; 22,3.6). 

Esta “muchedumbre”, “imposible de contar” proviene de toda “nación, raza, pueblo y lengua” (4 cosas para señalar la universalidad de la proveniencia de los que están de pie ante el Cordero). Los 144.000 provienen de todas partes, tienen vestiduras blancas (signo de resurrección; cf. 6,11) y palmas. La palma es utilizada habitualmente en la liturgia del Templo (cf. Lev 23,40; 1 Re 6,29.32.35; 7,36; 2 Cro 3,5; Ez 40,16.21.22.26.31.34.37; 41,18.19.20.25; Jn 12,3), de hecho el salmo canta que “el justo florece como una palma” (92,13) [este texto prepara la lectura posterior sobre la “palma del martirio”, pero no hace aquí referencia a eso]. Y la muchedumbre canta que la salvación viene “de Dios y del Cordero” a lo que los asistentes responderán “Amén”. En 12,10 se nos dirá que la salvación es que “el acusador” (el satán) de los hermanos “ha sido arrojado” y ha llegado el reinado de Dios (basileía tou theou) y el poderío (exousía) de su mesías. La salvación, la gloria y el poder (dynamis) son de nuestro Dios (19,1) [notar que en estas tres citas el cantante habla de “nuestro Dios”; cf. 4,11; 5,10; 19,5.6]. El “Amén” viene acompañado de ¡siete! cosas que se dirigen a “nuestro Dios”: “alabanza (eulogía), gloria (doxa), sabiduría (sofía), acción de gracias (eujaristía), honor (timê), poder (dynamis), fuerza (isjys)”. 

Luego de este himno de reconocimiento de “nuestro Dios” comienza el diálogo entre el anciano y el vidente.

La pregunta del anciano es retórica, ya que sabe la respuesta pero pretende “interpretar” al vidente la visión (la interpretación está interrumpida en el texto litúrgico en v.14 aunque continúa hasta v.17). Pregunta quiénes son y de dónde han venido pero sólo responderá la primera parte, ya que conocemos la respuesta de la segunda: de toda nación, raza, pueblo y lengua… Y destacará dos elementos dramáticos: que vienen de una “gran tribulación” y que han “blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero”. 

La comunidad a la que se dirige el libro está padeciendo una tribulación (thlipsis) y el autor se presenta como “compañero en la tribulación” (1,9). Algunos destinatarios (la Iglesia de Esmirna, 2,9.10) padecen la tribulación pero ésta es calificada de breve (“diez días”). Se trata de un gran conflicto que se espera para los “tiempos finales” (cf. Dn 12,1; Mc 4,17; 13,19.24). La comunidad (o algunos) están padeciendo una situación violenta. Es muy posible que en algunas ciudades los gobernantes hayan sancionado violentamente a los que se negaban a dar culto al emperador (culto imperial) y los cristianos fueran víctimas de esto  (no consta que sea algo general, pero probablemente sí localizado. Los judíos no fueron maltratados en este contexto por ser tenidos como “religión lícita”, incomprendidos seguramente, pero tolerados). Aquellos que fueron maltratados “blanquearon sus vestiduras con la sangre del cordero” (obviamente la imagen es metafórica, no se trata de que la sangre purifique sino de su identificación con el cordero que también fue asesinado). De hecho, en 12,11 “nuestros hermanos” se han enfrentado al “acusador” y lo vencen “gracias a la sangre del cordero y a la palabra de testimonio (martyrías) que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte”.

La multitud incontable canta la gloria de Dios y el cordero y por eso le darán culto día y noche, no tendrán hambre, ni sed, ni padecerán el sol, ni el calor, serán apacentados por el Cordero que los guiará a manantiales de agua de vida y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos (7,15-17).



Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     3, 1-3

Resumen: la relación entre Dios y los cristianos lo lleva a una relación de amor filial que se dirige hacia la meta del encuentro definitivo.

La carta de Juan debe leerse en coherencia con la teología del cuarto Evangelio (sea escrita por la misma persona o la misma escuela). Empieza señalando el inmenso “amor” (agapê) del Padre. El “Padre” es el modo característico como Jesús se dirige a Dios que es, a su vez, llamado “hijo” (sin acotaciones, lo que es muy propio de Juan; los sinópticos prefieren “hijo del hombre”, a veces “hijo de Dios”). El amor es lo propio de Dios, hasta el punto de afirmar que “Dios es amor” (1 Jn 4,8) y de Jesús (Jn 13,1), por eso Jesús “manda” a sus discípulos amar con un amor semejante (“como yo los he amado”) para que se los reconozca como tales (Jn 13,34-35; cf. 15,9-14). Ese amor ha conducido a Dios a llamarnos “hijos”, ¡y lo somos! Es de notar que el griego conoce dos sustantivos para decir “hijo”: huios y tekna. En Juan (Evangelio y cartas) se dice que Jesús es “hijo”-huios, mientras que nosotros somos “hijos”-tekna. Es interesante cómo lo presenta el prólogo del Evangelio:


Pero a los que la recibieron (a la Palabra), a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos (tékna) de Dios (Jn 1:12).


El contraste viene dado entre la actitud del Padre hacia nosotros y la actitud del “mundo”. El mundo, en general, es el ámbito que rechaza a Jesús (el diablo es el “príncipe de este mundo”, Jesús ha “vencido al mundo”, los discípulos están pero no son del “mundo”… y Jesús es rey, pero no de “este mundo” que lo rechaza). El mundo no conoce a Dios y tampoco a sus hijos (Jn 1,10; 14,17; 15,25). 

La vida ya se ha manifestado (faneróô) (1 Jn 1,2), el obrar de los injustos manifiesta su actitud (2,19) y Jesús se manifestó para borrar los pecados (3,5) para deshacer las obras del diablo (3,8). El amor de Dios se ha manifestado en el envío del hijo (4,9).  La plenitud de lo que se espera no se ha manifestado aún ya que “seremos semejantes a él, lo veremos tal cual es”. A Jesús lo hemos “visto” en su “manifestación” (1,2) y por eso lo “anunciamos” (1,3); de hecho, “el que peca… no lo ha visto” (3,6). A Dios no se lo ve, pero sí se ve al hermano, de allí que es en él donde se debe expresar el amor concreto (4,20). Y en cierto modo, al obrar el bien ya “vemos” a Dios (3 Jn 11). 

La “esperanza” y la “purificación” se encuentran sólo aquí en los escritos joánicos (aunque Jn 11,55), pero sin duda alude al “aun no” del v.2, aún no se manifestó lo que seremos que es cuando seremos semejantes y lo veremos. Es posible que los adversarios internos que se detectan en la carta por doquier crean y proclamen que ya hemos alcanzado la meta y nada queda por esperar y no precisan por tanto purificación alguna y ya se sienten “semejantes” y “ya ven” a Dios. El “ya” y el “todavía no” no es frecuente en los escritos joánicos, pero el autor de la carta quiere alertar a los suyos de una espiritualismo peligroso que lo aleja a su vez de los hermanos y del amor concreto.



Evangelio según san Mateo     4, 25 -- 5, 12

Resumen: Jesús empieza su predicación reconociendo como felices a los que vivan de una manera coherente con el Reino que él anuncia. Dios se manifiesta del lado de sus amigos.


La referencia a las multitudes que siguen a Jesús forma, en realidad la conclusión de la sección narrativa (“Jesús recorría toda Galilea… lo siguió una gran multitud de Galilea…”, 4,23-25) pero está colocada con la finalidad de entender la actitud de Jesús en 5,1 al “ver la multitud”.

Nos encontramos con el primer discurso de Jesús lo cual, sin duda tiene una particular connotación (lo mismo ha de decirse de las primeras palabras de Jesús en los restantes evangelios). Jesús "sube al monte” (5,1) del cual recién descenderá en 8,1 constituyendo una larga sección discursiva conocida como “el Sermón del monte", 5,1-7,28 enmarcado, además con la palabra clave “enseñar” (5,2; 7,29).

El texto da por supuesto que se sabe a qué monte se refiere (al monte, tó oros) aunque la localización precisa no sea importante. En Ex 19,3.20; 24,12.15.18; 34,1.2.4; Dt 9,9; 10,1.3 se señala que Moisés “sube al monte”. La actitud de “sentarse” es propia del maestro (Mt 13,1.2; 23,3; 26,55; Lc 2,26; 4,20). En este caso la montaña quizás simplemente sea presentada como un lugar en el que es posible dirigirse a una multitud (que no cabría, por ejemplo, en una sinagoga). 

Lo primero que el Maestro dirá son una serie de reconocimiento de que determinadas personas han de reconocerse como “bienaventuradas”, makarioi.

Makarioi”, felices, dichosos es un reconocimiento a las personas que están en una situación determinada, cf. 1 Re 10,8; 2 Cro 9,7; Tob 13,14; Sal 1,1; 2,12; 32,1; 84,5; 106,3; 119,1.2; 128,1; Sir 25,8-9; 48,11; Is 30,18; 32,20; Bar 4,4. Se trata de una felicitación por vivir de esa manera (y es lo contrario de los “ay”, también frecuentes). 

Para comprender bien las bienaventuranzas de Mateo es importante mirar las bienaventuranzas de Lucas que parecen más fieles a la fuente, el texto Q. Esto nos permite descubrir lo que Mateo quiere destacar.

Para empezar, las bienaventuranzas de Lucas son dirigidas a los que están presentes (“ustedes”) mientras que las de Mato se dirigen a un público impreciso, “aquellos que” eligen vivir de determinada manera.

En segundo lugar la característica de Lucas es que la situación cambiará, entonces lo que se celebra no es tal o cual situación sino la nueva situación que sobrevendrá en un futuro (los que lloran serán consolados; pero se refiere a un futuro histórico, "ahora", no “celestial”). Es que la situación actual es negativa, mientras que la futura es beneficiosa. Mateo, en cambio, presenta situaciones beneficiosas. Para ello, espiritualiza lo que encontró en Q. Veamos un ejemplo: es malo tener hambre, lo positivo es que en el futuro “serán saciados” (= Lucas); Mateo, en cambio destaca que esta hambre y sed es “de justicia” (con lo que esa hambre pasa a ser positiva) y la saciedad ocurre en la consecución de la justicia. Otro elemento - que no hace a nuestra lectura - es que las cuatro bienaventuranzas de Lucas se corresponden con cuatro ayes contrapuestos. Como también la situación se invertirá, la antigua situación beneficiosa será tenida por negativa en el tiempo futuro. Lo que interesa es que se constata una situación y se reconoce felices a los que la viven. En Mateo se trata, entonces, de virtudes.

Hay indicios que nos permiten concluir que Mateo debió incluir una nueva bienaventuranza (la novena) a su cuadro original, seguramente a raíz de la situación concreta de su comunidad. En primer lugar, la primera y la octava se justifican en presente, y no en futuro y finalizan idénticamente: “a ellos les pertenece el reino de los cielos”. En segundo lugar, porque la temática no parece muy diferente de la octava (“los perseguidos”) lo que lleva a pensar que Mateo quiso reforzarla. En tercer lugar, la novena, a diferencia de las restantes – y a semejanza de Lucas – se dirige a “ustedes” y no a “aquellos que…”.

Se podría destacar mucho de cada bienaventuranza. Veamos brevemente:

Felices los pobres de espíritu: Como se dijo, Mateo espiritualiza a fin de que lo que es en sí malo, pero cambiará en el futuro, sea ahora positivo. La primera bienaventuranza, “felices los pobres” la transforma en “pobres de espíritu”. Mateo dirá que Jesús viene a evangelizar a los pobres” (11,5), pero – como en los restantes textos – se refiere a que su situación cambiará, como los ciegos, los lisiados o los cojos, que serán sanados. Ahora se refiere a algo que se da “en el espíritu”. Por ser la primera es la que marca el sentido de las restantes. Los términos que hacen referencia a los económicamente pobres en la Biblia hebrea van adquiriendo paulatinamente un sentido religioso, por ejemplo en el Salmo 69 (notar que el salmista se siente ubicado entre los pobres):

El nombre de Dios celebraré en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias… Lo han visto los humildes y se alegran; ¡viva el corazón de ustedes, los que buscan a Dios! Porque Yahveh escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos. (Sal 69:31-34).

En una misma línea, Sofonías toma la idea de la pobreza e invita a buscarla.

Busquen al Señor, los humildes (anû, pobres) que cumplen sus mandatos: busquen la justicia, busquen la humildad, tal vez así encontrarán un refugio el día de la ira del Señor. (2:3)

Y claramente se afirma en Qumrán:

Bendito sea el Dios de Israel… Él ha llamado… ha reunido… A rodillas que tiemblan da fuerza para estar en pie. Y ciñe los riñones de los lomos quebrados. En los pobres de espíritu [anû rûah]… al corazón duro. Por los perfectos del camino serán destruidas las naciones impías” (Regla de la guerra, 1QM 14,7).

Se trata del que no pretende nada ante Dios, no argumenta méritos [por esto algunos autores lo han asemejado a la “infancia espiritual”] no se considera autosuficiente sino necesitado de Dios (en su espíritu), reconoce su pobreza y la elige. Ser pobres por elección es el camino necesario para que de ese modo “Dios reine” (en presente). 

Felices los afligidos: las causas de la aflicción ciertamente son muy variadas, desde un duelo a una situación nacional de desgracia, y también la aflicción por haber ofendido a Dios. La causa de esta aflicción no queda especificada, pero es probable pensar en los sufrimientos a causa de la fidelidad. La felicidad radica en que aunque la situación sea negativa el destinatario tiene la oportunidad de ser testigo visible y público de su fe. 

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la liberación a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor, el día del desquite de nuestro Dios; para consolar a los afligidos (Is 61:1-2).


Como en otras bienaventuranzas la razón de la alegría está puesta en un verbo en voz pasiva; es lo que se llama un “pasivo divino”, es decir – en este caso “serán consolados” – es Dios el que dará el consuelo. El tiempo de la prueba terminará definitivamente.

Felices los pacientes: [en algunos manuscritos y ediciones bíblicas – por ejemplo la Biblia de Jerusalén – esta bienaventuranza antecede a la anterior. El tema no es seguro, y seguimos, entonces, el orden propuesto en la liturgia]. El término praeîs puede traducirse por mansos, humildes, incluso pobres (cf. Job 24,4; 36,15). Las restantes veces que se encuentran en Mateo parecen recomendar la traducción por mansos (11,29; 21,5). Pero se trata de una “mansedumbre” activa, resistencia no violenta. El texto parece inspirado en el Salmo 37:

Vive en calma ante Yahveh, espera en él, no te acalores contra el que prospera, contra el hombre que urde intrigas. Desiste de la cólera y abandona el enojo, no te acalores, que es peor; pues serán extirpados los malvados, mas los que esperan en Yahveh poseerán la tierra. (Sal 37:7-9).


La sociedad está habituada a que los violentos sean los poseedores de la tierra. Mateo les asegura que Dios intervendrá y dará, regalará la tierra a los no violentos. La verdadera fortaleza está del lado de la no violencia porque tiene a Dios de su parte.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia: La espiritualización a la que hicimos referencia en este caso se manifiesta en relación a la justicia, es decir a la búsqueda de la voluntad de Dios (5,10.20; 6,1; 21,32). Es decir, se declara felices a los que tienen deseo (= hambre, sed; cf. Am 8,11; Sal 63,2) de buscar la realización de la voluntad de Dios (= el Reino de Dios). Pero el hambre y la sed también son imagen de una carencia. La justicia falta en el mundo, y las víctimas de la injusticia cuentan con que serán saciados por Dios quien los sentará en el banquete del Reino (cf. 26,29). El don de Dios es a su vez tarea humana.

Felices los misericordiosos: La relación "don y tarea" vuelve a manifestarse en esta bienaventuranza ya que hay una relación entre la búsqueda, la práctica de la misericordia y la obtención de la misericordia. Misericordia no se trata de un sentimiento sino de una praxis, una actitud hacia el prójimo, en especial al “mísero”, por ejemplo en el perdón (cf. 18,23-35): “¿no debías tú también haber tenido compasión de tu compañero como yo la tuve de ti?” (v.33).

Felices los limpios de corazón: el añadido “de corazón” refuerza la espiritualización. La pureza era un gesto ritual que Jesús cuestiona (23,36) ya que pretende que esta sea “del interior”. Es importante tener presente que a diferencia de nuestras lenguas, en la Biblia, el corazón es el ámbito de las decisiones y los pensamientos, es el que permite discernir el bien del mal (1 Re 3,9; Dn 2,30; cf. Mt 15,18.20). Ya los profetas señalaban que la pureza no ha de ser primeramente ritual sino una actitud de vida (practicar el derecho y la justicia; cf. Is 1,16). “Crea en mí, Dios mío, un corazón puro”, dice el Salmo 51,12 (ver Joel 2,12-13). Se trata, en suma, de ser leales con Dios y con el prójimo. Y lo que se dice es que “verán a Dios” que se hará presente en el camino de la vida.

Felices los artesanos de la paz: El trabajo por la paz (eirenopoioi) no es un término frecuente. Pr 10,10 considera trabajador por la paz a aquel que critica con franqueza (contrariamente al que cierra los ojos); y Sgo 3,18: los que trabajan por la paz consiguen justicia. Nada semejante a una actitud pasiva ya que es claramente activa (poieo). La paz es la plenitud, el bienestar, la felicidad personal o social. Esos serán tenidos por Dios como hijos, algo que ya ocurre en la comunidad de discípulos (cf. 6,9).

Felices los perseguidos por la justicia: Se refiere, como se ha dicho a aquellos que buscan ser fieles a la voluntad de Dios (= justicia), y por tanto entre ellos “Dios reina” (= 5,3).

Felices serán  ustedes cuando…: como se dijo, esta parece repetición de la anterior, aunque se ha ampliado, además que aquella se refiere a una situación concreta mientras ésta a una situación probable de futuro. Esta situación es “a causa de mi” (de fidelidad a Cristo). Probablemente la situación que afecta a la comunidad de Mateo por parte de los grupos judíos de la ciudad (Antioquía, probablemente) haya provocado la ampliación de esta bienaventuranza. 

La persecución pasada de los profetas es un honor para los contemporáneos perseguidos a causa de Cristo. La recompensa será grande en el cielo. Las bienaventuranzas anteriores hablaban de la intervención de Dios expresada en la voz pasiva. Aquí el anuncio futuro alude al cielo en retribución por la situación padecida.


Cuadro de Cerezo Barredo tomado de rubenavamartin.wordpress.com

jueves, 22 de octubre de 2020

Curiosidades capitalistas

 Curiosidades capitalistas

Eduardo de la Serna



Quizás por tener una estructura mental o una formación filosófica clásica me cuesta entender que algo “pueda ser y no ser al mismo tiempo”. Por eso, entiendo (no estoy de acuerdo, pero entiendo) que la “propiedad privada” sea una suerte de dogma fundacional del capitalismo. Todo gira en torno a él. Y, por ejemplo, los EEUU (no soy ingenuo, sé lo que se esconde detrás, solo es ejemplo) “compraron” California a México o Alaska a Rusia, y por tanto son “suyos”. Por lo mismo, entiendo que los defensores del capitalismo, hagan girar sus políticas en torno a ese valor supremo. Por supuesto que nada es tan lineal, y hay diferentes aspectos a tener en cuenta; solo me interesa partir de este tema. Y partiendo de él, por ejemplo, resulta extraño que “la propiedad privada” se empiece a contar “a partir de”, por ejemplo, la gestación del Código Civil (Carlos Mugica) y no a partir de acontecimientos históricos. Entonces, los legítimos dueños de los campos parecen ser los poderosos que se apropiaron de las tierras indígenas y no los que ya estaban desde antes… Y, ya que estamos, estoy pensando en quiénes se apropiarán del territorio de la Luna para hacer negocios con ella; ¿por qué tendrían más derechos los EEUU, o Rusia que Eritrea o Gabón?

Y ahora, mirando los acontecimientos de la familia Etchebehere, resulta que parece que la propiedad privada de ciertos campos consiste en privar de su propiedad a “la hermana” … Es decir, si Luis Miguel la reclama está bien, si la reclama Dolores, ¡¡¡debe ser echada!!! Es extraño, por cierto (y para peor, es el Poder Judicial – el mismo, y en la misma Provincia que falla [nunca mejor utilizado el verbo] en favor de Vicentín – quien debe decidir al respecto).

Curiosa concepción de la propiedad privada en boca de patotas (otra idea extraña, porque parece que si es “sindical” está todo mal, pero si es de “tractoristas” es un sensato reclamo de justicia).

Parece que, para ciertos capitalistas, y los que tienen al “patroncito” introyectado, no se trata tanto de un tema de propiedad privada, sino de hacer en todo los caprichos del “señor”. Curioso capitalismo ese, ¡muy curioso!

 

Imagen tomada de “A desalambrar” en https://www.youtube.com/watch?v=u2SKr2nNusk

miércoles, 21 de octubre de 2020

El odio o el amor en marcha

 El odio o el amor en marcha

Eduardo de la Serna




Mirar las diferentes “marchas” suele ser algo difícil, especialmente porque depende qué es lo que se observa o comenta. Por ejemplo, se puede mirar la cantidad, en cuyo caso una marcha será mejor o no tanto según la cantidad de manifestantes. Se puede mirar el o los temas convocantes, en cuyo caso el enfoque se dará según la valorización que los observadores den o no al o los temas en cuestión…

Pero quiero detenerme en la actitud que se ve (en general, por cierto) en las marchas y/o los marchantes. Porque me parece que esta, algo dice. Por ejemplo, hay marchas donde se observa alegría y marchas donde se ve bronca. Y no me parece que el tema esté necesariamente dado por el motivo convocante, sino por la actitud de los convocados. En las marchas por acontecimientos relacionados con los Derechos Humanos, el motivo convocante no suele ser alegre: el “Nunca Más” es evidente. Sin embargo, las marchas suelen ser festivas (aunque hay que distinguir allí donde se convocan los Organismos de DDHH de donde se convoca la “paleo-izquierda” donde se nota otra actitud más cercana a la rabia). Ciertamente no se “festeja” el golpe genocida, sino que se celebra el encuentro, se celebra que seamos muchos los que manifestamos y nos convoca un mismo reclamo. Quizás sea distinto cuando el tema es “de momento”, como fue la marcha contra el 2x1 de Rosenkratz (que solo por esa marcha debería haber renunciado si tuviera dignidad, pero – como Almagro – ha demostrado ser indiferente al sentir social), sin embargo, el encuentro es festivo por el solo hecho de serlo.

Muy diferente son las marchas en estos tiempos de pandemia. Marchas extrañas, ciertamente. Pero – por ejemplo – es notable la diferencia si miramos la alegría o la bronca, el amor o el odio… Por ejemplo, en la actitud frente a la prensa opositora a la marcha. La actitud de los manifestantes contra C5N no es la misma en unas marchas que la actitud frente a TN en otra marcha. La violencia sirve como ejemplo para entender la diferente actitud. Y acá me parece que está el tema: bronca, odio, rabia de un lado, alegría, fiesta, amor del otro. Y esto salta a la vista para cualquiera que quiere mirarlo, salvo que sea cultor de la rabia. O que sea del establishment, en cuyo caso silenciará las agresiones al camión de C5N y, sin duda alguna, hubiera hecho una causa nacional y regional si el 17 de octubre hubieran simplemente empujado al periodista de TN.

Y podemos mirar lo mismo en viejas manifestaciones, o en encuentros de otras partes, y me parece que la actitud es semejante. El odio moviliza, ¿qué duda cabe? Pero moviliza lo peor del ser humano, aunque intenten disimularlo (como se hace en nombre de la libertad de prensa, por ejemplo… y pretenden y se jactan de hacerlo). El viejo “viva el cáncer”, con que “celebraban” la muerte inminente de Evita, revela mucho del interior de esas personas. La actitud de desprecio, de rechazo a todo un colectivo, manifiesta una actitud. Y permite analizar una/s marcha/s.

No se entienda que pretendo una actitud binaria de buenos (nosotros) y malos (los otros) porque sería infantil, caricaturesco… y falso. Aunque no deja de ser cierto que en grandes y muy numerosas marchas se ven los vendedores y no hay robos ni vandalismos, como fue notable en los actos del Bicentenario (me refiero al primer Bicentenario, porque en el segundo mal podría haber habido “robos” ya que estaba todo vallado para proteger al “querido rey”, el fugitivo). También es cierto que “nos dejaron sin fiesta” con motivo de los 100 años del nacimiento de Evita, pero “negar la fiesta al pueblo” es propio de ciertos sectores de la derecha. Y a lo mejor allí empiece parte del odio: ¿cómo pueden festejar estos? Es notable que pareciera que parte de la rabia nace en lo que – desde el desprecio – se supone cómo deberían vivir los despreciados: no pueden tener TV en las villas, no pueden celebrar fiestas de 15… no pueden… no deben. La actitud de “empatía” con respecto a los pobres y los sectores populares desde la “superioridad” es imposible. Y se ve, de modo patente, en casi cada palabra, actitud (y acciones de gobierno) de Macri. Escucharlo afirmar que “el peronismo vive de los que trabajan” es casi tan irónico como escuchar a Añez hablar de que el nuevo gobierno boliviano debería respetar la democracia, no sólo porque el macrismo destruyó el trabajo durante su gobierno sino porque se caracterizó toda su vida por vivir del trabajo de los otros. Ciertamente no del propio. Pero sus recientes apariciones (binarias ellas) no resisten el más mínimo análisis (de allí la elección de los entrevistadores). Pero el desprecio, el odio mal disimulado, y el rechazo a “los que tienen que morir” es manifiesto.

Y que se me permita volver a Evita: es evidente que desde la pasión (lo que hizo que fuera quien “es”) ella afirmó que, si hubiera una sociedad justa, ser peronista sería un derecho, pero siendo nuestra sociedad injusta, “ser peronista es un deber”, pero es evidente que esa pasión estaba guiada por el amor (al que, los que afirmaban “cómo debe ser” creían motivada por el resentimiento). Basta con mirar sus escritos y ver la proliferación del término “amor” (no usual en los discursos políticos) para entender, o al menos, pretender acceder desde otra mirada. La entrega generosa, el “gastarse y desgastarse” gratuitamente en favor de los pobres parecería ser la causa de la rabia. Eso no puede… no debe ser. Lo gratuito “no debe” ocurrir. La muerte de Evita la celebraron, pero la vida de Evita no pueden evitarla.

Pero el odio se hace también evidente hoy cuando se escucha hablar de la vicepresidenta Cristina. Es curioso que decenas de “periodistas” (sic; a los que alguien llamó “cagatintas”) hablan y no dejan de hablar de ella comunicando decenas de sandeces, y después se los escucha reclamar que ella no aclara, que no habla… Debería publicar, según parece, una solicitada en el Washington Post comunicando que ella no participó en el asesinato de Kennedy, y otra en el Corriere della Sera negando haber estado en Roma en los idus de marzo…

Es cierto que el odio (como el miedo, que en ocasiones se parecen) no suele ser demasiado racional, y por tanto no es fácil de responder, de analizar, de dialogar. Y cuando se mezcla con intereses (de clase, o económicos, por caso) el muro es infranqueable. Podría pretenderse un análisis con datos, estadísticas, fuentes, matices… pero – y en las marchas especialmente – esto es imposible. Especialmente cuando el criterio de análisis parece provenir de un par de slogans inmutables y a su vez tenidos por infalibles. La infalibilidad, más que papal, dada a algún dicho o algún dicente suele ser, también, gestor de odio. Especialmente por la imposibilidad de análisis (por ejemplo, ¿alguien sabe a cuánto asciende un PBI para poder afirmar que “lo robaron”?). Es que si al odio y el miedo, le sumamos la mentira, el cóctel parece explosivo. Y tal parece lo pretendido: lo explosivo.

En suma, me he detenido a mirar las últimas marchas… las marchas de los “anti-todo” (si hubiera un grupo que protesta contra la invasión extraterrestre en curso, seguramente serian también bienvenidos en ella) y la marcha del 17 de octubre. Es cierto (acoto) que, si las miro desde nuestro barrio, en Bernal oeste, la cosa es más evidente todavía, pero he querido mirarlas desde la actitud que se ve en los manifestantes. Y, sinceramente, mirando desde estas actitudes me queda claro en cual quiero participar y en cuales celebro no pasar ni de cerca. Para no contaminarme de odio, que enferma. Para no envenenarme, que mata. Para no escuchar tonterías, que idiotiza.

 

imagen tomada de https://ar.pinterest.com/pin/63824519695515248/

martes, 20 de octubre de 2020

Video comentando el Evangelio del domingo 30 "A"

 Video comentando el Evangelio del domingo 30 "A"





también puede verse en 


https://youtu.be/E5i-AevHhgA


Eduardo

Comentario domingo 30A

El amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos
DOMINGO TRIGÉSIMO - "A"


Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Éxodo     22, 20-26

Resumen: Una serie de normas legales de Israel se orientan hacia el accionar ante los desprotegidos (forasteros, huérfanos, viudas, pobres) resaltando que Dios toma partida por ellos y actúa movido por la compasión ante su dolor.


Siendo que la primera lectura se escoge en función del Evangelio, no es evidente – en este caso –la razón de la elección. El texto es un fragmento menor dentro de una serie de normas legales relativas a la convivencia (20,22 – 24,33; el texto comienza con “Yahvé dijo a Moisés” y recién vuelve a repetirse en 24,1). Entre ellos hay muy diversos mandamientos, tanto normativos (“no harás…”) como casuísticos (“si hicieras…”). De ambos casos encontramos en el texto litúrgico de hoy: “no maltratarás”, “no harás daño” y “si prestas”, “si tomas”… El segundo y el cuarto mandato suponen una reacción de Dios ante el hecho motivada por el “clamor” (vv.22.26). Lo común en los cuatro mandatos refiere a la actitud frente al débil o al pobre: forastero, viuda-huérfano, pobre.

El primer texto alude al forastero en un característico contraste: “ustedes fueron forasteros en Egipto” (v.10; cf. 23,29; Lev 19,34; Dt 10,19); supieron allí lo que fue el maltrato, por lo que no han de maltratar a los emigrantes. El dolor causado por el faraón, motivo – y aquí está supuesto – el “clamor” del pueblo que motivó la acción liberadora de Dios.

La norma prohíbe, a continuación, “oprimir” a la viuda y al huérfano que son paradigma de pobres por desprotección en Israel. “Oprimido” fue el pueblo en Egipto (Ex 1,11). Y el grito de los oprimidos (¡clamor!) llega a los oídos del Dios compasivo de Israel (Ex 2,23; 3,7.9). Y Dios dará a los opresores lo mismo que ellos producen (“ojo por ojo”, cf. Ex 21,24; Lev 24,20; Dt 21,19), sus mujeres quedarán “viudas” y sus hijos “huérfanos”.

El préstamo a usura está seriamente condenado en el seno de Israel (= “prójimos”; no así a los extranjeros, Dt 23,21). El préstamo al “hermano” ha de ser simplemente préstamo, no negocio. Del mismo modo, una “prenda”, un objeto tomado en garantía, no puede ser lo que el “prójimo” precisa para vivir. El manto del pobre es lo único que posee, por lo que le ha de ser devuelto. Si no, ¿dónde dormirán los pobres? Las necesidades de los hermanos, los pobres, están por encima del derecho del prestamista. Y Dios oficia de “garante”. El frío nocturno provocará un nuevo “clamor” que conmueve al “Dios compasivo”. Es propio de Israel reconocer esa característica de Dios: la compasión (Ex 34,6; 2 Cro 30,9; Neh 9,17.31; Sal 86,15; 103,8, 111,4, 112,4; 116,5; 145,8; Joel 2,13; Jon 4,2). Y esta compasión lleva a Dios a actuar ante el sufrimiento del necesitado, ante su clamor, siempre en su favor y confrontando con los causantes del mismo. Dios no es indiferente, y el obrar de Israel ante el prójimo, particularmente los desprotegidos, debe ser en la misma sintonía.


Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica     1, 5c-10

Resumen: El paso de Pablo por Tesalonica, y sus sufrimientos han dado ejemplo a los destinatarios, y la propia tribulación de estos ha servido de ejemplo a los pueblos vecinos. Ejemplo de su aceptación del Dios de Israel que ha enviado a su Hijo, que ha resucitado y que volverá para la salvación.

Pablo continúa la acción de gracias que había comenzado la semana pasada. Allí se introducen brevemente elementos que se desarrollarán extensamente en el cuerpo de la carta. Puesto que se trata de una continuidad, se recomienda volver al texto anterior para ver la relación.

Como señalará en la carta, Pablo remarca cosas que los tesalonicenses “saben” (1,5; 2,1.2.5.11; 3,3.4; 4,2; 5,2). Con excepción del último texto, todos los “saben” aluden a cosas que remiten al paso de Pablo por Tesalónica (el último a la predicación que de él han escuchado). A ese conocimiento refiere Pablo, al conocimiento de la experiencia. Esta experiencia, tanto en cuanto a Pablo cuanto a la posterior recepción está estrechamente ligada a las “tribulaciones” o “dificultades”. Ese es el “ejemplo” que han imitado, y – como Pablo – da testimonio a las demás comunidades de Grecia. 

La fe que tienen, y por la que Pablo ha dado gracias es – a su vez – impulso para el surgimiento o crecimiento de la fe de otras comunidades. Sin embargo, es interesante que en su primer escrito podemos afirmar que Pablo es más teo-lógico que cristo-lógico, cosa que se desarrollará más claramente en los siguientes escritos. Se ha dicho a veces, y creemos que no es exacto, que el “kerigma” (primer mensaje) de Pablo refiere a la muerte y resurrección de Cristo (cf. 1 Cor 15,3-4), sin tener en cuenta – como en todas las cartas – el contexto en el que Pablo afirma esto. En el texto que comentamos, Pablo alude a otro aspecto que, sin duda, ha de haber sido anterior al anuncio de Cristo: el abandono de los ídolos (si Pablo predica a paganos, sin duda el monoteísmo parece anterior y prioritario al anuncio de la muerte-resurrección “según las escrituras”, dirigido a politeístas que, además, no aceptaban las escrituras) “para servir a Dios vivo y verdadero” (v.9). Una vez aceptado el Dios único sí cabe “esperar” a su hijo que ha “de venir”, ya que “lo resucitó” y “nos salva”. Se ha dicho – aunque puede discutirse, o al menos relativizarse – que Pablo no tiene en cuenta el “Jesús histórico” sino al Cristo de la fe. Es cierto que Pablo no hace mucha alusión al Jesús de la historia, pero en algunos párrafos lo destaca, y pareciera, además, que la referencia a la muerte y la resurrección han de tenerse como una alusión a su vida aunque concentrada para destacar lo escatológico, pero no como un desentenderse de esto. 

La mención a la Venida merece un párrafo aparte. Pablo alude a esto especialmente en sus primeras cartas (1 Tesalonicenses y 1 Corintios; el término parousía alude a la venida de Cristo en 1 Tes 2,19; 3,13; 4,15; 5,23 y en1 Cor 15,23, pero en adelante aludirá a la visita de alguna persona o incluso de Pablo mismo: 1 Cor 16,17; 2 Cor 7,6.7; 10,10; Fil 1,26; 2,12). Sin duda el entusiasmo y consagración misionero de Pablo se encuentra reforzado por la expectativa en una venida inminente de Jesús.

  
Evangelio según san Mateo     22, 34-40

Resumen: Un fariseo quiere poner a prueba a Jesús preguntándole sobre el mandamiento mayor. El amor a Dios y al prójimo sostienen todas las Escrituras 


En el Evangelio de Marcos el tercer diálogo que se le presenta a Jesús al llegar a Jerusalén es con un escriba; se trata además, en este caso, simplemente de una pregunta sin intencionalidad polémica. En cambio Mateo, como es propio de su teología señala que el interrogador proviene de uno de entre los fariseos que se habían reunido “en grupo”. La pregunta, se destaca expresamente, es “tentándolo”. No es evidente cuál sería la “tentación” ya que la pregunta es normal y hasta razonable. Siendo que los judíos tienen un número muy grande de mandamientos [613], tratar de saber cuál es el “más grande” (megalê) de la Ley es comprensible. El texto de Mateo reduce ligeramente el de Marcos donde el mandamiento (con una ligera modificación, que Mateo mantiene: se agrega “toda tu mente”) es más extenso, tomado de Deuteronomio 6,5. La pregunta de Marcos por “el primero” no parece que sea sustancialmente diferente de la pregunta por el “mayor” (por eso en la respuesta Jesús afirma que es “el mayor y el primero”, v.38). De hecho Jesús alude luego al "segundo” (en Mt y en Mc) aunque Mateo destaca que “es semejante”, reforzando el paralelismo que Marcos solo señalaba al ponerlos juntos. 

La unión de ambos textos bíblicos (Dt 6,5 y Lev 19,18.34), del amor a Dios y al prójimo, no es algo exclusivo del Nuevo Testamento:

Guarden la ley de Dios, hijos míos, y consigan la sencillez; caminen sin malicia, no indagando indiscretamente en los mandamientos de Dios ni en las acciones del prójimo. Amen, por el contrario, al Señor y al prójimo y tengan compasión del pobre y del débil” (Testamento de Isacar 5,1-2).
Amé al Señor con todas mis fuerzas, e igualmente a los hombres como a mis hijos”. (Test. Isacar 7,6)
Guarden, pues, hijos míos, los mandamientos del Señor y observen su ley (…) Amen al Señor durante toda su vida, y unos a otros con un corazón verdadero” (Testamento de Dan 51-4).

Sin embargo, la novedad que trae Jesús viene dada por la comprensión del “prójimo”. Para el mundo judío – en la tradición de máxima – “prójimo” es todo judío; o solamente los “buenos judíos” (en los grupos más estrictos, como por ejemplo los manuscritos del Mar Muerto donde se habla de “odiar” al que no es “hijo de la luz”; a esto alude Mt 5,43). 

“…amar a todos los hijos de la luz, cada uno según su lote en el plan de Dios, y odiar a todos los hijos de las tinieblas, cada uno según su culpa en la venganza de Dios” (Regla de la comunidad, 1QS 1,9-10)
Y estas son las disposiciones de conducta para el Instructor en estos tiempos, sobre el amor y su odio. Odio eterno con los hombres de la fosa…” (Regla de la comunidad, 1QS 9,21-22)

En cambio, en el Evangelio, "prójimo" incluye al enemigo (5,43-48).

Señalando algo que ya sabemos desde el Sermón de la montaña, donde Jesús destaca que ha venido “a dar cumplimiento” a “la Ley y los Profetas” (5,17), y que hacer a los demás “cuanto quieren que los hombres les hagan”, eso “es la Ley y los Profetas” (7,12). Ambos aspectos aluden sin duda al “amor”, que es su “cumplimiento” (7,13), la “justicia mayor” (7,20), “ser perfectos” (7,48) como se venía insinuando (5,43-46; 6,24); en 19,19 pareciera que el amor al prójimo resume todos los mandamientos. Así lo afirma la carta de Santiago (cercana ideológicamente al Evangelio de Mateo): «Por lo tanto si ustedes cumplen la ley del reino, según lo escrito: amarás a tu prójimo como a ti mismo, procederán bien» (2:8); Pablo destaca que el amor es la ley en plenitud (cf. Rom 13,8.10; Gal 5,14). La Ley y los Profetas – es sabido – es el modo en el que los judíos refieren a la misma Biblia [hoy suelen hablar de la “TaNaJ” que son las letras de Torá – Ley -, Nebiîm – Profetas – y Jetubim – los demás escritos]. Toda la Biblia, entonces, está “colgada” de estos dos mandamientos [extrañamente, el verbo “colgar” (kremánnumi) se utiliza con frecuencia para los “colgados” de un madero, o crucificados: cf. Gen 40,19; Dt 21,22; Jos 8,29; 10,26; Lc 23,39; Hch 5,30; 10,39; Gal 3,13].


sábado, 17 de octubre de 2020

Gracias a los banderazos!!!

¡Gracias a los banderazos!


Eduardo de la Serna



Hace un tiempo yo estaba muy cansado un domingo. Había una marcha, de las primeras, por la aparición con vida de Santiago Maldonado, pero el cansancio “no me dejaba ir”. Y me tiré con intención de dormir una siesta, cosa que no suelo hacer. Empezaba a dormirme y comenzó a llover. Desde la cama “maldije mi suerte”: Llueve y va a haber poca gente en la marcha, entonces hay que ir, susurré. Y me levanté y fui a la Plaza. A veces hacen falta motivaciones extra.


La pandemia hizo que los que tratamos de ser responsables nos cuidemos y cuidemos al resto. Aburridísimos de ver todo el tiempo las mismas paredes (y en mi caso, solo a mis perros), pero sabiendo que tenemos la responsabilidad, nos quedamos mientras veíamos los idiotas útiles que desde sus autos importantes hacían impune ostentación de su oquedad. Y pensaba, además, en la rabia e impotencia que debería sentir el personal de la salud ante semejante barbarie, o aluvión zoológico, si se quiere. 


Pero, como no hay mal que por bien no venga, resulta que llegamos al 17 de octubre. El “día de la lealtad”. Ese que llamarán “populismos” los ignorantes, porque no entienden el ida y vuelta que la lealtad significa, entre un pueblo y el conductor, el conductor y el pueblo. Y, un poco cansados del aislamiento, y también impulsados por la barbarie zoológica, hoy explotaron las redes, las calles se llenaron de bocinazos (mi tranquilo barrio, donde nunca escuché una cacerola, ni una bocina los días de una patria que los convocantes ignoran, hoy “explotó” y por las ventanas entraba “la más maravillosa música”. Y quise entrar en la plataforma de la marcha y está colapsada porque resulta que “habemos” algunos que queremos mirarnos a los ojos de hermanes, “habemos” compañeres, “habemos” pueblo, y no clientes.


En el imperio romano, había dos modos de relaciones: las relaciones desiguales eran de “patrón-cliente” y las relaciones igualitarias eran de “amigos”. Lo de “cliente” el macrismo lo entiende bien, lo de la desigualdad, ¡también! Lo de amigues, hermanes, y compañeres… lo entendemos nosotres. Así que disculpen si hoy no los atiendo… ¡estoy festejando! 


Foto tomada de https://infocielo.com/17-octubre/caravana-peronista-la-calle-n502141