martes, 30 de noviembre de 2021

Una Asamblea quizás innecesaria

Una Asamblea quizás innecesaria

Eduardo de la Serna



Desde hace tiempo, los que tenemos nuestra formación cercana a las causas populares hemos recordado que en el peronismo siempre se dijo “si querés que algo no funcione, debes crear una comisión”.

  • Una comisión creó el Papa para supuestamente renovar la curia vaticana
  • Una comisión creó el Papa para supuestamente estudiar el diaconado femenino
  • Una comisión resulta en la práctica la “Asamblea de América Latina” que se propone, a su vez “crear una comisión” para…

Una Iglesia en Asamblea es algo extraño ya que Iglesia significa, precisamente, “asamblea”.

Muchos creemos que la Iglesia actual está en un estado quizás catatónico, desorientada frente al mundo, la realidad y el presente. Y no sabe qué hacer más que reaccionar espasmódicamente frente a algunos hechos urgentes (el caso de los migrantes es, evidentemente, uno de ellos) pero como “comunidad organizada” no parece saber dónde está ni, mucho menos, hacia donde va. Y, en ocasiones, haciendo supuesta referencia a la Tradición y/o la Biblia se afirman en que nada cambie más que en lo cosmético. Hoy, remedando el viejo y malvado ogro del comunismo, por ejemplo, repiten acríticamente palabras lo más vehementes y graves posibles contra la “ideología de género” y demás sandeces. Lo dicho recientemente por el cardenal hondureño, Rodríguez Maradiaga, el mismo que acompañó el golpe contra Mel Zelaya y que no logró despegarse del crimen contra Berta Cáceres, haciendo campaña en contra de Xiomara Castro lo revela mostrando un uso detestable de un versículo bíblico (¿aprenderemos, alguna vez, que un versículo no es palabra de Dios?).

Lo cierto es que, en lo personal, no logró entusiasmarme ni un poquito la dichosa Asamblea (aunque deseaba firmemente estar equivocado). Creo que en ambientes eclesiásticos la reacción es muy poderosa, y si lograron frenar nada menos que un Concilio, mucho más fácil les resultara frenar sínodos o asambleas. Frenarlas o simplemente anularlas. En política hemos visto (en Argentina) que una ley consensuada en decenas de asambleas, encuentros y propuestas, aprobada por amplia mayoría en ambas cámaras y reconocida su constitucionalidad por la mediocre Corte Suprema de Justicia fue volteada por un simple decreto por el gobierno posterior. Y si eso es posible en un sistema de débil democracia, es mucho más fácil de hacer en una monarquía absoluta como es la Iglesia. Por eso creo que los únicos cambios que pueden existir y tener una cierta durabilidad son los que nacen “de abajo”, de las bases, del pueblo (de Dios). No los gestados por decisiones por más buenas que estas sean.

Y pongo un ejemplo… Recientemente, grupos que participaron en la Asamblea, como la pastoral juvenil manifestó su inconformidad no sólo por la escasa cantidad de jóvenes (apenas poco más del 8% eran menores de 35 años) sino también con el trato infantil que recibieron [http://noti.pjlatinoamericana.org/?p=128]. Las y los religiosos de Perú manifestaron que se abortó el proceso de escucha entre el 2do y el 3er día de la Asamblea [https://bcasas.org.pe/asamblea-eclesial-confer-peru/]. A ellos nos gustaría recordarles que cuando la asamblea de Aparecida (2007) mostraba signos de creatividad (expresada en la 2da redacción del documento) entre la 2da y la 3ra “extrañas manos” bloquearon toda expresión de vitalidad, retrocedieron, desaparecieron textos o temas, etc. Esta manipulación, en el mismo sentido, se profundizó en la redacción “oficial” en los que temas como las CEBs, las mujeres, la vida religiosa, etc. sufrieron serios embates que “allí están” en el texto. En lo personal no creo que la curia vaticana y cómplices latinoamericanos sean ajenos esta malversación. “Entre la 2da y la 3ra”, dicen los y las religiosas del Perú. El zorro pierde el pelo, pero no las mañas, me gustaría señalarles.

Insisto… creo que la Iglesia actualmente necesita cambios de fondo (en lo ministerial, la relación con la sociedad, el diálogo con las culturas, la presencia impostergable de las mujeres, la apertura a los diferentes colectivos discriminados y muchos otros temas más, entre los que la llamada “opción por los pobres” no ha de ser una hermosa declaración sino un lugar desde el que hablar, pensar y decidir. Pero, precisamente por eso, no creo que esta reforma urgente nazca desde una estructura gerontocrática, patriarcal, monárquica, europea, esclerosada, sino que solo ocurrirá desde la resistencia y las bases, los pobres, las mujeres, indígenas, afro descendientes, etc… sino, será no solamente una pérdida de tiempo, sino desgaste de esperanzas, abandono de militancias y militantes y, además, manipulación de las cosas de Dios, como el honorable cardenal citado lo ha demostrado.

 

Logo de la Asamblea tomado de https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2021-08/america-latina-asamblea-eclesial-un-nuevo-paso-itinerario-espiri.html

Video con comentario al Evangelio, 2do domingo de Adviento "C"


Video con comentario al Evangelio, 2do domingo de Adviento "C"

 

o también puede verse en

https://youtu.be/tTlywd7AsxA

Eduardo

Domingo Adviento 2C

 Un profeta anuncia en la historia la salvación universal

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO "C"

Eduardo de la Serna




Lectura del libro del profeta Baruc     5, 1-9

Resumen: comenzando con la clásica imagen del cambio de ropas de dolor por las de fiesta, el texto canta la intervención de Dios en favor de su pueblo permitiendo la reunificación festiva y participación de la “gloria de Dios” movidos por su palabra.


Como es frecuente en la antropología cultural, la imagen de los vestidos refleja un estado de ánimo, un marco histórico. Los “vestidos de duelo” (Gen 37,34) son expresión visible del dolor familiar, el “vestido de fiesta” es expresión de alegría y paz (cf. 2 Re 5,22-23; Zac 3,4-5), y el cambio de ropas es manifestación del cambio de situación (Is 61,3; Sal 30,12). El “vestido nuevo” es indicio de bendición, de fiesta (Is 52,1; 61,10; Ap 19,7-9; 21,2) Israel en el exilio está “vestida de sayal” (Bar 4,20) pero su situación cambiará (5,1-3) su vestido es un “manto de justicia”, las “galas de la gloria de Dios”. 

La referencia a este momento de fiesta tiene su sentido: ya se ha anunciado (4,36-37) y se repetirá (5,5-6): “mira al oriente… contempla la alegría” (4,36); “mira, ya llegan tus hijos… desde oriente y occidente” (4,37); “mira hacia oriente y contempla a tus hijos… desde oriente a occidente” (5,5). El contraste – ya manifestado en los vestidos – es expresado en el modo del camino: fueron a pie, vuelven en literas reales (v.6). El contexto nos remite a Isaías 49,18-21; 60,4), y como en 40,3-5 y 42,16; 49,11 una suerte de “nuevo éxodo” manifiesta en el camino la intervención de Dios para que “Israel camine seguro bajo la gloria de Dios”; pero un camino que no es solamente desde Oriente (= Babilonia) sino de Oriente a Occidente (es un merismo, que indica que todo está incluido). El camino es entre perfumes (cf. Is 41,19; 55,12-13) y con Dios que se ha vuelto cercano (cf. Is 49,10; 52,12). Lo que convoca es “la palabra del Santo” (4,37; 5,5) lo que da al acontecimiento un sentido de promesa – cumplimiento, es la voluntad de Dios. Las imágenes festivas son recurrentes en la unidad: “justicia” (vv.2.4.9), “gloria” (vv.1.2.4.6.7.9), en un clima de “alegría” (vv.5.9 pero reflejado en toda la unidad). Esta “gloria” no es la gloria de un pueblo sino la gloria “de Dios” (4,37) a cuya luz camina el pueblo de Dios (5,9).


Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Filipos     1, 4-11

Resumen: Pablo sintetiza los grandes temas de la carta en la acción de gracias. La alegría, la solidaridad, el Evangelio – que Pablo predica contraculturalmente – son manifestaciones presentes que serán plenas en el “día de Cristo”.


El texto litúrgico del día constituye la clásica “acción de gracias” de la carta. Esta suele introducir el texto presentando brevemente los temas más importantes que desarrollará en el escrito. El marco viene dado por la expectativa en “el Día” (vv.6.10); el tema prepara lo que dirá en 2,16. La alegría expresada en las oraciones se expresa en la fe de la comunidad (1,25), y del anuncio del Evangelio (1,18). La vida de unidad de los filipenses hará plena la alegría de Pablo (2,2), porque ellos son su alegría (4,1; cf. 2,28.29; 4,10), sea que Pablo viva o muera (2,17.18). La invitación a alegrarse marca toda la carta (3,1; 4,4). Los filipenses prestaron “comunión” (koinônía) con el Evangelio. Comunión que los filipenses tienen (2,1) y que Pablo (y los cristianos) tienen con la cruz de Cristo (3,10). El “Evangelio” es un término muy frecuente en Pablo, y también en esta carta (1,5.7.12.16.27[x2]; 2,22; 4,3.15). Los destinatarios son “partícipes” (syg-koinônous) de la defensa y confirmación del Evangelio. El Evangelio es la causa de la situación actual de Pablo (la prisión) y los filipenses han de ser “ciudadanos del evangelio” (1,27), como lo es Timoteo (2,22), Evodia y Síntique (dos mujeres de la comunidad) y los mismos filipenses siempre generosos con Pablo (4,15). La solidaridad de los filipenses se manifiesta en las “cadenas” de Pablo (1,13.14.17) y también en el Evangelio. 

Pablo pone a Dios como testigo de su “entrañable” (splagjnois) pasión por los filipenses. Y lo que pide en esa oración es que el “amor” – que tienen, 2,1.2 – crezca “más y más” en “conocimiento y discernimiento”. Así podrán probar, testear lo mejor para llegar “puros y sin tacha” al “Día”. Esta pureza y sin mancha se manifiesta en los frutos de la justicia que son para “gloria y alabanza de Dios” (cf. 1 Cr 16,27). 

Una nota importante: Filipos era una “colonia romana”, es decir, un lugar donde vivían ex soldados romanos, y – por supuesto – con mentalidad imperial. En este sentido, una serie de términos frecuentes en el imperio con connotación imperial son utilizados por Pablo de un modo contracultural y, por lo tanto, subversivo. No solamente el uso del término “ciudadano” (1,27; 3,20 y sólo aquí en el NT), el término “fe” (= fidelidad, al Emperador), la cruz y las cadenas, y “Evangelio” (término utilizado para el culto imperial). Pablo les resalta a los filipenses que es la humildad y no el poder, el Cristo y no el César el que resplandecerá en el “día” definitivo – como el anunciado por los profetas, aunque en Filipenses es “Día de Cristo” – de la historia.


Evangelio según san Lucas     3, 1-6

Resumen: Como uno de los grandes profetas Juan predica en la historia concreta de su pueblo. Anuncia en el desierto que Dios está interviniendo y haciendo llegar a todos, haciendo visible a “todos” la salvación.


Como es habitual al comenzar el tiempo del Adviento, la liturgia mira la figura de Juan, el Bautista. En este caso, presentada por Lucas en tres partes:

  • Cronología de la predicación (3,1-2)
  • Hecho de la predicación (3,3)
  • Cumplimiento del dicho de Isaías (3,4-6)

1.    La presentación cronológica recuerda el comienzo de la gran mayoría de los profetas (cf. Is 1,1; Jer 1,2; Os 1,1; Am 1,1; Mi 1,1; Sof 1,1). Es frecuente que cada libro señale los monarcas o gobiernos en el curso de los cuales la palabra de los profetas se hizo pública. Los profetas no son “palabras intemporales”. Al señalar esto, Lucas quiere claramente indicarnos que Juan ha de ubicarse en el contexto de los profetas, de allí la frase “fue dirigida la palabra de Dios a…” (cf. 1 Sam 15,10; 1 Re 12,22; 13,20; Jer 1,1; Jl 1,1; Mal 1,1). En este caso se reitera que es hijo de Zacarías (cf. 1,5-25.59-80) y que le fue dirigida “en el desierto” cosa ya anunciada en 1,80. Hay que tener en cuenta que – al igual que el castellano – “desierto” no solamente es una zona árida y seca, sino también lugares despoblados (siendo que ocurre en el Jordán, obviamente hay que entenderlo en este sentido).

2.    A modo sumario se nos señala que fue “por la región del Jordán proclamando un bautismo para el perdón de los pecados”. El tema del perdón de los pecados es propio de Lucas (x1 en Mt y Mc, x3 en Lc y x5 en Hch). El “bautismo de conversión” sólo se encuentra en los textos referentes al Bautista (Mt 3,11; Mc 1,4 y Lc 3,3; cf. Hch 13,24; 19,4; pero Hch 2,38). 

3.    El texto de Isaías merece ser comparado tanto en el texto hebreo como el griego y en Marcos (Mateo 3,3 – como Marcos – sólo refiere al primer párrafo aunque éste añade una referencia al “mensajero”):


Isaías (hebreo)
Isaías (griego)
Marcos 1,2-3
Lucas 3,4-6
Una voz clama: «En el desierto abran camino a Yahvé, tracen en la estepa una calzada recta a nuestro Dios. Que los valles se levanten, que montes y colinas se aplanen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se nivele; y se revelará la gloria del Señor y la verá toda carne – la boca del Señor ha hablado–.
Una voz grita en el desierto preparen un camino del Señor, hagan pronto un sendero de nuestro Dios. Todo valle se llene y toda montaña y cerro se abaje y todo lo escabroso y torcido sea nivelado y verán la gloria del Señor y toda carne verá la salvación de Dios pues el Señor ha hablado.
Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.
Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y toda carne verá la salvación de Dios.


Lucas, que remarca mucho el tema de la “salvación” lleva hasta aquí el texto de Isaías para resaltar este aspecto, que además es universal (“toda carne”). El término no se encuentra ni en Mateo ni en Marcos, mientras que en Lucas lo encontramos x8 en Lc más x9 en Hch. La voz de Juan y el bautismo de perdón harán patente ante todos los seres humanos la “salvación”. Cristo es “salvador” (2,11) lo cual ya había sido anunciado (1,69; cf. 1,47.71.77), y un profeta lo anuncia (2,30). La salvación llega allí donde Jesús es recibido (19,9). De todo esto se trata el anuncio de Juan y lo que vendrá en los próximos domingos de Adviento.


Foto tomada de radialistas.net

domingo, 28 de noviembre de 2021

Una mirada desde el NT a los diferentes ministerios

 Una mirada desde el NT a los diferentes ministerios

Eduardo de la Serna / José Luis D'Amico

 


La posibilidad de abrir el debate a diferentes ministerios a partir de las asambleas o contextos sinodales, y la dificultad de aceptar el ministerio femenino en muchos ambientes eclesiásticos, a pesar de que el mismo Francisco haya constituido una comisión para estudiar e impulsar la discusión abierta del tema, nos motivó este texto que pretende, sencillamente, ser un punto de reflexión para nuestras comunidades y para quienes se encuentren interesados/as.

Se ha escrito con frecuencia, y habitualmente con sensatez, sobre los ministerios en el Nuevo Testamento. En ocasiones, alguna obra sobre el tema, marca un nuevo punto de partida ineludible en adelante (como es el caso de “Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo según el Nuevo Testamento", de Albert Vanhoye [1980]). Creemos importante entender que son muy diferentes “las Iglesias que los apóstoles nos dejaron” (Raymond Brown) y, por tanto, sería extraño absolutizar una, negando las restantes, cosa que en ocasiones ha ocurrido.

Es comprensible, pero no razonable, que algunos ministerios del s.I y comienzos del s.II se entiendan como esos mismos ministerios se comprendieron en los siglos posteriores, especialmente a partir de la Traditio Apostólica (s. III, con frecuencia atribuida a Hipólito de Roma, a la que, quizás con un poco de ironía, podríamos calificar como el primer “Código de Derecho Canónico”). Veamos, por caso, que – dejando de lado el sacerdocio de Cristo, al que dedica su homilía el autor del escrito a los Hebreos – en el N.T. los diversos ministerios no son considerados de ningún modo “sacerdotales”. Por otro lado, es evidente, que los diferentes ministerios se van dando en las diferentes comunidades motivados por diferentes necesidades. Cuando las comunidades crecen en número, por ejemplo, la distribución de tareas, al interno y al externo, en lo económico y la atención a los pobres y las viudas, en las celebraciones y visitas a presos o enfermos empieza a organizarse. Es lo que Max Weber denominó la “rutinización del carisma”, algo obvio ante la desaparición del líder carismático, y el crecimiento o necesidad de estructuración. Sería anacrónico, evidentemente, entender los diferentes ministerios de las comunidades paulinas (que, además, son diferentes en cada comunidad) a la luz de los ministerios de las cartas con intención pastoral en los que se pretende una cierta animación y propuestas pastorales. Y, a su vez, sería extraño entender estos ministerios a la luz de lo que se vislumbra en Ignacio de Antioquía (y no así en otros autores del mismo tiempo y diversa región), y estos en comparación con la Traditio Apostólica. Aunque algunos nombres se repitan no necesariamente ha de concluirse que el ministerio sea idéntico. Los presbíteros, por ejemplo, parecen tener un origen en las comunidades judías de la diáspora. Los ancianos (en griego, presbíteros) suelen ser referentes de la memoria histórica, de la sabiduría y la sensatez, y no escucharlos suele ser ejemplo de todo lo contrario. Lo ocurrido con los presbíteros de Corinto y ante lo que reacciona la llamada carta “de Clemente” es buen testimonio de ello. La importancia de que algunos (no necesariamente de un modo fijo y permanente como parece en varios casos) vigilen la vida, la dinámica, la disciplina de las comunidades se ve, por ejemplo, en los escritos de Qumrán. No señalamos que se trate de los mismos “vigilantes”. Allí, el mebaqer, cumple una función de ordenar la comunidad, vigilar por su doctrina y disciplina. Este mebaqer podría ser el “modelo” para los epíscopos citados en las cartas pastorales. La referencia a “episkopos y diákonos” en Fil 1,1 es compleja y creemos que se trata de una provocación contracultural propia de Pablo y especialmente frecuente en esta carta.

Lo mismo ha de decirse de las personas responsables del servicio de los hermanos (entenderlo como “servicio de las mesas” a la luz de Hch 6,1-6 parece una reducción excesiva del término). Mirando los escritos no es evidente cuál es específicamente el rol que desempeñan, aunque lo cierto es que existen. Pero también existe, y parece entenderse como ministerios, el grupo de las viudas de 1 Tim 5,3-16 (aunque se intenten precisar algunos criterios a fin de que no cualquiera pueda acceder a esto). No deja de ser interesante que el “oficio de las viudas” con el tiempo, ya en el s.II empieza a llamarse de las “vírgenes” (algo que ciertamente no aplica si lo entendiéramos literalmente).

Esto invita, además, a pensar el lugar de las mujeres en estos roles ministeriales (que, lo repetimos, no han de entenderse como se entienden más adelante en siglos posteriores). Ya indicamos que los escritos paulinos no manifiestan tener ministerios fijos en las comunidades; Pablo parece invitar a que cada comunidad se dé la organización que vea mejor. Y nada indica que haya limitación a las mujeres en estos ministerios. Cuando comienza la “rutinización del carisma” y las comunidades empiezan a estructurarse conforme a los modelos propios de sus lugares y tiempos, y se organizan según el modelo de “la casa”, empieza a limitarse la visibilización de las mujeres, cosa que se ve en las cartas deutero-paulinas y especialmente en las Pastorales. Así, mientras se ven mujeres diáconos, viudas y presbíteras en Tito 2,2, también es notable el intento de callarlas en 1 Timoteo 2,11-12. Sobre esto y sus motivaciones no hay unanimidad entre los diferentes autores y autoras: ¿se trata de limitar el poder de mujeres adineradas? ¿de callar a quienes abusan del don de profecía?

Sin embargo, si bien la mujer no puede tener actividades públicas, sino solamente hogareñas, no se puede ignorar que las comunidades (“Iglesias”) eran domésticas (recién Clemente de Alejandría habla de “ir a la Iglesia”) por lo que en la casa-eclesial las mujeres tenían cierta libertad (aunque no parece que así ocurriera en todas las comunidades, como venimos diciendo). Sin embargo, como hemos indicado, en las cartas pastorales se habla de “presbíteras” y de “diákonas” (cosa simulada en algunas traducciones; la Biblia de Jerusalén, por ejemplo, traduce “ancianas” [cf. 1 Tim 5,2; 3,11], lo que es exacto, pero no se comprende por qué traduce “presbíteros” entonces al referir al varón [cf. 1 Tim 5,17]).

Ciertamente en la historia, los ministerios fueron variando [lo ocurrido con el ministerio de Pedro es ciertamente elocuente] según los tiempos, las regiones, las necesidades y las comunidades. Precisamente por eso nada impide que sigan cambiando, que se descarte lo negativo (clericalismo, autoritarismo, etc.) y se aproveche la novedad y las necesidades. De escuchar “los signos de los tiempos” se trata.

Es importante reiterar que los distintos ministerios reflejan una serie de características muy importantes.

1. No se trata de ministerios sacerdotales, sino de servicios concretos de la comunidad según sus necesidades. No hay sacerdocio “cristiano” salvo el de Cristo en el Nuevo Testamento;

2. El término utilizado habitualmente para ministerios (diakonía) no es, de ninguna manera, un término honorífico, sino por el contrario es degradante y peyorativo. Ser servidor o ser esclavo es ubicarse en lo más bajo de la escala social y cultural (el “lavatorio de los pies” de Jesús a los discípulos, algo propio de los esclavos y que Jesús invita a que los suyos repitan con todos, ciertamente presenta el “lugar” desde el que siempre mirar y ejercer los ministerios);

3. Los distintos ministerios están puestos por la misma comunidad para aquello que la comunidad necesita; de ningún modo puede verse una “clericalización” (= la suerte, la parte elegida) en los servicios. Lo que cuenta es siempre la necesidad y la comunidad, el ministro es simplemente un intermediario, y no más que eso.

Si bien los escritos paulinos son en los que se descubre con más nitidez los diferentes ministerios según los momentos y circunstancias, no se puede dejar de lado que en otros escritos del N.T. hay elementos a tener en cuenta.

Si en el Evangelio de Juan es evidente que no hay sino un apóstol: Jesús, es interesante que en el añadido tardío que encontramos en el cap. 21,15-19 se destacará un rol particular en Pedro. Sin embargo, el “apacentar las ovejas/ corderos” sólo será posible

1.    En la medida del amor (“¿me amas?”),

2.    en la medida en que Pedro reconozca su pasado negador (“se entristeció de que por tercera vez…”)

3.    y que nunca olvide que se trata de ovejas/corderos de Jesús, y no propios.

Pero este amor lo llevará al martirio (“otro te llevará”) porque con esta verdadera y nueva disposición sí seguirá a Jesús (no como ante la pasión, en la que lo siguió al Pretorio para negarlo y negarse: “no soy”).

En Hechos de los Apóstoles, en cambio, es evidente que “los Apóstoles” son los Doce; y se establece narrativamente una suerte de cadena de transmisión de Jesús a los Doce, de estos a otro grupo (entre los que Pablo, que no es apóstol en este libro, ocupa un lugar principal) y de estos a los presbíteros (que no parecen existir en tiempos de Pablo). Por eso debe prestarse mucha atención al discurso de Pablo a los presbíteros de Éfeso en Mileto (Hch 20,17-36) donde el acento está en la ausencia de Pablo (algo comprensible al escribirse el texto) como continuadores de su obra para lo que se les encarga “vigilar” (episcopein) y “cuidar” el rebaño. La imagen de la comunidad como rebaño parece tardía en el NT, como se ve en el texto de Juan, recién comentado, en este texto y el de 1 Pedro que en seguida comentaremos. Se trata de un rebaño, de su cuidado (pastoral) y de la introducción de peligros que pueden afectarlo.

En 1 Pedro también se hace referencia, como dijimos, a la imagen pastoral, pero Jesús es visto como “pastor de pastores” (mayoral, 5,4). Pedro puede exhortarlos no sólo por ser presbítero también él sino por ser “testigo” (mártir). Y el criterio principal es tener una serie de elementos: “no forzados”, “no por interés de ganancia”, “no tiranizando” a la comunidad sino cuidándola y siendo modelos de ella (5,1-4).

No debería descuidarse, además, en estos casos citados la referencia económica de los ministros con respecto a la comunidad: Hechos 20,33-34 reitera que Pablo no buscó los bienes de los suyos, y por eso trabajó con sus manos; 1 Tim 6,5 sentencia que la muchos “hacen de la piedad un negocio” y 1 Pedro 5,2 reitera que no se debe actuar por “ambición de dinero”. El desprendimiento de la vida y de los bienes parece una característica principal de los ministros ejemplares en el NT.

Finalmente, el autor del libro del Apocalipsis puede escribir, ciertamente lo que le es revelado en una visión, a las siete (= todas) Iglesias para lo que “Juan” ha de ser testigo (mártir) de Jesucristo, es “hermano y compañero” en la tribulación y el exilio a causa de la Palabra que, de todos modos, insiste en proclamar (Ap 1,2-9). Y esto, el vidente lo pronuncia y experimenta “el día del Señor”, porque es su comunión mística con Dios la que lo lleva a pronunciar su palabra.

No está de más señalar que en la vida cotidiana experimentamos a diario actitudes o servicios ministeriales “no delegados” sino o bien asumidos, o bien encomendados. Hay personas que tienen el “cuidado” pastoral de otros y otras, orientan, acompañan, nutren en actitudes ciertamente “episcopales”, “presbiterales” o “diaconales” sean o no ministros o ministras ordenados/as.

Del mismo modo no parece sensato desconocer a decenas de místicas y místicos de ayer y de hoy que con sus actitudes, palabras, escritos revelan caminos, muestran horizontes y marcan huellas para transitar en la historia.

No se puede, de ninguna manera desentenderse que para las diferentes comunidades del NT los ministros lo son porque su testimonio (hasta el extremo de la deportación o arriesgando la vida) los avala, y porque un atento cuidado y preocupación por las necesidades de las comunidades lo impulsa. Ciertamente se puede señalar, como es propio de los mediadores, que solo Dios (y su proyecto) y la comunidad destinataria cuentan, y el ministro es simplemente intermediario y cuando éste se expone demasiado suele ser obstáculo para aquello que debiera brillar: el deseo de Dios para las comunidades concretas.

 

Imagen tomada de https://www.almudi.org/articulos/15617-ministerios-de-la-mujer-en-el-nuevo-testamento

sábado, 27 de noviembre de 2021

Sigamos con comisiones

 Sigamos con comisiones

Eduardo de la Serna



Se podrá pensar lo que se desee de Juan Domingo Perón, pero difícilmente alguien negaría que sabía conducir… un país, una resistencia, un movimiento… Sabía los pasos a dar, los frenos a poner, las personas a sugerir y / o proponer, los saltos convenientes. “Gran conductor”, canta la “Marcha Peronista”. Pues bien, un consejo que Perón repetía con frecuencia es que “si se quiere que algo no funcione” lo que hay que hacer es “crear una comisión”.

·   *      Hastiados de las mafias vaticanas, los cardenales eligieron un “papa venido del fin del mundo”. Las curias eran verdaderamente mafias contra las cuales la ineptitud de Benito XVI fue evidente. Elegido el Papa Francisco creo una comisión con un cardenal por continente con la intención oficial de reformar la curia vaticana. Este “Grupo de los 8” se reunió innumerables veces, y hasta con frecuencia se amagó que ya estaba listo un documento que consagrara la reforma de la curia.

·   *      El grupo de superioras de congregaciones religiosas femeninas le propuso concretamente al Papa la institución del diaconado femenino. Inmediatamente, a modo de respuesta, el Papa creo una comisión. Nada se supo de esta hasta que fue evidente su fracaso, motivo por el cual el Papa creó otra comisión.

·   *      La situación, siempre vital, de las Iglesias de América Latina, expresada (con sus más y sus menos) en las Conferencias Episcopales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida propuso una nueva conferencia. El Papa contrapropuso una asamblea. Por meses y meses los cristianos se reunirían en comisiones para ir pensando propuestas que serían pensadas y repensadas. Esta Asamblea está en plena gestación.

Que se me perdone ser mal pensado, pero creo que la única y exclusiva intención es que nada cambie; simplemente crear comisiones… y que parezca que hay vitalidad, y hasta que haya quienes hablen de “primavera” …

¿Qué pasó con la reforma de la Curia? Pues no se escucha ya decir palabra. La comisión logró su objetivo: que nada cambie. ¿Qué está ocurriendo con el diaconado femenino? Nada, tampoco. ¿Por qué debería creer que pasará algo con la Asamblea de América? Que se me perdone… la abundancia de comisiones, para los peronistas, es signo de que no se pretende cambio alguno. Y nada me invita a pensar que un Papa peronista lo pretende.

 

Foto tomada de https://blog.soltekonline.com/4-razones-por-las-que-tu-equipo-no-habla-en-las-reuniones-y-que-debes-hacer-al-respecto/

jueves, 25 de noviembre de 2021

Un presente adulto de la Teología de la Liberación

 Un presente adulto de la Teología de la Liberación (*)

Eduardo de la Serna



Trasfondo histórico

No fue sorpresivo que en los convulsionados años de fines del 60 surgieran cosas nuevas. Años de otoños y de primaveras, de muertes estruendosas y masacres y de cantos y gestos de esperanzas. Tiempos de utopías y de mañanas que pronto y sin duda llegarían. La política universal parecía dada vuelta y detrás de la cortina, en Praga, había una primavera mientras que en los EEUU había gritos de paz, marchas contra la guerra, cantos de libertad. Y, como en ocasiones es frecuente, en la Iglesia no podía ser diferente. Tiempos del Concilio Vaticano II, de otra primavera también teológica, tiempos de Pactos en las Catacumbas y Manifiesto de 18 obispos del Tercer Mundo, tiempos de “Nouvelle Théologie” y Populorum Progressio, tiempos de Medellín y un CELAM vivo y pujante, tiempos de grupos presbiterales diversos.

No fue extraño, entonces, que desde Europa floreciera una teología política, una teología de la esperanza, una teología del desarrollo… Y que eso fuera mirado con mucha simpatía en los sectores primaverales de América Latina. Es oportuno reconocer que era – y es – habitual que en la producción teológica en nuestro continente se repitieran, en ocasiones acríticamente, las voces europeas, especialmente – en aquellos tiempos – las de Francia, Bélgica y Holanda y, un poco menos, de Alemania, incluso muchos europeos, llegados a estas tierras hicieron grandes aportes al pensamiento.


Un pensamiento Latinoamericano

Pero, precisamente, surgieron algunas voces que quisieron dar un paso más. Un paso “nuestro”. Fueron varias voces de distintos lados que confluyeron en una palabra: “liberación”. Ya no se trataba de, por ejemplo, desarrollo. Liberación suponía “liberarse de algo o de alguien”, y eso implicaba, por ejemplo, conflicto. Surgieron, así, diferentes autores en Brasil, Uruguay, Argentina, Perú que empezaron a hablar de “teología de la liberación” (TL). Con conferencias o tesis académicas en un primer momento, con artículos y finalmente libros, se empezó a hablar de ella. Ya en 1968 Rubem Alves defendió una tesis doctoral sobre “teología de la liberación humana” (Princeton), Eduardo Pironio escribió un artículo con ese nombre: “Teología de la Liberación” (1970), Juan Luis Segundo dictó unas conferencias sobre “Masas y Minorías en la Dialéctica divina de la Liberación” (1972), Lucio Gera, también con el nombre “Teología de la Liberación”, dictó una serie de conferencias (1972) y lo mismo hizo Gustavo Gutiérrez. La conferencia de 1968 de G. Gutiérrez sobre “Teología de la Liberación” fue presentada originalmente ante el grupo sacerdotal ONIS; luego ampliada en 1969 (Suiza) para finalmente ver la forma de libro en 1971. Fue precisamente este amplio movimiento teológico, que se consolidó en torno a este tema y a esta obra, lo que habitualmente entonces es considerado, el “nacimiento” de la TL, de allí que se conmemoren ahora los 50 años.

Pero, como decimos, eran tiempos primaverales. Y, extrañamente, en la Iglesia hay amantes de los otoños. Los tiempos históricos también fueron mutando. Los imperios otoñales no podían permitir las flores que surgían aquí y allá, y empezando por Chile (aunque ya Brasil y Paraguay eran enclaves), pasando por Bolivia, Perú y la Argentina los tanques y las picanas empezaron a regar las flores “con genocidio y napalm”, como cantaba Víctor Jara. La muerte de Pablo VI y el surgimiento del polaco Karol Wojtyla dieron comienzo a un invierno eclesial del que aún no hemos salido, más allá de algún “veranito de San Juan” ocasional. La Iglesia de América Latina era un grano molesto, y, desde la extraña Comisión (vaticana) para América Latina (CAL; ¿por qué no hay comisiones para Europa, América del Norte, Oceanía, Asia o África? ¿sólo América Latina merece una “comisión”?) y la presencia activa y militante de Alfonso López Trujillo fueron apropiándose del CELAM, y llenando de cargos vaticanos a diferentes obispos amigos de este, y enemigos declarados de la TL. Por motivos que deberían investigarse acabadamente, fue evidente que, aunque toda la TL era detestada por este, su principal objetivo era acabar con Gustavo Gutiérrez. Su expresa exclusión de Puebla fue un signo evidente de ello. Valga a modo de ejemplo este dato: en el primer borrador de la asamblea de Puebla (Documento de Consulta) fue notable la ausencia de toda mención de los mártires. En un largo artículo comentando el texto, Gutiérrez dice expresamente:

“Resulta chocante que el DC no haga la menor referencia a la persecución que ha sufrido la Iglesia en estos años. La sangre de estos hermanos nuestros, muertos por dar testimonio de su fe en Dios y por haber amado sin cortapisas a los que Él ama de preferencia, es una de las riquezas más grandes de la Iglesia latinoamericana”.

Esto provocó que varios episcopados reclamaran esta ausencia (Brasil, Perú y El Salvador). Entonces el documento de Trabajo hizo un “excursus” [Nº 10] cuestionando la pertinencia del término “martirio” diciendo:

“No se trata de la legitimidad de la insurgencia, de la revolución, la subversión, la violencia o la denuncia sino del gravísimo caso de proponer al Pueblo de Dios en A.L. ejemplos que deba imitar para seguir siendo cristiano hoy. Auténticos mártires”.

De hecho, es llamativo que, en el documento final de Puebla, en el índice temático, el término “mártires” aparece entrecomillado (es decir, no son tales solo “se los llama así”). No es, además, de extrañar que el documento final de Puebla fuera virtualmente “secuestrado” por la curia vaticana hasta la autorización de su publicación por cada Conferencia episcopal. El caso de Santo Domingo fue más grave todavía

Otro ejemplo evidente del invierno fue la actitud de dinamitar el proyecto “Palabra-Vida” que la CLAR, que fue intervenida, planeaba con motivo de los “500 años”.

Todo esto confluyó en un hecho simbólico importante. La caída del muro y lo que se llamó “el fin del comunismo” fue celebrado también por los adversarios como “el fin de la TL”. Obviamente, un modo de afirmar que la TL era marxista.

Todavía, siempre a modo de ejemplo, fue sintomático lo ocurrido después de Aparecida. Como los participantes y su grupo de asesores podían tener acceso a los archivos, para trabajar sobre ellos, fue posible ver – clara e indudablemente – los cambios que produjo la curia vaticana sobre el texto final votado y aprobado. Por eso, cuando se produjo el Sínodo de la Amazonía, la consecuencia no fue “transparentar todo” para que fuera evidente que se confiaba en el Espíritu Santo que sopla en su comunidad eclesial; ¡no!, lo que se hizo fue prohibir la difusión de los archivos. “A confesión de parte, relevo de prueba” dice el dicho jurídico.


Proceso de crecimiento de la Teología de la Liberación

Por su parte, la TL fue pasando por las diversas etapas, obvias, de crecimiento. Luego de un primer momento de florecimiento inicial fue razonable que los diferentes tratados teológicos fueran siendo pensados “desde” la TL, así la cristología, eclesiología, antropología, etc. E incluso empezaron a ver la luz diferentes “manuales” o colecciones (algunas abortadas desde Roma, como la colección “Cristianismo y Liberación”).

Como también era de esperar, el tiempo fue marcando la historia. Algunos prometedores teólogos murieron jóvenes (valga a modo de ejemplo los casos de Hugo Echegaray – Perú – y de Raúl Vidales – México – muertos en 1978 y 1995 respectivamente), algunos cambiaron sus miradas rechazando hoy lo que abrazaban ayer (el caso de Clodovis Boff es ciertamente el más emblemático), además surgieron nuevos nombres y nuevos espacios de pensamiento: la liberación de las mujeres, los indígenas, los afrodescendientes, expresadas en las llamadas teologías feministas, teología india y teología negra son, sin duda alguna, espacios que enriquecen la reflexión. Cada una de ellas merecería un largo párrafo.

Como, finalmente, es lógico, muchos de los primeros teólogos están en las etapas finales de sus vidas, y algunos ya han muerto, valgan a modo de ejemplo los nombres de José Comblin, Ronaldo Muñoz, Lucio Gera y recientemente Pablo Richard, a los que se han de sumar los martirios de algunos con la referencia de Ignacio Ellacuría como nombre señero.


Una liberación histórica

Un elemento muy importante, que con frecuencia pasa desapercibido, es, precisamente la referencia a la “liberación”. Es decir, esto implica una situación concreta de la que es necesario liberarse. Y, obviamente, entonces, no es la misma la situación de los indígenas guatemaltecos o andinos que de los afro brasileños, de los barrios caraqueños o de los “cabecitas” argentinos. Cada quien, con su historia a cuestas, con sus opresiones y sus propias luchas de liberación ha de pensar y ejecutar sus ansias de emancipación. Se puede decir, a modo genérico, que la liberación es “del pecado”, pero sin duda el pecado es histórico y es social. El neoliberalismo – que es pecado – tiene distintos rostros en la Colombia uribista, el Ecuador de Lasso, la Argentina macrista o el Chile de Piñera. Hay elementos comunes, pero también propios. Y, además, en cada uno hay diferentes movimientos, espacios, luchas de liberación que no se repiten en otros lugares: el PT es brasileño, Morena es mexicano, el peronismo es argentino…

Valga esto para tener en cuenta, entonces, que mucho, ¡muchísimo!, de lo pensado y escrito en un lugar puede y debe ser aprovechado en otro, pero sería ingenuo repetirlo acríticamente. Y, valga lo mismo para la situación eclesial. Aunque el invierno eclesial wojtylista provocó nombramientos episcopales monocolores en toda América Latina, de todos modos, no es lo mismo el episcopado brasileño que el argentino, no es lo mismo el episcopado ecuatoriano que el colombiano…


Gustavo Gutiérrez

Para vislumbrar el presente de la TL es oportuno, una vez más, mirar a Gustavo Gutiérrez (93 años). Basta con mirar sus escritos, y es evidente que no es un autor prolífico si de libros hablamos. Incluso, muchos de ellos, como ya se dijo al hacer referencia a Teología de la Liberación. Perspectivas, tienen su origen en charlas o en artículos luego ampliados, en algunas ocasiones a lo largo de años. Esto que señalamos ocurrió con El Dios de la Vida [artículo en 1980 luego libro en 1982], Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente [1980 luego 1985], En busca de los pobres de Jesucristo [1980 luego 1992]… Es decir, originales artículos o charlas fueron ampliados hasta tomar forma definitiva de libro (y estos, con frecuencia, ampliados y retocados en sucesivas ediciones). Incluso, por lo que sabemos, Gustavo planea un libro “Cerca de Dios, cerca de los pobres” que fue el título de la conferencia que dictó vía Skype en el Congreso de teología latinoamericana en Unisinos, Brasil en 2012.

Esto, precisamente, nos permite profundizar un elemento fundamental: la teología de Gustavo empieza en lo popular, en los ambientes no académicos. Allí se piensa. Allí comienza. Luego la profundiza hasta darle forma de libro. Pero su origen se gesta en los ambientes sobre los que luego hablará / escribirá. No es lo mismo hablar “desde” los pobres que hablar “para” ellos o “sobre” ellos.

En lo personal debo reconocer, además, que Gutiérrez es uno de los pocos teólogos que hace un serio y profundo trabajo bíblico en su teología. Hay algunos que no tienen en cuenta los serios estudios escriturísticos contemporáneos, hay también quienes hacen referencias – incluso amplias – pero que parecen en orden a que la Biblia diga lo que ellos ya han decidido anticipadamente decir… Gutiérrez, en cambio, tiene un serio manejo de los métodos bíblicos. Su “comentario” al libro de Job es un muy buen ejemplo de esto.


La Teología de la Liberación en el presente

Todo esto que aquí señalamos nos permite dar un paso más: ¿hay un presente de la TL?

Como ya hemos señalado, nuevos nombres han surgido en la teología latinoamericana. Nuevos nombres y nuevos horizontes, por cierto. Y sería poco sensato pretender en este espacio hacer una lista o una reseña la cual sería ciertamente injusta y limitada; por ejemplo, cada mujer que hace teología merecería una expresa referencia y no ser invisibilizada en el colectivo “teología feminista” siendo que no se hace lo mismo de la teología hecha por varones. O, también, no puede ignorarse, al hablarse de “teología india”, que no son lo mismo las comunidades amazónicas que las andinas, no es lo mismo el mundo del trigo que el del maíz.

Primero: Pero notemos algunos elementos: prácticamente todos los primeros teólogos de TL fueron formados en facultades europeas, además de los que vinieron de Europa ellos mismos. Ciertamente, aunque la teología que ellos estudiaron fuera abierta a nuevas perspectivas, la TL fue creación propia en su caso. En muchas de estas ocasiones, fue la realidad la que les “abrió los ojos” y a la que buscaron decir “una palabra”, o – para decirlo con palabras de Pedro Casaldáliga, en su poema a monseñor Romero –: “los pobres te enseñaron a leer el Evangelio”. Muchos de los nuevos teólogos, en cambio, se han formado en facultades latinoamericanas (aunque, en muchas de ellas, pasadas por el tamiz post Juan Pablo II, por cierto), y no puede ignorarse el riesgo de este punto de partida: ¿se parte de la academia o se parte de la realidad? Hay algunas facultades más abiertas que otras, ciertamente, y los allí formados podrán empezar a pensar teológicamente con una nueva mirada. Pero si esta no empieza en la misma realidad de la cual es necesario procurar y pensar una liberación se correrá el riesgo “progresista” de que lo que se piensa sea muy grato, pero poco realista. En ese sentido, es bueno recordar lo que Gustavo Gutiérrez señaló desde su comienzo: la teología es “un acto segundo”: se piensa la respuesta de fe a partir de la situación a la cual hay que decir una palabra.

Segundo: En segundo lugar, es bueno tener claro que hay diferentes ámbitos, modos, y producciones teológicas: una es la académica, otra es la pastoral, otra es la popular, al antiguo decir de Clodovis Boff. Y sería un error creer que una de ellas es superior a las otras; parece sensato entender que todas deben alimentarse mutuamente, conocerse, y pensarse. Por ejemplo: sería poco sensato que una teología pastoral no tuviera en cuenta un elemento popular fundante al que dar respuesta, y a su vez uno académico que la ayude a dar razón; o sería sensato que una teología académica sepa escuchar los clamores de los pobres a los que decir una palabra para evitar caer en respuestas y preguntas “bizantinas”, o que una teología popular se nutra de lo pastoral y lo académico para evitar el siempre peligroso riesgo del fundamentalismo.

Tercero: En tercer lugar, y no parece fácil, una buena y verdadera teología (cristiana, aclaro) debería nutrirse de la Biblia. Biblistas académicos, como Severino Croatto o Milton Schwantes, o pastorales como Pablo Richard ya tuvieron su pascua [+]. Y es notable que los grandes trabajos de TL suelen nutrirse de buenos biblistas europeos, y poco, o nada, de los de América Latina. Como señalé, hay algunos que parecen usar la Biblia según su conveniencia, u otros sólo citarla de modo casi decorativo. Si afirmamos -con el Concilio Vaticano II – que “la Biblia es el alma de la teología” sería de desear que esta constituya un verdadero nutriente del pensamiento. Es llamativo, por ejemplo, que, en congresos y encuentros, además de teólogos haya historiadores, cientistas sociales, políticos, pero que no se invite a biblistas.

Cuarto: Finalmente quiero señalar lo que me parece el punto de partida, pero que es a su vez el “test” que permite vislumbrar una verdadera y buena TL. Me refiero al “desde”; el “desde” dónde se piensa y se escribe. Probablemente este “desde” sea el aspecto que más acerca entre sí a las teologías de Gustavo Gutiérrez y de Lucio Gera, con los matices propios de cada lugar y de cada persona. Gutiérrez se plantea desde el inicio hablar de Dios “desde” el sufrimiento del inocente, o “desde” el reverso de la historia. Por eso propone “beber en su propio pozo”, para lo cual sale “en busca de los pobres de Jesucristo”. La categoría “pueblo” desde la que pensar y hablar constituye, particularmente a partir de la COEPAL, el punto de partida de la llamada “teología argentina” o “teología del pueblo”. Es interesante que, si en un momento – siguiendo a Diego Irarrazabal – Víctor Codina ubicaba a Lucio Gera en las teologías de neo-cristiandad, como Comunión y Liberación, el Opus Dei y otros grupos semejantes, luego (recientemente) lo haya vuelto a ubicar en las corrientes de la TL con una variante argentina. Algo semejante – también cambiando de opinión con respecto al pasado – repite Leonardo Boff. Es posible que el pontificado del Papa Francisco haya influido en ambos cambios de perspectiva.

Una buena teología se piensa “desde” un lugar, y – ciertamente – no es lo mismo pensar y escribir “desde” un escritorio que hacerlo “desde el lugar del pobre”. El presente y el futuro de la TL ciertamente debe hundir sus raíces en la vida y la muerte de los pobres.

Ciertamente debemos tener muy presente que la teología de la Liberación se hace desde los pobres, pero hoy es más claro que ayer que esos pobres tienen género, etnia, diversidad sexual, cultural o religiosa, e incluso que la liberación no es solo de los sujetos sino también de la misma creación, “la casa común”. Por eso, aunque algunos piensan que hoy la TL ya ha muerto y no existe más, muchos otros y otras siguen ese camino desde estas nuevas realidades, hablando entonces de diferentes teologías que ciertamente son de la liberación, aunque en muchas ocasiones esto no sea explicitado. Es interesante notar que la categoría bíblica “pobre” (de la que parte Gustavo Gutiérrez desde sus inicios y que sigue en su horizonte, como vimos) incluye ciertamente lo socioeconómico, pero también los sectores desprotegidos, o víctimas, o despreciados y negados de la sociedad instituida. La realidad actual, y las expectativas que se vislumbran para el futuro, nos invitan a saber que la necesidad de liberación está más viva que nunca. Y la urgencia de pensarla y de teologizarla parecen, también ellas, indispensables. Se trata de seguir caminos, o de otear horizontes “subidos en hombros de gigantes”.

 

 (*) Publicado en https://revistatiempolatinoamericano.com/rev/109/TL-109S04.pdf

[+] No me parece justo modificar el texto tan como fue escrito, pero aquí omití - lo que fue subsanado en la presentación oral de este trabajo - a Elsa Tamez que todavía sigue aportando sus conocimientos.

Imagen tomada de https://revistatiempolatinoamericano.com/rev/109/rev.php

miércoles, 24 de noviembre de 2021

¡Qué barbaridad!

 ¡Qué barbaridad!

 Eduardo de la Serna


Se me dirá que está filmado y que por lo tanto “no puedo dudarlo”, pero sí… sí puedo. Hace mucho me enteré que cuando los aliados, en la Segunda guerra, esa que el norte llama Mundial, preparaban el “día D” tenían que engañar a los espías y los vuelos de la Luftwaffe. Entonces simularon los preparativos de desembarco por el lugar más evidente. Llevaron allí un general reconocidísimo y llenaron de tanques la zona que pronto embarcarían por el paso de Calais. Mientras tanto, en lo oculto se preparaba el ya conocido “desembarco en Normandía”. La cosa era desviar la atención alemana de los que se puede decir muchas cosas, pero no que eran idiotas. ¿Cómo hicieron, entonces, los aliados para no distraer tanques, necesarios, pero logrando que los nazis “vieran tanques”? Recurrieron a Hollywood que los proveyó de buena cantidad de tanques de gomaespuma. Cuando los alemanes se dieron cuenta de la trampa, ya era tarde y los aliados estaban en territorio francés. Los tanques estaban, pero…

También está filmada la llegada del ser humano a la luna, y esto, en el contexto de la guerra fría también hay quienes lo dudan.

Clarín y sus aliados, hace tiempo nos avisaron los precios por los que se consiguen sicarios. Quizás los mismos que mataron esta semana a Elías Garay e hirieron gravemente a su amigo Gonzalo Cabrera, allá en el sur donde parece que los mapuche reclaman tierras que solo poseían hace cientos de años, cerca de donde tiene emprendimientos económicos – dicen – un tal Héctor Magnetto y otros “amigos” (si es que en ese ambiente los hubiera).

Curiosamente, con frecuencia he ido a casa amiga a la vuelta de dónde se asienta el diario Clarín, y siempre me dio la sensación de pasar por Fort Knox. Pero parece, dicen, sostienen, que un grupo de 9 (¡¡¡9!!!) encapuchados atentaron con molotov la sede del diario. Y ninguna patrulla de la policía de la ciudad pasaba por allí con armas y sin patente ni uniformes, ninguna de las decenas de cámaras que hay provocó la rápida intervención policial, ni siquiera un wasá a Patio Bullrich alertó del hecho. ¡Qué picardía! ¡Nada por aquí, nada por allá! Pero ahora parece que habría una huella digital en los restos de una botella, pero como no se encuentra registrada se supone que se trata de una persona extranjera, quizás un kurdo, un venezolano, un cubano, o ¡hasta un mapuche! (que como todos saben no son argentinos). En esta, parece, al menos por ahora, La Cámpora queda exenta… aunque ya aparecerá la videnta a decir algo sobre la telequinesis bombísta de Máximo, de Mayra o de algún camporista desquiciado.

Curioso que atenten contra los que atentan contra la libertad de prensa y se los defienda en nombre de la idem: atentaron contra la democrática Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, atentaron o callaron contra todos los atentados desde a Tiempo Argentino hasta Telam, desde C5N hasta los medios gráficos o audiovisuales de las más recónditas regiones del país presionando con Papel Prensa o con el monopolio del fútbol… Curioso, ¡por lo menos!

Entonces dudo. Por aquello de “¡el lobo, el lobo!”. Si fuera cierto, ya expresé mi repudio, si no lo fuera – cosa que sospecho – vaya mi repudio también, pero en otra dirección. Aunque, eso sí, con la convicción que ni la policía de la ciudad, ni el poder per-judicial harán nada por revelar la trama de la infamia, y todo quedará en un “caramba, ¡qué barbaridad!" Y a seguir jugando.

 

Imagen tomada de https://it-it.facebook.com/MafaldaDigital/photos/qu%C3%A9-barbaridad!-y-recuerda-las/603098063138585/

martes, 23 de noviembre de 2021

¿Tengo que pedir perdón?

¿Tengo que pedir perdón?

Eduardo de la Serna




Hablando con una amiga muy querida, me contaba las cosas que dice la hija, adolescente, de su marido. Cosas no muy diferentes de las que dicen también muchos jóvenes de este lado del Atlántico. Individualismo a full, sin siquiera pensar en las pequeñas comunidades que nos configuran un poco, la familia, la escuela, el barrio… Un individualismo que, con solo mirarlo, corroe de raíz todo. Y al decir todo, quiero decir eso: ¡todo! Un “yo” tan omnipotente que no da cabida en ningún momento a un “tú” … mucho menos a un “nosotros”. Rechazo a los migrantes, a los impuestos (¡una adolescente!) … sin duda que ni ella ni los como ella han vivido lo que padecieron sus abuelos, ni siquiera sus padres… No padecieron la guerra civil y el hambre, el frío, el miedo real, allá; la dictadura, la desaparición, la explosión de un país en estas tierras… todo alentado por miedos ficticios (el migrante, el estado, y hasta el comunismo [sic]). Miedos que me recuerdan los infantiles a la oscuridad o a personajes de ficción (el cuco/coco, el hombre de la bolsa… y más tarde, una camioneta blanca). Lo grave es el miedo, que engendra luego todo lo demás, y que es provocado por un ser abominable, perverso y terrible: ¡¡¡el/la otro/a!!! Se trata de un enemigo que pone en riesgo y hace peligrar todo, aunque yo no tenga nada (resulta muy patético el rechazo a “los negros” por parte de otros que a su vez serán tratados de tales en cualquier otro ambiente).  Otro que debo despreciar, al que debo odiar y desear su desaparición, al menos de mi vista y de mi ambiente.


Pero esto, que es un tema muy vigente en tantas partes, y basta con ver el florecimiento por doquier de estos sectores me hace pensar una cosa: ¿dónde está el sustrato cristiano en la sociedad? Acá y allá. Porque si algo no tiene nada que ver con la causa de Jesús es el rechazo del/la otro/a. Se podrían hacer sesudos análisis, mirar causas y razones, pero lo cierto es que si algo no tiene nada que ver con Jesús es el individualismo. Y, entonces, me surge la pregunta, cuando me encuentro con esta perorata o quienes la repiten (porque solo “repiten”; de slogans se trata: que los migrantes/delincuentes, que los impuestos, que los 70 años de peronismo, que la libertad y el comunismo, etc… slogans que no revelan el más mínimo análisis siquiera), ¿será que cuando voy a decir algo, que además no será escuchado, tengo que pedir perdón por ser cristiano? ¿será que tengo que pedir perdón por tener un criterio que está en las antípodas de su discurso? Es posible que ser cristiano sea ser minoría, es posible – incluso – que sea algo desconocido o hasta ignorado… así lo parece. Pero hubiera imaginado que un sustrato cristiano habría… por no decir nada de las familias, de las “escuelas (y universidades) católicas”, de los movimientos… y – si se quiere, más aún – de las multitudes reunidas en los viajes del Papa (este o aquel) o las celebraciones multitudinarias que se desmayan o enfervorizan aleluyas… ¿Dónde está el otro, otra, otre después del éxtasis? ¿Dónde está esa vida que proclamaban celestemente porque toda vida vale? Porque si no hay una encarnación que mira las víctimas, que quiere confrontar con las causas que las provocan, que pone el cuerpo a la esperanza compartida… si no hay otrxs, no hay Evangelio. Greta dice que todo es “bla bla bla” … de eso se trata ese Evangelio desencarnado, de un seudo-espíritu zen sin huella ni militancia, de eso se trata ese otro espacio de slogans. Pero que me disculpen, no pienso pedir perdón por leer y anunciar la Buena Noticia a los pobres, no pienso pedir perdón por buscar que lxs otrxs sean felices, porque vivan abundantemente… solo pediré perdón por – a veces – no hacerlo suficientemente, y por no saber romper el slogan de la nada e invitar a tantxs a la fiesta de un “nosotros” que da sentido pleno a nuestro “yo”.


Foto tomada de www.jesuitas.co

Domingo 1 Adviento C

 

Se acerca la liberación de la esperanza

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO – “C”

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Jeremías     33, 14-16

Resumen: Jeremías anuncia la llegada futura de un rey que hará la voluntad de Dios y por ello el pueblo vivirá seguro y en paz ya que así también Israel y Judá serán fieles al proyecto de Dios de cumplir el derecho y la justicia. 


Es sabido que el libro de Jeremías es muy desordenado (por ejemplo, la Biblia griega tiene otra numeración de capítulos). En ese contexto, y seguramente bastante tardío (y muy posiblemente no perteneciente al profeta) se encuentra esta unidad aludiendo a las esperanzas futuras. Pero no hay referencia a anuncio alguno de castigo, seguramente porque el “castigo” (= el exilio) ya ha ocurrido.

La unidad elegida en la liturgia es la primera parte del oráculo que finaliza en v.26. La elección y fidelidad de Dios a sus elegidos (Judá e Israel, es decir los reinos del norte y el sur) no está motivada por la fidelidad del pueblo (vv.23-24). Esto ocurrirá en un futuro indeterminado (“vienen días”), fórmula frecuente en los profetas para anunciar castigo o también esperanza.

El texto del anuncio se encuentra casi idéntico en 23,5-6 donde añade que éste será “un rey prudente” y las que estarán a salvo serán “Judá e Israel”, no Jerusalén como en este texto. Quizás este sea una repetición del anterior más centrado en el rey futuro e ideal (como David) que se espera, de allí que se aluda a Jerusalén.

Lo que se señala es que es un “germen”, “retoño” (tsemah) que será “justo” (tsedaqa’). La referencia a un brote de justicia es frecuente en el segundo y tercer Isaías (45,8; 58,8; 61,11; “germen” es el nombre misterioso de un siervo de Dios en Zacarías 3,8; 6,12). Se hace referencia a la intervención de Dios en favor de su pueblo, en este caso “encarnada” en un personaje monárquico que gobernará en favor del pueblo (todo lo contrario de lo que han hecho los reyes de tiempos de Jeremías).

Lo que caracteriza este rey esperado es que practicará “el derecho y la justicia” (mispat-tsedaqa’). Ambos términos, que se encuentran juntos x50 en el A.T. son el sentido fundamental por el cual Dios ha elegido a su pueblo. “Así” debe vivir (“practicar”), cf. Is 5,7. Así lo repite Jeremías (4,2; 9,23; 22,3.15). A causa de este reinado justo, que permitirá al pueblo (Judá e Israel, o Jerusalén) vivir conforme a la voluntad de Dios es que Judá estará a salvo (iesa’) y Jerusalén estará segura (betah). Es interesante notar que ambos términos se repiten en el Sal 44,7 señalando que no están en las armas la seguridad y salvación, sino que – por el contrario – se encuentran en Dios (Sal 86,2).

Esto repercutirá en favor del pueblo ya que Yahvé es llamado “nuestra justicia” (no “mía”, lo que significa “Sedecías” que es el rey con el que Jeremías entra en conflicto, cf. 1,3; al rey se lo menciona x49 en este profeta). En el rey esperado, tan distinto del rey contemporáneo, la justicia, fidelidad a Dios y a su pueblo será un hecho. Ya vienen días.



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica.     3, 12-4, 2

Resumen: la expectativa en la “venida” de Jesús es una tensión que ha de estar marcada por la vida del amor, pero no solamente a los miembros de la comunidad sino también a todo el mundo. Eso debe caracterizar a los seguidores de Jesús.


La venida (parousía) futura e inminente de Jesús es tema recurrente en las primeras cartas de Pablo (1 Tesalonicenses y 1 Corintios; el término también alude a otras “venidas” como la de enviados de Corinto donde Pablo, de Tito, o de Pablo mismo a la comunidad, cf. 1 Cor 16,17; 2 Cor 7,6.7; Fil 1,26; 2,12). Por otro lado, en 1 Tesalonicenses es un término estructurante de algunas unidades a modo conclusivo (2,19; 3,13; 4,15; 5,23). El término “venida” (parousía) tiene su origen en el ambiente político y refiere a la “venida” a una ciudad de una autoridad (no particularmente el Emperador). Esta llegada, en muchos casos esperada, suele hacer a la comunidad el don gratuito (“gracia”) de los beneficios del Emperador (a causa de un desastre o una alianza, por ejemplo). Sin duda el uso por parte de Pablo de estos términos (como también de otros términos provenientes del ambiente político) son claramente contra-culturales y subversivos y así eran comprendidos por sus destinatarios. En 5,2 se identifica la “venida” con “el día del Señor”.

Como se dijo, en 3,13 finaliza la unidad. En 4,1 da comienzo una nueva parte expresada por los términos característicos (“exhortar”, parakaléô) y el vocativo “hermanos”. En este caso, solamente se destaca la introducción (ya que las instrucciones dadas por Pablo están omitidas, vv.3-12). 

La indicación de vivir en el amor (distinguiendo, pero integrando, el amor “mutuo”, es decir entre los miembros de la comunidad, y “hacia todos”, es decir incluyendo al resto de la humanidad) marca la unidad. No sólo el discurso es diferente al de la cultura hegemónica, sino que también la conducta de los miembros de la comunidad ha de serlo (incluso en caso de persecución). 

Lo que Pablo pedirá en la exhortación está omitido en el texto, pero tiene que ver especialmente con no vivir como vive el mundo del cual han salido los que ahora pertenecen al movimiento de Jesús. No vivir cómo viven los de afuera es la expresión visible de la “separación” y es lo que agrada a Dios.



Evangelio según san Lucas     21, 25-28. 34-36

Resumen: en un día indeterminado los habitantes de la tierra temblarán de susto por los signos cósmicos que se avecinan; pero los que se mantengan fieles y expectantes estarán de pie y con dignidad ante el hijo del hombre que viene a juzgar.


Un texto muy semejante al evangelio del domingo pasado da comienzo al tiempo del Adviento (de hecho, expresamente se omiten los vv.29-33 con la metáfora de la higuera que estaba presente en el texto de Marcos).  

Es evidente que el importante capítulo escatológico de Marcos (c.13) ampliado en Mateo (cc.24-25) es bastante breve en Lucas limitándose a menos versículos. Hay algunos elementos propios de Lucas que merecen destacarse en esta unidad.

La referencia a las señales cósmicas en Marcos, citando Is 13,10 se limitan a ser mencionadas (v.25) pero añadiendo referencia al rumor de las olas aludiendo al salmo que canta la intervención de Dios que responde en la creación salvando y al que se le da gracias por ello (cf. Sal 65,8). Pero (como Marcos) retoma Is 34,4 destacando que eso no exime a los hombres de desfallecer de miedo y angustia por lo que vendrá ante el sacudón de “las fuerzas del cielo”. Es en este marco dramático pero expectante en el que se verá “el hijo del hombre”, personaje al que refería la Primera lectura el domingo pasado. Como allí se dijo, esta figura colectiva (= Israel) en tiempos del NT ya era vista de un modo individual, aludiendo a un personaje (mesiánico) que hará su intervención judicial en la historia. Esa venida puede ser terrible o benéfica depende la actitud de los testigos. La nota de esperanza de Lucas se reafirma con su frase conclusiva (propia de Lucas): “cuando esto empiece a suceder estén erguidos y levanten la cabeza porque se acerca la liberación”. Estar erguido (anakyptô) es precisamente lo que Satanás no permite a la mujer a la que somete hace años (13,11). En Dn 13,35 es la actitud de la confianza en Dios (cf. Job 10,15) o ante los otros (Jn 8,7.10). “Levantar cabeza” es la actitud de la dignidad, del orgullo o la alegría contraria a la opresión (cf. Zac 1,21).El motivo de esta doble actitud es la cercanía de la “liberación” (apolytrôsis). El término apolytrôsis viene de lyô y remite a “desatar”. Se utiliza en Pablo y las cartas de sus discípulos en el sentido de ser “desatados de los lazos del pecado” (Rom 3,24; 8,23; 1 Cor 1,30; Ef 1,7.14; 4,30; Col 1,14 y en Heb 9,15; 11,35). Es la actitud de redimir a los esclavos. El contexto político y cósmico de este texto de Lucas invita a preferir “liberación” (no se hace alusión a los pecados, por ejemplo en toda la unidad, pero si al conflicto).

Luego de la referencia a la higuera (omitida, como se dijo) el acento está puesto en la actitud velante que se ha de tener. Esto supone evitar lo que impide velar (borrachera, embriagueces, preocupaciones) contrastante con la actitud de orar a fin de “mantenerse en pie” ante el hijo del hombre que viene. Invita a estar atentos, tener cuidado (cf. 12,1; 17,3; 20,46), prestar atención (Hch 5,35; 8,6.10.11). Lo que se debe buscar es que el corazón (sede de las decisiones) no esté “pesado” por las actitudes que impiden pensar con claridad: borracheras (sólo aquí en la Biblia), embriagueces (usado en los códigos de vicios por Pablo, cf. Rom 13,13; Ga 5,21) y preocupaciones, o ansiedad (8,14 es una de las actitudes, como lo son las riquezas, que ahoga la palabra sembrada). Estar atentos hará estar “preparados” para la vendida súbita de “aquel día”. El día de Yahvé es el momento decisivo de la intervención de Dios y alude aquí a la venida del hijo del hombre. En Lucas tiene que ver con la llegada definitiva del Reino (10,11-12) que es algo imprevisto (12,46; 17,31; 21,23). Este día será universal (todos los habitantes de la tierra, literalmente “sentados en la faz de la tierra”, seguramente para reforzar el relajamiento y lo improviso de la venida). El “lazo” es la trampa, la captura (Rom 11,9), hay que evitar caer en los lazos del diablo (1 Tim 3,7; 2 Tim 2,26) o del dinero (1 Tim 6,9).

Estar despiertos y en oración permitirá prevalecer y “escapar” de lo terrible que se avecina (todas las cosas por venir) y mantenerse de pie, parados “delante” (14,2; 19,4.28) de este hijo del hombre que viene.