sábado, 31 de diciembre de 2022

Ortodoxia, heterodoxia … y sarasa

Ortodoxia, heterodoxia … y sarasa (*)

Eduardo de la Serna

 



Es bastante frecuente en el uso afirmar que determinada cosa es o no ortodoxa. Por ejemplo, se dice que determinados modelos económicos “no son ortodoxos”. Y me permito disentir…

En el griego clásico (no el bíblico) “doxa” es opinión (en el griego bíblico “doxa” es “gloria”). Entonces, una opinión será recta o contraria a la que es “debida”. “Orthos” es algo recto, “eteros” es lo contrario, lo “otro”. Así, por lo tanto, algo será ortodoxo si es una “recta opinión”, y, obviamente, será heterodoxo si no lo es.

Por supuesto, para saber si algo es (co) recto o no, es indispensable saber cuál sería el criterio de esa tal rectitud [y dejo de lado el habitual acto discriminatorio de que algo “derecho” (recto) es el bueno, mientras que lo contrario es “siniestro” … los zurdos mereceríamos más respeto]. No entraré en terrenos que me son ajenos, como para afirmar si tal es o no ortodoxo económicamente, psicológicamente, o en la especialidad que se quiera, y me detendré en lo teológico. Es evidente que en la teología no hay “una” única corriente de pensamiento. Las hay, ¡y muchas! Ya desde las distintas corrientes teológicas en la Biblia hebrea, o en el Nuevo Testamento. Y, también, desde los primeros escritos cristianos post-bíblicos. Y eso ocurre hasta nuestros días. Y eso constituye una riqueza, sin duda alguna. Es razonable que una corriente teológica cuestione elementos de otra, defienda aspectos propios y debata con otros autores; siempre fue así. No es acá el caso de señalar, en las diferentes etapas históricas, la riqueza de esta diversidad. Lo hemos hecho en otro momento al referirnos a la Comunión eclesial [https://blogeduopp.blogspot.com/2013/03/un-aporte-la-reflexion-sobre-lacomunion.html]. Pero, en este tema, lo importante es señalar que, aunque yo crea que mi mirada teológica es más razonable que otra, por ejemplo, eso no implica – ¡de ninguna manera! – necesariamente que la otra sea “heterodoxa”.

En un sentido preciso, teológicamente hablando, la heterodoxia estará dada por corrientes teológicas que no “conduzcan rectamente” a la verdad del Evangelio y la fe de la Iglesia. Es lo que solemos llamar las “herejías” (del griego “aireseis”, secta, partido, facción; cf. 1 Cor 11,19; Gal 5,20; 2 Pe 2,1).

Ciertamente, y ahí un problema, cuando alguien – por ejemplo, con poder o autoridad – defiende vehementemente su “opinión”, puede ocurrir que no solamente debata con “otra” corriente, sino que además pretenda “excluirla”. Eso ha ocurrido en tiempos de autoritarismo eclesiástico en el que se ha pretendido (y en ocasiones logrado) presentar como “heterodoxas” opiniones teológicas que no les resultaban gratas. Es de recordar, el eminente teólogo Bernhard Haring que fuera interrogado tanto por la Gestapo como por el “Santo Oficio” comentando que sufrió más con estos que con aquellos, o la muy larga lista de teólogos censurados por los anteriores papados (obviamente, que no haya teólogos o teólogas censurados con el actual papado no indica que todos ellos se retractaron de sus errores, sino que en los anteriores casos hubo un evidente abuso de poder).

En el caso de la teología de la liberación (o “las teologías de la liberación” como quizás es más preciso hablar) evidentemente hubo un claro intento (y concreción) de considerarlas como heterodoxas – es decir, “no-ortodoxas”, por los anteriores papados y sus ayudantes. Y, se ha de señalar muy claramente, la lucha que se ha dado desde las teologías de la liberación en la Iglesia católica romana, de mostrar fehacientemente su “ortodoxia”. Obviamente, si la teología de la liberación de tal o cual autor o autora fuera heterodoxa, se podrá tener o no en cuenta uno o varios elementos, pero no la teología en su totalidad, porque – por definición – conduce al error. Lo que los teólogos de la liberación buscaron denodadamente (me refiero, evidentemente, a los católicos romanos, ya que los evangélicos no tuvieron ese debate más que en ocasiones internas) fue mostrar su “ortodoxia” (la cual era negada por el autoritarismo eclesiástico). Somos muchos los que creemos que la tan mentada “heterodoxia” nunca pudo ser probada.

Los que nos sentimos parte de una corriente de pensamiento que se llama “teología de la liberación” creemos ser “ortodoxos”, ciertamente, y cuestionamos firmemente el “pensamiento único” que pretende expulsarnos del ámbito teológico. Valga esto, simplemente, a modo de aclaración, ante actitudes del difunto papa Benito XVI con respecto a quienes pretenden “hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente”.

 

(*) nota: en Argentina se utiliza decir 'sarasa' como un modo de decir "blablabla"

Imagen tomada de https://www.todocoleccion.net/antiguedades-tecnicas/cristal-linterna-magica-inquisicion-potro-tortura-fuego-1890-precine-santo-oficio-tortura~x43024722

Ante la muerte de Benito XVI

Ante la muerte de Benito XVI

Eduardo de la Serna



Acaba de morir el "papa emérito", es decir, jubilado. Empezarán a decirse cosas, quizás por aquello de que "no hay muerto malo"...

No creo que haya más que decir que lo dicho al terminar su pontificado. Después hubo cosas (como un libro junto con el lamentable cardenal Sarah, por ejemplo, o algunos pobres comentarios), pero prefiero obviarlas.

Lo que dije en su momento son estos textos:

https://blogeduopp.blogspot.com/2013/02/renuncia-eduardo-de-la-serna-muchos.html

https://blogeduopp.blogspot.com/2013/02/la-falta-de-fuerzas-en-el-seno-del.html

https://blogeduopp.blogspot.com/2013/02/normal-0-21-false-false-false-es-x-none_28.html

creo no tener más nada que decir. ¡que descanse en paz!


Foto tomada de https://www.infobae.com/2005/12/21/229319-la-historia-del-gorro-papa-noel-que-lucio-benedicto-xvi/

jueves, 29 de diciembre de 2022

La verdad, la mentira y el pecado

La verdad, la mentira y el pecado

Eduardo de la Serna



A veces en broma, a veces en serio, escucho decir que “un cura no puede jugar al truco”, porque no puede mentir [el truco es un juego de naipes, aparentemente originario de España muy frecuente en Argentina, Uruguay, Paraguay entre otros países que tiene como característica principal la “mentira” para hacer creer, o confundir al adversario]. Y, valga este comentario, como punto de partida de la reflexión. Un “pecado” no es una cosa que se hace y ¡zaz!, se incurre en el pecado (como una especie de “magia” que de solo decirla o hacerla ya “ocurre”). Pero, entonces, lo interesante es saber en qué y por qué estaría mal la mentira.

En cierta manera puede decirse (no es totalmente preciso) que lo opuesto a la mentira es la verdad. Y al decir mentira-verdad, por encima de todo, en la Biblia se habla de un proyecto de vida, una causa, un “camino”. Ex 23,7 habla de causas mentirosas, el salmista de la senda de mentira (Sal 119,128). Hay palabras que son sinónimas de “mentira”: falsedad, fraude, sangre (derramada), mal, violencia, rebelde, impíos, “hipócritas”, engaño, trampa (Sal 5,7; 31,19; 34,14; 40,5; 58,4; 62,10; 120,2) y lo opuesto, además de verdad, por ejemplo, es la justicia (52,5). Como es de esperar, los términos son especialmente frecuentes en los textos “sapienciales” y “litúrgicos” de la Biblia. Por eso hay una “alianza con el sheol… la mentira es nuestro refugio” (Is 28,15). Dios dirá que “me olvidaste, te fiaste de la mentira” (Jer 13,25), los falsos profetas “profetizan mentira” (14,14) los ídolos son mentira (51,17). Y el profeta Oseas dirá que “no hay ya fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra; sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre que sucede a sangre” (4:1-2).

Por eso puede decir que Dios no miente como humano ni se arrepiente a lo humano (119,163). ¿Puede decir y no hacer, puede prometer y no cumplir? (Núm 23:19).

Es importante destacar que, en cuanto “proferir” la mentira (no en cuanto a andar en mentira) los órganos son la lengua, labios, boca, palabra…

En los Evangelios sinópticos, “mentira” [en griego es pseudós] se encuentra solo una vez y no en todos los manuscritos (Mt 5,11) [salvo cuando se habla de falsos testigos, falsos profetas, falsos cristos]. En Jn, el diablo es el “padre de la mentira” (8,44). En Rom 1,25 es lo opuesto a los ídolos. Para reforzar su credibilidad, Pablo repetirá en más de una ocasión que “digo la verdad, no miento” (1Cor 9,1; 2Cor 11,31; Ga 1,20; cf. 1 Ti 2,7). Y también acá encontramos los falsos apóstoles, falsos hermanos, falsas palabras, falsa ciencia, falsos maestros…

En 1 Jn se habla de no “caminar en tinieblas” (1,6), y el Apocalipsis insiste: «¡Fuera los perros, los hechiceros, los impuros, los asesinos, los idólatras, y todo el que ame y practique la mentira!» (Ap 22:15). La mentira es camino y, como se ve, puede ser practicada o amada.

Por su parte, la “verdad”, en hebreo es ’emet (de la misma familia de ’amen), algo que es “firme”, como una “roca”. Se “funda” en la verdad, se “afirma”. Con frecuencia va junto con “amor” (Sal 40,11.12; 57,4; 61,8; 85,11…) también es un camino (Sab 5,6). Es interesante que muchas veces, cuando las biblias traducen “en verdad les digo” el término ‘verdad’ es una transcripción del término hebreo “amén” (literalmente, entonces, no dice “en verdad les digo” sino “amén les digo”, lo que es sinónimo, como decimos; salvo en Lc 4,25 donde sí dice “en verdad”).  El término griego “alêtheia” se encuentra pocas veces en los sinópticos (1 en Mt / 3 en Mc / 3 en Lc), y una de ellas (en cada uno de los tres evangelios) en una suerte de ironía crítica de los adversarios contra Jesús: “enseñas en verdad el camino” (Mc 12,14 / Mt 22,16 / Lc 20,21).

En Juan, en cambio, el término es importante (25 veces), la verdad se hace (3,21), es lo que no es falso (verdadero templo, verdadero culto…), el verdadero testimonio, es lo contrario del Diablo (8,44), Jesús es el Camino (de la verdad y la vida) y “conduce” al Padre (“por mi”; 14,6). El “sucesor” de Jesús, el Paráclito, es “espíritu de la verdad” (14,17; 15,26; 16,13) y los creyentes se consagran “en la verdad” (17,17.19). Por eso Pilato no sabe (ni le interesa saber) qué es la verdad (18,38).

En Pablo es lo opuesto de la idolatría (Rm 1,18.25), y decir la verdad es proclamar fielmente el Evangelio (Rom 9,1; 2 Cor 4,2; 7,14; 11,10; Ga 2,5.14; Fil 1,18) y, en otros escritos paulinos es vivir coherentemente (Ef 4,24; Col 1,5).

Se debe “conocer la verdad” (Jn 8,32; 1 Ti 2,4; 2 Ti 2,25; 3,7; Ti 1,1; He 10,26) es el fundamento (1 Ti 3,15) y también distribuir la palabra de verdad (2 Ti 2,15). Hay quienes se desvían / apartan de la verdad (2 Ti 2,18; Sgo 5,19), le dan la espalda (Ti 1,14); otros se mantienen “firmes en la verdad” (2 Pe 1,12), en el “camino de la verdad” (2 Pe 2,2).

En las cartas de Juan: verdad – mentira – etc… son cosas o palabras de los que dicen u obran coherente o diferentemente a lo que enseñó el discípulo amado, pero lo hacen en nombre de sus dichos. Se debe vivir en la verdad (3 Jn 3.4), esta se obra (3 Jn 8) se atestigua (3 Jn 12).

Como puede verse, la verdad – mentira es mucho más que una palabra que se pronuncia y que es “fiel o no a la realidad”. En ese sentido, se puede decir que bíblicamente, la verdad es la lealtad, la fidelidad al proyecto de Dios que se anuncia o pronuncia, se vive… Por eso “la verdad” hará libres (Jn 8,32); no se trata de conocer cosas verdaderas sino de vivir fielmente en el amor.

Volvamos ahora al supuesto mandamiento de “no mentir” (el mismo que impediría jugar al truco, irónicamente); es importante ver que en la lista de los “Diez Mandamientos” el mandamiento expresamente dice: «No darás testimonio falso contra tu prójimo» (Ex 20:16 = Dt 5,20). Se trata de un juicio en el que, dar un “falso testimonio” implicaría que quede libre un culpable o sea condenado un inocente (algo que puede incluir la pena de muerte, por cierto, con lo que “su sangre” caerá sobre él, y en caso de ser falso, Dios le pedirá cuentas). Una vez más, la actitud frente al hermano o hermana es la clave. Es evidente que en un juego (como es el caso del truco) todos saben, todos acuerdan, todos se divierten acordando que la mentira forma parte de un juego. Pobres seríamos si el pecado o no, fuera una suerte de magia que de cualquier modo caería sobre nosotros con su maldición. Para la Biblia, la mentira es un modo de vida, y un modo de vida que nos separa de Dios y de la comunidad, por eso entra en el terreno del pecado. Y la verdad es un encuentro vivo y pleno con Dios y con la misma comunidad, encuentro que nos hace libres, que nos da vida, que nos lleva a celebrar la fiesta con un Dios que solo espera celebrar para fundirse con nosotros en un abrazo de amor.

 

Imagen tomada de https://razafolklorica.com/como-se-juega-al-truco-argentino/

martes, 27 de diciembre de 2022

Comentario a las lecturas, domingo de Santa María, Madre de Dios

El bebe del pesebre junto a su madre, derrama los dones de Dios

Solemnidad de Santa María Madre de Dios

– 1 de enero –

Eduardo de la Serna



Como es sabido, la fiesta de “Santa María Madre de Dios” surge a partir del Concilio de Éfeso, por lo que el tema no está desarrollado en la Biblia. Los textos elegidos son acordes al tema, aunque no lo desarrollen. La jornada es, asimismo, jornada de la Paz (aunque los textos no hagan referencia al tema). Como en otras ocasiones, la intensión en este blog es comentar los textos bíblicos dejándoles a los lectores el siguiente paso de “re-leerlos” a la luz de los temas y las realidades que corresponda iluminar desde la palabra de Dios.



Lectura del libro de los Números                     6,22-27

Resumen: Moisés encarga a los sacerdotes bendecir al pueblo haciendo llegar sobre ellos los dones de Dios, su cercanía y su gracia a fin de alcanzar la plenitud y la paz.

En medio de una serie de indicaciones legales el texto de los Números exhibe una bendición. El texto presenta por un lado el encargo divino de lo que Moisés ha de decir a “los hijos de Aarón” (= los sacerdotes) sobre cómo bendecir a los israelitas (introducción, vv.22-23). Luego el texto concluye con un “así” en el que se concretará la bendición (v.27) con lo que el párrafo queda “incluido”. Así tenemos:

Introducción a la bendición (vv.22-23)
Texto de la bendición (vv.24-26)
Conclusión (v.27)

Aunque en la antigüedad también el rey bendecía (2 Sm 6,18) y los levitas podían hacerlo según Dt 10,8; 21,5, en general – como aquí – es algo propiamente “sacerdotal” (son los hijos de Aarón, cf. Lv 9,22- 23; Eclo 50,21-22) con lo que el texto presenta al sacerdote como “mediador” entre Dios y su pueblo; son los que pueden invocar el nombre de Dios pero sobre el pueblo. El que bendice, de hecho, es Dios (nombrado 3 veces en el texto en cada uno de los 3 párrafos). La bendición no es para los “consagrados” sino para todos los “hijos de Israel”. El texto de la bendición era de uso litúrgico y se asemeja al lenguaje de los salmos; en particular el salmo 67 parece inspirarse en el este párrafo:

                  Números 6,24-26
Sal 67
Te-bendiga Yavéh y-te-guarde
2 ¡Dios nos tenga piedad y nos bendiga,
Ilumine Yavéh su-rostro sobre-ti y-favorezca
su rostro haga brillar sobre nosotros!
Levante Yavéh su-rostro sobre-ti y-te-conceda acceder-a paz


3 Para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación entre todas las naciones.
 4 ¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!
 5 Alégrense y exulten las gentes, pues tú juzgas al mundo con justicia, con equidad juzgas a los pueblos, y a las gentes en la tierra gobiernas.
 6 ¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!
 7 La tierra ha dado su cosecha: Dios, nuestro Dios, nos bendice.
 8 ¡Dios nos bendiga, y teman ante él todos los confines de la tierra! 


Es interesante que se encontraron 2 cilindros de plata en un sepulcro (aprox. 600 a.C.) con esta oración con ligeras modificaciones. La bendición lleva a obtener protección (1), si brilla el rostro de Dios se manifiesta su gracia (2) y si muestra su favor se alcanza la paz (3). Dios no se desentiende de su pueblo. A pesar de tanta “ley” para que el pueblo sea fiel, la oración lo muestra necesitado de los favores de Dios.

Por la triple invocación de Yavéh, "imponen" el nombre sobre los israelitas, como prenda eficaz de bendición. No es raro encontrar en algunos salmos la triple invocación de Yavéh. El bien invocado es aquí la "paz", término que puede incluir también la prosperidad.

La Bendición es expresión de los dones, materiales y espirituales, que llegan a alguien para “vivir”. La bendición no se desprende de la “vida”, ¡es vida!

Te-bendiga YHWH y-te-guarde (shmr, es atender, cuidar, respetar, tener cuidado). “Cumplan mis mandatos y guarden (tshmrû) mis leyes, caminen según ellos. Yo soy el Señor, su Dios” (Lev 18:4). Casi siempre se trata del ser humano que debe “guardar” la voluntad de Dios. De hecho es la única vez en toda la Torah en la que Dios es el que “guarda”, y así ocurre casi siempre en los profetas. Pero:

Porque el Señor, nuestro Dios, es quien nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto, quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios, nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos. (Jos 24:17)
El que esparció a Israel lo reunirá, lo guardará como el pastor a su rebaño (Jer 31:10).

En los Salmos, en cambio hay diferencia y también Yavéh “cuida” / “guarda”: 12,8 (es paralelo a librar), 37,28 guarda a sus amigos (a diferencia de la destrucción de los malvados; = v.34); 41,3: al que cuidó del desvalido Yavéh le pagará “ojo por ojo” guardándolo a él. El Señor ama a quienes odian el mal, guarda la vida de sus fieles, los libra de la mano del malvado. (Psa 97:10), “guarda a los pequeños” (116,6). El “es tu guardián” (121,5). Te guarda del mal y guarda tu vida (121,7). Él “cuida” la ciudad (127,1). Le pedimos que nos “cuide” de las manos de los impíos (140,5); “cuida” a los que le aman (145,20). Y particularmente cuida al forastero, huérfano y viuda (146,9).
Yavéh cuidará al prudente (Prov 3,26).
Resplandecer la faz” (antropomorfismo) parece algo claramente litúrgico (teofanía) y favorable (Sal 4,7; 33,18; 34,16). La idea es que Dios “esconde su rostro” en los momentos de angustia abandonando a su pueblo (Dt 31,18; Sal 30,8; 44,25; 104,29). El rostro luminoso expresa benevolencia y favor (= gracia v.25; ver Prov 16,15; Job 29,24); y también es frecuente en los salmos (31,17; 44,4; 80,4.8.20; 67,2; etc.). La luz del rostro de Dios se ha alejado (Sal 4,7) “brillar el rostro” = salvación (Sal 31,17; 80,4.8.20). La mano salvadora de Dios = brillo de su rostro “porque los amabas” (Sal 44,4). El pueblo “camina a la luz de su rostro” (89,16).
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus preceptos. (Sal 119:135)
El brillo del rostro del rey da vida (Pr 16,13).
La sabiduría del hombre hace brillar su rostro, y sus facciones severas transfigura. (Qo 8:1)

Como se ve, el “brillo del rostro” es una mirada suave, alegre, pacificadora (no conviene ensombrecer el rostro del rey, es decir “hacerlo enojar”, Pr 16,12). Lo mismo ocurre con Dios. Se trata de alegrar a Dios (con la vida fiel, o “guardando los preceptos”) con lo que él derramará sus beneficios (= bendiciones), su gracia.

La gracia son los favores que Dios da a quién quiere dárselos:
«Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia». (Ex 33:19)
Pero Yahveh tuvo piedad y se compadeció de ellos… (2 Re 13:23)


Sin embargo es muy frecuente que se pida a Dios: “Piedad” (Yavéh) Sal 6,3; 9,14; 27,7; 30,9.11; 31,10; 41,5.11; 23,3; 142,2… Is 33,2.

En el v.26 nuevo antropomorfismo, “levante Yavéh su-rostro sobre-ti” alude a una mirada amable.

Salom en la Biblia es más que simple “paz”, es un estado general de plenitud, de felicidad.
Y-te-conceda acceder-a paz. La conclusión de “paz” encierra todo.

La bendición y la paz expresan la plenitud (cielo / tierra; espiritual / material; humana / divina) tal es lo que Dios quiere dar a los suyos reconociendo su debilidad y fragilidad.



Lectura de la Carta de san Pablo a los Gálatas       4,4-7

Resumen: Pablo señala a los Gálatas que la unión con Jesús que es Hijo nos hace a todos hijos y nos alcanza así la libertad.

Como se sabe, la carta a los Gálatas es la más conflictiva de las cartas paulinas. Pablo ve que los destinatarios se están apartando de lo que él ha predicado, a lo que llama “otro Evangelio” (aunque dejará bien claro que “no hay otro”). El centro del debate, para Pablo, es que los que se han incorporado al pueblo de Dios sin la circuncisión, por el bautismo, no deben hacerse seguidores de la ley. Por tanto, si se circuncidaran (que es lo que les exigen los predicadores foráneos) se harían esclavos de la ley y perderían la libertad. La dinámica esclavitud-libertad es la que marca toda la carta y también la unidad litúrgica de hoy.

El texto comienza en v.1 donde los términos “esclavo” y “heredero” enmarcan la unidad hasta v.7 donde los mismos se repiten (es lo que se llama una “inclusión”).

Los versículos omitidos aluden a aspectos de la legislación: un heredero recibía lo suyo en la fecha establecida por el padre; y por lo tanto, hasta esa fecha no disponía con “libertad” de sus bienes y debía hacer lo estipulado en la casa (“no se diferencia del esclavo”, v.1). Usando esta imagen se entiende mejor la unidad que la liturgia nos presenta:

Cuando los tiempos (jronos) alcanzaron la “plenitud” (plêroma), cuando se “llenó” el trascurso de las horas “Dios envió” (exapostellô, “enviar hacia”).

El enviado es su hijo, término que Pablo utiliza en momentos muy especiales de la historia de la salvación. “Hijo (de Dios)” se utiliza en un sentido amplio: a veces se trata del rey / hijo de David (ver 2 Sam 7,14; Rom 1,3), pero al resucitar a Jesús Dios lo “adopta” como hijo de un modo nuevo (Rom 1,4); “hijo”, entonces es una elevación a “alturas” divinas. Puesto que Pablo quiere señalar, en este texto, que los seguidores de Jesús somos libres como hijos-herederos y no “esclavos” el acento paulino estará en Jesús hijo que nos hace hijos (no es exagerado aquí recordar la frase agustiniana: “somos hijos en el Hijo”).

Este hijo, obviamente, es un ser humano judío normal (no es, por ejemplo, un ángel enviado por Dios). A eso alude con lo de “nacido de mujer” / “nacido bajo la ley”. Es cierto que en la liturgia de hoy la frase “nacido de mujer” tiene un plus de sentido (y sin duda es por esta frase que esta perícopa ha sido incluida este día), sin embargo Pablo no parece señalar nada particular en esta frase.

El término “rescate”, en este caso es el griego exagorázô. En Dan 2,8 se usa para “ganar” tiempo frente a un hecho consumado. Pero en Gal 3,13 Pablo lo utiliza en este mismo sentido: ser “rescatados” de la maldición de la ley. En Col 4,5 y Ef 5,16 se utiliza, como en Daniel, en sentido de “aprovechar” la ocasión. Pero el verbo sin la preposición “ex” (a, hacia) significa “comprar” (54x en la Biblia). Casi siempre se trata de comprar productos, pero Pablo ya lo utiliza en dos ocasiones para señalar que fuimos comprados, y en 1 Cor 7,23 en un contexto semejante: “han sido bien comprados, no se hagan esclavos de los hombres” (ver 6,20). Así también lo encontramos en 2 Pe 2,1 (“el dueño que los compró”) y en Apocalipsis (5,9; 14,3.4).

Para no entender mal la frase es importante señalar que el “rescate” se trataba – en estos casos – de “comprar” a un esclavo (por ejemplo esclavizado a causa de sus deudas) pagando su precio a fin de que sea libre (“para ser libres los liberó”, Gal 5,1) no para cambiar de amo. En este caso se trata de ser “esclavos”, de estar sometidos a una ley que no libera.

Una breve nota sobre la ley en Pablo. El tema es muy complejo y extenso y tiene muchos elementos que se deben tener en cuenta pero que exceden lo que debemos señalar en esta unidad. Destaquemos lo siguiente: en general Pablo – que escribe a seguidores de Jesús provenientes del paganismo, no a judíos – quiere reforzar la idea de que lo que nos une a Dios es la fe, no las obras, no la ley. Por fe Pablo entiende estar firmemente unidos a Dios (el verbo hebreo ’aman – de donde viene el sustantivo ’amén – no significa “así sea” sino “en esto estoy firmemente asentado") y el ejemplo supremo es cómo vivió Cristo. La “fe de Cristo” es lo que nos “salva” porque estamos plenamente unidos a él por el bautismo. “Someternos” a la ley, y sus obras, hace innecesaria la vida, muerte y resurrección de Cristo, algo para Pablo inaceptable.

Unidos a Cristo por la fe somos “liberados” de la maldición de la ley (porque la ley maldice a quienes no la cumplen). Y ya que la misma ley dice que “el colgado de un madero es un maldecido por Dios” (Dt 21,23). Jesús crucificado en la cruz nos liberó (compró). Y esto para que los paganos liberados recibieran la bendición (lo contrario de la maldición, obviamente, que viene por Abraham [ver Gen 12,3]) y con ella el espíritu.

Y ya que, comprados, somos hijos Dios envió (exapostellô) el espíritu de hijos. Lo envió a la sede de las decisiones, el corazón, para que el clamor del hijo Jesús lo repitan los hijos. Y ese clamor, grito es de hijos puesto que a Dios lo llama “padre”.

Es sabido que el término arameo “abbá” no se encuentra en el mundo judío dirigido a Dios. Es un modo de dirigirse al padre cargado de confianza filial, quizás un término infantil. Que Pablo utilice aquí un término arameo (= Rom 8,15) indica que probablemente era utilizado en las comunidades de discípulos de Jesús precisamente porque era el modo que Él mismo utilizó para referirse a Dios (Mc 14,36). Dirigirse a Dios como “padre” (o “papá”) con las mismas palabras que usó Jesús es indicio de la plena unión con él que tenemos al haber sido “comprados”. Pero esto es posible, además, porque hemos recibido el don de Dios precisamente para la plenitud de los tiempos, el espíritu.

El texto finaliza con la misma idea del comienzo: la voluntad del Padre. Precisamente por esa voluntad no somos esclavos, hemos sido liberados y somos hijos. “Hijos en el Hijo”.



+ Lectura del Evangelio según san Lucas    2,16-21

Resumen: la infancia de Jesús anticipa todo aquello que el Evangelio presentará en su ministerio. Aquí los pastores, que han recibido un anuncio celestial, saben ver el signo de la presencia salvadora de Dios en el niño en un pesebre.

El texto es en realidad la continuación narrativa del anuncio de los ángeles a los pastores (2,8-14). Luego de esto, ellos deciden ir a ver lo sucedido y “el Señor [no los ángeles] nos ha manifestado” (2,15). Los pastores fueron (v.16) y se volvieron (v.20) con lo que la unidad tiene sentido. El v.21, circuncisión y nombre de Jesús, da conclusión a la unidad comenzada con el anuncio del ángel a María (1,26).

Una breve nota sobre los “pastores”. Sin duda al hablar de “pastores” hay que distinguir aquellos que apacientan sus propios rebaños (con frecuencia los niños) de aquellos que son contratados para la tarea. La posibilidad de robo hace que este oficio sea despreciado en el mundo antiguo, no es “honorable” ejercer un oficio dudoso. Aunque el texto no dice si se refiere a “niños” que apacientan (ver 1 Sam 16,11) sus “propios” rebaños o a los contratados para hacerlo (v.8 dice “sus rebaños” pero no indica propiedad necesariamente. Se añade que hacían “la guardia”) es coherente con la teología de Lucas que la referencia a que los despreciados son los que reciben el anuncio de la Buena Noticia nos permita suponer que a aquellos que la sociedad desprecia no lo son por Dios, que “ensalza al que se humilla” (14,11; 18,14).

Los pastores van “apresuradamente”. El término es casi exclusivo de Lucas en el NT (3x Lc, 2x Hch 1x 2 Pe). Ante el encuentro con Jesús, Zaqueo apresuradamente baja del árbol como Jesús le había dicho (19,5.6). Pablo debe ir “rápidamente” a Jerusalén (Hch 20,16; 22,18) donde va a ser rechazado como Dios lo tiene previsto. Se trata, entonces, de un dirigirse rápidamente a la realización del proyecto de Dios, no demorarse.

Al llegar encuentran a María, José y el niño acostado en un “pesebre”. Era lo anunciado por los ángeles (2,12) por lo cual no precisaron más explicaciones. El término que se suele traducir por “pesebre” (en griego fatnê) fuera de esta unidad (2,7.12.16) en Lucas se encuentra en 13,15 (y sólo aquí en todo el NT): –¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no suelta al buey o al asno del pesebre para llevarlo a beber?”. Se trata, entonces, de un establo, un lugar para animales (2 Cro 32,28; Pr 14,4; Job 6,5 ver 39,9; Jl 1,17; Hab 3,17; Is 1,3) donde estos pueden pastar (habitualmente se alude al ganado vacuno o asnos, a diferencia del corral de las ovejas).

Los pastores “les” (a María y José y otros testigos [v.18]) cuentan lo que "les" (los ángeles) habían dicho acerca del niño: 

«No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (2,10-12).

El v.18 nos informa que había otras personas sin que se nos diga de quiénes se trata, pero que serán testigos y – como otros en el Evangelio – se “maravillarán” de la obra de Dios. Los asistentes se “maravillan” que Zacarías se demore en el Templo (1,21), y se maravillan que – como Isabel – sostenga que “Juan” es el nombre de su hijo (1,63). En 2,33 María y José se “maravillan” de lo que se dice de Jesús. Los testigos se maravillan de las palabras de Jesús (4,22). Jesús se maravilla de la fe de un centurión (7,9). Los discípulos se maravillan porque calma la tempestad (8,25), los testigos se maravillan por lo que Jesús hacía (9,43), por la expulsión de un demonio (11,14), un fariseo se maravilla porque Jesús no hace abluciones antes de comer (11,38), los espías enviados para atraparlo se maravillan de las respuestas (20,26), Pedro ante la tumba vacía (24,12) y un grupo de discípulos y discípulas ante la aparición del resucitado (24,41). En todos los casos se trata de la actitud sorpresiva ante la intervención inesperada de Dios. En nuestro caso, los que están también en el pesebre tienen esta actitud ante los dichos de los pastores.

El texto concluye centrándose en María (como es común en Lucas) y destaca que ella “meditaba” estas cosas en su “corazón”. El corazón, que es la sede de las decisiones es el lugar apto para meditar (Dt 4,28; 30,1; Pr 6,14; 16,9; Sir 3,29; 6,37; 14,21; 21,17; Is 32,6; 47,7). Lucas repite una idea semejante en 2,51.

Los pastores finalizan su visita y regresan, pero ante lo que vieron Lucas señala que “glorificaban y alababan a Dios” (v.20).

Jesús era glorificado por todos a causa de su predicación (4,15), ante un milagro, el beneficiario y los asistentes glorifican a Dios (5,25.26), lo mismo ocurre luego de una resurrección (7,16), una curación (13,13; 17,18; 18,43), y el centurión ante la muerte de Jesús (23,47). La “alabanza”, por su parte es propia de Lucas en los Evangelios (y en Hechos): los ángeles que comunican una buena noticia a los pastores alaban a Dios con un “gloria” (2,13), y cuando Jesús llega a Jerusalén “la multitud de los discípulos” alaba a Dios por los milagros de los que fue testiga (19,37). Como en Hechos (2,47; 3,8.9) es un reconocimiento del accionar de Dios.

Vemos así que ante el niño en el pesebre se empiezan a producir las mismas reacciones que provoca Jesús en su ministerio.

En v.21, como se dijo, se da un cierre al anuncio del ángel poniéndole a Jesús el nombre que éste le había dado, algo que (como ocurre antes con Juan, 1,59) se concreta en el acto de la circuncisión al octavo día de su nacimiento (ver Lev 12,3; Fil 3,5).


El video con comentario al Evangelio puede verse en.
https://blogeduopp1.blogspot.com/2022/12/video-con-comentario-al-evangelio-del-1.html
o también en
https://youtu.be/TfrmYfO8qQU

Dibujo tomado de Ecopolítica

lunes, 26 de diciembre de 2022

Video con comentario al Evangelio del 1º de enero

Video con comentario al Evangelio del 1º de enero

«María, Madre del Señor»



también se puede ver en

https://youtu.be/TfrmYfO8qQU

Eduardo

domingo, 25 de diciembre de 2022

Blanca Navidad

Blanca Navidad

Eduardo de la Serna



Se acerca una fiesta que está por encima de casi todas las fiestas, la Navidad.


Fiesta de una vida que, como todas las vidas, nace y, desde pequeña, empieza a berrear y reírse, a poner una familia en movimiento, a no dejarla dormir y a no parar de mirarla casi embobados. 


Fiesta de un nacimiento que nos cambia todo, horarios y ritmos de comida, con esa imagen de fragilidad inmensa y empecinada esperanza. 


Fiesta de una sencillez incomparable de pesebres y pañales, de pastores y animales del campo. De silencio y de una música muda. De soles que nacen y estrellas que avanzan.


Fiesta como la que conoce cualquier familia donde hubo un nacimiento deseado y celebrado, fiesta que convoca a una familia y a otra... y a otra. Fiesta, que, como todas las fiestas, cada quien la celebra como sabe, como puede, como le parece… Pero fiesta en la que algo se celebra, fiesta en la que un bebe se pone en el centro. En el centro de la historia humana, en el centro de nuestra propia historia.


Fiesta con blanco de ovejas y blanco de pañales. Las ovejas de los pobres y despreciados, los pañales de la sencillez y la vida cotidiana. O el blanco de la pureza de una madre y su hijo… y su esposo. O el blanco sobre negro de un Dios que toma partido por los nadies. O el blanco elegido por los violentos de siempre para descargar su miedo y su odio. Pero allí, en un rincón escondido, en un lugar de desprecio, Dios pone precio a la humanidad regalándonos a su hijo para celebrar la fiesta, para que la vida resplandezca y para que, en un niño, muy niño, empecemos a dejar crecer una humanidad nueva, empecemos a abrir el blanco camino de la esperanza.


Desde este “lugar” te abrazo y deseo una muy feliz y verdadera Navidad.


Foto tomada de https://www.pikist.com/free-photo-smvji/es

jueves, 22 de diciembre de 2022

¿Qué dice la Biblia sobre las imágenes?

¿Qué dice la Biblia sobre las imágenes?

Eduardo de la Serna



Suele ser bastante repetido – y con bastante razón – que “la Biblia prohíbe las imágenes”. Y, a partir de allí, se suele cuestionar que muchos tengamos imágenes en nuestras casas, o comunidades, sean estas de Jesús, de la Virgen o de los Santos. Ahora bien… para entender el por qué, ¿no es bueno saber exactamente qué se dice?

La cita a la que se hace referencia en esos casos se encuentra en el texto completo de los llamados “Diez Mandamientos” donde dice:

No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra (Ex 20:4; también Dt 5,8).

Como todo texto debe entenderse en su contexto, notemos que se está refiriendo – claramente – a “imágenes de otros dioses”, por lo que – en ambos textos acota – “soy un Dios celoso”. Ya hemos señalado, en otra parte, que la idea de los “celos” de Dios suelen pretender que su pueblo Israel no se dirija a otros dioses, sino solo al Señor: “Yo soy Yahvé, tu Dios”. La clave radica en que entre Dios y su pueblo hay una alianza formulada de un modo muy semejante a las alianzas matrimoniales: "yo seré su Dios, ustedes serán mi pueblo”. En otro escrito hemos mostrado cómo, en Israel, la imagen de Dios, y el “monoteísmo”, va progresando en el tiempo hasta afirmar – más tarde – que “hay un solo Dios”, los demás son “hechura de manos”, entonces los celos de Dios ceden porque "no hay" otros dioses..

Pero, para tener más claro esto, veamos algunos ejemplos: cuando en el desierto el pueblo debe soportar una plaga de serpientes, Dios manda a Moisés hacer una imagen de una serpiente de bronce (Núm 21,8-9). En el arca de la alianza Dios manda poner una especie de tapa (= propiciatorio), y, sobre ella, las imágenes de “dos querubines” de oro donde se imaginan que Dios descenderá y se sentará como en un trono para acompañar a su pueblo (Ex 25,18-20). Incluso, cuando hay una plaga de ratas entre los filisteos, manda hacer una imagen de ratas de oro como una manera de “exorcizar” y purificarlos (1 Sam 6,1-5). Se podrían señalar otros casos, pero, como se ve, el problema no son las imágenes sino cuando se las presenta como imágenes de Dios o de los dioses. Incluso, cuando la serpiente de bronce fue tomada como una especie de divinidad, entonces el rey Ezequías la destruyó (2 Re 18,4). 

La idea es muy importante: una imagen marca límites (“esto” sería dios, por ejemplo) y la característica novedosa del Dios de Israel es que no tiene límites que lo acoten; Dios los supera todos (y al pretender “imaginarlo” lo acotamos, lo limitamos). Por eso, ni imágenes de los otros dioses ni imágenes del Dios de Israel son aceptadas en la Biblia (por motivos diferentes, obviamente: en el primero de los casos por idolatría buscando aceptar otros dioses; en el segundo caso, por idolatría “manipulando” a Dios, limitándolo).

Ahora bien, los seres humanos sí somos limitados y solemos necesitar “imaginar” para llorar, para celebrar, para recordar… ¿Cómo hacer entonces? Y acá hay algo importantísimo en el Dios de la Biblia. Así como no se lo encuentra donde esperaríamos encontrarlo, como en imágenes, tampoco se lo encuentra en templos o culto, sino que se lo encuentra en nuestras actitudes frente a las hermanas y hermanos. Nos “encontramos con Dios” al practicar “el derecho y la justicia”; ese es el punto de partida, y es para eso que Dios hizo alianza con su pueblo como repiten decenas de veces los textos bíblicos. Debemos buscar a Dios, sin duda, pero no lo encontraremos en cosas hechas por los seres humanos (como imágenes, templos, celebraciones) sino en lo hecho por Dios, por eso desde la primera página de la Biblia sabemos que “el ser humano, varón y mujer” son hechos a “imagen” de Dios (Gen 1,26-27; Sab 2,23; Sgo 3,9. Si queremos “imaginar” a Dios – lo que es, como dijimos, algo muy humano – no deberíamos imaginarlo en “hechura de manos” humanas, sino en hechura de Dios: en las personas encontramos la imagen que Dios quiere mostrarnos.

Pero, al entrar en el Nuevo Testamento, la idea se profundiza aún más: el hijo de Dios, Jesús es “imagen de Dios” (2 Cor 4,4; Col 1,15) hasta el punto que el Evangelio de Juan lo afirma con toda claridad: a Dios nadie lo ha visto jamás (1,18; 5,37; 6,46) salvo Jesús, él si lo ha visto porque viene de Él (6,46; 8,38) y por eso Jesús lo ha “explicado” (1,18, en griego dice exêgêsato, de donde viene el término exégeta), Jesús es el “exégeta” de Dios y por eso, el que ve a Jesús “ha visto al Padre” (14,9). En realidad, podemos decir que el Dios “ilimitado” ha aceptado, en la “encarnación” los límites propios de la humanidad, y por eso puede ser visto, puede sufrir, puede no entender y aprender, puede morir…

Como se ve (y hemos sido breves), el tema es muy amplio y variado. En la Biblia Dios se revela progresivamente, ya lo sabemos. Esta no es un “manual de instrucciones” o un compendio de “leyes” sino un Dios que nos va invitando a conocerlo, a descubrirlo y a amarlo. Nadie que tiene, por ejemplo, una fotografía de un familiar querido sugeriría que esa “imagen” es el mismísimo familiar; es sólo algo que nos permite “imaginarlo” para renovar el amor y el recuerdo; y si – por caso – la foto se arruinara, diremos “¡qué pena!” y buscaremos otra, pero sabemos que eso no afecta a nuestro familiar “imaginado”. Nadie piensa que una imagen de un santo o de la Virgen María “es” lo imaginado; como no sostenemos que una imagen de Jesús sea “él mismo”. Si así fuera, ciertamente, tendríamos una distorsión de la imaginación, por lo menos. El encuentro verdadero con Jesús se da en el encuentro de amor con las hermanas y hermanos, no con una imagen; el cristiano es cristiano si ama: “en esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan unos a otros” (Jn 13,35). Una imagen, entonces, solo es una ayuda para “hacer memoria” y traer al presente el amor de Dios manifestado en ella, pero que no nos exime del encuentro con los demás. E incluso, de ayudar a sanar las imágenes deformadas en hermanas o hermanos enfermos, lastimados, heridos; y en ser nosotros, a su vez, imagen del amor de Dios que invite a otros y otras siendo “testigos” de un Dios que las y los ama.

 

Imagen tomada de https://es.kcm.org/preguntas/creo-dios-al-hombre/

martes, 20 de diciembre de 2022

“Estuve desnudo y me vestiste” (Jesús, Mateo 25,36)

Estuve desnudo y me vestiste(Jesús, Mateo 25,36)

Eduardo de la Serna



Todos quienes quisieron ver pudimos observar una escena conmovedora. [puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=JkYpZaH2rWM] Miles de personas festejaban en el Obelisco, en pleno centro de Buenos Aires, el campeonato mundial de futbol masculino de Argentina en Qatar. De esos miles, la enorme mayoría tenía puesta una camiseta de la selección argentina. En una esquina avanzaba, tirando su carro, un “cartonero”. Lamento no conocer su nombre, pero para no llamarlo por su oficio, lo llamaré Daniel. Pues Daniel iba, seguramente por el calor, “en cueros”, “descamisado”. En el video, Daniel ya está detenido y se le aproxima otra persona. Lo llamaré Miguel, por la misma razón. Pues bien, Miguel se saca la camiseta argentina y se la da a Daniel. Éste, conmovido, humilde, abre sus ojos como un “dos de oros”, besa el regalo con todo el simbolismo que este tiene: el de la fiesta celebrada y concelebrada, el del triunfo conseguido, del que también Daniel es parte y Miguel…, y el del don. Sin saber cómo expresar su agradecimiento, porque no parece sentirse digno de correr a abrazar a Miguel, se arrodilla, toca humildemente el piso, y da gracias a Dios (se persigna), y se pone la camiseta lentamente. Miguel repite el gesto: va y le regala a Daniel otro abrazo. Se hermanan. Otros se acercan a abrazar a Daniel.

En tiempos en que un grupo de desmoralizadores nos quieren decir que somos “un país de mierda”, muchos sabemos que es un país lleno de Migueles solidarios y Danieles agradecidos. Carlos Mugica, que solía conocer desde casi su infancia una cancha de futbol, sabía lo que significa la fiesta de un partido. Solía repetir que un gol es como un orgasmo, como un momento sublime en que uno se abraza interminablemente con el que está a su lado. Con un desconocido.

Esa fiesta del futbol que, al decir de Eduardo Galeano, es incomprendida por los intelectuales de derecha y de izquierda, sólo puede entenderla, ¡y vivirla!, el que no sobrevuela la vida de los otros, sino que se sumerge, con ellos, en sus dolores, pero también en sus alegrías. Sólo desde un escritorio puede pensarse que “el ruido mundialista puede adormecer al pueblo” y olvidar la situación, como temió un prelado. Ya en 1490, Alonso Fernández de Palencia (en el Vocabulario en Latín y en Romance) hablaba de las “Bacchanalia, juegos… en los quales pecavan sin ser penados los festejadores” (41b; citado en el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, de J. Corominas – J. A. Pascual, voz “fiesta”, t. 2, Gredos, Madrid 1984, p. 893). Los puristas no pueden entenderlo; planean por sobre la vida de las demás personas sin jamás aterrizar.

Muchos autores (Horacio Verbitsky, Tuny Kollmann, Mario Wainfeld) repitieron en estos días estrofas de la maravillosa canción de Joan Manuel Serrat, “Fiesta”:

[…] En la noche de San Juan

Como comparten su pan

Su mujer y su gabán

Gentes de cien mil raleas

 

[…] Hoy el noble y el villano

El prohombre y el gusano

Bailan y se dan la mano

Sin importarles la facha

 

[…] Y con la resaca a cuestas

Vuelve el pobre a su pobreza

Vuelve el rico a su riqueza

Y el señor cura a sus misas

 

Daniel y Miguel compartieron. Mañana, sus vidas seguirán iguales. O no. Porque Daniel podrá recordar que alguien, Miguel, un día lo abrazó, lo hermanó, y se sacó su camiseta para regalársela; y esa camiseta será como un “sacramento” de la fraternidad y del don. Y Miguel podrá recordar que por las calles hay Danieles, hermanos Danieles, a los que un día abrazó “sin importarle la facha”.

La fiesta puede ser un mero paréntesis. Y la situación económica será igual, la situación social será igual… Y un día un hermano de Daniel puede dormir bajo un puente y un pariente de Miguel divertirse prendiéndole fuego. Pero también puede ser que podamos ver uno, o dos, y quizás mañana mil, Danieles, así, con nombre y rostro, con humildad agradecida, con su fe a cuestas junto con su carro, y con una camiseta que un día un Miguel, y quizás otro, y otro, y otro… lo reconozcan como hermano. Porque estoy firmemente convencido que el día que los Danieles y Danielas sean reconocidos como hermanos y hermanas por los Migueles y Miguelas, como lo fueron ayer, ¡y lo pueden volver a ser hoy!, ¡y mañana!, ese día, como país seremos mucho mejor, aunque los desmoralizadores, estos sí, sin nombre, pero sin olvidarlos, nos quieran hundir en la indiferencia y el miedo. El abrazo de Miguel y Daniel fue lo suficientemente hermano y hermanado, demasiado sacramental, para pensar que “otro país es posible”, y la fiesta nos muestra el camino.


Foto tomada de https://diariolarepublica.ar/deportes/video-le-regalaron-una-camiseta-de-la-seleccion-argentina-a-un-cartonero-en-medio-de-los-festejos-por-el-mundial-y-emociono-a-todos/