viernes, 24 de marzo de 2023

El 24 de marzo no debería ser feriado

El 24 de marzo no debería ser feriado

Eduardo de la Serna



Un feriado es un día dedicado al descanso por tratarse de una fiesta importante. Descanso es sacar el cansancio a causa de labores. ¿Eso es el 24 de marzo? ¡No!

Sólo para los negacionistas, para los que festejaron aquel nefasto día, para los que – todavía hoy – conmemoran “al general” (degradado, descartado y muerto en cárcel común a causa de sus crímenes aberrantes, condenado por una justicia imparcial), sólo para ellos un 24 de marzo puede ser “fiesta”. Los que aquel 24 de marzo despertamos con una puteada en los labios y vivimos con angustia, con miedo, con pesar por tantos y tantas compañeros y compañeras que no están, nosotros, no podemos en nada festejar. Pero, sobre todo, no podemos olvidar. Olvidar, casi, casi, sería volver a desaparecer a las y los compañeros y compañeras. Los que tuvimos amigos y parientes exiliados y desaparecidos, torturados y apropiados no podemos sino gritar “¡memoria!”

Quizás tengamos la “suerte” de estar vivos (aunque en mi caso creo que más que “suerte” fue la complicidad del arzobispo con la dictadura, y yo estaba en “su” seminario). Y si estamos vivos, y no nos consagramos al ónfalocentrismo (mirarnos el ombligo una, y otra, y otra vez) sabemos que si “a mi no me pasó nada” no es para pensar un “no me importa”, o peor, que “en algo andarían” sino que en algo debemos andar, en sembrar, en edificar, en vivir con ellos y ellas delante. Hay demasiadas causas por las que vivir vale la pena, y no hay demasiado tiempo para descansar. Otra cosa es parar para mirar un mapa (o personas que lo son).

Es memoria porque el Alzheimer político, la amnesia social o la arterioesclerosis comunitaria no son sino enfermedades que impiden caminar. ¡No! ¡no es una fiesta! Es tiempo de centrarnos en lo fundamental (y por eso hay que parar… no para descansar… ¡para luchar!). No para luchar contra fulanos o menganas (aunque haya varios y varias que obstaculizan el andar y deben ser corridos de en medio), para luchar por la vida. ¡Y hay demasiada muerte en el olvido!, ¡y más en la injusticia!

No, no es fiesta. No festejamos. Recordamos (pasamos por el corazón, que no es el ombligo, por cierto), remembramos (traemos a los miembros, por los que circula sangre. Es decir, vida), que es algo muy distinto. Y si recordamos juntos, si nos miramos a los ojos, si vemos miles de rostros conocidos o no, que recordamos lo mismo, que luchamos por lo mismo, si nos damos la mano “¡y vamos ya!” porque “ánimo nos daremos a cada paso”, entonces celebramos. Y nos alegramos juntos y juntas por saber que adelante hay vida posible. La misma vida que les negaron a 30.000 y obstaculizaron a todos. Por eso es memoria. Por eso es verdad. Por eso es justicia. Y cierro porque me voy a la Plaza.

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