jueves, 16 de marzo de 2023

San Pedro y San Pablo

San Pedro y San Pablo

Eduardo de la Serna



Es sabido que san Pedro fue, entre el grupo de los amigos de Jesús, el que ocupó el lugar principal. Por ejemplo, en las listas de los Doce, siempre es mencionado el primero (y eso, en aquel tiempo, era muy importante… por eso mismo, Judas siempre está al último). Es evidente que él es muy importante, y eso se ve tanto en los cuatro Evangelios, en Hechos de los Apóstoles, en las cartas de Pablo y en las dos cartas que las comunidades “petrinas” escribieron en su nombre. No cabe duda su importancia, y lo encontramos como vocero de los Doce, o como el que está el primer lugar. Cada Evangelio lo dice a su modo, por ejemplo, y con sus propias características, pero todos lo destacan en un lugar preponderante.

Pablo, en cambio, no formó parte del grupo de Jesús hasta más tarde. Unos 3 o 4 años después de la Pascua, probablemente. Pero, una vez incorporado en el movimiento de Jesús, fue tan, ¡pero tan!, ferviente predicador, que con el tiempo terminó puesto en la tradición de la Iglesia al mismo nivel de Pedro. Él mismo lo dice, con estas palabras:

«yo soy el último entre los apóstoles y no merezco el título de apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios. Gracias a Dios soy lo que soy, y su gracia en mí no ha resultado estéril, ya que he trabajado más que todos ellos; no yo, sino la gracia de Dios conmigo» (1Cor 15,9-10).

Tan importante llega a ser Pablo que, el libro que llamamos Hechos de los apóstoles dedica toda la primera parte a Pedro y la segunda a Pablo, mostrando, incluso, muchos elementos comunes entre uno y el otro…

Por lo que sabemos no son muchas las ocasiones en que ambos se encontraron (por lo que se desprende de las cartas de Pablo parecen ser tres veces: dos veces en Jerusalén y una en Antioquía donde tuvieron una discusión).

De Pedro sabemos que en algún momento se dirigió con su mujer a Roma. Quizás pasó antes por Corinto. Allí es asesinado en tiempos de Nerón, en julio del año 64, según se desprende de lo dicho por un historiador romano llamado Tácito, en su obra “Anales”.

Pablo, en cambio, más de una vez quiso ir a Roma, pero le fue imposible. Parece que, en tiempos del emperador Claudio quiso hacerlo, pero un decreto imperial, del que habla un historiador llamado Suetonio en su “Vida de los Doce Césares”, impidió la llegada de judíos a la ciudad. Parece que, en un momento, Pablo es liberado de la cárcel en Éfeso y debe abandonar la ciudad. Sus compañeros se dirigen a Roma donde él espera ir más tarde ya que antes debe solucionar unas cuestiones con los corintios y llevar a Jerusalén el fruto de una colecta. No es muy evidente cómo fue allí, pero lo cierto es que finalmente llega a la gran ciudad. Ir a la capital del Imperio, para un misionero como él, era tener la posibilidad de dirigirse desde allí a todas partes… Si “todos los caminos conducen a Roma”, obviamente, desde Roma se puede llegar a todas las regiones. Pablo, expresamente, dice que pretende ir a Roma para desde allí dirigirse a España. No sabemos más, pero no es improbable que lo haya logrado. Por lo que sabemos por escritores del s. II, como Clemente, en su carta a los Corintios, Pablo también es asesinado en Roma. Quizás en el mismo período del final caótico del gobierno de Nerón (entre los años 64 y 67 en que, aparentemente, se suicida).

Es interesante que, muertos ambos, las comunidades, a pesar de la persecución y el conflicto, guardaron la memoria de cada uno, y todo indica que en las que afirman ser sus respectivas sepulturas están realmente sus restos.

Cuando el cristianismo dejó de ser perseguido, las comunidades quisieron celebrar a sus muchos mártires, pero a Pedro y Pablo los conmemoraron aparte del resto y juntos; y con clara intencionalidad lo hicieron el 29 de junio. Tal día era la fiesta de la inauguración del templo de Quirino (en el actual Quirinal), así lo cuenta Ovidio en su obra “Fastos”, él era el padre de los dioses y de la fundación de Roma (= Romulo); es decir, el cristianismo empezó a decir que Roma fue, de hecho, fundada con la sangre de Pedro y Pablo.

La antigua iconografía, también, los mostraba juntos y a ambos “sosteniendo” la Iglesia. Más tarde, con el paso de los siglos, se comenzó a destacar de cada uno algún elemento propio y empezaron a “separarse” un poco (a Pedro lo presentaban con llaves y a Pablo con una espada, aludiendo a su supuesto modo de martirio). Incluso, en alguna época, como la de la Reforma, se los presentó en conflicto (la Iglesia católica romana estaba presentada por Pedro, el Papa, mientras los protestantes, lo eran por Pablo, que habían discutido).

Lo cierto es que ambos constituyen pilares fundamentales en el surgimiento de la Iglesia primitiva, que desde los orígenes los quiso presentar juntos, con lo propio de cada uno. Desde los orígenes la Iglesia quiso respetar la diversidad y la unidad en comunión; la uniformidad, puede parecer más “fácil”, pero no por eso es lo mejor. Pedro y Pablo, Pablo y Pedro nos muestran algo que la Iglesia haría siempre bien en no olvidar.

 

Icono tomado de https://juan50300.wordpress.com/icono-santos-pedro-y-pablo/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.