Lavarse
las patas…
Eduardo de la Serna
En la Biblia, el número siete es sinónimo de plenitud, de perfección. El diez es un número pequeño (en contraste con el mil). Podríamos imaginar, entonces, que setenta años es un estado de plenitud en el que vivimos (todavía) poco tiempo. Más en contraste con el “cien”, como La Nación, que sigue conmemorando “el centenario” porque el “bi” lo tiene como escarbadientes en el corazón. Se suele decir que los días más felices han sido peronistas, y sólo desde afuera alguien podría negarlo. Es todavía poco tiempo de felicidad, pero soñamos más. Vamos por más.
Hoy leo que Mauricio Macri, el
candidato “anti fuentes” dice que de ser presidente el año que viene irá con
todo su gabinete al coloquio de IDEA a “consensuar” políticas. ¡Horror! ¡Por
Dios! Claro que es razonable que busque ideas fuera a quien no se le cae una, a
menos que venga duranbarbamascada. Y regurgitada. Es decir, escuchar a los
pobres ¡no! Claro que ya nos explicaron que los votos de los pobres no sirven,
como Tucumán, Chaco, y Santa Cruz lo demuestran. Es decir, sólo valen los de
Córdoba, Santa Fe y CABA. Es decir, los votos no peronistas…
Lo que me recuerdan viejos tiempos (ideales para algunos) en que “un partido”
estaba proscripto, no se podía decir “Perón” y me acuerdo cuando era chico que
mi viejo me llevó a la cancha a ver a Boca (a pesar que él era de Racing) y
antes de empezar el partido vemos una corrida en la tribuna, entró la policía a
buscar a uno que había cantado “la Marchita”. Yo no entendía, y mi viejo que
era antiperonista me dijo por toda respuesta “shhh”. Tuve que esperar años
después a colaborar en la villa 31 para tener otra mirada. Y me doy cuenta que
algunos quieren dejarse enseñar por los de IDEA y otros queremos aprender de
los pobres. El gran obispo Pedro Casaldáliga dice que a mons. Romero “los
pobres le enseñaron a leer el Evangelio”. De eso se trata.
Y hace 70 años los de los márgenes, los que no les importaron los puentes
levantados, el subsuelo de la patria sublevada, “se lavó las patas”.
Y hoy veo que Massa quiere el ejército en los barrios humildes para combatir a
los narcos. Curioso. ¿O combatir a la competencia? ¡Porque los tiene tan
cerquita! (casi como que basta con mandar al COT, Comando Operaciones Tigre, ¡y
listo!). Los pobres, siempre, son los culpables de todo para cierta gente. Y
veo a Mauricio que dice 3 cosas: que no le va a quitar “la ayuda a nadie” (no
es “ayuda”, Macri, es ¡derecho!), que no va a “cambiar las cosas que sí se
hicieron bien” (pero siempre dijo que todo se hizo mal, si hasta ayer dijo que
“el kirchnerismo va a ocupar una página chiquita de la historia”) y finalmente
que “no te voy a dejar solo a vos” (¡gracias papito! Pero me enseñaron que ¡más
vale solo que mal acompañado!).
Y si veo las patas en la fuente, veo inclusión. Y
exclusión. “No nos vamos a pelear con nadie” ¿Y cómo hacés historia sin
enfrentarte con los injustos, los perversos, los opresores? ¿O vas a consensuar
con ellos? ¡Ah, sí! ¡Cierto, lo dijiste!
Hace 70 años algunos se lavaron las patas, otros vieron en eso una suerte de
blasfemia, de profanación. El centro es de los centrales, las márgenes de los
marginales, ¿no? Pero quisiera señalar que en ese hecho, esos anónimos, como es
anónimo el pobre, los “negros”, los “grasitas”, o – como dice Mauri o Sergio,
“la gente”, en ese hecho no sólo se lavaron las patas, sino que también nos
lavaron la cabeza a unos cuantos. Y con la cabeza fresquita y no llena de “todo
noticias” infames, voy a votar el domingo. Y las patas en la fuente van a
seguir inspirando mi voto.
Foto tomada de realidadsm.com.ar
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