¿Curas desobedientes?
Eduardo
de la Serna
Parece que el grupo de curas
en Opción por los pobres, con nuestras intervenciones, como grupo o
individualmente, estamos molestando: en los comentarios en las redes sociales
arrecian los “trolls”, es decir personajes (habitualmente ficticios) que sólo
pretenden crear malestar, confundir, cambiar el eje…; en cierta prensa –
particularmente una – se intenta por todos los medios desprestigiarnos:
- Son curas “marginales”
- No son representativos
- No tienen delegación
Se me ocurren muchas cosas
para comentar sobre esto, pero quisiera ir a lo que me parece el nudo de esta
cuestión.
Muchos periodistas, creo que
casi todos con contadísimas excepciones, no entienden prácticamente nada al
entrar en terreno eclesial, y – lamentablemente – no hacen habitualmente ningún
intento por lograrlo. Entonces, desde su mirada, la Iglesia se parece más a un
cuartel, donde rige una “obediencia” vertical e incuestionable, que a una
comunidad de hermanos. A esto le añaden imágenes
como que el papa o los obispos son los “jefes” o la “máxima autoridad” cosa que
queda reflejada cuando al hablar, por ejemplo, un obispo dicen “la Iglesia dice…”.
No conformes con ensuciar la
figura del Papa porque no entra en sus esquemas preconcebidos y le envía un
rosario a Milagro Sala o porque invita a Hebe de Bonafini, porque afirma que “este
sistema mata” o con que no pagar justamente a los trabajadores “es pecado
mortal”, muchos medios pretenden llevar obispos “para su molino” (y debemos
reconocer que en algunos casos no les ha de resultar demasiado difícil
lograrlo).
Según Alfredo Leuco los
obispos le dijeron al presidente que yo soy “un cura marginal” (un verdadero
halago, por cierto). Más tarde la productora de Guillermo Lobo me llamó para
hablar de un tema y toda la conversación (o ataque) giró por otro lado sin ni
siquiera una mínima referencia a lo acordado. Ahora, Sergio Wiñasky intentó que
el obispo Jorge Lozano – al que confundió con presidente de la Conferencia
Episcopal Argentina – fuera crítico del grupo de curas distorsionando lo que
dijimos en nuestra carta 7 sobre la “persecución cinematográfica” a Lázaro Báez.
Monseñor Lozano respondió algo evidente: que hablamos a modo personal y que no
tenemos delegación, lo cual es absolutamente cierto. Los curas tenemos plena
libertad para reunirnos, reflexionar y opinar; y no necesitamos delegación, por
cierto. Sólo es nuestro deber vivir, actuar y hablar “en comunión” con la
Iglesia (algo que expresamente decimos en la misma carta 7). Y acá está el
tema: ¿qué relación hay entre “obediencia” y “comunión”?
Para empezar señalemos que la
primera obediencia que debemos es, ante todo, a la conciencia.
"Aún por encima del Papa como expresión de lo vinculante de la autoridad eclesiástica se halla la propia conciencia, a la que hay que obedecer la primera, si fuera necesario incluso en contra de lo que diga la autoridad eclesiástica. En esta determinación del individuo, que encuentra en la conciencia la instancia suprema y última, libre en último término frente a las pretensiones de cualquier comunidad externa, incluida la Iglesia oficial, se halla a la vez el antídoto de cualquier totalitarismo en ciernes y la verdadera obediencia eclesial se zafa de cualquier tentación totalitaria, que no podría aceptar, enfrentada con su voluntad de poder, esa clase de vinculación última" (J. Ratzinger).
Además de la conciencia, ante todo
está lo que “Dios dice”. Creer que el “jefe de la Iglesia” es el Papa manifiesta
una supina ignorancia para los creyentes. Sin duda alguna la máxima autoridad de
la Iglesia la constituye el Espíritu Santo. Y para graficar esto, me permito
una nueva referencia:
En mayo de 1431 “la Iglesia” en su
tribunal de la Inquisición condenaba a una muchacha pobre e iletrada. Ella
afirmaba que Jesús, personalmente, le había hecho un encargo que “la Iglesia”
rechazaba, especialmente impulsada por la facultad de teología más importante
de entonces, la de París. Ella afirmaba que estaba plenamente dispuesta a
obedecer a la Iglesia, pero “antes” debía obedecer a Jesús. La pena para Juana
de Arco fue la hoguera. La posterior rehabilitación y tardía canonización de
Juana es una clara manifestación de lo que la misma Iglesia dice sobre este
tema.
La Iglesia misma, y cada miembro,
empezando por el Papa debe también él ser “fiel a la Iglesia”, no es “la
Iglesia”. La imagen absolutista de “l´État c’est moi” no es coherente con
ninguna sana teología eclesiástica (o eclesiología).
La obediencia a la conciencia, al
Espíritu Santo, a Dios mismo que se ha revelado es el punto de partida
indefectible. Tanto, que se ha dicho que la misma Iglesia debe “convertirse al
reino de Dios”. El “reino es el único absoluto” (Pablo VI), no la Iglesia. Los
que caminamos dentro de la Iglesia creemos que ésta es el ámbito en el que
podemos desplegar, buscar, encontrar la voluntad de Dios, que es su reino (así
hay que entender la afirmación “Creo en la Iglesia”, “en” como “ámbito” de fe,
no como “objeto” de fe, ya que éste solamente lo es Dios; tenemos “la fe de la
Iglesia”).
¿Cómo pretenderían algunos dizque
periodistas, que parecen más operadores o lobistas, que vivamos nuestra fe?
Jesús nos dice que vino a “anunciar el evangelio a los pobres”, y nosotros,
como curas que caminamos y vivimos en medio de los pobres (sin pretender tener
el monopolio de eso, pero sí reconociendo nuestra propia identidad) vemos que
hubo momentos en los que los pobres fueron mucho menos pobres, y que en el
presente – con las políticas que el gobierno de los ricos y para los ricos está
aplicando – los pobres están siendo cada vez más; más pobres y más los pobres.
Lo nuestro no es – de ninguna manera – una actitud “política partidaria”. Al
salir del programa Minuto 1 el diputado oficialista Arenaza me dijo “muy
parcial lo suyo, padre”. No sabía que me estaba halagando. Ser parciales en
favor del pobre se asemeja bastante a lo que nos piden los Evangelios y la
Biblia toda. Si estamos de acuerdo con políticas o si nos enfrentamos a otras
no es por adherir a un partido, sino por “tomar partido” en favor de los
pobres. Nuestras cartas, por ejemplo, no son “contra el gobierno”, son en favor
de los pobres. Pero creemos firmemente que las políticas aplicadas, los hechos
a los que hacemos referencia, se oponen a los pobres. Nosotros no somos “oposición”,
el problema es que las políticas aplicadas “se oponen a los pobres”, y allí
estamos nosotros. Sencillamente. Por obediencia, precisamente; a Jesús y a la
misma Iglesia.
hoy por hoy, en estos Tiempos especiales, la oscuridad esta a pleno, metiendose en nuestras casas, por medio de los medios de comunicacion, salvo algunas excepciones, solo veo frivolidad e ignorancia en los medios, que desgraciadamente lava los cerebros de muchos Argentinos. Excelente Eduardo de la Serna. se que Dios nos esta observando, y cada uno debera hacerse cargo del karma que se esta generando, y del daño que esta haciendo a su propio hermano. gracias, de corazon.
ResponderBorrarGRACIAS EDUARDO DE LA SERNA ... POR SER PROFETAS QUE ANUNCIAN Y DENUNCIAN, GRACIAS POR DESMASCARAR A ESTOS MENTIROSOS QUE SE BURLAN DE LOS POBRES, Y LO DICE LA "PALABRA" SERA MAS FACIL QUE UN CAMELLO PASE POR EL AGUJERO DE UNA AGUJA QUE UN RICO LLEGUE AL REINO DE LOS CIELOS ... ESTE GOBIERNO TRAE HAMBRE A NUESTROS NIÑ@S, DOLOR A NUESTROS VIEJOS, INSEGURIDAD A
ResponderBorrarNUESTROS TRABAJADORES, TRISTEZA A NUESTRO QUERIDO PUEBLO, COMO NO VAMOS A DENUNCIAR TANTA DESESPERANZA ??? SEGUIMOS LOS PASOS DE JESUS Y EL LLEGO A LA CRUZ.
Querido Eduardo, muchas gracias por la claridad en tus conceptos Yo el año pasado en mis encuentros de educación religiosa en el colegio exponía, sobre todo con los alumnos de quinto año, la incoherencia del mensaje del Pro con el evangelio, con el Reino. El mismo hno. Magdaleno hacía campaña por Macri, obviamente hablando mal de la presidente( usó los medios para ello). Al rezar con todo el colegio y pedir por las elecciones y que quien ganara tuviera muy en cuenta a los pobres, me dijeron que hacía política con el micrófono obviamente a favor de Scioli. Obviamente el día 23 de diciembre me llegó la carta documento anunciándome mi despido sin causa de todas mis horas, después de trabajar con los maristas por 21 años. No entendieron nada, ni dentro de la misma Iglesia entienden; y pasé a formar parte del "cambio". Muchas bendiciones Fernando
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