La fidelidad en el
servicio no espera recompensa
DOMINGO VIGESIMOSÉPTIMO - "C"
Eduardo de la Serna
Lectura de la profecía de Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4
Resumen: La situación del pueblo es dramática. La opresión imperial lo angustia y Dios parece en silencio. Pero Dios le afirma que más tarde o más temprano Dios tomará partido por el justo, y aniquilará al injusto. Y Dios es fiel y llevará al justo a la vida plena.
No es fácil leer el profeta Habacuc. Especialmente porque su obra
aparece como ambigua en lo cronológico, y lo literario. Con frecuencia se habla
de los justos y los impíos, sin que haya indicios para saber a quiénes se
refiere en particular. Es probable que la reflexión del mismo profeta a lo
largo del tiempo lo haya invitado a ser más genérico porque lo que plantea no
es sólo para un momento concreto sino abierto a otros. Pareciera que la primera
parte –siempre presentado como un diálogo entre el profeta y Dios (cap. 1-2; el
profeta se queja: 1,2-4 y 1,12-17; y Dios responde 1,5-11 y 2,1-5) Habacuc se
queja del silencio de Dios ante la opresión de los egipcios a Israel con el rey
títere que estos pusieron luego de la muerte de Josías (v.2). Pero se levanta
Babilonia como nuevo imperio que destronará a los asirios y acabará con la
opresión de los egipcios (que eran aliados de éstos) [vv.5-8]. Sin embargo,
Babilonia será más terrible todavía (vv.12-17) y Dios le afirma que muy pronto
llegará el tiempo de la venganza (2,2-5). La desaparición literaria de los
personajes (Egipto, Babilonia) permite leer el texto como una crítica aguda a
todos los imperialismos. Incluso va más allá de Judá y se preocupa por todos
los saqueados (2,8), humillados (2,10), destruidos (2,15) por la potencia
imperial. Este es el contexto de la lectura de hoy.
El clima desde el que el profeta clama a Dios –que no parece intervenir-
es de “violencia”, término usual en el texto [1,2.3.9; 2,8.17 (x2)] con
la que se refiere a las violaciones a la dignidad humana propias del
imperialismo. Esa anarquía se manifiesta en el triunfo del injusto frente al
justo (v.4), el “justo / inocente” oprimido por el culpable, sin que nos quede
claro quiénes son estos sujetos, a los que se aludirá nuevamente en la segunda
pregunta-respuesta. Como es frecuente en los Salmos, el profeta clama “hasta
cuándo” ocurrirá esto? (Sal 13,2-3)
El diálogo entre el profeta y Dios sigue, pero es omitido por la
liturgia que salta al cap. 2 que retoma con una nueva respuesta de Yahvé (2,2)
[de este modo, la primera pregunta del profeta aparece como respondida con la
segunda respuesta, particularmente porque el motivo por el que se ha
incorporado esta lectura litúrgica parece radicar en 2,4; “el justo, por su
fidelidad vivirá”].
Dios presenta lo que va a decir de un modo solemne (vv.2-3) afirmando
que eso ocurrirá, aunque se demore un poco; el profeta debe escribir la
respuesta de Dios (es aquí donde probablemente se quiera destacar que esto,
válido para un momento concreto de la situación dramática del pueblo, es válido
para todos los momentos, y por eso debe dejarse por escrito). Y el contraste
está entre la suerte final del justo y el injusto: la vida y la muerte (v.4).
Aquí se presenta la sentencia, aunque en los versículos siguientes se detendrá
en la suerte del impío, que será acompañado de 5 lamentaciones (“¡Ay de…!”,
2,6b. 9. 12. 15 y 19). La construcción del anuncio sobre el injusto no es
sencilla. Literalmente dice “He aquí, el inflado no se mantendrá en su alma”.
El término hebreo nepes permite diferentes lecturas (alma,
vida, garganta, respiración, tragar) que le servirá para jugar con los sentidos
en los versos siguientes aludiendo a que la muerte “tragará” al injusto
así como es insaciable el apetito del imperio (babilonio, en este caso) por
saquear y “devorar”.
El contraste viene dado, obviamente con la suerte del fiel. Éste justo
se confía en Dios y no en sus riquezas y poder (v.5) y por eso “vivirá”
(de la suerte del justo hablará en el cap.3). Su vida es consecuencia de su (“su”
¿de quién? ¿De Dios o del justo?) ‘emunah (que en hebreo es
fidelidad, confianza) traducida al griego por písteôs (fe)
señalando un pequeño cambio que influirá en el NT. La fidelidad, algo que
afecta toda la vida del justo, repercutirá en su vida (“vivirá”). Puede
decir que el justo vivirá por la fidelidad de Dios a su pueblo y la Ley (que el
injusto viola sistemáticamente), y esto queda escrito para la posteridad. No es
que el justo viva (en el texto hebreo, porque -como se dijo- el griego modifica
esto) por sus actitudes, sino porque Dios es “creíble”, “fiel” y
eso lo ha “escrito” para la posteridad.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
1, 6-8. 13-14
Resumen: el discípulo de Pablo se dirige a Timoteo señalándolo como heredero auténtico de la predicación del Apóstol. Predicación ya presentada como algo “fijo” que se debe cuidar y conservar, y transmitir “fielmente” movido por el Espíritu, a diferencia de lo que los “falsos maestros” hacen en la comunidad.
La organización y estructuración avanza en el cristianismo de la segunda
y tercera generación. Y un discípulo de Pablo, en su nombre, intenta ayudar en
este sentido. Es posible que para la redacción de esta carta se haya ayudado de
viejos fragmentos de cartas auténticas de Pablo (de hecho parece bastante más
personal que las otras dos “Pastorales”). Sin embargo, la redacción
tardía nos permite reconocer un elemento clásico en ellas: conservar lo
recibido (vv.12.14).
La primera referencia es a la “imposición de las manos” con la
que hay expresada una delegación. Timoteo tiene la responsabilidad de
transmitir y conservar fielmente el “depósito” que Pablo le ha
comunicado. Para ello Timoteo cuenta con el espíritu que le fue dado que es
espíritu de fortaleza, amor y autocontrol (moderación), entendidos como
don de Dios; con el evangelio que nos salva y llama, y del cual Pablo es buen
testigo del que Timoteo puede aprender. Es posible que “Pablo” tenga en mente
Dt 34,9 donde “imposición de manos” y “espíritu”
vuelven a encontrarse para referir a una sucesión: Josué es señalado como
sucesor del ministerio de Moisés. El marco conflictivo de la carta puede
indicar que Timoteo -y no los adversarios- es el verdadero heredero de Pablo.
Pablo ya ha muerto (4,6) y Timoteo aparece como un buen continuador de
su ministerio, por eso debe “reavivar el carisma” de Pablo (v.6); en 1
Tim 4,14 ese carisma fue comunicado por la imposición de las manos de los
presbíteros, pero con el acento –aquí- en la delegación misionera personal de
parte de Pablo (de hecho hay textos con reminiscencias paulinas expresamente
escogidos: cf. Rom 1,16; 8,12-17; Ef 2,4-8).
Los vv.13-14 anuncian dos aspectos que luego desarrollará negativamente
en v.15 y positivamente en vv.16-18. Lo importante es que –a diferencia de
Pablo- aquí el Evangelio es algo fijo, estable que se debe “conservar” y
transmitir “fielmente”, ya se trata de un depósito.
+ Evangelio según san Lucas 17, 3b-10
Resumen: Una serie de textos señalan algunas características del discipulado: el perdón, la importancia de la fe y la disponibilidad en el servicio que no espera recompensa. Los primeros parecen más universales que el segundo, que parece dirigido a los que tienen alguna responsabilidad en la comunidad.
Una serie de textos diversos componen un nuevo discurso de Jesús en su
viaje a Jerusalén. Uno sobre los escándalos (17,1-3a), sobre las ofensas entre
hermanos (3b-4), sobre la fe (vv.5-6), sobre el servicio (vv.7-10). Los tres
últimos constituyen el texto del día. El primero [1] (3b-4) tiene alguna
semejanza con Mt (18,15.21-22), el segundo [2] tiene su paralelo en Mt y Mc (Mc
11,20-24 / Mt 17,20; 21,20-22) y el tercero [3] es propio de Lucas. Veamos
brevemente ambos paralelos para notar sus diferencias:
[1]
Mt 18
|
Lc 17.3b-4
|
15 «Si
tu hermano llega a pecar, vete y repréndele,
a solas
tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. (Mt 18:15)
¿cuántas
veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete
veces?» 22 Le dice Jesús: «No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete». (Mt 18:21-22)
|
«Si tu
hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale.
4 Y
si peca contra ti siete veces al día, y siete veces se vuelve a ti, diciendo:
«Me arrepiento», le perdonarás».
|
Y el otro:
[2]
Mt 17,20
|
Mt 21:20-22
|
Mc 11:21-24
|
Lc 17:5-6
|
Él
les contestó: –
Porque
ustedes tienen poca fe. Les aseguro que,
si
tuvieran la fe del tamaño de una semilla de mostaza,
dirían
a aquel monte que se trasladara allá, y se trasladaría.
Y nada
sería imposible para ustedes.
|
20 Al
verlo los discípulos se maravillaron y decían: «¿Cómo al momento quedó seca
la higuera?»
21 Jesús
les respondió:
«Yo les
aseguro: si tienen fe y no vacilan, no sólo harán lo de la higuera,
sino
que si aún dicen a este monte: «Quítate y arrójate al mar», así se hará.
22 Y
todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis».
|
21 Pedro,
recordándolo, le dice:
«¡Rabbí,
mira!, la higuera que maldijiste está seca».
22 Jesús
les respondió: «Tengan fe en Dios.
23 Yo
os aseguro que quien diga a este monte: «Quítate y arrójate al mar»
y no
vacile en su corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.
24 Por
eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis
recibido y lo obtendréis.
|
5 Dijeron
los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe».
6 El
Señor dijo:
«Si
tuvieran fe como un grano de mostaza,
habrían
dicho a este sicómoro: «Arráncate y plántate en el mar», y les habría
obedecido».
|
El texto propio de Lucas, en cambio, parece el contraste de lo señalado
en Lc 12. Notar, por ejemplo este contraste:
[3]
12,37
|
17,7-8
|
37 Dichosos
los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo les aseguro que
se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
|
7 «¿Quién
de ustedes tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo,
le dice: «Pasa al momento y ponte a la mesa?» 8 ¿No
le dirá más bien: «Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta
que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?»
|
El primer texto [1], sobre la ofensa y el perdón presenta, por un lado
la primera actitud, la reprensión. Esto supone corregir al errado. Es posible
que a causa de eso el ofensor se arrepienta, y allí se propone la segunda
actitud: el perdón. Quien espera ser perdonado por Dios, debe ser capaz de
perdonar, él a su vez, a los que lo han ofendido. Pero esta capacidad de
perdón, debe ser ilimitada (el número 7 tiene aquí ese sentido –ver Sal
119,164-; en Mateo alude a Lámek, Gen 4,24); pero es “7 veces al día”,
como cada día debe cargarse la cruz (9,23) porque la exigencia del discipulado
es cotidiana. Pero siempre debe presuponerse el paso previo de la conversión,
como condición necesaria. En esta segunda parte, se refiere al pecado
interpersonal (“contra ti”), no a una violación de la Ley, en este caso.
Los verbos “pecar” y “arrepentimiento” junto al término “hermano”
pueden remitir fácilmente a la parábola del padre y los dos hijos.
En el apócrifo judío Testamento de Gad se encuentra una sentencia
semejante:
“Ámense de corazón unos a otros, y si alguno comete una falta contra ti, díselo con paz, apartando el veneno del odio sin mantener el engaño en tu alma- Y si tras confesar su culpa se arrepintiere, perdónale…” (6,3)
El segundo texto [2], sobre la fe, como se ha visto es diferente en Lc
(quizás más fiel a Q) que en Mc, donde hace referencia a un monte. Un dicho
semejante encontramos en 1 Cor 13,2. Es posible que la referencia al “monte”
fuera un dicho o proverbio tradicional. El sicómoro (sikáminos) sólo se
encuentra aquí en todo el NT (y su semejante sikomoréa solamente
en Lc 19,4 en todo el NT) y es probable relectura de Lucas al texto.
El pedido de aumento en la fe (¿o de seguridad en la fe?) es rechazado.
El más o menos no cuenta, si la fe existe. Si la hay, es capaz de obrar
milagros.
Finalmente [3] se presenta una parábola de un hombre que tiene un siervo
(esclavo) en el campo. La idea de “¿quién de ustedes?” que tiene un
esclavo no parece siempre coherente con las multitudes que escuchan y siguen a
Jesús. Es posible que el texto sea originalmente parte del debate con las
élites (como los fariseos) a los que reclama que sean capaces de servir sin
reclamar su recompensa.
La parábola está presentada como una doble pregunta, una que requiere
una respuesta negativa, seguida por una que reclama una afirmación de parte del
auditorio. El auditorio comprende fácilmente que el siervo no ha de esperar
nada por haber hecho lo mandado (la analogía patrón / esclavo es habitual en
Lucas: 12,35-40.42-48; 13,25-27; 14,16-24; 16,12-13). Obviamente, Lucas lo está
refiriendo a la relación de los discípulos con respecto a Dios. El siervo
reconoce su inutilidad (no se trata de “simple servidor” sino de “servidor
inútil”, arjeirós). El contraste con aquellos que esperan la
recompensa de parte de Dios refuerza el sentido de este reconocimiento. No es
improbable que en la comunidad de Lucas ya hubiera quienes tenían cierto
sentimiento de “casta”, de “clero” y el autor quiere invitarlos a la humildad.
Foto tomada de cvclavoz.com
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