miércoles, 28 de diciembre de 2016

Matanza de inocentes

Matanza de inocentes

Eduardo de la Serna



Por motivos que nunca quedan del todo claros, el 28 de diciembre, jugando con la palabra “inocentes” suelen hacerse bromas, decirse pequeñas mentiras, jugar con la credibilidad y la verdad.

Claro que “los inocentes” tienen otro origen: se refiere a lo que el texto bíblico dice de los niños asesinados por Herodes y que la Iglesia conmemora en el contexto de la Navidad. No es el caso entrar en los meandros de la historia, porque no es el tema en cuestión. Pero es cierto que la alegría del nacimiento de Jesús niño no opaca el dolor de la muerte violenta de los inocentes. Como el viejo faraón que ve peligrar su poder, Herodes teme junto a los sumos sacerdotes y todo Jerusalén, porque unos magos (de los que nadie dice que sean “reyes”) preguntan por un “rey” que ha nacido. Todo habla de ese rey (la estrella recuerda a la “estrella de David”) que pone en peligro el autoritarismo sanguinario del viejo Herodes. Ante ese peligro inminente, este decide matar a todos los varones como ya lo había hecho el faraón, pero uno es salvado en contexto egipcio y será el salvador. Como un nuevo Moisés, Jesús será el profeta y legislador de una ley nueva de justicia y amor definitivos.

El juego “inocente” de la broma o la mentira de este día no es sino eso: ¡un juego! Pero peligroso sería olvidar, en un mundo donde tantos inocentes son víctimas de la violencia y la muerte injusta por parte de los poderosos, que es su – en este caso misteriosa – solidaridad con Jesús lo que los transforma en “santos”. En el palacio de Herodes, por su parte, reina el “sobresalto”, el “temor” y la mentira (“yo también iré a adorarlo”, dice el rey).

El caso es que unos sujetos (magos y paganos, es decir “necios” por partida doble para la Biblia) reconocen al enviado de Dios, mientras que desde el poder político y religioso, a pesar de tener la Biblia que les dice todo (nacerá “en Belén”) se niegan a las cosas de Dios.
Cuando la broma es “inocente” todos – hasta la “víctima” – disfruta el dicho “que la inocencia te valga”. Pero cuando la broma es violencia, es cinismo o hasta muerte más que a un juego de niños se asemeja a Herodes. Esa “te la debo”.

  • ¿Cuántos “bolsos de López” tiró el gobierno por encima de los muros de la sensatez para favorecer a las empresas amigas, eléctricas, aeronáuticas, mediáticas? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos partidos de fútbol podremos ver gratuitamente el año que empieza? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos TN desaparecieron con la nueva ley (porque TVR, 678, y otros que muchos mirábamos sí desaparecieron)? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos se enteraron que eran despedidos por un mensajito de texto en un celular que no tienen derecho a tener? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos se quedaron sin vacaciones, sin aire acondicionado, sin servicios que antes podían (pero no “debían”) tener? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos creyeron que “los que se robaron todo” les dieron de todo, y los impolutos CEOs no les dan nada porque “antes” era todo falso? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos creyeron que no habría una justicia adicta porque uno dijo “no quiero una justicia macrista”? mientras hay “circolinis” con sentencias apropiadas en momentos apropiados para que nadie vea que ¡un ministro fue echado! ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos creyeron que habría justicia en Jujuy, o con una corte Suprema de la ignominia? ¡Que la inocencia nos valga!
  • ¿Cuántos creyeron en “el segundo semestre”, la “lluvia de inversiones”, en “volver al mundo”? ¡Que la inocencia nos valga!

Si hiciéramos una lista sería inmensa. Casi pareciera que todo el año fue día de los inocentes para el gobierno. Pero – para peor – sin bromas sencillas y simpáticas sino cínicas, violentas y criminales (a menos que ya no se crea, como se decía antes que “el hambre es un crimen”).

El gobierno no dice una palabra sin que sea mentira. Sólo miente. Pero lamentablemente, está lleno de personas que “eligen creer”, ¡quieren creer! Con el apoyo invalorable de los comunicadores, por cierto.

Lamentablemente, en este “año de los inocentes” no hemos podido celebrar la broma amigable y cómplice de los niños, sino la masacre cruel de los nuevos Herodes. No da para festejar. A lo mejor junto al baile y los globos, cuando nos dijeron claramente “cambiamos futuro por pasado” les faltó decir ¡que la inocencia les valga!



Pintura de Fernando Botero tomada de conciliando.net

martes, 27 de diciembre de 2016

Comentario Santa María Madre de Dios

El bebe del pesebre, junto a su madre, derrama los dones de Dios
Solemnidad de Santa María Madre de Dios
– 1 de enero –

Eduardo de las Serna



Como es sabido, la fiesta de “Santa María Madre de Dios” surge a partir del Concilio de Éfeso, por lo que el tema no está desarrollado en la Biblia. Los textos elegidos son acordes al tema, aunque no lo desarrollen. La jornada es, asimismo, jornada de la Paz (aunque los textos no hagan referencia al tema). Como en otras ocasiones, la intensión en este blog es comentar los textos bíblicos dejándoles a los lectores el siguiente paso de “re-leerlos” a la luz de los temas y las realidades que corresponda iluminar desde la palabra de Dios.

Lectura del libro de los Números                     6,22-27

Resumen: Moisés encarga a los sacerdotes bendecir al pueblo haciendo llegar sobre ellos los dones de Dios, su cercanía y su gracia a fin de alcanzar la plenitud y la paz.

En medio de una serie de indicaciones legales el texto de los Números exhibe una bendición. El texto presenta por un lado el encargo divino de lo que Moisés ha de decir a “los hijos de Aarón” (= los sacerdotes) sobre cómo bendecir a los israelitas (introducción, vv.22-23). Luego el texto concluye con un “así” en el que se concretará la bendición (v.27) con lo que el párrafo queda “incluido”. Así tenemos:

Introducción a la bendición (vv.22-23)
Texto de la bendición (vv.24-26)
Conclusión (v.27)

Aunque en la antigüedad también el rey bendecía (2 Sm 6,18) y los levitas podían hacerlo según Dt 10,8; 21,5, en general – como aquí – es algo propiamente “sacerdotal” (son los hijos de Aarón, cf. Lv 9,22- 23; Eclo 50,21-22) con lo que el texto presenta al sacerdote como “mediador” entre Dios y su pueblo; son los que pueden invocar el nombre deDios pero sobre el pueblo. El que bendice, de hecho, es Dios (nombrado 3 veces en el texto en cada uno de los 3 párrafos). La bendición no es para los “consagrados” sino para todos los “hijos de Israel”. El texto de la bendición era de uso litúrgico y se asemeja al lenguaje de los salmos; en particular el salmo 67 parece inspirarse en el este párrafo:

                  Números 6,24-26
Sal 67
Te-bendiga Yavéh y-te-guarde
2 ¡Dios nos tenga piedad y nos bendiga,
Ilumine Yavéh su-rostro sobre-ti y-favorezca
su rostro haga brillar sobre nosotros!
Levante Yavéh su-rostro sobre-ti y-te-conceda acceder-a paz


3 Para que se conozcan en la tierra tus caminos, tu salvación entre todas las naciones.
 4 ¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!
 5 Alégrense y exulten las gentes, pues tú juzgas al mundo con justicia, con equidad juzgas a los pueblos, y a las gentes en la tierra gobiernas.
 6 ¡Te den, oh Dios, gracias los pueblos, todos los pueblos te den gracias!
 7 La tierra ha dado su cosecha: Dios, nuestro Dios, nos bendice.
 8 ¡Dios nos bendiga, y teman ante él todos los confines de la tierra! 


Es interesante que se encontraron 2 cilindros de plata en un sepulcro (aprox. 600 a.C.) con esta oración con ligeras modificaciones. La bendición lleva a obtener protección (1), si brilla el rostro de Dios se manifiesta su gracia (2) y si muestra su favor se alcanza la paz (3). Dios no se desentiende de su pueblo. A pesar de tanta “ley” para que el pueblo sea fiel, la oración lo muestra necesitado de los favores de Dios.

Por la triple invocación de Yavéh, "imponen" el nombre sobre los israelitas, como prenda eficaz de bendición. No es raro encontrar en algunos salmos la triple invocación de Yavéh. El bien invocado es aquí la "paz", término que puede incluir también la prosperidad.

La Bendición es expresión de los dones, materiales y espirituales, que llegan a alguien para “vivir”. La bendición no se desprende de la “vida”, ¡es vida!

Te-bendiga YHWH y-te-guarde (shmr, es atender, cuidar, respetar, tener cuidado). “Cumplan mis mandatos y guarden (tshmrû) mis leyes, caminen según ellos. Yo soy el Señor, su Dios” (Lev 18:4). Casi siempre se trata del ser humano que debe “guardar” la voluntad de Dios. De hecho es la única vez en toda la Torah en la que Dios es el que “guarda”, y así ocurre casi siempre en los profetas. Pero:

Porque el Señor, nuestro Dios, es quien nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto, quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios, nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos que atravesamos. (Jos 24:17)
El que esparció a Israel lo reunirá, lo guardará como el pastor a su rebaño (Jer 31:10).

En los Salmos, en cambio hay diferencia y también Yavéh “cuida” / “guarda”: 12,8 (es paralelo a librar), 37,28 guarda a sus amigos (a diferencia de la destrucción de los malvados; = v.34); 41,3: al que cuidó del desvalido Yavéh le pagará “ojo por ojo” guardándolo a él. El Señor ama a quienes odian el mal, guarda la vida de sus fieles, los libra de la mano del malvado. (Psa 97:10), “guarda a los pequeños” (116,6). El “es tu guardián” (121,5). Te guarda del mal y guarda tu vida (121,7). Él “cuida” la ciudad (127,1). Le pedimos que nos “cuide” de las manos de los impíos (140,5); “cuida” a los que le aman (145,20). Y particularmente cuida al forastero, huérfano y viuda (146,9).
Yavéh cuidará al prudente (Prov 3,26).
Resplandecer la faz” (antropomorfismo) parece algo claramente litúrgico (teofanía) y favorable (Sal 4,7; 33,18; 34,16). La idea es que Dios “esconde su rostro” en los momentos de angustia abandonando a su pueblo (Dt 31,18; Sal 30,8; 44,25; 104,29). El rostro luminoso expresa benevolencia y favor (= gracia v.25; ver Prov 16,15; Job 29,24); y también es frecuente en los salmos (31,17; 44,4; 80,4.8.20; 67,2; etc.). La luz del rostro de Dios se ha alejado (Sal 4,7) “brillar el rostro” = salvación (Sal 31,17; 80,4.8.20). La mano salvadora de Dios = brillo de su rostro “porque los amabas” (Sal 44,4). El pueblo “camina a la luz de su rostro” (89,16).
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, y enséñame tus preceptos. (Sal 119:135)
El brillo del rostro del rey da vida (Pr 16,13).
La sabiduría del hombre hace brillar su rostro, y sus facciones severas transfigura. (Qo 8:1)

Como se ve, el “brillo del rostro” es una mirada suave, alegre, pacificadora (no conviene ensombrecer el rostro del rey, es decir “hacerlo enojar”, Pr 16,12). Lo mismo ocurre con Dios. Se trata de alegrar a Dios (con la vida fiel, o “guardando los preceptos”) con lo que él derramará sus beneficios (= bendiciones), su gracia.

La gracia son los favores que Dios da a quién quiere dárselos:
«Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahveh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo misericordia». (Ex 33:19)
Pero Yahveh tuvo piedad y se compadeció de ellos… (2 Re 13:23)

Sin embargo es muy frecuente que se pida a Dios: “Piedad” (Yavéh) Sal 6,3; 9,14; 27,7; 30,9.11; 31,10; 41,5.11; 23,3; 142,2… Is 33,2.

En el v.26 nuevo antropomorfismo, “levante Yavéh su-rostro sobre-ti” alude a una mirada amable.

Salom en la Biblia es más que simple “paz”, es un estado general de plenitud, de felicidad.
Y-te-conceda acceder-a paz. La conclusión de “paz” encierra todo.

La bendición y la paz expresan la plenitud (cielo / tierra; espiritual / material; humana / divina) tal es lo que Dios quiere dar a los suyos reconociendo su debilidad y fragilidad.


Lectura de la Carta de san Pablo a los Gálatas       4,4-7

Resumen: Pablo señala a los Gálatas que la unión con Jesús que es Hijo nos hace a todos hijos y nos alcanza así la libertad.

Como se sabe, la carta a los Gálatas es la más conflictiva de las cartas paulinas. Pablo ve que los destinatarios se están apartando de lo que él ha predicado, a lo que llama “otro Evangelio” (aunque dejará bien claro que “no hay otro”). El centro del debate, para Pablo, es que los que se han incorporado al pueblo de Dios sin la circuncisión, por el bautismo, no deben hacerse seguidores de la ley. Por tanto, si se circuncidaran (que es lo que les exigen los predicadores foráneos) se harían esclavos de la ley y perderían la libertad. La dinámica esclavitud-libertad es la que marca toda la carta y también la unidad litúrgica de hoy.

El texto comienza en v.1 donde los términos “esclavo” y “heredero” enmarcan la unidad hasta v.7 donde los mismos se repiten (es lo que se llama una “inclusión”).

Los versículos omitidos aluden a aspectos de la legislación: un heredero recibía lo suyo en la fecha establecida por el padre; y por lo tanto, hasta esa fecha no disponía con “libertad” de sus bienes y debía hacer lo estipulado en la casa (“no se diferencia del esclavo”, v.1). Usando esta imagen se entiende mejor la unidad que la liturgia nos presenta:

Cuando los tiempos (jronos) alcanzaron la “plenitud” (plêroma), cuando se “llenó” el trascurso de las horas “Dios envió” (exapostellô, “enviar hacia”).

El enviado es su hijo, término que Pablo utiliza en momentos muy especiales de la historia de la salvación. “Hijo (de Dios)” se utiliza en un sentido amplio: a veces se trata del rey / hijo de David (ver 2 Sam 7,14; Rom 1,3), pero al resucitar a Jesús Dios lo “adopta” como hijo de un modo nuevo (Rom 1,4); “hijo”, entonces es una elevación a “alturas” divinas. Puesto que Pablo quiere señalar, en este texto, que los seguidores de Jesús somos libres como hijos-herederos y no “esclavos” el acento paulino estará en Jesús hijo que nos hace hijos (no es exagerado aquí recordar la frase agustiniana: “somos hijos en el Hijo”).

Este hijo, obviamente, es un ser humano judío normal (no es, por ejemplo, un ángel enviado por Dios). A eso alude con lo de “nacido de mujer” / “nacido bajo la ley”. Es cierto que en la liturgia de hoy la frase “nacido de mujer” tiene un plus de sentido (y sin duda es por esta frase que esta perícopa ha sido incluida este día), sin embargo Pablo no parece señalar nada particular en esta frase.

El término “rescate”, en este caso es el griego exagorázô. En Dan 2,8 se usa para “ganar” tiempo frente a un hecho consumado. Pero en Gal 3,13 Pablo lo utiliza en este mismo sentido: ser “rescatados” de la maldición de la ley. En Col 4,5 y Ef 5,16 se utiliza, como en Daniel, en sentido de “aprovechar” la ocasión. Pero el verbo sin la preposición “ex” (a, hacia) significa “comprar” (x54 en la Biblia). Casi siempre se trata de comprar productos, pero Pablo ya lo utiliza en dos ocasiones para señalar que fuimos comprados, y en 1 Cor 7,23 en un contexto semejante: “han sido bien comprados, no se hagan esclavos de los hombres” (ver 6,20). Así también lo encontramos en 2 Pe 2,1 (“el dueño que los compró”) y en Apocalipsis (5,9; 14,3.4).

Para no entender mal la frase es importante señalar que el “rescate” se trataba – en estos casos – de “comprar” a un esclavo (por ejemplo esclavizado a causa de sus deudas) pagando su precio a fin de que sea libre (“para ser libres los liberó”, Gal 5,1) no para cambiar de amo. En este caso se trata de ser “esclavos”, de estar sometidos a una ley que no libera.

Una breve nota sobre la ley en Pablo. El tema es muy complejo y extenso y tiene muchos elementos que se deben tener en cuenta pero que exceden lo que debemos señalar en esta unidad. Destaquemos lo siguiente: en general Pablo – que escribe a seguidores de Jesús provenientes del paganismo, no a judíos – quiere reforzar la idea de que lo que nos une a Dios es la fe, no las obras, no la ley. Por fe Pablo entiende estar firmemente unidos a Dios (el verbo hebreo ’aman – de donde viene el sustantivo ’amén – no significa “así sea” sino “en esto estoy firmemente asentado) y el ejemplo supremo es cómo vivió Cristo. La “fe de Cristo” es lo que nos “salva” porque estamos plenamente unidos a él por el bautismo. “Someternos” a la ley, y sus obras, hace innecesaria la vida, muerte y resurrección de Cristo, algo para Pablo inaceptable.

Unidos a Cristo por la fe somos “liberados” de la maldición de la ley (porque la ley maldice a quienes no la cumplen). Y ya que la misma ley dice que “el colgado de un madero es un maldecido por Dios” (Dt 21,23). Jesús crucificado en la cruz nos liberó (compró). Y esto para que los paganos liberados recibieran la bendición (lo contrario de la maldición, obviamente, que viene por Abraham [ver Gen 12,3]) y con ella el espíritu.

Y ya que, comprados, somos hijos Dios envió (exapostellô) el espíritu de hijos. Lo envió a la sede de las decisiones, el corazón, para que el clamor del hijo Jesús lo repitan los hijos. Y ese clamor, grito es de hijos puesto que a Dios lo llama “padre”.

Es sabido que el término arameo “abbá” no se encuentra dirigido a Dios. Es un modo de dirigirse al padre cargado de confianza filial, quizás un término infantil. Que Pablo utilice aquí un término arameo (= Rom 8,15) indica que probablemente era utilizado en las comunidades de discípulos de Jesús precisamente porque era el modo que Él mismo utilizó para referirse a Dios (Mc 14,36). Dirigirse a Dios como “padre” (o “papá”) con las mismas palabras que usó Jesús es indicio de la plena unión con él que tenemos al haber sido “comprados”. Pero esto es posible, además, porque hemos recibido el don de Dios precisamente para la plenitud de los tiempos, el espíritu.

El texto finaliza con la misma idea del comienzo: la voluntad del Padre. Precisamente por esa voluntad no somos esclavos, hemos sido liberados y somos hijos. “Hijos en el Hijo”.


+ Lectura del Evangelio según san Lucas    2,16-21

Resumen: la infancia de Jesús anticipa todo aquello que el Evangelio presentará en su ministerio. Aquí los pastores, que han recibido un anuncio celestial, saben ver el signo de la presencia salvadora de Dios en el niño en un pesebre.

El texto es en realidad la continuación narrativa del anuncio de los ángeles a los pastores (2,8-14). Luego de esto, ellos deciden ir a ver lo sucedido y “el Señor [no los ángeles] nos ha manifestado” (2,15). Los pastores fueron (v.16) y se volvieron (v.20) con lo que la unidad tiene sentido. El v.21, circuncisión y nombre de Jesús da conclusión a la unidad comenzada con el anuncio del ángel a María (1,26).

Una breve nota sobre los “pastores”. Sin duda al hablar de “pastores” hay que distinguir aquellos que apacientan sus propios rebaños (con frecuencia los niños) de aquellos que son contratados para la tarea. La posibilidad de robo hace que este oficio sea despreciado en el mundo antiguo, no es “honorable” ejercer un oficio dudoso. Aunque el texto no dice si se refiere a “niños” que apacientan (ver 1 Sam 16,11) sus “propios” rebaños o a los contratados para hacerlo (v.8 dice “sus rebaños” pero no indica propiedad necesariamente. Se añade que hacían “la guardia”) es coherente con la teología de Lucas que la referencia a que los despreciados son los que reciben el anuncio de la Buena Noticia nos permita suponer que a aquellos que la sociedad desprecia no lo son por Dios, que “ensalza al que se humilla” (14,11; 18,14).

Los pastores van “apresuradamente”. El término es casi exclusivo de Lucas en el NT (x3 Lc, x2 Hch x1 2 Pe). Ante el encuentro con Jesús, Zaqueo apresuradamente baja del árbol como Jesús le había dicho (19,5.6). Pablo debe ir “rápidamente” a Jerusalén (Hch 20,16; 22,18) donde va a ser rechazado como Dios lo tiene previsto. Se trata, entonces, de un dirigirse rápidamente a la realización del proyecto de Dios, no demorarse.

Al llegar encuentran a María, José y el niño acostado en un “pesebre”. Era lo anunciado por los ángeles (2,12) por lo cual no precisaron más explicaciones. El término que se suele traducir por “pesebre” (en griego fatnê) fuera de esta unidad (2,7.12.16) en Lucas se encuentra en 13,15 (y sólo aquí en todo el NT): –¡Hipócritas! Cualquiera de ustedes, aunque sea sábado, ¿no suelta al buey o al asno del pesebre para llevarlo a beber?”. Se trata, entonces, de un establo, un lugar para animales (2 Cro 32,28; Pr 14,4; Job 6,5 ver 39,9; Jl 1,17; Hab 3,17; Is 1,3) donde estos pueden pastar (habitualmente se alude al ganado vacuno o asnos, a diferencia del corral de las ovejas).

Los pastores “les” (a María y José y otros testigos [v.18]) cuentan lo que les (los ángeles) habían dicho acerca del niño: «No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (2,10-12).

El v.18 nos informa que había otras personas sin que se nos diga de quiénes se trata, pero que serán testigos y – como otros en el Evangelio – se “maravillarán” de la obra de Dios. Los asistentes se “maravillan” que Zacarías se demore en el Templo (1,21), y se maravillan que – como Isabel – sostenga que “Juan” es el nombre de su hijo (1,63). En 2,33 María y José se “maravillan” de lo que se dice de Jesús. Los testigos se maravillan de las palabras de Jesús (4,22). Jesús se maravilla de la fe de un centurión (7,9). Los discípulos se maravillan porque calma la tempestad (8,25), los testigos se maravillan por lo que Jesús hacía (9,43), por la expulsión de un demonio (11,14), un fariseo se maravilla porque Jesús no hace abluciones antes de comer (11,38), los espías enviados para atraparlo se maravillan de las respuestas (20,26), Pedro ante la tumba vacía (24,12) y un grupo de discípulos y discípulas ante la aparición del resucitado (24,41). En todos los casos se trata de la actitud sorpresiva ante la intervención inesperada de Dios. En nuestro caso, los que están también en el pesebre tienen esta actitud ante los dichos de los pastores.

El texto concluye centrándose en María (como es común en Lucas) y destaca que ella “meditaba” estas cosas en su “corazón”. El corazón, que es la sede de las decisiones es el lugar apto para meditar (Dt 4,28; 30,1; Pr 6,14; 16,9; Sir 3,29; 6,37; 14,21; 21,17; Is 32,6; 47,7). Lucas repite una idea semejante en 2,51.

Los pastores finalizan su visita y regresan, pero ante lo que vieron Lucas señala que “glorificaban y alababan a Dios” (v.20).

Jesús era glorificado por todos a causa de su predicación (4,15), ante un milagro, el beneficiario y los asistentes glorifican a Dios (5,25.26), lo mismo ocurre luego de una resurrección (7,16), una curación (13,13; 17,18; 18,43), y el centurión ante la muerte de Jesús (23,47). La “alabanza”, por su parte es propia de Lucas en los Evangelios (y en Hechos): los ángeles que comunican una buena noticia a los pastores alaban a Dios con un “gloria” (2,13), y cuando Jesús llega a Jerusalén “la multitud de los discípulos” alaba a Dios por los milagros de los que fue testiga (19,37). Como en Hechos (2,47; 3,8.9) es un reconocimiento del accionar de Dios.

Vemos así que ante el niño en el pesebre se empiezan a producir las mismas reacciones que provoca Jesús en su ministerio.

En v.21, como se dijo, se da un cierre al anuncio del ángel poniéndole a Jesús el nombre que éste le había dado, algo que (como ocurre antes con Juan, 1,59) se concreta en el acto de la circuncisión al octavo día de su nacimiento (ver Lev 12,3; Fil 3,5).



Dibujo tomado de Ecopolítica

lunes, 26 de diciembre de 2016

Carta abierta a Milagro

Carta abierta a Milagro

25 de diciembre de 2016



Querida Milagro:

No nos conocemos (aún) aunque sé que saludos míos varios te han llegado hasta el lugar de tu injusta detención.

Con ingenuidad pensaba que para mostrar una magnanimidad de la que carece, y disimular el papelón internacional, el gobierno casi dictatorial de Jujuy te liberaría para la Navidad. Pero parece que la impunidad de la que goza por el apoyo empresarial, del Gobierno Nacional (que es lo mismo) y de la prensa hegemónica (que sigue siendo lo mismo) le permitió sentirse lo suficientemente poderoso como para no necesitar mostrar eso. La ternura es debilidad para estos engendros del autoritarismo. Esa misma ternura que el Che decía que no hay que perder. Me equivoqué en mi ilusa esperanza, ¡perdón!

Pensaba que esa famosa frase “volveré y seré millones”, que le atribuyen a Evita y también a Tupac Amaru, no pierde vigencia, aunque por un tiempo no lo parezca. “Creyeron que nos mataban, pero nos estaban sembrando” afirma un dicho que hacemos nuestro desde la dictadura cívico-eclesiástico-militar. Es cierto que al sembrar “si el grano de trigo no muere, no da fruto”. O que “la fuerza es el derecho de las bestias” como repetía Perón. Nunca tan evidente como en estos tiempos ¿No? Y como tienen el manejo de los medios de comunicación repiten hasta el hartazgo medias verdades o todas-mentiras; al fin y al cabo está lleno de mentes que “quieren creer” lo que las posverdades les dicen para estar tranquilos. ¿Sabés qué? ¡Molestaste! Con tu estilo propio mostraste al país entero que en Jujuy, y el noroeste especialmente, había una injusticia estructural que era violenta. Y mostraste que “los negros” pueden organizarse, pueden pelear por sus derechos, pueden reclamar su dignidad. ¿Cómo no va a molestar eso en tu provincia y las vecinas? ¿Cómo no va a subvertir en el machismo recalcitrante que una mujer lo grite? ¿Cómo no va a rebelar que una indígena lo haga patente en una “blanca y pura” sociedad que prefiere cerrar los ojos a la injusticia y a desigualdad?

Milagro, hermana, ¿sabés? Eso es lo que les escandaliza y a lo que se niegan… A saber que sos su hermana. ¿Cómo va a ser mi hermana “esa”?, parecen decir y pensar. Perdonanos por la parte que nos toca, por lo menos como blancos, porteños, curas que somos los que también te crucificamos. Muchos no saben lo que hacen, pero otros prefieren a Barrabás. Muchos no entienden mirando el pesebre, pero otros celebran con Herodes el atentado contra los Inocentes. Perdonanos.

Y desde lejos, por ahora, seguiremos haciendo lo que esté a nuestro alcance para que puedas “pisar nuevamente, las calles de lo que fue” Jujuy ensangrentada. Y podamos “brindar por los ausentes”.

Tuvimos una extraña Navidad a medias. Una hermana, varios hermanos y hermanas, están injustamente encarcelados en los primeros presos políticos que nos tocan sufrir en tanto tiempo (porque también nosotros los hemos solidariamente sufrido). Espero pronto poder darte un abrazo; ojalá libre, pero sino será en esa casa extraña que un contador armó para vos desde su impotencia.

Algunos grandes desde la cárcel engendraron sus mejores obras. Pienso en Juan de la Cruz o en Miguel Hernández, por ejemplo. La solidaridad nacional e internacional que se va gestando en torno al reclamo de justicia por tu liberación quizás sea un tumor para este gobierno genocida que se desentiende de tantas y tantos a los que también niega el fascinante título de “hermanos”. De esos mismos a los cuales dedicaste tus tiempos, tus luchas, tus sudores.

Hermana Milagro espero que me sientas de algún modo cerca. Y que no bajes esos brazos que tanto les molestan a los impunes. Seguí levantando el brazo en alto, que miles de brazos se sumarán y, ojalá más temprano que tarde, empezarán a verse los frutos de los millones de Evita y Tupac, y desarmados desarmen la violencia de los mediocres y podamos juntos seguir – o volver – soñando con que otro mundo es posible; un mundo donde crezcan muchos mundos. Mientras tanto, como repiten los hermanos y amigos zapatistas, no olvides que la noche nunca es más oscura como cuando está por amanecer.
Un fuerte abrazo, ¡hermana!


Eduardo de la Serna

Cura en opción por los pobres

foto tomada de Radio Cadena Nacional

viernes, 23 de diciembre de 2016

Abrazo de Esperanza

Abrazo de esperanza

Eduardo de la Serna
La Navidad es siempre la misma y siempre nueva. Como el amor. Pero la novedad hay que saberla encontrar. No siempre aparece, pero está ahí. Muchas veces escondida detrás de las guirnaldas y los globos, detrás de un extraño invierno en pleno verano.
De todo corazón deseo que – sea cual sea la realidad que estemos viviendo, alegre o dolorosa, tensa o festiva – podamos encontrar al niño y su novedad. Una novedad que viene de Dios, que revela a Dios y nos marca huellas de esperanza.
Muy Feliz Navidad, la verdadera. Y que el Año que empieza nos encuentre luchando por más y mejor vida para todas y todos.

¡No busquen entre los muertos al viviente!

Un pesebre reemplazadopor una barba y trineo,los pastores escondidos(los pobres huelen muy feo),los regalos bajo un árbollleno de nieve y de invierno,la compra-venta y sonrisas:la feria del mercadeo.


Una madre, su maridoy un niño en pañales envueltodejaron su sitio a otra fiestay se fueron para otro pueblo,para nacer entre pobresaunque no haya pan en sus puestos,[para nacer entre presoscon in-Morales silencios;]porque lo que sí celebramoses un nuevo nacimiento,siempre nuevo, siempre vivoaunque Herodes siga bien suelto.Porque ese niño que nacees vida, fiesta y encuentro;encuentro que no es “estar juntos”sino en camino y sonriendo,cantando los mismos cantos,con esperanza, ¡resistiendo!,porque el Dios que nace entre los pobresentre ellos pone su asientoy entre ellos caminaregalando su proyecto.
 (foto tomada de Graciela Alejandra Varela)

martes, 20 de diciembre de 2016

Otra vez "el episcopado"...

Otra vez “el episcopado”…

Eduardo de la Serna



Una pregunta que una y otra vez me viene a la mente es ¿por qué los obispos argentinos hacen lo que hacen o callan lo que callan? (sé que no son los únicos y quizás tampoco los peores, pero son “los míos”). Podríamos remontarnos a tiempos de la Revolución de Mayo y al obispo Lué, pero no pretendo hacer una “historia política de la Iglesia argentina”. Que ya ha sido comenzada. Quiero detenerme en los tiempos y experiencias que me han tocado vivir. Ni siquiera voy a referir a la caída de Perón en 1955 y el rol episcopal en la misma. La conversión al pueblo de Carlos Mugica es lo suficientemente expresiva como para no ahondar en ello.

Lo habitual era / es ver las fotos de los obispos en los actos oficiales o en actos de “gente importante”. Que se entienda: no niego presencias episcopales junto a los pobres (obviamente un obispo “de provincias” deberá – aunque alguno lo haga con el ceño fruncido – ir a los últimos rincones a hacer confirmaciones, por ejemplo) y – mucho menos – pienso en “todos los obispos”. Pienso en el “cuerpo” episcopal. Y ni siquiera voy a detenerme en el emblemático momento de la dictadura cívico-eclesiástico-militar. Ya se ha trabajado abundantemente, y como curas opp también lo hemos hecho. Sobre esto simplemente quisiera señalar que no coincido con los que piensan que la mayoría de los obispos apoyaron y alentaron el golpe genocida. Creo que hubo un grupo de obispos que no sólo lo apoyó sino que lo alentó, bendijo y acompañó “espiritualmente”, hubo un muy importante número de obispos que se guio por el miedo (miedo al escándalo, miedo al comunismo, miedo a perder espacios – o poder – y otros miedos varios), hubo – y creo que fue la mayoría – muchos obispos que “no se metieron” y siguieron lo que los “popes” decían o hacían, hubo obispos en “desacuerdo corporativo” (es decir: que no estaban de acuerdo con la mayoría, tenían actitudes muy positivas, pero no “levantaban la voz”) y hubo un pequeño grupo de profetas. Pero valga esto a modo de pequeña síntesis: los nombres son reconocidos.

¿Y en el presente? ¿Qué pasó con el episcopado en la crisis neo-liberal del menemismo? Es sabido que había un pequeño grupo de obispos muy cercanos al expresidente, obispos que lo alertaban ante un amago de crítica para que inmediatamente (y oportunamente) aparecieran “bendiciones papales” a Carlos Saúl, “premios de la ONU”, etc… lo cual inmediatamente “compraba” el silencio del “cuerpo episcopal”. El mutismo de los obispos ante temas como la Deuda Externa y el genocidio neoliberal resultan atronadores. Pero no podían aparecer como responsables de hablar y “escandalizar” ante un premio vaticano y decir que “el neoliberalismo mata”, que “no se puede ser cristiano y neoliberal”. Sólo obispos como Novak o Hesayne eran libres de hacerlo. Y la campaña menemista contra el aborto (y el “día del niño por nacer”) terminaron de comprar silencios y aplausos mitrados.

Ante la crisis y explosión del país los obispos “volvieron a las andadas” y nuevamente quedaron “del lado del poder” y empezaron un dizque “Diálogo Argentino” donde los poderosos se sentaban a la mesa y “ellos” eran simplemente observadores. Los pobres no fueron invitados a la mesa (lo cual simbólicamente era notable en tiempos de mesas vacías), pero además nada decían los obispos de los victimarios, sentados junto a ellos como “amigables”. El grupo de curas opp fuimos muy críticos de ese supuesto Diálogo que servía más a los poderosos y para ganar tiempo, que a las víctimas.

Durante los doce años de “gobierno kirchnerista” en los primeros tiempos el episcopado se mantuvo callado. Demasiada demolición había. Pero cuando había palabras públicas nunca eran favorables al oficialismo. Especialmente cuando sentían que se “tocaba” un pilar fundamental de la fe: la familia (porque para muchos la familia es más importante que la Santísima Trinidad). Sin palabras expresas y claras, el clima episcopal en general fue adverso al gobierno anterior (me refiero al episcopado, no al clero, que es otro tema diferente).

Dejo de lado la actitud de obispos, curas y religiosas/os frente al gobierno saliente que con sus palabras y declaraciones “se metieron en política”. Me parece maravilloso que lo hagan, pero creo que en su gran mayoría mezclando campos peligrosamente. Por ejemplo: así como una cosa es un delito y otra un pecado (y hay pecados que no son delito y delitos que no son pecado), muchos mezclan ambas cosas (y en el caso de la pedofilia es evidente, grave y escandaloso, porque obviamente se trata de un pecado que un confesor puede absolver, pero también de un delito que se debe sancionar… pero muchos obispos y curas lo entienden “solamente” como pecado y entonces “ya está”). Lo cierto es que al hablar de política, los criterios, metodologías, modos de análisis deben ser políticos, ¡no religiosos! (aunque estén inspirados por la fe). En lo personal responsabilizo también a muchos obispos, curas y religiosas por el nuevo gobierno, pero es otro tema.

¿Y qué pasa en el presente? No se escuchan voces episcopales (ni climas) críticos de un gobierno empobrecedor, desocupador, de un gobierno que calla los Derechos Humanos, etc. Casi pareciera que los únicos gestos episcopales (no palabras, aunque también algunas) críticos del actual gobierno provienen del Obispo de Roma. Pareciera que en nombre de bellas palabras como “encuentro” o “diálogo” el episcopado – una vez más – ha sido cooptado por los globos amarillos casi vaticanos que compran nuevos silencios. Pero no solamente no se escuchan palabras episcopales críticas (salvo generalidades, como el reciente mensaje navideño de la CEA) sino que no hay actitudes claras allí donde callar quizás no sea delito, pero sí es pecado. Y me permito un ejemplo: ¿Qué palabra clara, pública e indubitable han pronunciado los obispos ante la injusta detención de la presa política Milagro Sala? ¡Ninguna! (y si hubieran palabras “privadas” la dictadura militar ya demostró no solamente su ineficacia sino también su proximidad a la complicidad). Milagro está injustamente detenida desde hace casi un año, pero los obispos de Jujuy ¡callan! Y sus hermanos “prudentemente” acompañan. Hay presos políticos pero el episcopado sigue mudo. Curiosa concepción de “pastores con olor a ovejas” la de estos obispos. No está de más recordar que el obispo de Jujuy adhirió a la escandalosa convocatoria del gobernador de la provincia a celebrar “la paz y la libertad conseguidas”. Quizás la situación de Milagro sea una suerte de “sacramento” que revela la pastoralidad episcopal. El inepto presidente de la República dijo que Milagro debe estar presa porque la mayoría en la provincia cree que así debe ser con lo cual anuló de un plumazo el Poder Judicial de la provincia (bastante cómplice, por cierto). Eso alentó a un grupo de legisladores a proponer un plebiscito haciendo el absurdo más patente y ensordecedor aún. El obispo pareciera guiarse con el mismo criterio, no importa si el pueblo grita “suelten a Barrabás”, quizás debiera saber que no debe preocuparse por quedar del lado de la mayoría ocasional duranbarbescamente iluminada, sino que es su misión quedar del lado de las víctimas, y soportar las críticas si las hubiera. Y el resto del episcopado quizás debiera recordar que las actitudes “corporativas” no son necesariamente las que edifican “el cuerpo místico” de Cristo. Ser parte del cuerpo eclesial no significa ser corporativo. Recuerdo cuando a Jorge Novak muchos obispos le cuestionaron una actitud (relacionada con un libro de catequesis) y su defensa – que en un primer momento pareció imprudente, pero se reveló eficaz – fue: “¿Me están cuestionando mi fidelidad a la Iglesia?” Nadie podía ni por un instante afirmarlo. Ser parte de la Iglesia no significa actuar corporativamente, los excesos no son habitualmente buenos.

¿Será que el Episcopado se niega a aprender de sus errores? ¿O será que para no tener que cambiar de actitud se niega a reconocer como “errores” las actitudes pasadas para seguir tranquilos en el presente? Pareciera que no se preocupan, “total, el próximo examen de conciencia sería dentro de 500 años”.

En esos tiempos, ¡en todos!, también hubo voces claras, proféticas. Lo curioso es que pasado el tiempo “la corporación” los reconoce, valora y hasta canoniza luego de una debida domesticación (el caso de monseñor Romero es emblemático). Pero esas palabras siguen resonando, al fin y al cabo “el Espíritu sopla donde quiere” y nadie sabe “ni de dónde viene ni a dónde va”. Quiera ese Espíritu en esta Navidad que Jesús nazca y nos dé la suficiente libertad para ser voz. Voz eclesial, del “cuerpo de Cristo”, no de la “corporación” capaces de dejar que Dios ilumine caminos, y marque senderos. Aunque los poderosos se molesten, los CEOs se incomoden y los gobernadores títeres sientan que – al menos una palabra – les perturba las fiestas de su “noche de paz”. Al fin y al cabo, los pastores que fueron al pesebre sí tenían olor a oveja, los sumos sacerdotes en el palacio de Herodes tendrían olor a champagne francés, que al fin y al cabo ahora es más barato.



Foto tomada de Wikipedia

Comentario Navidad


Un niño nace, 

la palabra de Dios se encarna en nuestra historia

NATIVIDAD DEL SEÑOR
25 de diciembre

Eduardo de la Serna


Lectura del libro del profeta Isaías     52, 7-10

Resumen: La venida de un mensajero divino en Sión comunica la buena noticia de la liberación de la opresión babilónica expresada como liberación y consuelo por la donación de la paz, el bienestar y la salvación. Es allí que Dios, y no Marduk, empieza a reinar en Jerusalén.


El así llamado “Segundo Isaías” se dirige a la élite que se encontraba en el exilio en Babilonia. Los sentimientos de los exiliados eran mezclados: castigo divino, “Dios se ha olvidado de nosotros”, “estamos pagando las culpas de otros”, etc. En este contexto de angustia, el profeta viene a cantar la esperanza, que se concreta históricamente en el fin de la situación de angustia y esclavitud. Lo que cuenta en este poema, más que el mensajero son sus pies ya que se detendrá en el tema de la llegada del mensajero y el tema del “camino”. Y el contenido expresado con tres términos cargados de sentido bíblico: paz (salom), bienestar (tôb) y salvación (yesu’á); son bienes sociales, económicos, políticos y espirituales. Hacen referencia a situaciones concretas, y en estos tres términos se sintetiza la felicidad del pueblo que se espera y anuncia. El mensajero no es especificado, y la receptora de las “buenas noticias” es Sión. Todo esto es especificado en que “reina tu Dios”. Ciertamente de este modo se entra en contraste con la realeza de los dioses babilonios. Por ejemplo, así dice el relato babilónico de la creación:


“… tú, Marduk, eres el más honrado de los grandes dioses. Tu decreto no tiene par, tu orden es Anu. Desde este día inalterable será tu sentencia. Ensalzar o humillar estará en tu mano. Tu expresión será veraz, tu mandamiento será indiscutible. ¡Ninguno de los dioses salvará tus límites! Necesitando adorno para las sedes de los dioses, esté el lugar de sus santuarios en tu lugar. ¡Oh Marduk!, ciertamente tú eres nuestro reivindicador. Te hemos concedido la realeza sobre el universo entero. Cuando en la asamblea tomes asiento, tu palabra será suprema” (Enuma Elis IV,4-15).


Los salmos de “Yahvé rey” lo repiten (47,9; 93,1; 96,10; 97,1; cf. Is 24,23). Esto está dicho muy lejos de Babilonia y debe comunicar seguridad a los oyentes. El “rey Marduk” está al caer. Los guardias de los alrededores ven venir la noticia y se propaga por doquier con júbilo indescriptible. Dios mismo está llegando en esta noticia.

La Jerusalén devastada y solitaria a la que se dirige la noticia, recibe dos verbos que son clave de todo el profeta: “consolar” y “redimir”. Tan importante es el primero que el Segundo Isaías es conocido como “el libro de la consolación”. Con ese verbo arranca toda la obra (40,1) y se acumulan ambos en esta unidad: 51,3.12.19 (consolar), 51,10; 52,3 (redimir) pero señalado como algo ya realizado (no futuro, como 40,1). La ciudad en ruinas (v.9) recibe la buena noticia de una promesa ya realizada (lo político es evidente). Para actuar con más libertad, Dios se “arremanga” (v.10; cf. Ez 4,7; Sal 74,11). Si antes el acento estaba en los pies, ahora se ubica en las manos como expresión del obrar de Dios. Y este obrar de Dios, su brazo, su salvación es visto por “todas las naciones”, o por los exiliados en todas las regiones que ven que nadie, sino sólo Yahvé es actor en la liberación de los suyos.

Los vv.11-12 culminan la unidad literaria relacionando con el éxodo, tema también importante en el Segundo Isaías, pero es omitido en el texto litúrgico del día.

Sin duda, la relectura del mensajero entendido como Jesús que viene a “evangelizar” (anunciar buenas noticias) es decisiva en la selección del texto en la fiesta de Navidad.


Lectura de la carta a los Hebreos     1, 1-6

Resumen: Poniendo en una línea de continuidad y superación la antigua y la nueva alianza, con sus mediadores: los profetas y el hijo y los destinatarios: los padres y “nosotros”, el autor de la homilía prepara todo el texto mostrando la novedad aportada por cristo, entendido desde una perspectiva sacerdotal a partir de una lectura cristológica del A.T.


Un comienzo solemne presenta la gran homilía llamada “carta a los Hebreos”; una larga oración de cuatro versículos. El punto de partida es la comunicación de Dios con la humanidad, en el pasado y en el presente obviamente contrastándolos. “De muchas formas y muchos modos en el pasado” (polymerôs kaì polytropôs) en el pasado (pálai) habló Dios a os Padres. Los mediadores de esta comunicación fueron los profetas. En los “últimos días” nos habló “en su hijo”. Ciertamente el contraste pasado -  presente se refuerza por los medios de comunicación escogidos: profetas – hijo. Y los días “esjaton” (= finales) dan sentido a esta novedad. La novedad del hijo viene dada por su ser heredero, a lo que se añade su relación (diá) con la creación (“las edades”) y por una relación tan estrecha con Dios (= Hijo, que en Hebreos es notablemente más elevado que en los primeros escritos cristianos) que no se separa de la “gloria” de Dios y no manifiesta una fracción sino la totalidad de la imagen, es “imagen perfecta”. Así “sostiene” (presente) todo lo creado en su intervención en la historia (pasado). Así se prepara la lectura del Sal 110 que será fundamental en toda la obra, comenzando por la cristología tradicional, de la primera parte del sermón (1,5-2,18) cuanto la cristología sacerdotal que se desplegará en adelante. 

La lectura añade los vv.5 y 6 cambiando el sentido del texto. En el sermón la introducción “de su primogénito en el mundo” alude a la entrada gloriosa de Cristo en el “mundo venidero, del que venimos hablando” (2,5), pero al introducirse en el texto de Navidad se alude a “este mundo” y por tanto cambiando el sentido del texto se refiere a la encarnación, y no a la Resurrección.

La importancia de la antigua alianza entendida como “revelación” y –por lo tanto- como válida, pero superada por la nueva alianza será importante en toda la obra y el motor de su lectura bíblica en toda la homilía, aquí reflejada no solamente en los tiempos verbales e históricos sino en la mención a los “padres” y a “nosotros”. En este caso la importancia de lo antiguo –visto como palabra- y por tanto mediado por los profetas, y la plenitud de la palabra del Hijo. Este movimiento del hijo  desde la preexistencia a la exaltación culmina con una menciona los ángeles, para señalar –y lo repetirá a continuación- la superioridad de Cristo sobre ellos, y la insistencia a sus destinatarios de que son continuación y plenitud del Israel antiguo de la promesa. Es en esto donde cuatro momentos son referidos: la preexistencia, la función sostenedora del universo, la salvación y la exaltación gloriosa (cf. Sab 7,25-26). La traducción de los términos griegos es difícil ya que se pueden presentar diferentes opciones: ¿es reflejo o es irradiación? (apaugasma), ¿es impresión, sello o reflejo? (jaraktêr). La ambigüedad quizás sea adrede y pueda entenderse que Cristo es irradiación o reflejo, e impronta o sello del ser divino. Haciendo eco de la palabra creadora de Génesis 1, la estrecha relación entre el Hijo y el Padre sostiene lo creado por su “palabra poderosa”. La acción expiatoria comienza –sutilmente al principio- a insinuar el tema sacerdotal y sus efectos (1,3; 9,13-14.22.28; 10,2.22; 12,24). Estar sentado a la diestra de Dios es –como se dijo- alusión al Sal 110, tan importante aquí (1,13; 8,1; 10,12).


+ Principio del santo Evangelio según san Juan     1, 1-18




Resumen: Un himno antiguo canta la presencia de Dios en medio de la historia. Juan lo retoma destacando que eso ocurre desde “el principio”. En nuestra historia, Dios eligió plantar una carpa para moverse con nosotros en la vida.

El conocido “Prólogo” del Evangelio de Juan constituye la lectura del día, aunque –como veremos- no es evidente que todo el texto aluda a Cristo. 

Para comenzar, llaman la atención las dos referencias en medio del himno a la figura de Juan, el Bautista (vv.6-8 y v.15) y tienen toda la apariencia de haber sido insertadas en un momento posterior (de hecho, la lectura breve del texto omite estas partes). Se ha propuesto –y parece muy probable- que el autor que introduce el himno en el Evangelio (quizás en la última etapa de la redacción) conozca un himno cristológico primitivo al cual le realiza algunos añadidos, un “Himno a la palabra de Dios”. En este sentido, el himno primitivo cantaba la palabra de Dios activa en la Creación (vv.1-5; cf. Gen 1), la palabra enviada por Dios en la historia de su pueblo, por ejemplo en los profetas (“fue dirigida por Dios la palabra al profeta X…”, cf. 1,9-13) y finalmente esa palabra se hizo carne en la historia en el envío de Jesús (vv.14.16-18). Tres momentos, entonces marcan que Dios no se ha desentendido de la humanidad en la historia, pero –como se ve- recién en el tercer momento el himno primitivo habría hecho expresa referencia a Jesús como la palabra viva que Dios dirigió. 

Ahora bien, este himno primitivo fue tomado y reelaborado por el Evangelio, y la incorporación del Bautista en diferentes momentos provoca que esa “palabra” de Dios sea vista como el mismo Jesucristo desde el primer momento. Cristo es “palabra de Dios” desde siempre, y no ya desde la Encarnación Al releerlo ya desde antes de la Creación la palabra –que ahora es Jesús- estaba “junto a Dios” y “era Dios”. El término “palabra” (lógos) es sin duda el término clave, y parece que debe entenderse en continuidad con la palabra de Dios en la historia de su pueblo, manifestada en las escrituras, y no en el sentido que le daban los griegos o los gnósticos (para estos, el “logos” tenía otro rol que es bastante diferente del que podemos encontrar en este himno). 

Hay una serie de términos que se encuentran en el relato que son claves en todo el Evangelio y sería muy extenso detenernos en ellos (por ejemplo, luz – tinieblas, vida, creer, gloria, verdad, etc.); especialmente teniendo en cuenta que la Navidad es la razón de su incorporación en la liturgia. El v.14 parece ser fundamental en este tiempo y el motivo de su incorporación:


«Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como unigénito, lleno de gracia y de verdad».



La palabra “acampó” (skênóô) está relacionada con la “gloria de Dios” (doxa) en la referencia a la “tienda del Encuentro” en el desierto, donde Dios se hace presente a su pueblo (Ex 40,34.35; Lev 9,23; Núm 14,10; 16,19; 17,7;  20,6); también se dice en relación a la Sabiduría (Sir 24,8). Allí el pueblo podía encontrarse con Dios, ahora esta gloria se manifiesta en la presencia de Jesús como palabra hecha carne. Es probable que la insistencia en la carne (sarx, Mt x5, Mc x4, Lc x2; Jn x13) tenga que ver con una posición conflictiva con los espiritualistas de la comunidad que terminan negando la carne en nombre de la novedad aportada por Jesús, pero esta “desencarnada”. Lo que viene por esta palabra encarnada es la “gracia” y la “verdad” (gracia en Juan sólo se encuentra en el prólogo, vv.14.16.17) que superan la ley dada por Moisés (v.16). Esta gloria le viene dada por su condición de “unigénito” (monogenês). Pero la novedad también viene dada por el uso del “nosotros” (antes se expresó en tercera persona), los lectores y oyentes somos introducidos en este mundo nuevo por la encarnación. La carpa puesta por la palabra no nos deja fuera o como espectadores sino que actúa en nosotros y “hemos recibido” (v.16).