Corte
suprema de la ventana y la vergüenza
Eduardo
de la Serna
Después de mentir desde el primer
día diciendo que “no quiero una justicia
macrista” en su discurso inaugural, el posverdadero presidente quiso
introducir “por una ventana” dos
miembros de la Suprema corte de Justicia. Los dos elegidos aceptaron el modo
aunque – después – este fuera suspendido a la espera del voto en el Congreso
con lo cual su desempeño en el Tribunal quedó marcado desde antes del origen
como “macrismo explícito”. El voto de
estos fue conseguido con la complicidad de gran parte de los senadores (solo 12
votaron contra Rosenkrantz y 10 contra Rosatti). Esta nueva corte Suprema de la Ventana acaba de
tirar por la ventana, precisamente, más de 20 años de lucha en favor de los
derechos humanos equiparando los crímenes de lesa humanidad con delitos
comunes. Los 3 jueces que votaron a favor fueron, precisamente, los dos jueces
macristas y la sucesora de Carlos Fayt en la aplicación de una extraña norma
que considera inconstitucional la constitución.
Es la misma corte que hace
un mes desconoció las indicaciones de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos.
En este mismo contexto,
aturdidos por el negacionismo oficial que intenta cambiar la fecha del 24 de
marzo, ignorar el número de víctimas del genocidio, cajonear los procesos
judiciales por los crímenes, presionar para que se conceda prisión domiciliaria
a genocidas, el episcopado revive (una vez más) la teoría de los dos demonios,
el Vaticano concede obispo a la diócesis castrense y las mismas políticas de la
dictadura (empobrecimiento, endeudamiento, sometimiento a los EEUU,
desocupación masiva, presos políticos y persecución de dirigentes sociales,
represión sin límites ni controles) florecen en Argentina y otros países de la
región. Entre tanto, un demente juega a la guerra poniendo en riesgo al orbe entero
y una gran parte de acomodados del primer mundo responsabiliza de todo a los migrantes
o musulmanes.
A lo mejor sirva todo esto para
no creer que lo conquistado es intocable, para volver a tomar las armas de la
palabra, el debate, la militancia y no bajarlas. Es evidente que la derecha
durante 12 años se concentró en rearmarse para volver. Para deshacer todo lo
conquistado. Y es evidente que debemos concentrarnos y no bajar los brazos con
los dedos en “V” para saber que la reconciliación, la pacificación y la cultura
del encuentro sólo será posible cuando los “enemigos” de los pobres y de la
patria (sean jueces, políticos, sindicalistas, obispos o presidente) sean
conquistados para la causa del pueblo, la defensa irrestricta de los pobres y
la fidelidad indubitable al reino de Dios que siempre es más grande que las
instituciones.
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