La siembra del reino no siempre es
bien recibida
DOMINGO DECIMOQUINTO - "A"
DOMINGO DECIMOQUINTO - "A"
Eduardo de la Serna
Resumen: A un número importante de cautivos en Babilonia, el profeta les anuncia la liberación que es anunciada por su palabra. Pero esta palabra es eficaz, como lo es la lluvia para la fecundidad de los campos.
El discípulo de Isaías se dirige a los cautivos en
Babilonia (la elite del pueblo), les afirma desde el comienzo que se aproxima
el momento, y es inminente, en que podrán volver a la tierra de Israel. La
situación de los cautivos es terrible. Allí, cada año deben escuchar el canto
triunfal del relato Babilónico de la Creación que les repite, cada año nuevo,
que
Tú (Marduc) eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu orden es Anú (el dios del cielo); tú, Marduc, eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu palabra es Anú. Desde este día, inalterable será tu sentencia; ensalzar o humillar estará en tu mano; tu palabra será inmóvil, tu mandamiento será indiscutible (Enuma Elis, tabl. IV, líneas 3-9).
En este texto, el discípulo de Isaías les anuncia
una suerte de parábola sobre la palabra de Dios que se puede ver en cómo está
armado el texto:
a.
Como desciende la lluvia o la nieve de los
cielos
b.
Y no vuelve sin haber saturado la tierra
c.
Sin haberla fecundado y
hecho germinar (…)
a’. Así será mi palabra, la que saldrá de mi
boca;
b’. No volverá a mí vacía
c’. Sin
haber hecho lo que yo desee (…)
La lluvia o la nieve (a.b.c.) son metáfora que
ilustra la segunda parte (a’.b’.c’.), la referencia a la palabra. El campesino
sabe que los campos jamás serán productivos y fecundos sin la lluvia. Pero, de
todos modos, la lluvia no es suficiente para producir el pan: es necesario el
trabajo campesino que es el que cosecha y produce el pan. Este pan es el que da
la vida; la obra de la lluvia es el primer paso. Cuando el agua –como el
enviado a anunciar la palabra, el profeta- vuelva a los cielos ya ha fecundado los
campos. Ahora falta la tarea del campesino para que haya pan. Del mismo modo,
la palabra que Dios ha pronunciado por intermedio del profeta no quedará sin
producir liberación. Como el pan, la liberación es vida para el pueblo. Como se
insinuaba en Gen 1, la palabra de Dios es creadora de historia, y esta es
“historia de salvación”. Como con el trigo y el pan, este paso liberador,
anunciado por la palabra, deberá ser realizado por la humanidad en la historia.
Resumen: con una mirada dirigida hacia el futuro, Pablo invita a mirar el presente, difícil, pero con esperanza. Como miembros de una creación que también sufre, tenemos por el espíritu los elementos para vivir de un modo nuevo nuestro tiempo.
La
liturgia sigue presentando – como dijimos la semana pasada – el importante
capítulo 8 de la carta a los romanos. En v.17 había dicho que “si sufrimos,
seremos glorificados con él”.
Partiendo del tema del sufrimiento, aunque ahora
tematizado y universal (“toda la creación”), Pablo da un paso más marcado por
la esperanza. Una serie de elementos caracterizan el presente: sufrimientos,
gemidos, dolores (de parto), paciencia pero nada de esto impedirá la llegada de
la gloria que se manifestará, revelación, liberación, rescate.
La esperanza es
parte fundamental (vv.24-25, omitido en la liturgia).
El espíritu, que era
fundamental en el texto pasado, cede su lugar a otra perspectiva marcada por el
presente (vv.18.22) y el futuro (vv.18.19.20.23.24.25) preparado con las
imágenes del parto y las primicias (vv.22.23).
La recurrencia de la creación (ktisis) ubica el relato en un fuera del
ser humano, un horizonte en el que éste se ve incluido pero no lo agota. Quizás
por eso no habla de resurrección sino de corrupción, caducidad, sufrimiento, y
liberación o rescate.
Por otra parte, el texto está en las antípodas de las
imágenes que piensan que “este mundo” es perverso, o que todo lo positivo se
vivirá exclusivamente en un futuro indeterminado. Las “primicias” (v.23), el
espíritu, el primogénito de muchos hermanos (v.29) nos recuerda que es en el
“aquí y ahora” que debemos vivir en el presente histórico, mirando su
cumplimiento en esperanza.
En realidad, lo anunciado en v.18 se desarrolla en
vv.19-22 refiriendo a toda la creación, en vv.23-25 a los cristianos (“y no sólo en ella, también nosotros”) y
en vv.26-27 retorna el tema del espíritu (“y
de igual manera el espíritu”) como fundamento de la vida cristiana.
Resumen: Siguiendo en general a Marcos, Mateo presenta a Jesús predicando en parábolas, el anuncio de la primera de ellas sobre la siembra en distintos lugares de la tierra, la aclaración de por qué Jesús habla en parábolas y la explicación alegórica de la parábola pronunciada. El contexto es característico de Mateo y su comunidad enfrentada con los que se niegan a recibir el Evangelio.
Es sabido que Mateo suele
agrupar en bloques temas semejantes. En este caso, el cap.13 presenta un
extenso bloque de parábolas que serán las lecturas de los próximos domingos. En
el texto de la liturgia de hoy, empieza –siguiendo a Marcos- con la presentación
que introduce el modo de hablar de Jesús “en parábolas” y para luego dar
comienzo la parábola que suele conocerse como “del sembrador”. Como en Marcos, a esta parábola le sigue un diálogo
con los discípulos acerca de por qué Jesús habla en parábolas. Y a continuación
una “explicación” alegórica de la parábola puesto que no fue comprendida. De
este modo, en el evangelio de hoy tenemos cuatro temas:
1.-
Presentación general de Jesús hablando en parábolas (13,1-3a)
2.-
Parábola “del sembrador” (13,3b-9)
3.-
Por qué Jesús habla en parábolas (13,10-15) y bienaventuranza a los testigos
(13,16-17)
4.
“Explicación” de la parábola (13,18-23)
Cada tema merecería un
comentario detallado. Veamos sintéticamente lo fundamental.
1)
Introducción general
La mayor parte del cap. 12
transcurre en una casa (¿la de Jesús?, Mateo no da más datos, ver Mc 3,20);
ahora Jesús abandona esta casa para dirigirse a orillas del lago, donde se
sienta, y allí a causa de la multitud (ojlos)
debe subir a una barca para hablarles sentado (quizás para darle solemnidad a
la escena). La introducción finaliza señalando que “les habló mucho en parábolas” con lo que introduce el largo bloque
que viene a continuación. Es interesante que use el plural, “parábolas” a pesar
que sólo mencionará una para luego comenzar el diálogo de por qué habla “en
parábolas” (lo mismo Marcos). Quizás en un comienzo ésta fuera “la parábola”
paradigmática, y luego Marcos, y más aún Mateo, añadieron otras en el bloque.
2)
La parábola
La parábola es prácticamente
idéntica a Marcos. Las diferencias son de estilo o narrativas, el único cambio
importante radica en que mientras –al hablar del grano que da fruto- Marcos
dice treinta, sesenta y cien, Mateo lo hace al inverso (cien, sesenta y
treinta). El evangelio apócrifo de Tomás dice que
El contexto, a pesar de la frase redaccional que alude a la salida de la casa y a que esto ocurre “aquel día”, es el del conflicto con los fariseos (12,38-45), algo que es característico de Mateo ya que refleja el conflicto entre la comunidad a la que éste dirige su evangelio, y la importante comunidad judía de Antioquía. El conflicto radica en que ambos pretenden mostrarse como “Israel” luego de la gran crisis de los años 70 en la que los romanos han destruido la ciudad de Jerusalén y su templo. La idea, en este caso está en señalar que la semilla sembrada, no en todos los casos produce fruto ya que hay fuerzas adversas a la semilla (pájaros, sol, espinas). En este caso, Jesús habla a la “multitud” (v.2.10-11) pero solamente los discípulos lo comprenderán. Del mismo modo que el sembrador tiene elementos adversos que impiden que todas las semillas arrojadas a tierra den fruto, algo semejante ocurre con el reino de Dios que Jesús ha predicado ya que si bien ha dado fruto en algún lado, también ha fracasado en muchos otros.
“otros cayeron sobre tierra buena y dio fruto bueno, hacia el cielo; produjo sesenta veces y ciento veinte veces” (EvTom 9).
El contexto, a pesar de la frase redaccional que alude a la salida de la casa y a que esto ocurre “aquel día”, es el del conflicto con los fariseos (12,38-45), algo que es característico de Mateo ya que refleja el conflicto entre la comunidad a la que éste dirige su evangelio, y la importante comunidad judía de Antioquía. El conflicto radica en que ambos pretenden mostrarse como “Israel” luego de la gran crisis de los años 70 en la que los romanos han destruido la ciudad de Jerusalén y su templo. La idea, en este caso está en señalar que la semilla sembrada, no en todos los casos produce fruto ya que hay fuerzas adversas a la semilla (pájaros, sol, espinas). En este caso, Jesús habla a la “multitud” (v.2.10-11) pero solamente los discípulos lo comprenderán. Del mismo modo que el sembrador tiene elementos adversos que impiden que todas las semillas arrojadas a tierra den fruto, algo semejante ocurre con el reino de Dios que Jesús ha predicado ya que si bien ha dado fruto en algún lado, también ha fracasado en muchos otros.
3)
¿Por qué habla en parábolas?
Siguiendo a Marcos, Mateo
introduce algunas interesantes modificaciones: los discípulos preguntan por qué
Jesús “les” (a la multitud) habla en
parábolas (en Marcos, como le es característico, la diferencia estaba dado
entre aquellos de dentro y los de fuera). Solamente a los discípulos (la comunidad a
la que Mateo se dirige) se les ha dado “a conocer los misterios” (misterio que
quizás aluda a los fracasos de la predicación de Jesús de los que Mateo viene
tratando). Es posible que lo incomprensible de las parábolas no radique en su
complejidad sino, por el contrario, en su simplicidad: los eruditos (fariseos,
tema propio de la comunidad de Mateo, como hemos dicho) no pueden entender que
temas “tan serios” como los misterios del reino se puedan expresar en algo tan
simple. En este sentido – y en continuidad con la revelación a los pequeños y
no a los “sabios e inteligentes” – no se trata de algo que pueden comprender
“iniciados”, “instruidos”, o gente “preparada”, sino todo lo contrario. Son estos los que no pueden comprenderlo.
Es interesante compararlos
con dos textos de la época:
“Dice Henoc, él, el hombre justo, cuyos ojos han sido abiertos por Dios, que ha visto la visión del Santo que está en los cielos, que me han mostrado los ángeles: he sabido todo de ellos y he comprendido todo lo que veía, no es para esta generación, sino para la que viene, lejana. Hablo para los elegidos, para ellos pronuncio una parábola; saldrá de su morada el Santo, el Grande…” (1 Hen 1,2-3).
Dice el Maestro de Justicia: “Tú has hecho de mí una bandera justa para los elegidos y un intérprete lleno de conocimiento sobre los misterios maravillosos, para probar a los hombres en la verdad y poner a prueba a los que aman la instrucción” (1QH 2,13-14)
Como “remate” del dicho,
Mateo – como le es habitual – destaca que “se cumple” una profecía. En este
caso se trata del relato de vocación de Isaías, enviado a su pueblo “para que”
no se conviertan, ligeramente suavizado por la Biblia griega de LXX que Mateo
cita literalmente. Veamos brevemente
Isaías
6,9-10 (hebreo)
|
Isaías
6,9-10 (LXX)
|
Oigan
con sus oídos y no entiendan, vean con
su vista y no comprendan.
Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y
pégale los ojos,
no vaya a ver con su vista y a oír con sus oídos, y comprender con su corazón, y vuelva y se le sane». |
Oigan
con sus oídos y no entiendan, vean con
su vista y no comprendan.
Porque se ha engordado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y vuelvan, y yo los sane. |
Como se ve, mientras en el
texto hebreo es Dios mismo el que no quiere que su pueblo vea, o entienda, en
LXX es el pueblo el que ha elegido no comprender. Es el grupo “intelectual” el
que se niega a ver y entender los misterios que Jesús predica y revela acerca del
Reino. Pero estos entran en contraste con otro grupo (“ustedes”, es decir los discípulos, la comunidad de Mateo) a los que
declara “bienaventurados” (makarioi).
Estos lo son porque – a diferencia de los “sabios e inteligentes” – ven y
escuchan. Este texto pertenece al escrito Q (ver Lc 10,23-24) como también lo
es el de la revelación a los “pequeños” y Mateo lo ubica aquí con toda
intención de señalar un contraste entre los que escuchan y ven y los que se niegan a
hacerlo. Es interesante notar breve y esquemáticamente lo que Mateo toma de
Marcos, lo que toma de Q y lo que le es propio para ver cómo arma el discurso
en esta parte:
Mateo
|
Fuente / origen
|
Razón de la
incorporación
|
Parábola
|
Marcos
4,3-9
|
|
Por
qué habla en parábolas 1
|
Marcos
4,10-11a
|
|
“al que tiene se le dará…”
|
Marcos
4,25 (otra ubicación)
|
Unido
porque a los discípulos – comunidad de Mateo - se les “ha dado” a conocer los misterios, y
los que lo rechazan perderán lo que tengan (ser hijos de Israel)
|
Por
qué habla en parábolas 2
|
Marcos
4,11b-12
|
|
Cumplimiento
de Isaías
|
Propio
de Mateo
|
Negativa
a escuchar por parte de los judíos contemporáneos de Mateo
|
“Felices los ojos que ven…”
|
Q
(Lc 10,23-24)
|
Incorporado
por la referencia a ver y oír, para comparar a “ustedes” y a “aquellos”, los
“sabios e inteligentes”.
|
Explicación
de la parábola
|
Marcos
4,13-20
|
4)
Explicación alegórica de la parábola
Antes de seguir es
importante notar un elemento ya insinuado. Las parábolas son -de hecho- una prolongación de un refrán; por eso toman un punto para profundizarlo o ilustrarlo. Ese punto suele
estar o en la conclusión de la parábola, o introducido por alguna fórmula del
estilo “el reino de Dios se parece a…” sin embargo, en nuestro caso no tenemos
una introducción, de modo que no es fácil saber si el centro de la parábola es
el sembrador (lo es si aceptamos el título “parábola del sembrador”), si es la
semilla, o si es la tierra. Suponiendo que se trata – como parece – de una
“parábola del reino”, ¿a cuál de los tres elementos señalados se parece el reino? En muchos casos – como suele ocurrir con los refranes, que son
utilizados para ilustrar una situación de la vida cotidiana – la parábola se
comprende por el contexto, pero en este caso sólo se nos dice que Jesús dijo…
Por ejemplo: ¿se refiere al reino como semilla para destacar que de cualquier
manera dará fruto?, ¿se refiere al sembrador – Jesús – para destacar el rol
evangelizador que cumple en su ministerio (y deberán cumplir los destinatarios
del Evangelio)? O ¿se refiere a los oyentes de la predicación de Jesús, que no
en todos los casos la dejan fructificar? Precisamente porque está ausente la
frase “el reino de Dios se parece a
una semilla / a una tierra / a un sembrador / a su fruto” es que la comunidad –
más tardíamente – elaboró un discurso interpretativo, en forma de
alegoría, para que la parábola no se
perdiera y dijera algo a los destinatarios.
La alegoría está centrada en
los diferentes terrenos sobre los que cae la semilla, que es la palabra, a
todos se los invita a “oír la parábola”. Todos oyen la “palabra del reino”, mas
algunos no la entienden (como ya se dijo; “oír” y “entender” son las palabras
clave de la unidad y aluden al texto de Isaías), otros no tienen profundidad,
tienen distracciones que les impiden dar frutos. En cambio otros la escuchan y
“la comprenden” y por eso producen fruto. En este caso, los adversarios de la
semilla son “el Maligno”, el escándalo por la tribulación o la persecución y
las preocupaciones del mundo y las riquezas.
Dibujo tomado de hoyrevista.com
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