El otro y la sobriedad compartida
Eduardo de la Serna
Hace ya decenas de años
Ignacio Ellacuría, mártir en El Salvador, hablaba de la “civilización de la pobreza”. El punto de partida era básico, ¡y
sabio! Si el mundo quisiera consumir –por ejemplo– la energía, el combustible,
el modo de vida, de los países más poderosos, el planeta explotaría sin más.
Aprender a ser más pobres era el criterio de “Ellacu” para que todos pudieramos seguir viviendo en este mundo.
Pero para ser precisos,
hemos de señalar que la pobreza es un mal, es una injusticia, es algo que hay
que pretender desterrar, por eso José Ignacio González Faus reformuló la misma
idea proponiéndola como “una
civilización de la sobriedad compartida”. La idea es la misma, sin duda. Y él
lo puntualiza.
Pero
también es evidente que los poderosos no quieren dejar de consumir lo que
consumen, no quieren “empobrecerse”. La ida de los EEUU del tratado de París es
un ejemplo evidente de esto (una semana después que el presidente Trump recibiera
de manos del Papa Francisco la encíclica “Laudato
Si” y habiéndose comprometido a leerla).
Y –lamentablemente-
no es menos evidente que los poderosos de los pueblos empobrecidos siguen la
misma “lógica”. Ellos quieren disfrutar “su” dinero y las consecuencias que “él”
les trae. En todo caso, es la conclusión lógica, que vivan más pobremente los que
ya son pobres. Quieren un país para pocos.
Claro
que vivir más pobremente –o sobriamente- teniendo mucho, ¡muchísimo!, más de lo
necesario para vivir no es lo mismo que vivir más pobremente para aquellos que
ya están “debajo de la línea de la pobreza”. Sin duda se trata de modelos. Nada
menos que de modelos se trata.
Creo
que uno es el de quien se mira a sí mismo (o a los “suyos”) desinteresándose
absolutamente de los demás (meritocráticamente)
y otro es el de quien elige “compartir”, mirando a los demás, un camino
austero, sobrio. Se trata sencillamente de egoísmo o de solidaridad, se trata
de “para mí mucho” o de “para todos algo”.
Mirando
modelos económicos y sociales, políticos y culturales no puedo entender –desde el
Evangelio- otro camino. El modelo impuesto con mentiras en Argentina, y el que
se logró por medio de un golpe en Brasil, por ejemplo, es claramente un modelo
para pocos. Para muy pocos. Puede tener la publicidad, la prensa y el Poder judicial (son “ellos”)
y hasta la conciencia manipulada posverdaderamente, pero eso no impide que sea
anticristiano.
Un refrán
popular decía que algunos quieren ser ‘cabeza de ratón’ y otros ‘cola de león’…
Obviamente con una extraña valoración de partes del cuerpo que no viene al
caso. Pero lo cierto es que los argentinos, los cristianos, estamos ante la
decisión –una vez más- de ver qué queremos elegir, si un modelo que sabe ver “al
otro” o uno que sólo se mira a sí mismo; si uno que milita en favor de los
demás, u otro que sólo se enriquece y acumula para sí (o que ignora que así logra que
otros acumulen en un “síndrome de
Estocolmo” nacional). Esto no significa que fulano o mengano esto o aquello, que tal robó,
que cual es honesto, que zutano es corrupto o perengano es un santo. Se trata
de modelos, se trata “del otro”.
Si no
pretendemos buscar “una civilización de
la sobriedad compartida” solo nos quedará observar cómo unos pocos, muy
pocos, celebran orgiásticamente su fiesta de alimentos para pocos y globos para
muchos. En cristiano, del “otro” se trata, el “hermano”, la “hermana”. De eso
se trata el amor. De eso se trata la indiferencia.
Cada
vez que nos toca elegir tenemos enfrente una serie de opciones. Pero en
ocasiones, más de una refleja un mismo modelo con diferentes matices, o
diferentes rostros. Pero lo cierto es que en el rostro del hermano,
especialmente del hermano que sufre la desocupación, el empobrecimiento, la
vejez vivida con angustia, la salud debilitada y sin esperanzas, un país
endeudado al infinito, en el rostro de ese hermano estamos llamados a ver el
rostro de Cristo. Y no podemos hacernos los distraídos. “Tuve hambre y no me
diste de comer, estuve preso y no me visitaste (¿no, Milagro?), tuve frío y no
me abrigaste”. O podemos compartir la esperanza y los caminos alejándonos de
los procesos que engendran “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez
más pobres”. De eso también se trata el Evangelio de Jesús.
Dibujo
tomado de https://zur2.wordpress.com/2011/09/07/%E2%80%9C%C2%BFcabeza-de-raton-o-cola-de-leon-el-dilema-de-la-integracion-en-america-latina/
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