Ante las próximas elecciones legislativas
Nos acercamos a
las elecciones de medio término en el contexto de una situación muy delicada
para el país. En nuestras Cartas al Pueblo de Dios y otras comunicaciones a la
opinión pública, hemos abundado en descripciones acerca de las características
del gobierno de Cambiemos, de las consecuencias ya visibles de sus políticas de
corte neoliberal conservador, de su perfil autoritario que ha debilitado
notablemente el estado de derecho.
Después de dos
años, es largo el elenco de acciones reprobables: represión violenta a la
protesta social y abusos de autoridad de las fuerzas de seguridad, protección a
los capitales más que a los ciudadanos, promesas incumplidas, mentiras y
falsedades permanentes, presos políticos, un desaparecido, persecución a
quienes piensan distinto, aumento de la pobreza, desempleo, un insostenible
endeudamiento que hipoteca el futuro, la especulación financiera, la
desindustrialización, la entrega de nuestra soberanía.
Nos preocupa e
indigna especialmente un rasgo cada vez más visible de este gobierno: no asume
la función social del Estado y su necesario rol cohesionador. Expresiones del
presidente o sus ministros y medidas de gobierno, están dirigidas contra los
sectores más débiles o populares a quienes se les causa un visible perjuicio y
sufrimiento, en especial porque son pisoteados sus derechos.
La lista sería
interminable. La quita de miles de pensiones por discapacidad, la reducción de
medicamentos gratuitos de primera necesidad entregados por el PAMI a los
jubilados, el recorte de un programa histórico que brindaba asistencia técnica
a pequeños y medianos productores y que excluye del beneficio a más de diez mil
familias que viven en situación de vulnerabilidad, el desguace de las políticas
de salud y la falta de medicamentos, los aumentos injustificados y delirantes
de las tarifas de los servicios, el aumento de la mortalidad infantil. Estos
casos sólo sirven de muestra. A esto debemos agregarle el gran ajuste y la
extrema precarización laboral anunciadas para después de las elecciones.
Frente a esta
coyuntura, como cristianos, sabemos que el resultado de estas elecciones puede
confirmar o revocar el rumbo elegido por el gobierno, influyendo a su favor o
en su contra en la relación de fuerzas, fortaleciendo o debilitando su poder
político. Un gobierno que maltrata así a su población, y vive construyendo
falsedades, es un gobierno que le da la espalda a los preferidos de Dios. Matar
de hambre, desamparo o indiferencia al pobre es un pecado. Votar un gobierno
que asfixia a los pobres, creemos que también lo es. Sin ningún temor o prejuicio
sostenemos firmemente que un cristiano no puede darle el voto a un gobierno
como éste, que multiplica las ayudas fraudulentas a sus amigos, facilita las
ganancias de los ricos y condena a los pobres a la marginalidad y lo hace a la
luz del día con mentiras y desparpajo.
Están en juego dos
modelos antagónicos de país. Un país injusto y dependiente, que concentra la
riqueza en una minoría o un país con la gente adentro, distributivo, soberano e
inclusivo. La política no es una varita mágica ni una práctica purista, pero
sigue siendo una herramienta imprescindible para forjar el destino de la
sociedad y organizar la vida en torno a la dignidad, la libertad, los derechos
humanos y la convivencia pacífica y solidaria.
Como cristianos y
como curas, caminando a la par del pueblo, invitamos a votar contra este
gobierno, contra la agresión a los pobres y vulnerables, contra el secuestro
del futuro. Nos inspiramos en los amigos de Jesús, como el querido Santo Cura
Brochero. En 1912, enfermo de lepra, casi ciego, escribe antes de las primeras
elecciones legislativas en las que se aplicó la Ley Sáenz Peña de voto secreto
y obligatorio. Militante del Partido Radical, alternativa popular frente al
Partido Conservador, Brochero escribe sin dudar que Cárcano, el candidato
conservador es “el hombre más funesto y contrario al bienestar y felicidad
de los habitantes del Oeste” (carta 449) “los que votan por Cárcano van
contra la felicidad y facilidades de los habitantes del Oeste” (carta 448,
26/9/1912) mientras que “votando por los candidatos que dará el Partido
Radical buscan su felicidad, su engrandecimiento, el de la Provincia, y aún el
de la Nación entera” (carta 451, 4/10/1912)
Inspirados en él,
pues, y buscando la felicidad del pueblo y de los pobres creemos, sin dudarlo,
que “no se puede ser cristiano y neoliberal”, como decía el recordado
obispo Esteban Hesayne. Y exhortamos a nuestros hermanos a votar en
consecuencia. “Los pobres, no pueden esperar”.
Mientras nos
encaminamos a esta crucial elección del 22 de octubre, nos seguimos
preguntando: ¿Dónde está Santiago Maldonado?
Curas
en la Opción por los Pobres
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