Los
puntos que llevan a la perversión
Eduardo
de la Serna
Dice la ecuación matemática
que por dos puntos pasa una recta y sólo una recta. Es evidente y no precisa
demostración. Si de curvas se tratara podría haber cientos de ellas, pero
hablando de rectas no hay sino una posibilidad.
Si tomamos como dos puntos de
nuestra historia reciente la existencia de presos políticos y de una
desaparición forzada no cabe sino una recta. Hay una línea que las une. De
Milagro Sala y sus compañerxs presos políticos a la desaparición de Santiago Maldonado
no cabe sino una línea. Una línea que además se une con otros puntos:
endeudamiento extremo, empobrecimiento, sumisión internacional a los dictados
imperiales, desocupación masiva, represión... Son todos puntos que unen la
misma línea recta, la comenzada en 1976, aunque ya preparada en el rodrigazo y
la Triple A. Es una línea que tiene que ver con una dirección, un proyecto. De
eso se trata: de un proyecto. Un proyecto que decía que daba lo mismo fabricar
acero que caramelos y benefició a Arcor, que decía que los Graiver eran
tesoreros de los Montoneros y entregaron Papel Prensa a sus amigos, que
benefició y beneficia a la sociedad rural, la misma que nunca benefició a la
Patria, un proyecto que decía que había países perversos con los que no
debíamos relacionarnos, hasta el punto de salir de los Países no Alineados...
Claro que fue un proyecto que, obviamente, no lo vivieron en sus orígenes una
inmensa mayoría de jóvenes y adultos menores. Los mismos que protestan por el
2x1, los mismos que participan de los actos los 24 de Marzo reclamando Memoria,
Verdad y Justicia o participan de la marcha por Santiago Maldonado, pero que no
han sabido ver que ese punto se une con otro punto, el económico. Una sociedad
que supo ilustrar que el “nunca Más”
por los Derechos Humanos es una batalla, pero no supo mostrar que ese Nunca Más
incluye (en realidad es causado por) un modelo económico. Otro punto de la misma
recta.
Milagro Sala y Santiago
Maldonado son dos banderas, pero no pueden ser “solamente” dos banderas.
Primero porque son personas, víctimas de una recta perversa que nos atraviesa. Pero
además, porque esa recta tiene un origen y un destino que es de muerte,
empobrecimiento y desolación. No saber ver que ambos son puntos de una recta
quizás sea algo que les es funcional. Que no se quieren ver causas y efectos.
Algunos creemos que lo que une
nuestros puntos, lo que da dirección a nuestras vidas son otros puntos: los
pobres, la justicia, la memoria, la verdad, la esperanza. La vida, en suma. No
podemos pensar una vida que no sea en función del “otro”, porque la vida es con
otros y para otros. Y no me refiero a “la casa” por aquello de que “la caridad bien entendida empieza por casa”
que puede ser una excelente excusa para no salir de la casa al encuentro de
esos otros, las víctimas de la muerte y el genocidio. Ese otro es el que da
sentido al “amor” (¿puede haber un amor sin “otro”?) ¿Existe algo más
claramente militante que el amor? La actitud constante de comprometer la vida,
arriesgarla en favor del otro, algo que caracteriza el corazón del Evangelio (“no hay amor más grande que arriesgar la vida
por los amigos”), es precisamente el amor, ese amor militante. Sin duda es
cierto que “la patria es el otro”,
porque la vida tiene sentido en función de esos otros. Solo el individualismo egoísta,
el que se mira a sí mismo, el que elige los “emprendedores” o la “meritocracia”
en lugar de la igualdad, la fraternidad no entiende que no somos sin “otros”. Si
los otros son los amigos y las familiares (y sus empresas) no parece que se
haya entendido de qué trata Jesús cuando pone en el centro al rechazado o
despreciado. Si los pobres no están en el centro, sencillamente no está en el
centro Jesús, ya que “los vicarios de
Cristo” son los que tienen hambre, o sed, o están desnudos y estamos
invitados (compelidos) a socorrerlos para hacerlo con el mismo Cristo.
El que pide limosna al borde
del camino, los que no pueden sino hacer “changas” también son “emprendedores”.
Y no se trata de alentar a que fabriquen cerveza artesanal o sean pilotos de
drones, no se trata de invitarlos a la resignación. Se trata de que hay otras
rectas, otros destinos, otros proyectos que se parecen mucho más al de Jesús.
Sencillamente uno que mire a los caídos al borde del camino y arriesga su
situación y sus bienes para socorrerlos y para hacerles llegar la mano amiga
del Dios hermano, el abrazo solidario de la Iglesia samaritana y el abrazo
fuerte del ‘otro’ compañero.
Dibujo tomado de http://mueralainteligencia.com/wordpress/wp-content/uploads/2013/03/justicia-e-igualda2.jpg
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