Mentiras, campañas y otras sandeces...
Eduardo de la Serna
El reciente nombramiento de una nueva Comisión
Ejecutiva en la Conferencia Episcopal Argentina ha dado pie a los mas variados,
y hasta disparatados comentarios.
Después que antiguamente decían que José María Arancedo
(obispo de santa Fe) era amigo personal y fiel seguidor de Bergoglio (el papa
Francisco) resulta que el nombramiento de Oscar Ojea (obispo de San Isidro) en
su lugar pone a los obispos argentinos en mayor sintonía con el Papa (sic). El vicepresidente
primero es el mismo, el cardenal Mario Poli (obispo de Buenos Aires) por lo que
en este caso no se ve el cambio. Sí es novedoso el cambio del vicepresidente
segundo ya que el conservador Mario Cargnello (obispo de Salta) fue reemplazado
por Marcelo Colombo (obispo de La Rioja) quien no duda en remitirse como un
gran referente en su vida el gran obispo de Quilmes, Jorge Novak (+2001).
Quizás no haya que descuidar que el presidente Macri
recibió en audiencia al obispo Paul Gallagher, encargado de la curia vaticana
para la relación con los estados. Allí formuló la insulsa frase “el papa está siempre invitado” que es
semejante a decir a alguien “¡vení cuando
quieras!”
Los medios pseudo-católicos como el diario La Nación
se encuentran con la disyuntiva de entender por qué el Papa todavía no ha
visitado la República Argentina.
- En una editorial muy graciosa responsabilizó al grupo de curas en Opción por los pobres de semejante ausencia. Mientras los obispos -decía la editorial- quieren que el papa venga “para unir a todos los argentinos” (sic), los “curas opp” somos responsables de que el papa no quiera visitarnos.
- Recientemente el comentarista Mariano De Vedia, haciendo ostentación de una preocupante mala información o malicia, afirmó que la nueva conferencia episcopal también quiere “limitar a los díscolos”, que seríamos nosotros, los opp. Afirmó que el obispo Rubén Frassia (Avellaneda) criticó a los radicalizados que invitamos a votar a Cristina (sería interesante que nos diga dónde lo dijimos porque hemos perdido ese texto y nos gustaría recuperarlo).
- Y ahora, para culminar el efecto comedia, el editorialista Carlos Pagni afirma que en realidad el Papa apoya a María Eugenia Vidal como lo hacen los curas villeros que el papa siempre acompañó cuando era arzobispo. Curioso que el arzobispo de la ciudad de Buenos Aires apoye curas de la CABA que son beneficiados por una gobernadora que les es ajena. Quizás eso explique por qué los curas tienen una foto de Bergoglio, una de la Virgen (sic) y una de María Eugenia Vidal (reconozco necesitar oculista ya que nunca vi semejante foto en parroquias o villas de Buenos Aires). Podría ser menos evidente el columnista, María Eugenia Vidal no tiene nada que ver con los curas villeros de Buenos Aires, CABA. Pero si quiere empezar la campaña con 2 años de anticipación quizás debiera ser menos evidente.
- Todo parece indicar que La Nación está “aparateando” una posible visita papal queriendo aplaudir a la nueva comisión de la CEA. En lo personal me gustaría que un acto de lobby o una manipulación sea un poco más disimulada. Yo tengo mi opinión tomada sobre los viajes del Papa y lo he dicho en varias ocasiones. Y lo he dicho desde el papado anterior y el anterior. No estoy de acuerdo con los viajes papales, no me convencen teológicamente, salvo que se trate de acontecimientos internacionales (como una jornada mundial de juventud, o una asamblea episcopal internacional). Pero no es esa la cuestión. La cosa es que ahora, el diario del genocidio, parece haberse vuelto abruptamente pro-papista. Como el presidente. Como – dicen – los obispos.
Desconozco si los obispos han decidido ser más
francisquistas o no. Algunos de sus más enconados adversarios, como Héctor
Aguer (La Plata) esta a pocos meses de presentar su renuncia, y ya empiezan los
rumores intraeclesiásticos sobre su posible sucesor. Pero en lo personal no sé
por qué sería más papista Ojea que Arancedo, por ejemplo. Además de que – y de
nuevo voy a lo teológico y a mi opinión personal – yo no quiero un episcopado
papista (ni de este, ni del anterior ni del futuro papa), yo quiero obispos que
sean pastores y profetas, hombres de Dios y del pueblo, amigos de los pobres,
capaces de dar la vida y lejanos de todos los temores que suelen provocar los
poderosos. Y eso no lo da “seguir las
directivas del papa”. Una cosa es la comunión y otra – muy distinta muchas
veces – la obediencia. En lo personal, mi relación con alguno de estos obispos
elegidos es excelente, y en otro caso, muy mala. Lo único que espero es que
tengan la lucidez evangélica de no dejarse encandilar por las luces de neón de
los grandes medios (o mejor, de los medios grandes), pero lo dudo. El diario La
Nación es más consultado que la Biblia en más de un ambiente eclesiástico,
decía mi finada madre.
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