sábado, 7 de julio de 2018

María Magdalena, primera impresión


Una primera impresión, María Magdalena


Eduardo de la Serna



Después de escuchar hablar de ella y leer al respecto, acabo de ver la película “María Magdalena”. Y antes de decir nada, para que se vea a las claras mi parcialidad, debo decir que me fascinó.

No me interesa hacer un comentario cinematográfico y hablar de luces y dirección, actores y guión. No es a eso a lo que me refiero.

No puedo entender a quienes pretenden que una obra artística, cine en este caso, sea una suerte de documental. Con ese criterio, deberíamos incinerar todas las pinturas renacentistas sobre nacimientos y crucifixiones, por ejemplo. Creo que una obra pretende “decir” y eso es lo que debemos escuchar o no (insisto, que los expertos evaluarán si está bien dicho y la dirección, los actores o la obra en sí “dice” bien o no). Yo sólo quiero detenerme en la María Magdalena que la obra presenta.

Es evidente, desde el inicio que intenta – felizmente, y lo dice en los créditos finales – evitar todo intento de identificar a María con una prostituta; pero también evita el estereotipo “codigodavincesco” de presentar a María como una pareja enamorada de Jesús. Todo a lo largo de la obra ella es presentada como una discípula de Jesús, algo que difícilmente pueda cuestionarse.

No me interesa en lo más mínimo comentarios tipo “esto es impensable en su tiempo” o “aquello no era lógico”. Creo que el cine es una presentación de un tema (una persona, en este caso) para nuestro tiempo. Y, debo confesarlo, la María presentada, me pareció muy creíble. María bautiza, María es cuestionada, María aparece en primer plano a la par de Pedro… ¿Si así fue o no? La verdad, no me interesa, me importa esa María presentada hoy para los espectadores de hoy. Discípula a la par. Tan a la par que es celada por ser beneficiaria de una aparición del resucitado que los “varones” no han gozado (todavía, al menos). Más de una vez hay escenas que Jesús realiza pero que antes se asemejan a cosas hechas por María. Y, el máximo ejemplo, se ve en que la película empieza y termina con una escena semejante, una suerte de inclusión semítica… una mujer flotando entre aguas mientras se repite la parábola del grano de mostaza. Pero con una notable diferencia: ese grano, en la película, es sembrado por “una mujer”. Sin dudas, de María se trata, como se ve en la predicadora María del final. Sólo si somos capaces de ver a María como “apóstola de apóstoles”, como “discípula”, como verdadera seguidora de Jesús entenderemos la sonrisa final entre Jesús y María.

Si pretendemos o esperamos una especia de documental pues habremos perdido el tiempo; tiempo que “otros”, hoy ¡¡¡hemos disfrutado!!!


Foto tomada de http://www.sensacine.com/peliculas/pelicula-244531/

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