¿Por qué debería creerles?
Eduardo
de la Serna
La mentira parece ser un tema “de
moda”. O, para decirlo “al revés”, la verdad. Era un tema común decir que “la
verdad es relativa”, que “esto es tu verdad, yo tengo otra” o cosas semejantes.
Y, a partir de esto, se habló de la “dictadura del relativismo” o de la “incertidumbre”.
Si no hay nada “fijo” ¿dónde nos podemos sostener? Se decía, entonces, que una
cosa son los “datos” (algo “dado”) y otra la interpretación de los mismos. Algo
ocurrió, y eso es indiscutible: fulano murió, mengano dijo esto, zutano fue a…
y las interpretaciones pueden ser variadas: que fulano no cuidaba su salud, o
que fue envenenado; que lo dijo, pero lo sacaron de contexto, que no quiso
decirlo, o que estaba mal informado; que fue de viaje, que estaba huyendo, que
fue a esconder algo. Lo cierto es que a partir de los datos comienza la serie
de las lecturas. Pero vistos los intereses de los Medios de Comunicación en nuestro tiempo, con frecuencia ni a los "datos" podemos creerles (posverdad, lo llaman, o lisa y llanamente mentiras).
Hay cosas que, pareciera, no
pueden discutirse: son datos. Bolsonaro es presidente del Brasil, Ortega de Nicaragua,
y en Venezuela… Bueno, en Venezuela hay problemas.
¿Qué pasa en Venezuela? Debo
decir que no lo sé; ¿cuáles son los datos? Tampoco lo sé. ¿Debo creerles a los
datos que aportan los Medios de Comunicación? Debo decir que, en general, no
les creo. Son una fuente interesada. ¡Muy interesada! (hay petróleo). ¿Qué
datos tengo? (1) Que hubo elecciones y Maduro resultó elegido. Por lo que
parece, el sistema electoral es bastante seguro en Venezuela. Y la fundación
Carter fue fiscalizadora. Pero un grupo de países decidió desconocer a Maduro.
Países con una línea ideológica, hemos de reconocerlo, porque Uruguay y Bolivia
no fueron de la partida, en este caso. El más sintomático fue el caso del stronista Abdo, en Paraguay que lisa y
llanamente rompió relaciones diplomáticas. (2) Otro dato es la enorme cantidad
de migrantes venezolanos. Los hay en Colombia (es razonable por ser
limítrofes), en Ecuador, Perú, Chile y Argentina. Pero también hay migrantes
colombianos en muchos de esos países. ¿De qué huyen, o por qué se van?, ¿qué
buscan? Hemos de reconocer que los fenómenos migratorios son un signo de nuestros
tiempos y México y el Mediterráneo son un monumento a los mismos. Caravanas que
intentan llegar a un lugar que les brinde paz, o seguridad, o trabajo, o pan.
Los cientos de miles de migrantes que intentan llegar a los EEUU
(particularmente hondureños) a los que Trump demoniza e intenta frenar, muro
mediante, y los cientos de miles de africanos o de medio oriente que intentan
entrar a Europa son un síntoma de que algo pasa. Sin duda hay un hecho que merece
ser analizado. Pero, mientras los analistas sean Trump o los gobiernos
xenófobos de Italia, Francia, Holanda, Polonia, Hungría y demás, difícilmente
hablemos el mismo idioma. Y volviendo a Venezuela, es innegable que hay cientos
de miles (millones quizás) de venezolanos migrando. ¿Huyen de la pobreza? No
estoy seguro que sean pobres la mayoría de los que migran. Pero de ser el caso,
¿es de la pobreza por un mal gobierno o por un país bloqueado por los dueños del mundo desconformes con él y que
provocan desabastecimiento, por ejemplo? Yo no puedo sacarme fácilmente de la
cabeza el desabastecimiento que hubo en Argentina desde fines de 1975. Sin azúcar,
harina, yerba, aceite, por ejemplo, que, milagrosamente
reaparecieron al día siguiente del golpe dictatorial. Fue evidentemente un lock out para generar descontento en la
población que luego aplaudiría el nuevo gobierno que vino a poner orden (como
tituló Clarín el 25 de marzo). (3) Otro hecho es que un importante número de ex
presidentes firmaron un rechazo a Nicolás Maduro. Pero mirando la lista de los
mismos (Cristiani, de El Salvador, de ARENA; Fox y Sedillo, de México; De la Rúa,
de Argentina; y – sobre todo – Álvaro Uribe, de Colombia) debo confesar que, si esos están en contra de Maduro, tengo la gran
tentación de estar totalmente a favor.
Y hoy, resulta, el opositor Guaidó,
presidente de la Asamblea Nacional, se autoproclama “presidente interino” y fue
reconocido como tal por Trump y la OEA (lo que era de esperar, hemos de
reconocerlo; como es de esperar que una lista de traidorzuelos de la región
sigan sus pasos). Tampoco puedo sacarme de la cabeza el golpe contra Chávez,
que fue rápidamente reconocido por el gobierno de EEUU y el lacayo español don
José María Aznar. Y, entonces, hay marchas de un lado y del otro, a favor de
uno y de otro. Y los Medios de Comunicación seguirán desinformando en favor de
sus propios intereses, ideológicos y/o económicos.
Y, en este contexto, debo
concluir que no espero nada bueno de quienes gobiernan mi país. No hay neoliberalismo
sin traición. Recuerdo, cuando la guerra de Malvinas el admirable apoyo que
recibió la Argentina de nuestros hermanos peruanos. Impresionante. Pero cuando
hubo guerra entre Perú y Ecuador, en lugar de poner todas las fuerzas en favor
de la paz, y el encuentro de hermanos ¿qué hizo el neoliberalismo menemista? Le
vendió armas a Ecuador. También es de justicia reconocer que cuando nuestro país
explotó por las consecuencias de ese mismo neoliberalismo que hoy renace en
nuestras tierras, y nadie le prestaba un centavo a la Argentina, fue Venezuela
el único país que salió en nuestro apoyo. Insisto: no sé qué ocurre hoy en
Venezuela. Sé que hay problemas. Y sueño que tengamos un gobierno digno que
apoye con todos sus medios la paz, la justicia, la alegría para nuestros
hermanos venezolanos. Pero eso lo sueño, lamentablemente no espero que eso
ocurra.
Imagen tomada de https://despertares.org/2011/02/06/las-tecnicas-de-desinformacion-de-los-medios-de-comunicacion-masivos/
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