Midas,
con “M” de Macri
Eduardo
de la Serna
En el mismo período en que los
asirios dominaban la región, Israel era destruida y sus habitantes exiliados,
en Frigia gobernaba Midas. La riqueza de la región llevó a los griegos a
imaginar intervenciones divinas en tanta prosperidad:
Herodoto
de Halicarnaso (Historia
I,14.3) reconoce que Midas, se sentaba para impartir justicia en un lugar
(Giges) donde abundaban el oro y la plata y había sido el primer bárbaro en
consagrar el trono real en Delfos. En lo que eran sus jardines florecen unas
rosas como ninguna otra, de sesenta pétalos y de un aroma insuperable
(VIII,138.2).
Pausanias le
atribuye la fundación de Ancira, y afirma que depositó en el santuario de Zeus
una vieja áncora y una fuente de cuya agua, mezclada con vino Midas cazó al
Sileno (Descripción de Grecia, I,4.5).
En las Fábulas de Cayo Julio Higinio, la fábula 191 está dedicada al “Rey Midas”.
Es tenido por hijo de la diosa Cibele, que tenía su santuario en Frigia, de
donde Midas fue rey. Él tiene un conflicto con el rey vecino, Tmolo, a causa de
un concurso de flauta en el que reconoce perdedor al Dios Apolo a quien Tmolo había
reconocido triunfador, por lo cual el dios lo castiga y le crecen las orejas,
como a un asno. En otra ocasión, Midas recibe hospitalariamente a uno de la
comitiva de Liber (Dios de la fecundidad y el vino) que agradecido le concede
lo que deseara. Lo que Midas pide es que todo lo que tocara se convirtiera en
oro. El problema es que no podía comer oro. Cuando, hambriento, le pide a Liber
que le quitara el don, lo manda a bañarse al río Pactolo, el cual, en cuanto el
rey se introduce sus aguas, se tornan doradas. Y aquí termina la fábula.
Aristóteles lo tiene en cuenta:
Sin
embargo, otras veces hay la opinión de que el dinero es algo insignificante y
completamente convencional, y nada por naturaleza, porque si los que lo usan
cambian las normas convencionales, no vale nada ni es útil para nada de lo
necesario, y siendo rico en dinero, muchas veces se carece del alimento
necesario. Ciertamente extraña es esta riqueza en cuya abundancia se muere de
hambre, como cuentan en el mito de aquel Midas, quien, por su insaciable deseo,
convertía en oro todo lo que tocaba. (Política
I, 1257b)
Quizás nuestro monarca
debiera informarse (o mejor, debieran informarle sus adulones): el oro no se
come; quién no puede llevar comida a su estómago, muere de hambre. El oro no es
todo. Imaginemos, por ejemplo, cuando esté preso en cárcel común y efectiva,
que a la hora del almuerzo (o del five o’clock
tea, para la imagen es lo mismo) le llevaran algunos de sus dólares de
Panamá o Bahamas. Es posible que, en su propio beneficio, (crea que) lo que
toca se transforma en oro, y es posible que muchas cosas las consiga gracias a
eso (como la libertad en caso de un secuestro, si es verdad que lo fue. “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”,
decía mi abuelo), pero hay algunas cositas que – parece – al decir de los
griegos, se complicarían.
Imaginemos esa prisión.
Imaginemos que, entonces, ahora Julianita diga que da por terminado el contrato
de ficción que los unía. “Money can’t buy
me love” cantaban Los Beatles (el dinero no puede comprarme amor). Podrá alquilar
una compañía (o acompañante) pero ¿asegurarla? A Seguro lo llevaron preso, dice
el refrán popular. Imagino, nomás.
Es verdad que un citoyenne du monde (Huy, perdón, cierto
que no pasaste de “Je suis”, vos
mismo lo dijiste al presidente francés en mejor autocrítica que la de tu vicepresidenta),
un cittadino del mondo (esa sí la
sabés, sos ciudadano, y hasta tenés casita ahí... por si las mosca, ¿vio?) no
necesita vivir en sudacalandia cuando
termine su mandato, pero ¡ojo!, que no te pase lo de Fujimorí ¿te acordás? Quiso
viajar y lo encanaron. Ahí está, pobrecito él, su alma y su amado cardenal
llorándolo. Bueno, y Keiko, pero es otro tema.
La cosa es simple… te
sugiero que leas la historia de Midas (hay versiones para niños). Nunca es
tarde. Y no sólo por vos, sobre todo por “la gente” (¿te acordás cuando
hablabas de “la gente”?). Hay unos cuantos con hambre por ahí. Y como decía un
señor de mi barrio: por acá, es más
probable ver un jaguar caminando que un jaguar de papel.
Dibujo tomado de https://www.ecured.cu/Rey_Midas
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