Un
alivio ante tanta angustia
Eduardo
de la Serna
Desde principios de siglo pasado,
en los estudios bíblicos se afirma que no pueden leerse bien los textos sin
tener en cuenta el Sitz im Leben. La
terminología alemana se ha transformado en un clásico e indica el “sitio”, el
lugar, el tiempo en el que se vive al escribir, decir, cantar un texto. Por
ejemplo, es habitual señalar que el Sitz
im Leben de algunos salmos es la liturgia en el Templo en tiempos del post
exilio. Y eso ayuda a entender, a “ubicar” un texto y no sacarlo de contexto.
Con ironía se suele decir, también en los estudios bíblicos que “un texto fuera de su contexto es un pretexto”.
Desde la segunda mitad del
siglo pasado, la teología de la liberación que se piensa y dice en América
Latina y el Caribe sabe, con la misma lógica, que no se puede “hablar de Dios” (teo-logía) sin tener en cuenta el Sitz im Leben. ¿Cómo hablar del Dios de la vida, por ejemplo, a
personas a las que su vida las ronda constantemente la amenaza de la muerte por
hambre, enfermedades de la pobreza o violencia? Precisamente en este mismo
contexto el enorme teólogo salvadoreño (nacido en España, salvadoreño de
elección) Jon Sobrino, ha insistido que tampoco se puede dejar de tener en
cuenta el “Sitz im Tode”, esto es, el
ámbito mortal en el que la vida amenazada (o “muerte” lisa y llana) en el que
se piensa, se escribe, se reflexiona. Sin duda no es lo mismo pensar (en el
caso de la teología, no es lo mismo “hablar de Dios”) desde un cómodo escritorio
‘europeo’ que desde un barrio lleno de “olores”, llantos o hasta disparos. Y
pensar que no se puede “hablar bien de Dios” en ese clima mortal es no entender
nada del Dios, el Padre de Jesús.
Precisamente, desde nuestro Sitz im Leben und im Tode es que quiero
pensar. Es un tópico escuchar “hablar” de los pobres… Pero no es lo mismo que
hablen de los pobres las encuestas (no felices, aunque coherentes) de la UCA,
que hable de los pobres el FMI, o notar que hasta Macri habla de los pobres (en
todos estos casos, los pobres no son personas, sino números) a que, por el
contrario, hable de los pobres quien está “en medio” de ellos (¿puede hablar
bien [= ortodoxia] de los pobres quien no ha olido las pieles y ropas ahumadas
en invierno, los mocos y los piojos de los chicos, las malformaciones por la
pobreza, o las risas de las “manadas” de niños en los comedores?).
Se suele decir que para
acercarse a realidades sociológicas hay dos miradas, a una se la llama “emic”, que es la mirada de alguien que “está
en medio” de la realidad, la otra es la “etic”,
que es la del que intenta conocer (por ejemplo, intelectualmente); por caso: un
buen investigador emic vivirá por
años en la comunidad que intenta “estudiar” mientras que uno etic intentará leer todo lo que se ha
escrito sobre ellos. Sin duda alguna, la vida de los pobres (la mirada emic) le es totalmente ajena al gobierno,
salvo cuando exhibe a su “amiga pobre”, Margarita Barrientos, para simular
sensibilidad, de la cual carece. Otra mirada, partiendo de las encuestas (=
números), por ejemplo, intenta aproximarse a una realidad. El Sitz im Tode de nuestros barrios,
concretamente, les es totalmente desconocido y si aplican medidas, estas serán
partiendo de una mirada “desde fuera”, no conocen otra. Es evidente que desde
una mirada “etic” (no ética, por
cierto) el gobierno se entera que los pobres están mal. Y eso, en mi opinión,
no le importa en lo más mínimo. Es lo que vinieron a hacer. Pero hay algo que los
angustia y tienen la necesidad de aliviar esa carga que les preocupa: se llaman
“elecciones”. Y todo indica que cada día que pasa “la gente” está peor, que
cada vez hay más bronca; es eso lo que experimentamos en el día a día los que
queremos estar en medio de “la gente”. Y acá viene la necesidad urgente de
buscar un “alivio”. Pero el tema es que el alivio no es para “la gente”, para
los que sufren, los pobres, las víctimas de este modelo que día a día hace que
más y más “caigan” en la pobreza (porque, a diferencia de la escuela pública,
en la pobreza sí se cae… y no es fácil levantarse). Las medidas del gobierno
caricaturizadas en un video espantoso tienen un Sitz im Tode: las elecciones. Es evidente. Todo tiene “fecha de
vencimiento” en octubre. No son medidas hasta que no haya hambre, o hasta que
no haya desocupación… “Der Tod” que
les interesa es la propia, la muerte
de los pobres son “efectos colaterales” de su batalla contra el “populismo”. La
muerte de su proyecto (de muerte) es lo que les angustia y quieren aliviar. La
repetida palabra “alivio” es lo que ellos quieren experimentar ante la caída
vertiginosa de las encuestas (= números). Si las elecciones (= números) los
beneficiaran (¡Dios y el pueblo no lo permitan!) experimentarán el alivio que
les permitirá seguir desentendiéndose de los pobres y las cruces que ellos les
han impuesto. No deja de ser irónico que después de habernos hablado de la “pesada
herencia” ahora pareciera que lo que les da alivio es aplicar las medidas que –
según su estudiado discurso – nos llevaron a esto de lo que nos quieren salvar:
créditos “blandos”, control de precios, dólar y tarifas ancladas, paritaria
docente… La ironía está a la vista, pero la dejamos pasar. Como también está a
la vista que hemos pasado de la pesada herencia a “los últimos 50 años”, luego
los 70 años, Marcos Peña habló de 100 años y a este paso terminarán pidiéndole perdon
a la “querida reina” británica por haber rechazado a los magníficos invasores
en 1806 y 1807.
Fuera de todo esto, volviendo
al Sitz im Tode que los angustia y
por el que buscan un alivio electoral simplemente me queda decir, como decía
Carlos Mugica, que “el pueblo tiene
paciencia, pero la paciencia tiene un límite”. El límite de la vida es la
muerte, y tozuda y esperanzada, “la gente”, se resiste a morir, y quiere vivir.
Vivir dignamente.
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