Cuando
se revela la mentira, ¿nos rebela?
Eduardo de la Serna
Las noticias recientes y la
realidad misma me hacen formularme una pregunta. Pregunta de la cual quisiera
tener una respuesta. ¿Habrá quien pueda darla con sensatez y razonabilidad?
Las mentiras en las campañas
electorales son un clásico. Menem anunció “salariazo”
y “revolución productiva”. No sabemos
(¿ni sabremos?) si pensaba hacerlo hasta que fue convencido – o algo más - por
un CEO en una reunión riojana, pero lo cierto es que mereció el dicho: “si decía lo que iba a hacer no lo votaba
nadie”.
Pero dejemos de lado eso que
es casi un “pluscuamperfecto” y vayamos a nuestro presente. No sabremos nunca
si hubo o no mentiras en los candidatos que perdieron. Es algo contrafáctico. Podemos
pensar que Scioli no iba a hacer tal o cual cosa, lo que sería razonable en un
gobernador que no hizo nada (solo superado por su sucesora). Pero en el caso de
Mauricio Macri son interesantes sus varios spots que finalizaban con “ese es mi compromiso”. Ninguno de los
cuales compromisos llevó adelante. Y, además, los anuncios o promesas en
reportajes y en el debate presidencial. Eso mereció el sensato comentario de Alberto
Fernández, “debatir con un mentiroso no
tiene sentido”. Sin duda es sensato afirmarlo.
Y ahora nos encontramos con la
revelación de datos en Brasil por el “Lava Jato”, y la complicidad del juez Sergio
Moro y los fiscales. El poder judicial a pleno para encarcelar el dirigente político
más popular del Brasil y permitir que triunfara Bolsonaro, alguien con una
intención de voto inicial cercana al “cero”. El tema merece decenas de análisis
y comentarios. Pero yo quiero formularme una pregunta:
¿Y ahora? Es decir: la gente
que votó unas promesas y a causa de ellas, y eran mentira. Flagrante mentira.
Fueron estafados y estafadas. ¿Y ahora? Porque eso es irreversible ¿o no? (y lo
mismo vale para Brasil: si Lula no hubiera estado preso ¿qué hubiera pasado con
Bolsonaro? ¿Habría salido de la nada, de donde proviene?).
¿No hay manera de revertir
esto? Claro que es difícil. ¿Quién estaría en condiciones de determinar la
estafa y revertirla? ¿El poder judicial? ¿Este? ¡¡¡No, por Dios!!! ¿Quién,
entonces? ¿El poder legislativo? ¿El de los carpetazos? ¿los Bossio, Abal
Medina y demás? ¡Tampoco! ¿Un plebiscito? (“a
los plebiscitos los carga el diablo”, decía De Gaulle, y el caso colombiano
y los acuerdos de Paz lo ejemplifica perfectamente). ¿Quién? ¿Cómo?
Esta es mi duda. Ojalá
expertos constitucionalistas, o personas más capaces e inteligentes pudieran
aportar, pero alguien o algo debería sugerir elementos para evitar la estafa y
revertirla urgentemente. Es evidente que Macri mintió (en lo personal creo que
no sabe hacer otra cosa, desconoce el significado de la palabra “verdad”). Y
creo que mucha gente votó sus mentiras. Y es muy distinto reconocer que alguien
fue votado por “A” y que eso es lo que hace (en cuyo caso no hay nada que
objetar, nos guste o no), que haciendo “B”. No voy a devaluar, no voy a
quitarle la “ayuda” (sic) a nadie, la inflación no va a ser un problema, 1000
jardines de infantes, la jubilación le va a ganar a la inflación, crear fuentes
de trabajo, lucha contra la corrupción, los maestros van a ser reconocidos y
valorados y decenas de mentiras más. Ese fue su compromiso. Y si mintió, no es
cosa de esperar cuatro años (con medios de comunicación, poder judicial y
servicios de espionaje al servicio de la mentira al acecho para reincidir).
¿Alguien tiene alguna propuesta?
Imagen tomada de la tapa del
libro “La psicología de la mentira” de José M. Martínez Selva (ed. Planeta
2011)
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