jueves, 4 de julio de 2019

¿Dónde está Dios? ¿Dónde los demonios?


¿Dónde está Dios? ¿Dónde los demonios?


Eduardo de la Serna



Hay dos elementos teológico bíblicos que me parecen importantes para pensar otros dos momentos de nuestra actualidad. Dos que terminan siendo uno.

1.- En su excelente trabajo sobre Teología de la Liberación, Lucio Gera señalaba que, obviamente, por ser perfecto, por ser Dios, nada que hagamos los seres humanos puede afectar, ni positiva ni negativamente a Dios. Sin embargo, en la opresión – liberación, se lo afecta directamente en el objeto de su amor: los seres humanos. Al afectar, positiva o negativamente a los seres humanos, y especialmente a sus preferidos, los pobres, afectamos a Dios. Tocamos su corazón. Y lo alegramos o le provocamos dolor.

“Con todo el inmenso absurdo que pueda hacer un hombre, no tocamos, no destruimos a Dios, quien está más allá de nuestro mal. No cabe que Dios sea destruido en su ser, en El mismo: sólo cabe que sea destruido en su amor, esto es, en aquello que ama, en aquello que quiere, en el objeto de su amor” (Lima 1972, 39)

Es por esto que alguna vez señalé que el amor es debilidad. Y, también lo dije, por ejemplo, era algo que saben bien los torturadores. En la dictadura no fueron pocos los casos de torturas a seres queridos, incluso niños, para lograr efectos en el que se intentaba provocar. Atentar contra el objeto del amor se parece bastante, en este caso, a lo que hace el poder judicial macristamente cooptado a fin de lograr provocar dolor a Cristina. Que se entienda bien, de ninguna manera comparo a alguien con Dios, sólo digo que en el amor se manifiesta nuestra debilidad y allí apuntan, en este caso los “Moro” de nuestro país para debilitar a Cristina. ¡Aberrante!

2.- En los recientes trabajos sobre lo que se ha llamado “posesiones demoníacas” en la antigüedad, se suele recurrir con frecuencia a la psicología social. Un grupo de personas, especialmente en los sectores más frágiles de la sociedad (antiguamente, especialmente mujeres y niñas/os) los contextos de opresión provocan en algunas personas lo que se llaman “estados alterados de conciencia” (EAC). Alguien que estaba integrado en una sociedad, a raíz de situaciones traumáticas (en la antigüedad, por ejemplo, el endeudamiento y la pérdida de las tierras) pierde (temporal o establemente) la conciencia. Lo que se suelen llamar “exorcismos” suelen ser rituales que intentan de una u otra manera reinsertar a la persona en la sociedad, o proponerle una sociedad alternativa. El contexto imperial romano, en tiempos de Jesús, provocó numerosos casos de “endemoniados / EAC”. La actitud de Jesús con autoridad le indica al alienado que hay “otro mundo posible” al que él llama “reinado de Dios”. Eso reinserta a la víctima en la nueva sociedad alternativa en la que no es cosificado sino considerado hermano o hermana.

“Asumiendo el carácter terapéutico que (…) tendría la imagen del reinado de Dios en la práctica exorcista de Jesús propongo entender el anuncio de la llegada de este reinado mediante una nueva clave en la que convergen la esperanza de una transformación social incoada en el propio grupo de seguidores de Jesús y la experiencia espiritual liberadora desencadenada en los ritos terapéuticos practicados por el grupo” (Ester Miquel, “Aproximación antropológica a la práctica exorcista de Jesús”, [2008] 170).

No es casualidad en momentos difíciles notar los muchos sujetos que entran en EAC en tiempos de crisis. En Argentina se vio de modo patente en el 2001-02 y ahora volvemos a verlo. Basta mirar las calles con ojos de hermanos. Curiosamente (o no) el modelo perverso que expulsa a miles y miles de personas de la mesa y la vida provoca decenas de EAC. Y cuando estas personas alienadas están en la calle y con frio, el gobierno dice que “se niegan” a ir a los albergues que están dispuestos para ellos. Provoca la alienación y luego se lava las manos por ello. Y, entonces, el frío hace lo que falta. Varios muertos por la ola polar. “El frío causó 5 nuevas muertes” titularía el periodismo de guerra clarinista.

Los seguidores de Jesús el de Nazaret estamos llamados – si queremos realmente ser seguidores – a mirar como hermanas y hermanos a las víctimas de este modelo (Jesús decía: “si con el dedo de Dios expulso demonios es que el reino ya está entre ustedes”, Lc 11,20) y a saber que la opresión y la injusticia contra los pobres, preferidos de Dios, es una ofensa directa al corazón divino. Hay un sistema, un modelo que ofende a Dios porque atenta contra el objeto preferente de su amor. ¡Nada menos!


Foto tomada de https://www.familia.edu.mx/web/index.php/novedades/item/44-donde-dios-te-sembro-es-preciso-florecer

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