El lado wiphala de la vida
Eduardo
de la Serna
En la lucha feminista he
escuchado hablar, entiendo que maravillosamente, de imágenes como las trenzas,
o un telar. La lucha en colectivo, me parece entender, es la clave. Y saber que
una (o uno) aporta, pero no es sin las (los) otras (os).
En estos momentos, y ante
declaraciones desafortunadas, y sin cuestionar a quien las pronunció porque no
estar de acuerdo en esto de ninguna manera significa no valorar sus miles de
aportes de ayer y los que hará mañana, se me ocurre pensar que el feminismo es
una lucha que hay que dar. Sin duda ninguna. Pero también es cierto que hay
otras luchas impostergables. Creo que todas las luchas liberadoras son las que
constituyen la trenza o el telar. Y una lucha, aislada de las otras, no es
propiamente la que yo quisiera dar. Se ha dicho con frecuencia, en ciertas
luchas, que a veces hay que dar un paso atrás para después dar dos para
adelante. Y, en ocasiones, hay luchas que tienen en cuenta una parte de la
trama y no otra. Hay luchas por una causa que, por ejemplo, encuentran el
momento apropiado para darse, ¡y deben darse! Y son parte del todo de la
trenza. Y, en ese momento, con frecuencia, otras luchas no se dan; no porque no
cuenten, no porque no sean valoradas, sino porque “el todo es superior a la
parte”. El todo, por ejemplo, de la lucha de un país por su dignidad, su
libertad, su vida, hace que, en ocasiones, determinadas luchas queden para otro
momento. Nadie “baja banderas”, nadie “renuncia” a sus ideales, sueños y
utopías. Simplemente, cuando se trenza una parte, no se trenza otra. Pero el
todo trenzado es lo que cuenta, es a lo que se apunta, lo que se pretende.
Sería demasiado binario entender que sólo una lucha es el todo. Y sería binario,
criticando lo binario, paradójicamente.
Y me permito otro ejemplo.
Salvo la bandera blanca, que puede ser de rendición, o armisticio, o “pausa”,
las banderas suelen tener colores. Dicen que la Wiphala no es una bandera
(porque no representa bandos sino un todo); pero lo cierto es que no habría
wiphala sin colores. Cada color la constituye. Si todo fuera un solo color, no
sería wiphala. Y cada color atraviesa la wiphala; pero para serlo, debe
permitir que otros colores también la atraviesen. Y así, sabiamente atravesada,
puesta en alto, la wiphala es signo de un todo, de un Tahuantinsuyo. Me resulta
un poco miope una bandera monocolor, me resulta un poco torpe ver una realidad
compleja, que no nos permite medias tintas, como la boliviana de hoy, pretender
un análisis o una autocrítica que no tenga en cuenta el todo, el golpe y las
muertes, el desprecio de un pueblo y el avasallamiento de su dignidad. ¿Qué hay
cosas que corregir, revisar y rechazar? Siempre. En todo. Pero el todo, hoy, es
el pueblo boliviano, los pobres, los indígenas… Mañana empezaremos otra trenza.
Imagen tomada de https://www.facebook.com/sudestadarevista/posts/2554589421244921
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