FIESTA DE LA EPIFANÍA
6 DE ENERO
Eduardo de la Serna
La fiesta de la “epifanía” (= manifestación) celebraba el 6 de enero (originalmente fiesta en honor a Dionisos), en los primeros siglos “todo” lo que aludía al hecho revelador de Jesús. Así incluía su nacimiento, la visita de los magos, el bautismo de Jesús y las bodas de Caná. Todos los acontecimientos donde por primera vez se “manifiesta” la gloria de Dios en Jesús. Con el tiempo, en el siglo IV, todo esto se fue dividiendo (algunas celebraciones con mucha dificultad y conflicto, como el cambio de la fecha de la Navidad a diciembre) y hoy se conmemora solamente una pequeña porción de esta antigua gran fiesta.
Lectura del profeta Isaías 60,1-6
Resumen: el profeta se dirige a Jerusalén, como a una mujer, celebrando la luz que hay en ella, en contraste con las tinieblas de los pueblos lo que provoca que hacia ella se dirigirán con regalos los hijos dispersos por toda la tierra.
El texto – dirigido a una mujer – está en paralelo contrastante con otro texto de la tradición de Isaías, a otra mujer, Babilonia:
Isaías 45
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Isaías 60
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Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babel! ¡Siéntate en tierra, destronada, hija de los caldeos! Ya no se te volverá a llamar la dulce, la exquisita. (v.1)
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¡Sube, resplandece, que ha llegado tu luz, y la gloria de Yahveh sobre ti ha amanecido! (v.1)
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Siéntate en silencio y entra en la tiniebla, hija de los caldeos. (v.5)
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Pues mira cómo las tinieblas cubrirán la tierra, y la oscuridad a los pueblos, mas sobre ti amanece Yahveh y su gloria sobre ti aparece. (v.2)
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En vv.1-3 es interesante cómo está armado el texto:
a.- Ha llegado tu luz
b.- y la gloria
c.- de Yahvé
d.- sobre ti ha brillado
e.- pues mira las tinieblas, cubrirán la tierra
e’. Y la oscuridad a los pueblos
d’. pero sobre ti brillará
c’. Yahvé
b’. su gloria
a’. sobre ti aparecerá
La forma concéntrica muestra el contraste poniendo en el centro las tinieblas y oscuridad de la tierra / pueblos y en los extremos refulge la luz. Pero el tema central de la unidad literaria es el verbo bô’, “venir” (11x en el capítulo).
El texto se dirige a Jerusalén (aludida como mujer, los verbos están en femenino) y hacia ella se dirigirán naciones / luz y reyes / resplandor-brillo. Se hace presente la gloria (kâbôd, energía), la acción salvífica de Dios en la historia.
Pero luego del contraste entre oscuridad - luz y pueblos - Jerusalén se hace referencia a hijos e hijas que “vienen”. Que se trate de “hijos” e “hijas” lleva a pensar que se hace referencia a los israelitas dispersos por el mundo, no a “extranjeros”. Judíos que vienen del este (del mar) y del sur (Madián y Sabá, de donde en tiempos pasados vino una reina a conocer a Salomón; 1 Re 10,1-13).
Sin duda la llegada de gran cantidad de visitantes y los regalos inspira la incorporación del texto a la luz de los magos venidos “de Oriente” para ver al rey Jesús con regalos de oro e incienso.
La unidad continua con la presentación de ganado menor que servirá para las ofrendas de los visitantes (judíos) en el templo como holocaustos. Pero aquí es interrumpido el relato que, en su forma continúa hasta el v.22 con la repetición, como se dijo, del verbo “venir” ya que la intención litúrgica ha logrado su objetivo.
Lectura de la carta a los Efesios 3,2-3a.5-6
Resumen: Dios ha guardado un misterio para que sea revelado a partir del momento decisivo de la historia: que judíos y paganos son hermanos por la cruz y co-herederos de las promesas de Dios para todos.
En la literatura apocalíptica encontramos un término muy importante: el “misterio”. Se trata de la actual incapacidad de comprensión de la situación conflictiva que se vive (por ejemplo, la persecución, la muerte de los justos, el martirio). ¿Dónde está Dios en estos acontecimientos? Lo que los judíos tienen claro es que Dios no se ha desentendido de su pueblo, aunque “ahora” no comprendamos el misterio. Por eso es que pronto, en un futuro no muy lejano, Dios “revelará” el sentido de esta crisis (recordar que apocalipsis quiere decir “revelación”). Así, el “misterio” es algo del plan de salvación de Dios que él dará a conocer, habitualmente, por intermedio de un elegido.
El discípulo de Pablo quiere mostrar como un “misterio” reservado para este tiempo, que es el final, que los no judíos (llamados con diversos nombres: paganos, naciones, griegos, gentes o gentiles) también son llamados por Dios a incorporarse al pueblo de la promesa manifestada en Cristo (el tema empezaba a insinuarse ya en Rom 11,25; 16,25). Así el término lo encontramos con frecuencia en esta carta y Colosenses, que se le asemeja (1,9; 3,3.4.5.9; 5,32; 6,19; Col 1,26.27; 2,2; 4,4).
El pueblo judío se sabe el pueblo que Dios ha elegido para ser “luz de las naciones”, pero al llegar los tiempos definitivos de la “revelación”, Dios nos muestra que también los no judíos se incorporan a las promesas como co-herederos.
La imagen del cuerpo, como imagen de la Iglesia ya había sido insinuada, pero de un modo metafórico, en 1 Cor 12. Ahora el discípulo de Pablo destaca que la Iglesia “es” el cuerpo y Cristo es la cabeza (1,22-23). En este cuerpo Dios ha “reconciliado” a los dos pueblos (judíos y paganos) que estaban enemistados (los judíos consideraban “perros”, impuros a los paganos y en el templo una pared impedía el ingreso de no judíos bajo pena de muerte; 2,14-16). La Iglesia, como cuerpo de Cristo es el ámbito de la reconciliación; la aceptación del Evangelio (3,6) logra que judíos y paganos sean “un solo hombre nuevo”, que es Cristo y en él, por el espíritu, conocemos todos – por la revelación que los apóstoles (como Pablo) y los “profetas”, ministros de la comunidad – la promesa que Dios cumple regalando a todos su paz.
+ Evangelio según san Mateo 2,1-12
Resumen: el reconocimiento de Jesús como rey de los judíos (la estrella que avanza) es algo que un conjunto de necios acepta y adora en contraste con los sumo sacerdotes y autoridades judías.
El relato tiene una clara unidad marcada por la llegada (v.1) y partida de los magos (v.12).
El texto, por otra parte, tiene dos partes muy marcadas, y muy desiguales: un largo diálogo de los magos con Herodes, el rey (vv.2-9a) y la llegada a la casa de Belén donde se encuentra el niño (v.11).
En el medio de ambos los magos vuelven a ver la estrella (vv.9b-10) que los conduce a donde se encuentra Jesús. Podemos esquematizarlo de este modo:
v.1: llegada de los magos de Oriente
vv.2-9a: Herodes, los magos, los sumos sacerdotes y escribas.
vv.9b-10: nueva aparición de la estrella
v.11: entrada en la casa
v.12: partida de los magos a su país
El texto comienza con un dato que había sido preparado en el cap. 1: el nacimiento de Jesús. A diferencia de Lucas, Mateo simplemente informa del hecho (no hay pesebre, no hay pastores, no hay pañales en Mateo). De hecho, el centro del texto no es el nacimiento sino la visita de los magos que ocurre puesto que ha “nacido”.
Mateo localiza el nacimiento en tiempo y espacio: Belén de Judea (pequeñísima ciudad, menos de 10 hectáreas, cercana a Jerusalén, a 8 kms al sur) en tiempos de Herodes rey (Herodes gobernó en Israel desde el 40 al 4 a.C.). Es interesante notar que en las afueras de Belén (seguramente por ser la antigua ciudad de David) Herodes hizo construir un gran palacio donde finalmente será sepultado pocos años después del nacimiento de Jesús (el Herodium). La sede del rey estaba en Jericó, no en Jerusalén, pero no nos detendremos aquí a analizar los elementos históricos o no del relato.
El término “oriente”, muy frecuente en la Biblia (205x) ciertamente depende del lugar de mirada. En este caso, como en tantos otros, se trata del oriente de Jerusalén (el jardín de Edén está “al oriente”, Gen 2,8, sin que se nos diga oriente de dónde). Este oriente es el lugar donde los magos “vieron la estrella”. Los magos, en el ambiente bíblico, son paralelos a los “adivinos” (ver Dan 2,2) y se caracterizan por “mirar las estrellas” y pretender saber qué sucederá (Is 47,13; ver Dan 2,2.27; 5,15). Magos, adivinos, hechiceros, y otros del estilo son ejemplo característico de la necedad (Is 44,25), como se ve especialmente con los magos de Egipto (Ex 7-9) y de Babilonia (Dan 2-4).
En este caso, entonces, encontramos a un grupo de “necios” que reconocen el nacimiento del rey mientras que “todo Jerusalén”, “todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo”, incluso sabiendo por el profeta el lugar (cercanísimo, como se dijo) del nacimiento, no se dirigen a saludarlo. Una vez más, como ya lo señala el evangelio en otra parte, Dios ha revelado “estas cosas” a los pequeños y escondido a los “sabios y prudentes” (Mt 11,25). Los magos quieren adorar al rey Jesús, y al verlo se postran; pero no hacen nada de esto al encontrarse con el "rey" Herodes.
Los magos buscan adorarlo, mientras Herodes afirma que irá a hacer lo mismo cuando le informen el lugar (algo que ciertamente no tiene intención de hacer, visto que sabe el lugar y no tendría ninguna dificultad en visitarlo en poco tiempo). Ni él, ni los que tienen las escrituras y saben el lugar (sumos sacerdotes y escribas) se dirigirán a reconocerlo. No son los sabios sino los necios los que reconocen "estas cosas".
Salidos de Jerusalén los magos ven la estrella que, en esta ocasión, “se mueve” en dirección a Belén, la ciudad de David.
Es sabido que la constante relectura de textos del Antiguo Testamento sirve a Mateo para señalar a su comunidad que la Iglesia es el nuevo Israel. No solamente se ha cumplido la profecía de Miqueas 5,1 sobre el nacimiento del mesías en Belén, sino que, como en el caso de Balaam, la estrella avanza, aludiendo a David (y al nuevo David).
Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel. (Num. 24:17).
Al llegar al lugar entran en “la casa” y adorándole le ofrecen “oro, incienso y mirra”. “Adorar” es algo que sólo se realiza ante Dios (4,9.10) aunque en el Evangelio numerosos beneficiarios de milagros se postran adorando a Jesús (8,2; 9,18; 14,33; 15,25; 20,20; 28,9.17; aunque ante un rey ver en 18,26; es interesante que en Mc y Lc el término es muy limitado y en Jn solo 9,38 se dirige a Jesús y las restantes 10x se dirige a Dios).
La “mirra” es un perfume que remite a Esmirna (mirra en griego es smyrna) y es común en el Cantar de los cantares donde se lo encuentra 7x). Para hablar del incienso (habitualmente perfume que se expande como humo) suele utilizarse el término tymíama, pero aquí Mateo utiliza líbanon (como Ap 18,13), lo que también remite a una localidad. El oro (sólo en Mateo en los Evangelios) tiene en la Biblia una significación semejante a la nuestra (litúrgica, realeza, dinero o riqueza; aunque es posible una interpretación desde el hebreo que significa un tipo de incienso, lo que sería coherente con tres tipos diferentes de perfumes). Ciertamente el acento está puesto en destacar de parte de los magos unos regalos importantes de parte de ellos al niño.
Finalmente, como es frecuente en estos capítulos iniciales de Mateo, los sueños – en este caso dirigidos a los magos – son signo de una revelación divina. En este caso, entonces, Dios les comunica que no deben volver por el palacio de Herodes. La historia debe continuar.
Es evidente que la lectura de estos relatos a la luz de otros relatos navideños, la imaginería del pesebre, que debemos a Francisco de Asís, y las leyendas e iconografía “transformaron” esta escena en otra muy distinta donde los magos son a su vez “reyes”, son “sabios”, son “tres” y se dirigen al pesebre. Nada de esto se encuentra en nuestro texto.