Un breve debate sobre el periodismo
Eduardo
de la Serna
Es interesante que ahora (¿por
qué ahora?) algunos se han manifestado preocupados por el presente y futuro del
periodismo. Y me parece interesante pensarlo, aunque más no sea, brevemente.
El Diccionario de la Real
Academia Española define al periodismo como:
«Actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico».
En lo personal relativizaría
esta definición, pero la voy a tomar, de todos modos. Y voy a empezar con algo
superficial, para entender bien. El periodismo deportivo o de espectáculos “obtiene,
trata, interpreta y difunde” información de sus rubros. Entonces, sabremos que
tal actor y tal actriz actuarán en una película que empieza a filmarse, o que
tal club ha comprado a tal jugador y jugará tal día… Hasta ahí, todo bien. Esos
tales se autoperciben “periodistas”. Pero también sabemos (por ejemplo, lo
planteó la película “El mismo amor, la
misma lluvia”) que hay “periodistas” de espectáculos que hablarán bien o
mal de una obra según el dinero que reciban, o directamente la ignorarán; o que
hay “periodistas” que hablarán maravillas o pestes de tal o cual jugador porque
el representante los ha comprometido en un porcentaje de futuras ventas. Y
señalo esto “menor” porque sería ingenuo, por lo menos, suponer que en otros
órdenes de la vida eso no ocurrirá, en lo político, lo económico, lo
internacional… Por ejemplo, sería ingenuo ignorar que hay una embajada, o
servicios de “inteligencia”.
Como bien señala la “definición”,
les periodistas “interpretan” los hechos que luego difundirán. Los recibimos “interpretado”.
Y es bastante sensato conocer al “intérprete” en ese caso. En lo personal, y esto
es totalmente opinable, se podría hacer una larga, ¡MUY LARGA!, lista de
sedicentes periodistas de los que sus “interpretaciones” me resultan por lo
menos desagradables, falsas, parciales, incompletas... Y, además, en muchos
casos me permito sospechar mal. La lista sería tan larga que prefiero omitirla
para que esta reflexión no ocupe demasiado espacio. Son fácilmente identificables
ellas, ellos y elles, y los medios en los que (¿por eso?) trabajan. Algunes simplemente
por cortedad (aunque se crean brillantes, en más de un caso, y no se iluminan
ni con un fósforo) y otros por parcialidad manifiesta (derecho que no voy a
negarles… el mismo que tengo yo de no querer escucharlos) o por corrupción, “sobres”
o departamentos en Miami… según el caso y la importancia.
Fue sintomático escuchar a
Alejandro Fantino preocupado, cuando el Frente de Todos se impuso en elecciones,
de que no haya “listas negras” como sí las hubo en este tiempo (afirmó él, quizás
sin comprender demasiado qué decía), o aquel sobre-adicto que fue virtualmente
disfrazado a ver a Alberto. No está de más, tampoco, hacer memoria de la lista
de “periodistas” vedados en los Medios en estos últimos 4 años (por no hacer
memoria de quienes están vedadas desde hace bastante más como es el caso de
Liliana, y a quién parece que no hay que nombrar demasiado no sea que suene
estridentemente algún clarín). Tampoco los voy a nombrar, aunque esta lista sea
bastante más breve. Lxs conocemos. Simplemente señalo un dato: un periódico
pequeño, que celebraba, entonces las publicidades que iba consiguiendo, cuando
dejó de recibir “pauta oficial” (la misma que engrosó las arcas de varios “periodistas”,
y que fue hecha pública) casi tuvieron que cerrar, cosa que evitaron como
cooperativa y asociados. “Creíamos que íbamos
a poder subsistir, pero no”, me dijo el entonces director. Lo señalo para que
se vea la importancia que tiene la “pauta” que algunos ignoran o fingen
ignorar.
Pero me resulta sintomático el
debate (o algo así) que ayer se pudo ver en la TV (lo he visto en internet)
conducido por ¡Jorge Rial! y en el que participaron algunos “periodistas” y
otros que no lo son y no se entendía su participación en el espacio. Cuando
Rosario Lufrano hablaba de la importancia de la radio y TV públicas, Mercedes
Ninci, que ya nos ha habituado a la incomprensión (no entiendo, por ejemplo,
cómo puede “informar” quien no puede “interpretar”, siguiendo con la definición
dada) descargó su batería contra 6, 7, 8. No es la primera vez que se escucha o
lee esto (varias veces, de varias bocas o plumas lo hemos leído o escuchado).
El criterio angustiado de Mercedes era que habían criticado a los periodistas,
que los habían “degradado”. Hablar mal de los colegas parece que era la “sarna”
de 6, 7, 8 (pero de esos periodistas sí se podía hablar mal, o hasta poner en “listas
negras”). Esa “vaca sagrada”, que es el periodismo, parece que no permite que
se “exponga” a otros (si hasta hay casos de “periodistas” implicados en crímenes
y algunos pretenden defenderlos en nombre de la “libertad de expresión”). No es
bueno perseguir a nadie, obviamente, pero exponer las contradicciones, por
ejemplo, ¿es perseguir? O la doble vara. O los “cambios de opinión”. Todo eso no
parece, al menos necesariamente, persecución.
Como alguien que alguna vez
fue invitado a 6, 7, 8 quisiera dar mi opinión. Opinión que nace del respeto que
me merecen muchos de los miembros del grupo del programa, que nace de que jamás
me dijeron que hable de algo o que deje de hablar de otra cosa, y sobre todo,
porque creo que (más allá de cosas cuestionables, criticables y demás, lo cual
es razonable en todos los casos, por cierto) y es que creo que 6, 7, 8 cumplió
un fenomenal rol docente en la sociedad. Dejo de lado la campaña feroz (en ese
mismo tiempo) de “periodistas” que decían que 6, 7, 8 tenía casi 0 de rating,
en cuyo caso no se entiende la preocupación y el encono. Creo que 6, 7, 8 enseñó
a muchos a ver televisión y a escuchar radio. Y a lo mejor eso para mentes
limitadas es “degradar”. Es decir, los bajan de grado. Y es sensato cuando se
escucha a algunos hoy y se los escuchó ayer diciendo lo contrario, saber por
qué no se les puede creer, o se les puede creer poco, saber “cómo interpretan”
los que “comunican”. O cómo les dicen que deben interpretar, claro. En suma,
que 6, 7, 8 no vuelva porque si no, me pueden tirar una gaseosa en la cara por
la calle… Ah, ¡no! eso le pasó a Nora Veiras en el subte. Y eso no es degradar
a nadie ¿no, Mercedes?
Foto tomada de noticias.perfil.com
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