El
peso confiable de la palabra
Eduardo
de la Serna
La palabra, lo sabemos, tiene
mayor o menos peso según quién la pronuncie. Incluso, hasta sin pensarlo,
determinadas cosas se aceptan o no como veraces según quién las diga. Pero no
me estoy refiriendo solamente a la credibilidad o no del que la pronuncia, sino
a todo el “combo”. Es decir, el medio, el agente transmisor, por ejemplo.
Algo que dice la tele, o la
radio, o un diario tiene más peso que lo que pueda decir un/a académico/a
experto/a en el tema. Podría poner ejemplos muy precisos, por ejemplo, de mis
clases, por caso.
Hubo un tiempo en el que lo
que decía “el cura” (o el/los obispo/s) era palabra sagrada, incuestionable. “¡Lo
dijo el cura!” y ya no se discute ni se duda. Celebro, en mi caso, que esto ya
no sea así; en lo personal quisiera que si me/nos creen sea porque la vida nos
avala, y no por el “oficio”. Pero también lamento que “la tele” sea creíble,
especialmente cuando ha demostrado su corrupción casi omnipresente, o sus
intereses. Mostrar, en clases, cosas de Egipto, de pinturas, bajo relieves,
pirámides, imágenes, esculturas y que te digan: “¡No! en la serie Moisés
mostraron que era distinto” es bastante desalentador, por cierto.
Que vuelva a resucitar Nisman
porque un documental filmado hace 3 años (¿por qué es difundido ahora?), cuando
se revisará la seriedad (en la que no creo) de la dizque pericia de
Gendarmería, me resulta cuanto menos sospechoso. Especialmente porque en los
barrios populares nadie tiene Netflix, pero el tema vuelve, y vuelven a hablar
de eso los de siempre. Ya empezaron. Podrá quedar clarísimo y evidente el
suicidio (en el que creo) pero lo que importa es lo que la gente creerá. Y
creerá lo que le muestren los medios. Esos medios in-creíbles con esos
difundidores más in-creíbles todavía.
Y dentro de esas palabras,
están también las “palabras mágicas”, que al decirlas provocan instantáneamente
encantamientos, maleficios, bendiciones. Un ejemplo de eso está en la (mala)
palabra “grieta”. Pareciera que al decir “civilización o barbarie” o “Mueran los
salvajes unitarios” no había grieta; no había grieta al quemar iglesias o
bombardear Plaza de Mayo, no habría grieta sino sólo cuando aparece la letra “K”.
Allí hay una grieta horrible y perversa. Pero una grieta que tiene una sola
orilla, pareciera. Porque si se habla de “se robaron todo”, “se afanaron un (o
dos) PBI”, “yegua, puta y montonera”, la “pesada herencia” y demás cosas,
estamos en el terreno del periodismo de investigación y la libertad de
expresión, pero si Tristán difunde “Tierra arrasada” eso es ahondar la grieta
(eso le dijo Majul a Alberto Fernández en una prescindible entrevista).
Y está, además, la palabra (o
los gestos) de comunicación. El nefasto gobierno que se ha ido (y ojalá nunca
vuelva) tenía una fenomenal oficina de publicidad, con el aval de los Medios
hegemónicos de comunicación, pero también en las redes sociales, las granjas de
trolls, y la aparente buena imagen de los funcionarios. Ejemplo evidente es cuando
nos comunicaron qué bueno que era que volviéramos al FMI, que ahora había cambiado
y era bueno, y demás tonterías bien comunicadas. Y el presidente aparecía poco
para comunicar. No tenía tiempo entre reposera y reposera; pero un fenomenal
equipo de comunicación comunicaba todo, hasta mostrando al ministro en
bicicleta, un falso perro propio sentado en la Rosada, o las huertas que la
mamá y la niña Antonia cuidaban con amor… Dejemos de lado los blindajes
mediáticos como el que todavía ostenta el alcalde de Buenos Aires que puede
cometer las atrocidades más notables y serán “vendidas” como joyas de la
corona. Pero comunicar es pronunciar palabras. Que, si no las pronuncian unos,
pronunciarán otros. Sabemos quiénes.
Es de esperar que el gobierno
acierte con las palabras, con los medios de comunicación, y con los gestos.
Porque algunos creemos que por acá es el camino. Pero entre tanto, las imágenes
de Evita en el Ministerio de Desarrollo, ¡siguen apagadas!
Foto tomada de https://www.revistaesfinge.com/ciencia/item/1584-la-fusion-en-frio-de-los-alquimistas-a-nuestro-alcance
El dato de que el documental fue filmado hace 3 años y difundido recién ahora, lo tomé de un periodista creíble ("pesó su palabra"). Es un error ya que se terminó de filmar en 2019 y luego viene la pos producción. Pido disculpas por eso...
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