domingo, 29 de marzo de 2020

Una reflexión (más) sobre los Medios


Una reflexión (más) sobre los Medios


Eduardo de la Serna



Dicen que los periodistas deberían chequear la información recibida, buscar las máximas fuentes independientes posibles (un mínimo de tres), y escuchar opiniones diferentes a fin de formarse una opinión lo más razonable posible a la hora de informar sobre “los hechos” de los que deben comunicar. Después llegará la hora del análisis, que es el siguiente paso.

Un gran problema, en tiempos de redes sociales, es que pareciera que todo lo anterior queda en un segundo plano y lo que importa es el ¡ya! La “noticia” debe ser publicada lo antes posible (y – por supuesto – antes que la competencia). Si después queda demostrado que algo o mucho no es cierto, pues la catarata de información que hay, sobre todo, se ocupará de taparlo. Son contados (¡contadísimos!) los periodistas con un mínimo de honestidad intelectual como para decir “me equivoqué” o cosas por el estilo (ni siquiera echando la culpa a las fuentes, lo que sería característico: “la culpa es del otro si algo me sale mal”, canta Serrat).

El siguiente paso, la interpretación, es razonablemente parcial. Porque depende de la ideología del intérprete. siempre. En todo. No existe medio de comunicación que no tenga ideología, y todos (¡todos!) miran “la realidad”, los datos, desde su propia mirada (“las cosas se reciben al modo del recipiente”). El problema viene dado, en muchas ocasiones, cuando sobre el tema que debe interpretar, el intérprete “no sabe”. Todos somos ignorantes de más cosas de las que sabemos. Y cuando los periodistas “hablan sobre todo” simplemente en la mayor parte de las cosas, dicen mal, ¡mienten! (consciente o inconscientemente, puesto que el dato y la interpretación a partir del dato, son falsas).

Señalo un par de ejemplos, para ilustrar esto: sobre temas religiosos (eclesiales) creo que los periodistas que pueden escribir con seriedad son contados con los dedos de media mano. Analizar “la Iglesia” en clave política, o corporativa es muy parcial, y con frecuencia falso. Pero es así como suele mirarla la inmensa mayoría. Por ejemplo, en la Argentina hay miles de curas cercanos a los pobres. Algunos (sólo algunos) de esos curas se (nos) han (hemos) juntado. Los criterios han sido pastorales, sociales, políticos, históricos, personales… Así (en su origen por motivos de pastoral local) nacen los “curas villeros”, así (en su origen por motivos históricos) nacemos los “curas opp”. Dos grupos diferentes, con historias diferentes. Nadie dice “conflicto”, ni “distancia”, ni “oposición”, sino “diferentes”. Nada debería entenderse desde el conflicto por decir que somos diferentes, pero hasta el hartazgo cuando habla uno o unos de un grupo se lo suele confundir con otro. Nadie (casi) nunca (casi) chequea nada.

En nuestro reciente encuentro con el presidente (viernes 27) fuimos convocados y lo que intentamos fue llevar a los oídos oficiales la voz de los pobres (antes se decía “ser voz de los que no tienen voz”). No pedimos nada ni ofrecimos nada. Pero el comunicado oficial (no sabemos quien lo hizo) informó que “los curas ofrecieron sus parroquias”, cosa que en ningún momento hicimos (no se entienda que estamos diciendo que “no la ofrecemos” … digo que “no la ofrecimos”. No fuimos a eso). Pero salvando contados casos, los medios informaron que los curas (villeros, dijo más de uno) “conversaron sobre la situación en los barrios carenciados del conurbano bonaerense y la puesta a disposición de las parroquias en el marco del aislamiento social preventivo obligatorio dispuesto…” Por lo que sabemos (si es que cabe creer a la información) eso fue hablado en la reunión con el presidente y los “curas villeros” (miércoles 25) no en la que tuvimos nosotros, los opp.

Por supuesto que también se ha de tener en cuenta el “informante”: por ejemplo, es evidente que Clarín, La Nación e Infobae (además de sus amigómplices del resto del país) presionan por dos cosas: el fin del aislamiento obligatorio (el criterio que argumentan es económico en un bolsonarotrumpismo explícito) y la declaración del “estado de sitio” para poder reprimir ferozmente a cualquier pobre que reclame. Si un surfer, o un Vicentin viola la cuarentena es distinto: es “nuestro”. Clarín no tiene a nadie que analice temas religiosos con la mínima seriedad necesaria; en La Nación hay quienes pueden hacerlo (no implica que lo hagan… por ejemplo, uno de los curas villeros más conocidos, “Toto”, es hermano de un columnista de la “tribuna de doctrina”). Otros medios (con infinita menos capacidad de “llegada”) tienen otras ideologías. Lo que no quiere decir que sus informaciones sean más precisas. Muchos se limitaron a repetir el comunicado oficial sin consultar con alguno de los opp presentes en la reunión, por ejemplo.

Señalo todo esto, que no es demasiado importante, porque es lo que me toca “de cerca” y pienso, si así actúan en un caso, ¿qué impedirá que actúen también así en todos los demás? Las ideologías los sustentan, en todos los casos. Ciertamente es fundamental conocerla para que nos permeen lo menos posible, aunque (Göbbels dixit) “algo queda”. Además del “aporte” de nuestra propia ideología, por cierto (y el peligro constante de creer que algo “es” porque “me gusta” que sea… a eso suelen llamarlo “posverdad”). A lo mejor, es bueno aprovechar la “cuarentena” para mirar más de un informante (diferente, claro) para aprender a leer. No es poco el beneficio.




Dibujo tomado de https://www.otromundoesposible.net/posverdad-medios-de-comunicacion-y-conflictos-de-intereses/

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