DOMINGO DECIMOQUINTO - "A"
Resumen: A un número importante de cautivos en Babilonia, el profeta les anuncia la liberación que es anunciada por su palabra. Esta palabra es presentada como eficaz, como lo es la lluvia para la fecundidad de los campos.
Tú (Marduc) eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu orden es Anú (el dios del cielo); tú, Marduc, eres el más honrado de los grandes dioses, tu decreto no tiene par, tu palabra es Anú. Desde este día, inalterable será tu sentencia; ensalzar o humillar estará en tu mano; tu palabra será inmóvil, tu mandamiento será indiscutible (Enuma Elis, tabl. IV, líneas 3-9).
Resumen: con una mirada dirigida hacia el futuro, Pablo invita a mirar el presente, difícil, pero con esperanza. Como miembros de una creación que también sufre, tenemos por el espíritu los elementos para vivir de un modo nuevo nuestro tiempo.
Resumen: Siguiendo en general a Marcos, Mateo presenta a Jesús predicando en parábolas, el anuncio de la primera de ellas sobre la siembra en distintos lugares de la tierra, la aclaración de por qué Jesús habla en parábolas y la explicación alegórica de la parábola pronunciada. El contexto es característico de Mateo y su comunidad enfrentada con los que se niegan a recibir el Evangelio.
Es sabido
que Mateo suele agrupar en bloques temas semejantes. En este caso, el cap. 13
presenta un extenso bloque de parábolas que serán las lecturas de los próximos
domingos. En el texto de la liturgia de hoy, empieza –siguiendo a Marcos- con
la presentación que introduce el modo de hablar de Jesús “en parábolas” para
luego dar comienzo la parábola que suele conocerse como “del sembrador”. Como
en Marcos, a esta parábola le sigue un diálogo con los discípulos acerca de por
qué Jesús habla en parábolas. Y a continuación una “explicación” alegórica de
la parábola puesto que no fue comprendida. De este modo, en el evangelio de hoy
tenemos cuatro temas:
La mayor parte del cap. 12 transcurre en una casa (¿la de Jesús?, Mateo no da
más datos, ver Mc 3,20); ahora Jesús abandona esta casa para dirigirse a
orillas del lago, donde se sienta, y allí a causa de la multitud (ojlos)
debe subir a una barca para hablarles sentado (quizás para darle solemnidad a
la escena). La introducción finaliza señalando que “les habló mucho en
parábolas” con lo que introduce el largo bloque que viene a continuación.
Es interesante que use el plural, “parábolas” a pesar que sólo
mencionará una, para luego comenzar el diálogo de por qué habla “en parábolas”
(lo mismo hace Marcos). Quizás en un comienzo ésta fuera “la parábola”
paradigmática, y luego Marcos, y más aún Mateo, añadieron otras en el bloque.
2) La parábola
La parábola es prácticamente idéntica a Marcos. Las diferencias son de estilo o narrativas, el único cambio importante radica en que mientras –al hablar del grano que da fruto- Marcos dice treinta, sesenta y cien, Mateo lo hace al inverso (cien, sesenta y treinta). El evangelio apócrifo de Tomás dice que
“otros cayeron sobre tierra buena y dio fruto bueno, hacia el cielo; produjo sesenta veces y ciento veinte veces” (EvTom 9).
El contexto, a pesar de la frase redaccional que alude a la salida de la casa y
a que esto ocurre “aquel día”, es el del conflicto con los fariseos
(12,38-45), algo que es característico de Mateo ya que refleja el conflicto
entre la comunidad a la que éste dirige su evangelio, y la importante comunidad
judía de Antioquía. El conflicto radica en que ambos pretenden mostrarse como herederos de “Israel”
luego de la gran crisis de los años 70 en la que los romanos han destruido la
ciudad de Jerusalén y su templo. La idea, en este caso está en señalar que la
semilla sembrada, no en todos los casos produce fruto ya que hay fuerzas
adversas a la semilla (pájaros, sol, espinas). En este caso, Jesús habla a la
“multitud” (v.2.10-11) pero solamente los discípulos lo comprenderán. Del mismo
modo que el sembrador tiene elementos adversos que impiden que todas las
semillas arrojadas a tierra den fruto, algo semejante ocurre con el reino de
Dios que Jesús ha predicado ya que si bien ha dado fruto en algún lado, también
ha fracasado en muchos otros.
3) ¿Por qué habla en parábolas?
Siguiendo a Marcos, Mateo introduce algunas interesantes modificaciones:
los discípulos preguntan por qué Jesús “les” (a la multitud) habla en
parábolas (en Marcos, como le es característico, la diferencia estaba dado
entre aquellos de dentro y los de fuera). Solamente a los discípulos (la
comunidad a la que Mateo se dirige) se les ha dado “a conocer los misterios”
(misterio que quizás aluda a los fracasos de la predicación de Jesús de los que
Mateo viene tratando). Es posible que lo incomprensible de las parábolas no radique
en su complejidad sino, por el contrario, en su simplicidad: los eruditos
(fariseos, tema propio de la comunidad de Mateo, como hemos dicho) no pueden
entender que temas “tan serios” como los misterios del reino se puedan expresar
en algo tan simple. En este sentido – y en continuidad con la revelación a los
pequeños y no a los “sabios e inteligentes” – no se trata de algo que pueden
comprender “iniciados”, “instruidos”, o gente “preparada”, sino todo lo
contrario. Son estos los que no pueden comprenderlo.
Es interesante compararlos con dos textos de la época:
"Dice Henoc, él, el hombre justo, cuyos ojos han sido abiertos por Dios, que ha visto la visión del Santo que está en los cielos, que me han mostrado los ángeles: he sabido todo de ellos y he comprendido todo lo que veía, no es para esta generación, sino para la que viene, lejana. Hablo para los elegidos, para ellos pronuncio una parábola; saldrá de su morada el Santo, el Grande…” (1 Hen 1,2-3).
Dice el Maestro de Justicia: “Tú has hecho de mí una bandera justa para los elegidos y un intérprete lleno de conocimiento sobre los misterios maravillosos, para probar a los hombres en la verdad y poner a prueba a los que aman la instrucción” (1QH 2,13-14)
Como “remate” del dicho, Mateo – como le es habitual – destaca que “se
cumple” una profecía. En este caso se trata del relato de vocación de
Isaías, enviado a su pueblo “para que” no se conviertan, ligeramente suavizado
por la Biblia griega de LXX que Mateo cita literalmente. Veamos brevemente
Isaías 6,9-10 (hebreo) | Isaías 6,9-10 (LXX) |
Oigan con sus oídos y no entiendan, vean con su vista y no comprendan. Engorda el corazón de ese pueblo hazle duro de oídos, y pégale los ojos, no vaya a ver con su vista y a oír con sus oídos, y comprender con su corazón, y vuelva y se le sane». | Oigan con sus oídos y no entiendan, vean con su vista y no comprendan. Porque se ha engordado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y vuelvan, y yo los sane. |
Como se ve, mientras en el texto hebreo es Dios mismo el que no quiere que su pueblo vea, o entienda, en LXX es el pueblo el que ha elegido no comprender. Es el grupo “intelectual” el que se niega a ver y entender los misterios que Jesús predica y revela acerca del Reino. Pero estos entran en contraste con otro grupo (“ustedes”, es decir los discípulos, la comunidad de Mateo) a los que declara “bienaventurados” (makarioi). Estos lo son porque – a diferencia de los “sabios e inteligentes” – ven y escuchan. Este texto pertenece al escrito Q (ver Lc 10,23-24) como también lo es el de la revelación a los “pequeños” y Mateo lo ubica aquí con toda intención de señalar un contraste entre los que escuchan y ven y los que se niegan a hacerlo. Es interesante notar breve y esquemáticamente lo que Mateo toma de Marcos, lo que toma de Q y lo que le es propio para ver cómo arma el discurso en esta parte:
Mateo | Fuente / origen | Razón de la incorporación |
Parábola | Marcos 4,3-9 | |
Por qué habla en parábolas 1 | Marcos 4,10-11a | |
“al que tiene se le dará…” | Marcos 4,25 (otra ubicación) | Unido porque a los discípulos – comunidad de Mateo - se les “ha dado” (= Dios) a conocer los misterios, y los que lo rechazan perderán lo que tengan (ser hijos de Israel) |
Por qué habla en parábolas 2 | Marcos 4,11b-12 | |
Cumplimiento de Isaías | Propio de Mateo | Negativa a escuchar por parte de los judíos contemporáneos de Mateo |
“Felices los ojos que ven…” | Q (Lc 10,23-24) | Incorporado por la referencia a ver y oír, para comparar a “ustedes” y a “aquellos”, los “sabios e inteligentes”. |
Explicación de la parábola | Marcos 4,13-20 |
Antes de seguir es importante notar un elemento ya insinuado. Las parábolas son
-de hecho- una prolongación de un refrán; por eso toman un punto para
profundizarlo o ilustrarlo. Ese punto suele estar o en la conclusión de la
parábola, o introducido por alguna fórmula del estilo “el reino de Dios se
parece a…” sin embargo, en nuestro caso no tenemos una introducción, de modo
que no es fácil saber si el centro de la parábola es el sembrador (lo es si
aceptamos el título “parábola del sembrador”), si es la semilla, o si es la
tierra. Suponiendo que se trata – como parece – de una “parábola del reino”, ¿a
cuál de los tres elementos señalados se parece el reino? En muchos
casos – como suele ocurrir con los refranes, que son utilizados para ilustrar
una situación de la vida cotidiana – la parábola se comprende por el contexto,
pero en este caso sólo se nos dice que "Jesús dijo"… Por ejemplo: ¿se refiere al
reino como semilla para destacar que de cualquier manera dará fruto?, ¿se
refiere al sembrador – Jesús – para destacar el rol evangelizador que cumple en
su ministerio (y deberán cumplir los destinatarios del Evangelio)? O ¿se
refiere a los oyentes de la predicación de Jesús, que no en todos los casos la
dejan fructificar? Precisamente porque está ausente la frase “el reino de
Dios se parece a una semilla / a una tierra / a un sembrador / a su
fruto” es que la comunidad – más tardíamente – elaboró un discurso
interpretativo, en forma de alegoría, para que la parábola no se perdiera
y dijera algo a los destinatarios.
La alegoría está centrada en los diferentes terrenos sobre los que cae
la semilla, que es la palabra, a todos se los invita a “oír la parábola”. Todos
oyen la “palabra del reino”, mas algunos no la entienden (como ya se dijo;
“oír” y “entender” son las palabras clave de la unidad y aluden al texto de
Isaías), otros no tienen profundidad, tienen distracciones que les impiden dar
frutos. En cambio, otros la escuchan y “la comprenden” y por eso producen
fruto. En este caso, los adversarios de la semilla son “el Maligno”, el
escándalo por la tribulación o la persecución y las preocupaciones del mundo y
las riquezas.
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