El cielo, regalo de Dios
(mi negativa a "retirar" la santidad a Juan Pablo II)
Eduardo de la Serna
La Iglesia en su liturgia ha sabido “relativizar” la universalidad
o no de determinadas santas y santos. La festividad de algunos es tenida como
fiesta, otras son memorias, y en algunos casos libre y en otras es memoria
obligatoria, y hasta en algún caso es solemnidad. En ocasiones, hay santos que
sólo se conmemoran en lugares muy limitados o en ambientes muy circunscriptos.
Un ejemplo evidente es el de algunos fundadores o fundadoras de comunidad,
ciertamente celebrados con pompa en ellas y casi desconocidos fuera de ellas.
¿Eso significaría negarle santidad? ¡ciertamente no! Otro ejemplo, fácilmente comprensible
en Argentina, es que San Cayetano figura litúrgicamente como “memoria libre”
pero para la fe del pueblo se trata de una verdadera solemnidad. La recepción
de los santos y santas (tan importante en el primer milenio de la iglesia,
antes que hubiera “causas” y exigencias de milagros) es lo que verdaderamente cuenta.
¿Qué significa reconocer que alguien es santa o santo? Podríamos
decir que – simplemente – es reconocer que alguien está junto a Dios, por lo
que su modo de vida puede ser imitado y, además, por estar allí, puede ser
tenido como intercesor o intercesora. Es evidente que, Dios no necesita eso,
pero en muchas ocasiones, es algo que “nosotros” sí podemos valorar. Al menos
imaginar porque vemos a tal o cual santa o santo como amigable (no que Dios no
lo sea, por cierto, sino que santa Fulana o san Fulano es “un/a amigo/a” que
tenemos “allá arriba”). Por eso, y en coherencia con la liturgia, el pueblo también
siente o experimenta que hay santos que no son de su devoción.
En cierta manera, y especialmente señalo esto porque no entendemos
el encuentro con Dios (al que se suele llamar “cielo”) como un premio. Se trata
de un regalo, de un “don”. Entender que alguien “merece” el premio es no solamente
discutible teológicamente, sino que además sería sensato preguntarnos cuánto se
ha de “pagar” para “merecer” ese tal premio. Siendo que el premio es nada menos
que Dios, es sensato pensar que cualquier cosa que se hiciera sería
absolutamente pobre e insuficiente para “merecerlo”.
Y si de regalo se trata, creo que a su vez sería insensato (o
soberbio) imaginar o cuestionar a Dios por ese regalo a Fulana o Fulano. En
realidad, “el cielo” se lo deseo a todos. Espero que todos los seres humanos de
todos los tiempos puedan finalmente encontrarse con Dios porque Dios se los ha
regalado. Aunque se trate de personas a las que no les tenga yo simpatía ninguna.
Estarán con Dios, ¡bien! En lo personal, no pretendo seguir su ejemplo ni
tampoco solicitar su intercesión. Pero no le cuestiono que esté junto a Dios
porque es él quien se lo ha regalado.
Señalo todo esto ya que se escuchan varios comentarios negando ahora
la “santidad” de Juan Pablo II. Salen cada vez más casos, entre los que la
pederastia ocupa el primer lugar, desde Marcial Maciel hasta la Iglesia chilena
concluyendo, ahora en la Iglesia polaca, y esto no es más que un ejemplo. Se
podrían señalar muchos otros elementos desde el autoritarismo a la falta de
misericordia, desde la negativa al pensamiento diferente hasta actuar como si
fuera él mismo el Espíritu Santo… Mi “devoción” por Juan Pablo es nula. Pero de
ninguna manera pretendo que sea “reducido a estado terrenal”. Insisto: deseo
que esté con Dios. Y me alegraría que esté (quizás, porque sería un signo que
el encuentro con Dios y su regalo, es infinitamente más generoso y gratuito de
lo que él en su pontificado pontificaba).
Pero lo que me mueve a decirlo es ciertamente algo interesado. Como
creo que en los próximos años es más probable que tengamos un Pio XIII que un Juan
XXIV, o quizás tengamos un Juan Pablo III, imagino que el antecedente de un
santo degradado significará que – por poner ejemplos significativos, pero los
hay más – eso mismo ocurrirá con Romero o con Angelelli y los mártires
riojanos. Y es bueno no darles antecedentes ni ideas. Aunque el pueblo los
seguirá teniendo en sus altares, por cierto; pero por eso de “poder imitar sus
pasos” sin tener que dar explicaciones a la santa inquisición, es que lo prefiero.
Y, cuando me toque a mí, a él, a su amigo Josemaría y a otros los saludaré de
lejos y me iré a otra nube, con Pedro, Óscar, Enrique y otros amigos, si es que
Dios me lo regalara, para seguir “haciendo lio” allá en el cielo.
Foto tomada de https://www.publicdomainpictures.net/es/view-image.php?image=220270&picture=real-arco-iris-en-el-cielo
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