La “hora” de Jesús es tiempo de salvación para todos
DOMINGO QUINTO DE CUARESMA - "B"
Eduardo de la Serna
Lectura del libro del profeta Jeremías 31, 31-34
Resumen: la primera alianza fue rota por el pecado de los “padres”, pero Dios los perdonará y establecerá una nueva alianza con Israel. Una alianza que se caracterizará por el amor de todos a su Dios.
La clave del texto viene dada por la referencia y anuncio de una “nueva alianza”. Es sabido que el cristianismo de los orígenes lo vio aplicado a la novedad cristiana, pero es evidente que Jeremías está destacando otro elemento. La “nueva” alianza es continuidad con la antigua; es con “la casa de Israel y de Judá”. El punto de partida viene dado porque la primera alianza fue “rota” por los “padres”. Esto ocurrirá cuando “lleguen días”, algo indeterminado por el profeta, aunque frecuentemente tenido en cuenta por muchos profetas (“el día”, “día de Yahvé”…). La diferencia (teniendo en cuanta la continuidad a la que hicimos referencia) viene dada por estar escrita “en los corazones”, es decir en la sede de las decisiones (el “corazón” para la Biblia no es la sede del amor, eso se dice de las entrañas, sino que es la sede de las decisiones).
Como la primera alianza, esta indica que Yahvé será el Dios de Israel-Judá y ellos serán pueblo de Dios (Ex 6,7; Lev 26,12; Dt 29,12; 1 Cr 17,22…; ver Rut 1,16). Pero, a diferencia de la primera, esto no será algo externo, impositivo, sino algo que será interno y personal, una decisión de fidelidad.
Todo lo pasado, aquello que provocó la “ruptura” de la primera alianza será perdonado (“no me acordaré”, no lo traeré a mi memoria) y todos, pequeños y grandes (la referencia a dos puntas de la imagen indican la totalidad, es llamado “merismo”) “conocerán” a Dios.
La clave de esta alianza viene dada por esta actitud profunda de “conocimiento” de Dios. No se ha de entender en un sentido helénico de “comprensión”, el conocimiento en la Biblia es una experiencia profunda del objeto/sujeto conocido, una simbiosis con él, un encuentro y con mucha frecuencia ha de entenderse como sinónimo de “amor” (por eso puede, incluso, en algunas ocasiones tener connotaciones sexuales). “Conocer” a Yahvé es semejante a amarlo, a tener una relación profunda de encuentro con él. Esto es la expresión de esta “nueva alianza”.
Lectura de la carta a los Hebreos 5, 7-9
Resumen: el autor intenta presentar a Cristo como Sumo Sacerdote, para lo que muestra la solidaridad con la humanidad y la intimidad con Dios de Jesús como clave para entender el sufrimiento solidario de Jesús en su Pasión.
La carta a los Hebreos, que en realidad parece una gran homilía, tiene como objetivo presentar un tema ausente en los escritos bíblicos del Nuevo Testamento que es la dimensión sacerdotal. El autor quiere destacar que Cristo es sacerdote (sumo sacerdote) algo insostenible según los criterios del Antiguo Testamento (para empezar, Jesús no es de la tribu de Leví, por lo que no puede ser sacerdote). En el capítulo 5, el autor busca algunos elementos del sacerdocio antiguo (no los más importantes, sino los que le servirán para aplicarlos a Cristo) y luego de presentarlos (5,1-4) empieza a señalar: “de igual modo, tampoco Cristo…” (v.5). Lo que aquí el autor quiere es señalar la continuidad (de la diferencia hablará en otro lugar).
Para el autor, Jesús “es” Hijo y “ha llegado a ser” sacerdote. El camino para lograrlo es la humildad y el sufrimiento con lo que manifiesta su solidaridad con la humanidad. La referencia a la “vida terrena” de Jesús y a las “angustias” y al “grito” hacen evidente referencia a la Pasión de Jesús, solidario con todo dolor humano, acto de oración. Esta oración “reverente” (Jesús no impone o pretende hacer su voluntad) fue escuchada. Obviamente la pregunta es cómo, de qué modo fue escuchado ya que no fue preservado de la muerte. A lo que se refiere es a que en su resurrección fue preservado de la muerte definitiva. En su muerte vence definitivamente la muerte. Esto es presentado como “perfección” (un término con connotaciones sacerdotales en el Antiguo Testamento). En esta solidaridad con la humanidad y su intimidad con Dios es profundamente sacerdotal en cuanto mediador y por ello “fue proclamado sumo sacerdote”.
La Pascua es presentada de un modo nuevo, y basta compararlo con un texto semejante como es Fil 2,6-11.
Resumen: En un interesante discurso con reminiscencias de los sinópticos Jesús anuncia la llegada del tiempo de la salvación que se derramará sobre todos.
Hay coincidencia entre los estudiosos que el Evangelio de Juan tiene dos grandes partes, 1-12 y 13-20(21). Por tanto el texto litúrgico está finalizando la primera gran sección joánica. Jesús se ha ido auto-revelando por medio de signos que están orientados a que los destinatarios crean. La segunda parte, en cambio, presenta a Jesús auto-revelándose claramente y los destinatarios son testigos de su gloria manifestada en la Pascua. Hay varios elementos en el texto litúrgico que han de ser resaltados.
En primer lugar un grupo de “griegos” se aproximan a Jesús (por mediación de Felipe y Andrés; ambos de la ciudad "griega" de Betsaida). A continuación Jesús pronuncia un discurso introducido por el característico “en verdad, en verdad les digo” (v.24). Con una doble interrupción narrativa en las que interviene la “gente” (ojlos, vv.29 y 34) que sirve para hacer progresar el discurso, Jesús continúa. Al finalizar, abruptamente se marcha y oculta “de ellos” (v.36).
La estructura del relato es concéntrica. El desencadenante es la llegada de la “hora” a partir de la intervención de los “griegos” (v.20). A partir de aquí encontramos:
A.- No cae en tierra (v.24)
B.- Odia su vida en este mundo (v.25)
C.- Mi Padre lo honrará (v.26)
D.- Para esto he llegado a esta hora (v.27)
C’.- Padre glorifica tu nombre (v.28)
B’.- el príncipe de este mundo será derribado (v.31)
A’.- cuando sea elevado en la tierra (v.32)
Pero también:
A.- Llegado la hora… glorificado (v.23)
B.- si… si… (v.24)
C.- el que odia su vida (psyjê) en este mundo
la guardará para una vida (zôê) eterna (v.25)
la guardará para una vida (zôê) eterna (v.25)
B’.- si… si… (v.26)
A’.- esta hora… glorifica tu nombre (vv.27-28).
Con los griegos (que van a adorar, por lo que puede deberse a paganos convertidos al judaísmo – prosélitos – o a judíos de la diáspora donde se habla el griego) se señala la tan esperada llegada de “la hora”. La hora era aguardada desde el comienzo del Evangelio (2,4; 4,21.23; 5,25.28; 7,30; 8,20). Se trata de la hora de la Pascua (muerte y resurrección), la hora de la glorificación (12,23; precisamente por no ser sólo de la “muerte” sino también de la resurrección Jesús no desea escapar de ese momento – como sí ocurre en Marcos – sino que lo acepta, “para esto he llegado”).
Estos griegos pretenden “ver” a Jesús. La idea de “ver” está directamente ligada a la fe: “ver” es fundamental para dar testimonio (Juan, el Bautista, 1,36; cf. 3,32; el Discípulo Amado, 19,35); Jesús habla de Dios porque lo ha “visto” (1,18; 3,11; 6,46; 8,38), y Dios da testimonio de Jesús (5,37). Los primeros discípulos “verán” a Jesús al ver donde “permanece” (1,39), como ocurre también con Natanael (1,46). Éste, sorprendido porque Jesús le dice que lo “vio” escucha que “verá cosas mayores” (1,50). La samaritana invita a los de su región a “ver” a Jesús que puede ser “el Cristo” (4,29). Pero como es frecuente en Juan, también puede haber un sentido físico del “ver”: algunos han visto y no creen (6,36), mientras que otros si creen “ven” la gloria de Dios (11,40). Ver a Jesús es “ver” al Padre (14,7.9). Jesús “juega con el doble sentido” aludiendo a que “no lo verán” porque está muerto (16,16-22). El discípulo amado es modelo porque ve los signos escondidos en la tumba vacía y cree (20,8), mientras que Tomás es modelo de duda porque pretende ver antes de creer (20,25). La actitud de los griegos sin duda alude a su acceso a la fe, “ver” a Jesús significa participar de su gloria (“mi Padre lo honrará”, v.26).
Es llamativa la semejanza de muchos dichos de este fragmento con textos de los Sinópticos aunque aquí reformulados.
La referencia a la Hora es importante en la Pasión en los relatos sinópticos:
- Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya pueden dormir y descansar. Miren, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores». (Mt 26:45)
- Diariamente estaba con ustedes en el templo y no me detuvieron. Pero ésta es la hora de ustedes, y el poder de las tinieblas. (Lc 22:53)
La referencia a perder la vida se encuentra en los Sinópticos, tanto en Marcos como en Q en referencia a los anuncios de la Pasión:
Mc 8,35 (Marcos) | Lucas 17,33 (texto Q) | Juan 12,25 |
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. | Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará. | El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. |
Lo mismo ocurre en el anuncio del seguimiento:
Marcos 8,34 | Juan 12,26 |
Y llamando a la gente con los discípulos, les dijo: –El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. | Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará. |
Frente a la muerte inminente, el texto de Juan alude al Salmo 6, pero tomando elementos del texto hebreo (tiempo presente) y otros del griego (la turbación):
Sal 6,4 TM | Sal 6,4 LXX | Juan 12,27 |
aterrorizada totalmente mi alma (nefes), y tú, Yahveh, ¿hasta cuándo? | mi alma (psyjê) se turbó mucho, y tú, Señor, ¿hasta cuándo? | Ahora mi alma (psyjê) está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! |
Pero la característica consecuencia de la turbación – como se dijo – resulta opuesta…
Marcos 14,35 | Juan 12,27 |
Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora. | Ahora mi alma está turbada. Y ¿qué voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto! |
La hora de Jesús en Marcos es la cruz, mientras que en Juan es la Pascua (glorificación), que incluye la resurrección.
El primer ejemplo, tomado del grano de trigo (probablemente la razón de la incorporación del texto en el tiempo litúrgico de Cuaresma) viene precedida por un doble “en verdad” que es característico del Cuarto Evangelio y resalta elementos importantes y solemnes. La comparación con el “grano” contrasta entre la “soledad” y el “mucho fruto”. El contraste entre amar – odiar / perder – ganar se encuentra también en los sinópticos, tanto en el que toma a Marcos como fuente como el que toma a Q. “Odiar” debe entenderse como un semitismo en el sentido de “amar menos”. La paradoja es característica de la dinámica de la resurrección: es necesario morir para alcanzar la vida, perder para ganar. Juan utiliza dos términos diferentes para hablar de la vida. Cuando se refiere a la vida humana, que se puede perder, matar, arriesgar utiliza “psyjê, mientras que cuando alude a la vida divina, eterna utiliza “zôê”. El que “odia” su vida física gana vida eterna; vida que tiene un nuevo horizonte de estar donde Jesús, honrado por el Padre.
Jesús, por su parte acepta la hora y por ello el “Padre” lo glorifica. Esa gloria manifestada en su vida (1,14), en sus signos (2,11; 11,4). En la Pascua Dios volverá a glorificarlo. Esta hora y esta voz del cielo son “para” los asistentes. A fin de que sepan que el juicio ocurre “ahora” (nyn), ahora es “echado fuera” el “príncipe de este mundo” (kosmos; a diferencia del texto de Efesios donde habla de “príncipe del imperio del aire”, 2,2). En cambio, la proximidad de la pasión es vista como llegada “del príncipe de este mundo” (14,30).
La “elevación” de Jesús (alude a la cruz, 3,14; 8,28) “atrae a todos” (no a “todo”, como algunos manuscritos proponen) pero nadie puede ser atraído sino por iniciativa del Padre (6,44). La salvación empieza a llegar a todos. Juan – como es frecuente en su estilo – hace un paréntesis interpretativo: “decía esto para…” pero es omitido por el texto litúrgico.
Foto tomada de www.fotolog.com
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