viernes, 7 de mayo de 2021

Hermano de Colombia

Hermano de Colombia

Eduardo de la Serna



Desde hace días estoy con la atención puesta en lo que está ocurriendo en Colombia. Casi como mi segunda patria, con tantos amores sembrados. No seré yo quien pueda hacer un análisis acabado de lo que allí ocurre, aunque ciertamente no me es ni indiferente ni desconocido.


Ya en mi primera visita, en 1973, pude sumergirme en muchos recovecos – incluso ilegales – y recorrí, con mirada atenta, no con superficialidad turística, más de la mitad del país. Desde ese entonces, volví y viví allí años. Allí tejí redes, forjé amistades, di clases y experimenté desde el llanto hasta la fiesta del pueblo; recuerdo, por ejemplo, que hice a mano un “pin” con el fondo de la bandera colombiana y un “¡Sí!” bien grande en el marco del plebiscito por los acuerdos de paz. Obviamente esto me conformó una mirada que, como todas, es parcial. Y, al ver hoy, lo que ocurre en las calles me invita a pensar, mirar, analizar.

  1.          Entiendo que quienes formen parte de las fuerzas de seguridad que deban obedecer órdenes. Pero no toda orden puede seguirse, evidentemente. La “obediencia debida” es aberrante. Una cosa es arrojar gases lacrimógenos y otra disparar a los ojos; una cosa es una descarga eléctrica con las Taser y otra es aplicar 12 a un indefenso. Mirando nuestra propia experiencia argentina, y viendo algo idéntico en las calles colombianas me pregunto cuanta perversión y sadismo es necesario para reprimir a gusto y con violencia extrema. Para peor, en Colombia, a diferencia de lo que hemos aprendido en la Argentina, no se diferencia el ejército de las fuerzas de seguridad (el ministro es el mismo), por lo que las fuerzas, preparadas para reprimir enemigos externos, se entrenan para enfrentar enemigos internos, tal como el Departamento de Estado les ha enseñado. Ojalá Colombia nunca enfrente una guerra, no sea cosa que ocurra como en nuestro país que los que eran crueles enfrentando jóvenes desarmados y detenidos no fueron capaces de enfrentar al enemigo inglés entregándose sin disparar.

  2.        Viendo lo ocurrido en otras regiones (y teniendo claro que nunca se debe pensar en un calco, pero no es errado vislumbrar patrones comunes) es frecuente que los regímenes de la crueldad la ejercen en su máxima expresión cuando todo se les derrumba y deshace. “Nunca la noche es más oscura como cuando está a punto de amanecer” repiten los hermanos zapatistas. Y pareciera que algo así puede estar ocurriendo en las calles colombianas. Ahora, ¿qué pasa en un gobierno cuando su enemigo es su propio pueblo? No me imagino cuánto se demorará, cuanta más pólvora, cuántos más desaparecidos, violados, torturados deberá soportar el pueblo antes de que “truene el escarmiento”.

  3.          Colombia no es un pueblo habituado a largas, o multitudinarias marchas, y el hecho de que las haya ya debería ser un timbre de alerta. No se trata solo de una aberrante reforma, puesto que esta ya fue retirada. Hay más, ¡mucho más! en el “subsuelo de la patria sublevada”. Lamentablemente, los poderosos, cuando caen, lo hacen encima de su pueblo. Pretender de ellos grandeza es casi un oxímoron. Un presidente que desde antes de asumir ya era representado como una marioneta de su mandante, entonces senador, pero siempre presente en el autoritarismo, y nunca en favor de los pobres, las mujeres, los indígenas y afros, los campesinos y los desplazados. A modo valga un ejemplo: estuve en Cali en 1973, volví en el 2011 (camino a Tumaco). Me llamó la atención la cantidad de afros que no había notado antes. Me enteré que Cali es la segunda ciudad de América en población “negra”, sólo superada por Salvador de Bahía. ¿De dónde habían llegado? “¡De los desplazamientos!” fue la respuesta. “Pienso, luego desaparezco” decía un grafitti en las calles de Bogotá. Otro decía “si no para es para”. Y es sabido que una de las políticas de la resistencia se ve en los anónimos de las calles.

  4.          El presidente, desde hace más de un año tiene un programa de una hora de TV en horario central, en lo que es virtualmente una cadena nacional. Allí habla de las maravillas de su gobierno en el enfrentamiento de la pandemia. Recién después de varios días de masacres, muertes y violencia suspendió su programa. Los argentinos también sabemos de gobiernos ineptos y crueles, omnipresentes en los medios de comunicación, autoalabándose y cantándose loas en almuerzos o sets de televisión o radios hegemónicas. Y, para peor, creyéndose ellos mismos los guiones que otros les han preparado. Escuchar el discurso de Iván Duque anunciando el retiro de la reforma tributaria, permitía un breve descanso por ese hecho, pero alertaba por lo que vendría en su mismo texto. Difícilmente terminarían las marchas y manifestaciones ante semejante engendro.

  5.          La sociedad con frecuencia se dedica a mostrar que “la juventud está perdida”, Me recuerda el dicho: “Esta juventud está malograda hasta el fondo de su corazón. Muchos jóvenes son malhechores y ociosos. Jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”, que fue encontrado en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (del 2.000 a.C.). Los medios de comunicación con frecuencia nos inundan con noticias sobre una “juventud perdida” o hueca. Pero resulta que ya desde hace 2 años, las juventudes colombianas no cesan de manifestarse en las calles (en Argentina también lo experimentamos). Hemos visto varios jóvenes con carteles: “Mamá, si no vuelvo, ¡fue el Estado!” Difícilmente esté perdida una juventud que enfrenta las balas, los gases, la violencia sistemática de las fuerzas del Estado.

Valgan estas breves reflexiones simplemente para solidarizarme con el Pueblo y los y las pobres de Colombia. Es fácil decir a 5.000 kms de distancia que “¡no están solos!” pero al menos podemos decir que no descansaremos hasta que podamos ver que se dan pasos ciertos para que Colombia “sea feliz”. Se lo merece, a pesar de los Uribes, los Ordoñez, las Cabales, los Duques, y otros engendros de la peor política.

 

Foto tomada de https://www.perfil.com/noticias/internacional/colombia-denuncian-la-represion-en-las-calles-y-siguen-las-manifestaciones.phtml

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