Cuando los colores engañan
Eduardo de la Serna
Es un hecho que los colores dicen algo a determinadas culturas y
otra cosa en una diferente. Es sabido, por ejemplo (o eso tengo entendido) que
el negro es color de fiesta es lo que llamamos “Extremo Oriente” (otra palabra
relativa, porque oriente es ‘al este’, pero ¿al este de quién?) mientras que en
muchas culturas “occidentales” lo es el blanco. Los muchos colores embellecen,
parece, y así Quinquela Martín llenó de colores el barrio porteño de La Boca y
los viejos conventillos, expresión de pobreza y marginalidad, quedaron
transformados en algo bello (y turístico, como es el caso de Caminito). Algo
semejante puede decirse de los viejos buses o camiones pintados a todo color en
las “chivas”, tradicional transporte popular en Colombia (y todavía hoy en
ocasiones turístico; en otras traslada la Minga hacia la ciudad de Cali para la
resistencia). Lo mismo puede decirse de los muchos colores de la ‘mola’,
hermoso tejido de los aborígenes Kuna (Panamá y Colombia). Y lo mismo vale para
la whipala, por poner ejemplos, expresando el Tahuantinsuyo incaico, o también
la bandera “del orgullo”. En estos casos, quizás mirando el arco iris, se busca
expresar la totalidad.
Pero los colores también son usados, por ejemplo, en la literatura
apocalíptica para expresar diferentes realidades: el rojo, como es obvio,
expresa la sangre, y por tanto la muerte (en el caso del dragón rojo, por
ejemplo, alude al Imperio romano que asesina a los seguidores de Jesús; Ap 12,3),
el dorado es expresión de algo sublime (1,13), y puede tener connotaciones
tanto sacerdotales como reales, ya que reyes y sacerdotes suelen usarlo como
expresión de su magnificencia (sic) o de aquello que representan [cf. 2 Sam
12,30; Zac 4,2]. El verde suele ser expresión de la vida, por lo vital que en
tierra árida representa la hierba verde (primavera; 8,7) o los higos verdes
(verano; 6,13), o la verdura (alimento; Gen 1,30; 9,3), así, decir que no queda
“nada verde” [Ex 10,15] es expresión de la vida que se agosta. Y así, también,
el verde mustio [6,8] es signo de la sequedad y la muerte inminente. Los
colores, “dicen”,
como es evidente. Pero, y acá el tema, es evidente que un actor, o un simulador
(en griego, hipócrita) puede ponerse máscara cómica o dramática y
mostrar lo que no es. Lo que quieren que otros crean que es. Así Pablo va a
decir, sin ambages, que Satanás se disfraza (usa metasjêmatízetai: cambia su esquema) de “ángel de luz” (2 Cor 11,14). El
objetivo es, obviamente, confundir, engañar y lo usa para señalar a los que
buscan confundir a la comunidad: disfrazados de apóstoles, de ministros, aunque
en realidad sean ministros de “Satanás”. Pero si conocemos sus propósitos él
pierde toda su fuerza (2 Cor 2,11). Satanás es la expresión del enemigo del
proyecto de Dios expresado en Cristo. Por eso debe disfrazarse de ángel de luz
(luz y tiniebla es también típico de la literatura apocalíptica para hablar de
lo bueno y lo malo). La luz, el brillo,
la gloria son expresiones características del ámbito divino y de los suyos (Ap
14,14). Y esto suele expresarse con el color blanco, que es vida, resurrección.
Como se ve, aunque los colores expresen cosas, es posible disfrazarlos; y la aparente
luz puede ser en realidad un esquema transformado, ser, en realidad, mentira,
engaño, satánico. El blanco, por ejemplo, también puede ser expresión de
aquello que la Biblia llama “lepra” (Lev 13); pero en general es expresión de
lo “fiel y veraz” (Ap 19,11). Se trata, entonces, de aprender a discernir, de
qué ángeles hablamos, de que esquema hablamos, de que colores hablamos. La luz,
el brillo y el blanco pueden ser expresión del proyecto de vida, de verdad, de
justicia, pero todos tenemos experiencia de los hipócritas, los que engañan y
confunden. No hay que mirar solo el color, entonces, sino también las actitudes
y lo que esconden, lo que “disfrazan”. ¡A propósito, ‘blanco’, en griego, se
dice “leuko”!
Foto tomada de http://www.pitalitonoticias.com/2021/05/minga-indigena-amenaza-con-quedarse-en.html
Una vez que hube enviado esto, desde Colombia, una amiga (Tata) me mandó este texto, maravilloso y pertinente, el cual muestra a las claras cómo en otra cultura (la colombiana, en este caso), un color "dice" otra cosa. Al texto le añadí una "democrática" foto ilustrativa tomada de los diarios en la que se ve un hombre de blanco disparando a la gente al lado de la policía...
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