La unidad de los tres, o cierta trinidad
Eduardo de la Serna
En
lenguaje cristiano (no solamente “católico”, aclaro para algunos medios que mezclan
todo), cuando se habla de la (Santísima) Trinidad, estamos hablando de Dios,
del Dios uno, de Tres Personas. Hablamos de unidad y diversidad, hablamos de
que lo diverso construye, lo diverso “debe ser” porque en nada atenta contra la
unidad. Y que la unidad, en nada ni limita ni afecta la diversidad. De Dios
hablamos.
Pero
resulta que hay otras divinidades laiquísimas que parecen querer remedar, o
acaso se crean tales, a la “Santísima” Trinidad. Y hay, entonces Tres que son
Uno en la prensa. Dicen siempre lo mismo (“nado sincronizado” lo / la han llamado,
maravillosamente), pero son diversos. Es cierto que en ocasiones la unidad
parece difuminar la diversidad porque hasta los titulares son idénticos, pero
son tres, es uno. Trifecta, también lo / la han llamado (porque, igual que en
Dios, en esta trinidad no hay género).
Y
ha surgido también una nueva non-sancta trinidad (perdón por la minúscula,
es para no tomar el nombre de Dios en vano). Porque son tres, son supremos, son
excelentísimos, y son uno, son “la” (no “las”) justicia (insisto con las
minúsculas). Viven en las alturas (creo que en un cuarto piso), en Palacio, y
fallan sin fallar, estatuyen dogmas, y condenan o salvan sin que esto pueda ser
discutido, ni debatido: “la justicia dijo…”
Podríamos
hacer un análisis teológico sobre que decimos cuando decimos Trinidad “en cristiano”,
o un análisis político cuando decimos “Tercer Poder” o “Cuarto Poder” en “ciudadano”
… Es cierto que, desde ciertos ambientes fundamentalistas, ¡o tempora, o
mores!, se abjuraba de la democracia, porque el verdadero poder “no viene
del pueblo, sino de Dios”, aunque otros repetían que Vox Populi, Vox Dei.
Es cierto también que la Iglesia (ahora sí, la católica romana), que –
reconozcámoslo – democrática no es, ni un cachito; hace ya mucho tiempo que
aplaude los sistemas democráticos en la sociedad civil. Y por democrático
entendemos, al menos, división de poderes; es decir que cada poder es mirado,
evaluado y controlado por los otros dos. Por democrático entendemos que el
pueblo (= demos) interviene en la elección y decisiones, al menos con su
voto. Claro que cuando uno de los tres poderes se arroga el control sobre los otros
dos sin nada que lo controle (y “en cristiano”, la superioridad de uno sobre
los otros dos constituye una herejía), cuando uno de los tres poderes no es
elegido por un demos sino por tres, incluso con la inmoralidad del “auto-voto”
(algo que curiosamente un excluido hoy se auto-aplicó ayer) ... lo cierto es
que la democracia, “te la debo”, como dijo un innecesario. Pero, bueno… ¿qué se
puede esperar si los dos tercios de la infame trinidad judicial aceptaron
violar la ley entrando por una ventana trasera de la democracia. ¡Espero, al
menos, que me perdonen si soy ateo de estos tales!
Ícono
de Andrei Rublev tomado de https://www.curistoria.com/2010/03/discusiones-bizantinas.html
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