LO BUENO DE LAS CRISIS
Eduardo de la Serna
“Krisis”, en griego, alude a un juicio; es decir, una serie de cosas o circunstancias que nos llevan a desbrozar, sacar lo que vale y descartar lo inservible, o valorar aquello que “está ahí” en su justa medida.
Por
supuesto que a nadie le gusta vivir crisis, y mucho menos permanecer en ellas.
Pero las crisis son muy buenas e importantes si las sabemos aprovechar para “quedarnos
con lo bueno” como dice San Pablo. O reconocer lo valioso. Porque antes de las
crisis, es frecuente que “todo vale”, y recién cuando las superamos podemos dar
pasos firmes. Se suele decir, por ejemplo, que la crisis adolescente es el
momento en que el ex niño empieza a buscar quién es, quién no es, a cuestionar
a su padre y a su madre, sus metas, sus cosas. Al principio – y es el paso
primero y necesario – todo está mal, mis papás no entienden nada, me quiero ir
de casa, no quiero estudiar, mi vocación es la música, los únicos que me
comprenden son mis amigos, etc. Con el tiempo – y en ocasiones muy largo – se van
acomodando los melones.
El
gobierno está en crisis. Y nadie quiere estar en ella. Hay quienes quieren
poner blanco sobre negro para que se pueda valorar lo valorable, relativizar lo
relativo y descartar lo descartable. Razonablemente. Hay quienes niegan todo.
Hay quienes quieren hacer leña del árbol caído… Hay de todo. Hay quienes
quieren aprovechar y organizan una marcha en favor de uno (es decir, contra
otra), hay quienes renuncian, y también hay quienes – metafóricamente – se
suben al Clio para empezar de nuevo.
Creo
que es bueno desensillar hasta que aclare, como decía uno. Pero en ese desensillar,
hay que pensar, evaluar, pesar… Por ejemplo, ¿qué es lo peor que podría pasar?
Perder todo. ¿Qué sería ese perder todo? Diputados y senadores. Es decir, no
tener posibilidades de sacar leyes sin, o bien con mucha negociación, o con
decretos. Esos decretos que la Corte, luego, derogará. Si eso es lo peor que
puede pasar, pues ya lo vivimos (fue el “Grupo A”). El presidente seguirá siendo
el mismo, la vicepresidenta también. ¿Qué se puede hacer? Lo que mejor saben:
justicia social, soberanía política, independencia económica, para empezar.
¿qué más? Aprovechar para reconocer bien al enemigo, al adversario, al traidor,
al cómplice… Darle pauta a Clarín es suicida, mantener funcionarios que no
funcionan es torpe, ignorar traidores, que operan en contra desde adentro, es
absurdo (y suicida también). Apoyar al que te critica en la cara, buscando lo
mismo que uno, es sabio. Galeano decía que el amigo “es ese que te critica muy
duro en la cara, y habla muy bien de vos a tus espaldas”. Es exactamente lo
contrario de “los otros”. Cambiar de caballo en la mitad del rio es imprudente,
decía el mismo uno; pero si el caballo te hunde es insensato seguir montado.
La
unidad, esa de la ley primera, es fundamental. Urgente. Pero teniendo claro
quien es cada quien, para que, si no funciona, se vaya a no funcionar a otro
lado. Y tener bien cerca a los que, aunque te critiquen (y no te guste), busquen
lo mismo que busca uno.
Una
vez, una maravillosa actriz francesa decía: “no tengo ningún problema en hacer
de fascista en una película anti-fascista; jamás haría de anti-fascista en una
película fascista”. Ese es el punto: el objetivo, la meta, ese que una tal
Evita llamaba “la felicidad del pueblo”.
Imagen tomas de https://www.desansiedad.com/blog/como-superar-las-crisis-emocionales
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